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A Vettel no hay récord que se le resista

A los 23 años 4 meses y 11 días, se convirtió en el campeón más joven en la historia de la F-1, pero antes su precocidad ya había sorprendido al transformarse en el más joven en sumar puntos (EE.UU. 2007), en lograr una pole position y en ganar un Gran Premio (ambos en Italia 2008). Es el segundo alemán en conquistar un título de la máxima.

Por Redacción EG ·

23 de diciembre de 2010
Nota publicada en la edición diciembre 2010 de la revista El Gráfico

Imagen DOS POTENCIAS se saludan. Schumi felicitó efusivamente al flamante campeón.
DOS POTENCIAS se saludan. Schumi felicitó efusivamente al flamante campeón.
LAS COMPARACIONES son odiosas y por eso Sebastian Vettel, flamante campeón de la temporada 2010 de Fórmula Uno, intenta desprenderse de cuanto calificativo lo relacione con el séptuple y más ganador en la historia. "No estoy en la F-1 para romper los récords de Schumacher. No me gusta comparar su campaña con la mía. El es sencillamente una auténtica leyenda con siete títulos y yo sólo estoy en el comienzo. Tengo la suerte de conocerlo desde hace varios años, él siempre fue mi ídolo y su recomendación resultó muy importante para llegar a los 15 años al Red Bull Junior Team”.

Sin embargo, más allá de que a Vettel no le resulte simpática la comparación, es razonable que al convertirse en el segundo campeón alemán aparezca la consideración de heredero. Además, los dos sobresalieron en cuanta categoría participaron como adolescentes e ingresaron en el Gran Circo en escuderías no tradicionales, aunque ambos las llevaron a la consagración. Schumi con Benetton alcanzó los títulos del 94 y 95 y Seb consiguió los primeros triunfos de Toro Rosso (2008 en Italia) y Red Bull (2009 en China), con el agregado de su reciente conquista en el Mundial de Pilotos a los 23 años, 4 meses y 11 días (nació el 3 de julio de 1987) que lo transformó en el campeón más joven de la historia, en una temporada que lo vio 5 veces ganador (Malasia, Europa en Valencia, Japón, Brasil y Abu Dhabi), con 10 sábados sobre 19 en los que obtuvo la pole position.  

Vettel se convirtió así en el campeón Nº 32 y con este brillante 2010 en 62 carreras disputadas ya igualó la línea de 10 éxitos que ocupan Gerhard Berger, James Hunt, Jody Scheckter y Ronnie Peterson y con 15 poles superó por una al mismísimo Alberto Ascari.

Todos números que relucen en una campaña relativamente incipiente que apenas lleva tres años y medio de recorrido. Sus antecedentes permitían augurar con sobrados justificativos el mote de “campeón del futuro” y es más: su sonriente rostro juvenil sintoniza perfectamente con la denominación de “Niño Maravilla”. Pero nunca le gustó que lo llamaran Baby Schumi, porque él siempre lo vio a Schumacher como un ser supremo, un ídolo que sabía ir a las entregas de premios de las competencias de karting y que alguna vez incluso tuvo la suerte de que el gran Michael fuera quien le diera su trofeo. Por supuesto que esa fotografía es un tesoro invalorable para el flamante campeón, quien reconoció quedarse sin palabras cuando en Abu Dhabi entre tantas emociones juntas por la consagración, vio que Schumacher (a pesar del serio accidente que sufrió al hacer un trompo su Mercedes y Liuzzi lo impactó) se acercó a felicitarlo.            

Desde aquellos tiempos del karting, Schumacher siempre resaltó el talento natural y lo superveloz que era este chico oriundo de Heppenheim, un pueblo de 25.000 habitantes en el estado alemán de Hesse. En su diccionario deportivo no existe la palabra imposible y por eso, más allá de lo difícil que se le presente el desafío, él lo encara con un tremendo coraje, como lo hizo en Toro Rosso en 2008, cuando aprovechó la confiabilidad del auto para conseguir en Monza la única victoria de la escudería en cinco años.

Y con Red Bull pasó otro tanto, porque un reconocido piloto como David Coulthard no pudo cristalizar con un triunfo todo lo bueno del auto que tenía entre manos y cuando Vettel tomó el volante a partir de 2009 comenzaron a hilvanarse los éxitos. En pista, Seb no mezquina nada y así como sus aciertos le sirvieron como trampolín para pelear por el campeonato, sus errores en un puñado de carreras fueron decisivos para dejarlo al margen de las competencias. Pero nunca bajó los brazos, es más: en la recta final de esta última temporada, cuando su compañero Mark Webber venía mejor posicionado en la lucha por el título, él dijo a viva voz que mientras tuviese posibilidades saldría a ganar. Y cumplió, venció en Brasil y Abu Dhabi y relegó tanto a Fernando Alonso como a su compañero australiano, quien ya se había quejado por cierta preferencia del equipo con el alemán.     

“Los últimos meses han sido una experiencia única para mí y he vivido increíbles momentos que nunca olvidaré. Pero también hubo algunas situaciones difíciles. Estoy muy orgulloso de lo que hemos logrado. Espero tener durante las vacaciones algún tiempo tranquilo para darme cuenta de lo que acaba de pasar. Después de disfrutar del triunfo, pronto tendremos que encarar nuevos retos y enfocarnos en el próximo año para defender ambos títulos, el de Constructores y el de Pilotos. Hay mucho que hacer, pero estoy convencido de que una vez más estaremos entre los mejores equipos,” expresó con su habitual sinceridad Vettel.

La escudería austríaca alcanzó la cima en su sexto año de vida, con estos dos títulos. Si bien ya había insinuado estar a la altura de los grandes como Ferrari y McLaren, en este 2010 su andar resultó tan superlativo que prácticamente con Vettel o Webber y en cuatro carreras con un contundente 1-2 siempre sus autos fueron protagonistas.

"La Fórmula Uno no es sólo conducir rápido en círculo. Hay mucho trabajo alrededor. A la larga, de lo que se trata es de lograr que 500 personas den todos los días lo mejor de sí para que uno tenga el mejor auto. Siempre me interesó saber la forma como Schumacher lo logró y creo que yo he encontrado mi camino", reflexionó Vettel, que recibió de Red Bull una recompensa por su estupenda actuación durante el 2010, de tres millones de euros.

El primer contacto de Seb con la F-1 se remonta a 1994, cuando en Hockenheim durante los ensayos para el Gran Premio de Alemania vio en acción al Benetton-Ford de Schumacher y a la Ferrari del austríaco Gerhard Berger, a la postre ganador y con el tiempo su director en Toro Rosso. Sin perder ímpetu, su ascendente carrera saltó en 2004 de los kartings al automovilismo de la Fórmula BMW alemana, con el avasallante registro de 18 triunfos en 20 competencias. En 2005 fue considerado el mejor novato de la Fórmula 3 Euroseries, que tuvo como campeón a uno de sus encumbrados rivales Lewis Hamilton.

Con méritos suficientes fue convocado a pruebas en un Williams de F-1 y en el 2006 se convirtió en tester de BMW Sauber. Sólo faltaba que lo sentaran en una butaca en plena competencia para que no se baje más. Y así sucedió, reemplazó a Robert Kubica por su recordado accidente en el GP de Canadá 2007 y a partir de la carrera siguiente en Estados Unidos comenzó a escribir esta maravillosa historia, en la que no figuran los imposibles y no hay récord que se le resista.

Por Wálter Nápoli