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Secretos de familia

Se abrazaron a la gloria en el mismo fin de semana de mayo. Esteban ganó con Inter la Champions League, título con el que conquistó la triple corona, y Nicolás ascendió con All Boys a Primera. Intimidades de ayer y de hoy, que coinciden en un presente difícil de igualar.

Por Redacción EG ·

05 de agosto de 2010
Imagen REUNIDOS en Buenos Aires, después del casamiento de Nicolás y antes del regreso de Esteban a Milán.
REUNIDOS en Buenos Aires, después del casamiento de Nicolás y antes del regreso de Esteban a Milán.
Nota publicada en la edición julio 2010 de la revista El Gráfico

–COMO NO ME VOY a acordar de cuando no quería jugar al fútbol en Parque, ni ir a buscar a Nico al club. 
–Esteban era muy bueno en básquet. No sé si hubiese tenido la trascendencia que consiguió en el fútbol, pero hubiera sido un gran jugador. 
Aún recuerdan aquellas primeras vivencias deportivas juntos y se ríen como si fueran chicos. Si bien cada uno alcanzó lo máximo en su lugar en el mundo, sea en el poderoso Inter o en el humilde All Boys, no se ahogan en la ola del éxito. Agradecidos a sus mentores, miran hacia atrás de modo placentero. Sus padres no tenían ninguna relación con el deporte más popular de la Argentina. Carlos era del palo del básquet, mientras que Tita adoraba pelota al cesto. Nicolás y Esteban, que se llevan dos años, cinco meses y 16 días de diferencia, se divertían en la escuelita de básquet de Gimnasia y Esgrima de Villa del Parque, donde ya jugaba Federico, el mayor de los hermanos Cambiasso. La actividad continuaba en casa. Mamá fomentaba a perfeccionar la técnica. Dos banquetas en el garage y a eludirlas. Papá también aportaba a la causa al llevarlos a ver los partidos de la Primera. Nico y Cuchu aprovechaban los intervalos prolongados para meterse en la cancha y tirar al aro. Ya se ilusionaban con jugar en un estadio repleto. 

El primero en quebrar la estructura fue Nicolás, quien llegó a Club Social y Deportivo Parque a través de un amigo, para calzarse los guantes. Esteban lo acompañaba de la línea hacia afuera. Ramón Maddoni, especialista en generar cracks, lo vio correr por el buffet y le pidió a Tita que también lo llevara porque quería que jugara al baby por cómo trotaba. Esteban se negaba y hasta se quedaba en el auto con su madre, mientras Nicolás atajaba, para que no le insistieran más. “Jugaba al básquet, no quería hacer fútbol; lloraba. Pero con esa pinta cómo se me iba a piantar”, remata Maddoni entre carcajadas con una expresión tan tanguera como futbolera. “Ramón supo que no me debía escapar. Gracias a Dios, él y Yiyo Andretto, mis entrenadores, fueron fuertes en el convencimiento”, resume el menor de la familia.

Jamás olvidarán este primer semestre de año. Mayo de 2010 figurará como patrimonio histórico de los Cambiasso: Esteban se consagró campeón de la Copa Italia por tercera vez el miércoles 5 y quíntuple del Scudetto, el 16. Un día antes, el 15, Nicolás canceló su viaje a Madrid, previsto para observar al cerebro de Inter en el ombligo del campo en la final de la Champions League, tras acceder a disputar la Promoción para subir a Primera. Había poco tiempo para descansar, a causa del apretado calendario por el Mundial. El 19, All Boys y Central igualaron 1 a 1 en la ida. “Por fuerza mayor, me perdí el partido –anticipa Esteban–. Se adelantó el viaje. Nos fuimos ese miércoles en avión, por la amenaza de que podían volver a venirse las nubes de cenizas del volcán”. El sábado 22, Nicolás vio desde la concentración, en Rosario, cómo su hermano más famoso conquistó la Champions –título que el equipo nerazzurro no obtenía hacía 45 años–. Apenas 24 horas más tarde, el arquero –capitán del club de sus amores– acariciaba la gloria. El Albo volvía a Primera después de 38 años. “Fue una alegría haber perdido aquella reserva de pasaje. El salió campeón de Europa, hablamos por teléfono y le dije que 'ojalá valiera la pena no haber podido ir', y lo valió. Me sentí ascendido a falta de diez o cinco minutos, cuando íbamos 3-0 arriba. Ahí no se nos podía escapar”, afirma Nicolás, quien no dejó que sus padres fueran al Gigante de Arroyito por cábala, ya que no habían asistido a ningún encuentro fuera de Floresta.

–¿Viste aquel partido, Esteban?
–Por internet. Sólo me perdí una parte del primer tiempo.

–¿Llegaste a ver un cabezazo que sacó Nicolás, de manera estupenda, con mano cambiada?
–No, no. Justo estaba cambiando a mi nena. Me acuerdo de un mano a mano que le tapó a Lucho (Figueroa). Hizo el primer gol All Boys y atajó esa pelota. Ahí tuve sensaciones positivas.

–¿Qué te generó el ascenso a la distancia?
–Alegría. El es hincha de All Boys, vivió el ascenso del 92-93 al Nacional y apostó por ir a jugar en el club hace tres años, cuando estaba en la Primera B. Muchos lo tildaron como una locura porque estuvo varios años en Primera. Significó demasiado cuando subieron de la B a la B Nacional, pero esto ya es historia pura.

–¿Cómo lo vivió el resto de la familia, Nicolás?
–Fueron días intensos para cualquier corazón, con tantos sentimientos en un montón de partidos. Por suerte, terminó todo redondito.

AMBOS VIVIERON UNA temporada inmejorable. O mejor escrito: dificilísima de igualar. Ambos se consolidaron en sus equipos como piezas vitales. Ambos quebraron rachas adversas y añejas en competencias diferentes, a la medida de la realidad de cada club. “La intención era ganar todo, pero nunca pensamos que terminaríamos así –desenfunda Esteban, a los 29 años–. Vivimos un momento fundamental en Kiev. Nos quedábamos afuera del grupo de la Champions, ni siquiera ingresábamos en Octavos, y se lo dimos vuelta al Dynamo con dos goles en tres minutos. Eso nos hizo crecer. En la segunda parte de la temporada, dimos pasos fuertes. Eliminamos a Chelsea, cuando nadie daba nada por nosotros. Ahí todo el mundo empezó a creer que se podía. Uno trabaja durante once meses para conseguir el campeonato, pero se esfuerza toda una carrera para ser campeón de Europa porque no sabés cuándo te pasará, si es que te pasa. Hoy me siento realizado. Si bien había ganado la Supercopa de Europa y la Intercontinental con Real Madrid, no había obtenido la Champions. Ese era el objetivo que perseguía desde que llegué a Europa. Tenerla, y encima conseguir el resto, es una enorme satisfacción”.

–¿Fue la mejor campaña de tu carrera?
–Por títulos, sí. Pero hay años que significan mucho y no se coronan necesariamente con títulos. Es difícil decir cuál es el mejor. Llegué al Madrid como primer salto a Europa en 2002, fui titular en un equipo que será recordado en la historia, con Zidane, Ronaldo, Raúl, y ganamos la Supercopa de Europa, la Intercontinental, y el campeonato. Esa temporada significó mucho. A Inter llegué en silencio, quizás sin hacer tanto ruido como otros que venían como figuras, y me gané un lugar.  
–Si bien faltan varios meses, es el mejor año hasta ahora –agrega Nicolás, a sus 32–. Roza el ideal. Veremos cómo culmina.

–Salvando las distancias, ¿encuentran similitudes entre Inter y All Boys?
–Inter es el mejor equipo italiano, por lejos, hace años. No se ganan cinco Scudettos consecutivos de la nada. Somos dos conjuntos que intentamos jugar bien, que nos sacrificamos. Ambos sabemos qué tenemos que hacer dentro de la cancha. (Nicolás)
–Son equipos que se acostumbraron a ganar –completa Esteban-. All Boys subió de la B a la B Nacional con un bloque similar al que tuvo para ascender a Primera, más algunos jugadores que enriquecieron al plantel. Pero hubo una base sólida. Además, se sienten cómodos al salir a buscar el triunfo en cualquier estadio. Sacaron mejores resultados fuera de casa y eso marca que la mentalidad sea ganadora. Nosotros lo sentimos igual. De lo contrario, no hubiéramos conseguido 12 títulos en los últimos cinco años.

–¿Te molesta cuándo escuchás que Inter se defiende más de lo que juega? 
–El problema es hablar desde el desconocimiento. El riesgo es decir barbaridades sin tener la información justa. Sabemos cuándo defender y atacar. Ganamos cinco títulos locales seguidos al vencer a Milan por 4-0 o 3-0, a Juventus, a Roma –nuestro principal perseguidor en los últimos años– también por goleada. Un equipo que solo se defiende no lo consigue. En la Champions, derrotamos a Chelsea en las dos canchas. No sé cuántas veces perdió en Stamford Bridge. Después, vencimos a CSKA en los dos encuentros, y a Barcelona le metimos tres goles en la ida. Inter se defiende cuando lo debe hacer, de un modo lícito, y ataca cuando hay que atacar. Convirtieron los delanteros, volantes y defensores. Tuvimos a Maicon, quizás el lateral derecho más ofensivo del mundo; volantes a los que les gusta llegar, tres delanteros que juegan casi siempre. Inter es un equipo global que juega cuando hay que jugar y se defiende a muerte cuando hay que defender. Hay gente que solo vio Barcelona-Inter y opinó. La idea era jugar igual que en Milán: queríamos ahogarles los movimientos, que Lionel (Messi) no recibiera a nuestras espaldas y hacerles un gol porque para quedar afuera debíamos recibir cuatro. Pero se lesionó Pandev en la entrada en calor, una dificultad; lo reemplazó Chivu -que hizo un partidazo- y encima jugamos una hora con un hombre menos. Nos defendimos en nuestra área, con dos líneas de cuatro, con Diego (Milito) de casi doble lateral derecho, con Eto'o de casi doble lateral izquierdo, con Chivu y yo como dos centrales adjuntos delante de Lucio y Walter (Samuel). Pasó solo con Barcelona, el equipo que mejor maneja la pelota en el mundo, el equipo que le gana en porcentaje de posesión de balón a cualquiera 11 contra 11. Ellos tenían la obligación de hacer dos goles. No cometimos muchas faltas porque era peligroso, no fuimos anti-fútbol, defendimos, sí, defendimos. Teníamos que defender. Ganamos 3-1 en la ida, por dos de diferencia, algo que nadie logró en dos temporadas de Guardiola. 

–Volvamos a las similitudes entre All Boys e Inter. Otra coincidencia es el fenómeno de ambos en los últimos tiempos. Uno, dos ascensos en tres campañas y el otro, 12 títulos en cinco.
–Es un sueño, ni el más optimista hubiese pensado esto, y más de la forma en que se dieron los ascensos –se embala Nicolás–. Todo nace en la coherencia dirigencial. Si los procesos se sostienen, dan sus frutos. Esto es una sumatoria de actos responsables que nos catapultaron a Primera.
–Hay algo de inconsciencia también –interrumpe Esteban–, y un presidente (Roberto Bugallo) que siempre creyó en un All Boys de Primera, algo que no pensaba el 99 por ciento de los hinchas, incluido mi hermano. Es más, el presidente estaba convencido de que subían ante Central, que había descendido en 1984 por última vez. Hizo bien su tarea y supo mantener a Pepe (Romero) en el cargo de entrenador en algún momento de dificultad. Ir a la cancha de All Boys es un espectáculo. La platea no tiene alambrado, algo inusual en la Argentina. Además, los jugadores están contentos, los sueldos se pagan en término. Por eso, ese grado de locura bien utilizado los hizo llegar a algo que otro más conformista no hubiera alcanzado.

–¿Massimo Moratti, el presidente de Inter, es otro demente, Esteban?
–Apostó por un sueño personal y lo consiguió este año. Quería lograr lo mismo que su padre como presidente del club, que era ganar la Copa de Campeones en su momento, la Champions League hoy. Luchó en la adversidad contra todo lo que sucedía en el fútbol italiano, siempre mantuvo su fanatismo, al igual que su familia que vive para Inter, e invirtió plata, tiempo y sufrimiento. Las recompensas llegaron en los últimos años, y en éste alcanzó su pico más alto de felicidad.

Imagen CUCHU fue el eje del Inter que se quedó con todos los títulos en la temporada pasada.
CUCHU fue el eje del Inter que se quedó con todos los títulos en la temporada pasada.
“SI TE ENTRENAS junto a Cambiasso y Zanetti y no mejorás, puede ser que tengas una sola neurona; y quizás no funcione muy bien”. La declaración de José Mourinho, entrenador campeón al cubo con Inter, hoy en Real Madrid, refuerza el concepto que surge al analizar los partidos de los Cambiasso. Tanto Esteban como Nicolás son dos técnicos que aún se visten de futbolistas. “Quizás por posiciones. A veces solucionás un problema con una indicación. El entrenador y mis compañeros confían en lo que uno les dice, y hacen caso. Hablar mucho es menos efectivo que una palabra en el momento indicado”, arranca el uno del Albo. “Cuando tus compañeros te respetan es porque saben que uno no pide alguna cuestión por un beneficio personal. No soy el termómetro de Inter, pero mi posición marca dónde se juega: más arriba, con tenencia de pelota, más metidos atrás. El puesto obliga un poco, si se pretende tener las líneas cortas, porque donde uno se para tiene que achicar –adelanta el campeón europeo–. Pero tenemos un capitán, Javier (Zanetti), que es un ejemplo, que soportó años de un Inter que deambulaba, que está siempre con una predisposición positiva increíble, admirable y envidiable, sanamente, porque aparte es un amigo. El impone los tiempos de convivencia. Es normal que Pupi, al jugar de lateral, tenga menos incidencia en los movimientos que otro que esté en una posición central. Igual, hay un montón de jugadores que transmiten sin decir una palabra.

–Se expresan y juegan como dos potenciales técnicos. ¿Se ven así; se vendrá la dupla?
–Todavía nos quedan años por delante. Ser entrenador no es fácil. Hay que coincidir en gustos futbolísticos y en muchas otras cosas para trabajar juntos. Si me dedico a esto cuando deje, quiero capacitarme para hacerlo bien. No es que porque mi hermano agarró de entrenador, voy y cobro un sueldo. Igual, nos convendría que empezara él    -asegura Nicolás, y se ríe.
–No sé. Podés tener cierta incidencia en tus compañeros mientras jugás, pero es diferente estar de la línea hacia fuera porque se participa hasta cierto punto. La profesión de entrenador no solo es saber del juego. El técnico tiene 25 problemas en la cabeza, y no uno como cuando sos jugador.

JUNTARLOS SE TORNO complejo. El cúmulo de compromisos sociales, en especial por el casamiento de Nicolás con Julia, marcaron la tendencia días después de las épicas consagraciones. Sin embargo, a dos horas de que Nico se fuera a Ezeiza para embarcarse rumbo a su luna de miel, se coparon con la propuesta. Minutos antes de sonreír para la producción fotográfica, cada uno se enfoca en lo suyo, de cara a la próxima temporada. “Se da una particularidad: hay tres equipos ascendidos –advierte el arquero–, y si sacamos un punto más que los otros dos, nos aseguramos salvarnos del descenso directo. Si sumamos 49 o 50 puntos va a ser muy difícil que nos alcancen. Pero no hay que volverse locos con el promedio, sino conseguir puntos y disfrutar con responsabilidad de estar en Primera. La ilusión es mantener la categoría. Si se da, será otra página en la historia del club”. Al instante, el volante sentencia: “No se piensa en solo un objetivo. Si bien tenemos el Mundial de Clubes por delante, ya alcanzamos lo máximo. Para el equipo europeo, lo más importante es ganar la Champions. La demostración es que nuestro entrenador se fue después de conseguirla. Queremos obtener el Mundial de Clubes, pero antes tenemos la chance de ganar la Supercopa de Italia y de Europa. Después, comienza el campeonato, la Champions, y nos agarra el Mundial de Clubes en medio de la vorágine. Podemos lograr muchos títulos. Hay que estar tranquilos”.

Más allá de la brecha que separa Floresta de Milán, comparten una misma intención: superarse. Saben que lo pasado, ya fue pisado. La utopía es el motor que los moviliza. Pinta de ganadores.

Esteban a un  toque
–¿A QUÉ TE DEDICÁS en tu tiempo libre?
–Estoy con mi mujer, mi hija y mis amigos.

–¿Qué hacés en la concentración?
–Nos juntamos a tomar mate con Walter, Pupi y Diego. Mucho mate, fútbol y alguna película argentina de vez en cuando. 

-¿El jugador nace o se hace?
–La pasión se lleva, quizás te nace tarde, como me pasó a mí. En definitiva, la pasión no se entrena. Después, se hace el jugador, si es que quiere crecer, mejorar, ver fútbol, aprender de ejemplos.

–¿Hay más pizarrón que improvisación o viceversa?
–Parte y parte. Hay pizarrón porque se debe establecer un orden. No hay que exagerar la importancia de los entrenadores. Los más importantes fueron, son y serán los jugadores. 

–¿Por qué ser futbolista?
–Me tocó. Llegué a Primera de casualidad. Soy futbolista de ganas porque me gustaba el fútbol y jugaba con amigos para divertirme. Soy futbolista profesional porque se dieron un montón de cosas, que a la mayoría de los chicos no se les dan, y las aproveché.

–¿Qué es el fútbol en tu vida?
–Es la pasión más grande que tengo, una parte importante. Si bien están los afectos, el fútbol significa mucho.

–¿A qué deportista admirás?
–Michael Jordan era mi número uno en mi juventud. De grande, empecé a admirar a Roger Federer, un número uno en comportamiento, juego, todo. Mi ídolo en lo futbolístico es Fernando Redondo, con quien compartí entrenamientos.

–Opinión sobre José Mourinho como entrenador.
–Es un gran técnico. Busca que el mensaje le llegue al jugador y convencerlo de que el modo de hacerlo es explicándole. El autoritarismo no sirve para nada. Aquí lo fundamental es que el jugador razone que lo que hace es lo mejor.

–¿Qué significa Club Social Parque?
–Es mi segunda casa, el lugar para encontrarme con amigos, donde desaparece Cambiasso y vive Cuchu.

–Un lema.
–La vida es una rueda. Podés estar arriba o abajo, pero debés ser la misma persona. Siempre vas a necesitar ayuda y siempre tenés que tratar de colaborar.

Cuchu sin Mundial
"si hubiese estado en la lista de la Selección, habría sido una sorpresa. Es una cuestión de elección. Es lógico que no haya estado, si se tiene en cuenta la poca participación que tuvo en el ciclo de Maradona. El técnico está para eso, porque es difícil elegir 23 jugadores, y más en este país”, argumenta Nicolás sobre la no convocatoria de Esteban para Sudáfrica.
–¿A vos qué te parece, Cuchu?
–La ilusión estaba. La única manera de pedir seleccionado es jugando bien en tu equipo, y ahí conseguí algo casi imposible de mejorar. Después, hay elecciones y uno las debe respetar. Maradona eligió a los 23 para que le dieran a la Argentina una gran alegría l

Imagen NICO fue uno de los pilares sobre los que se sostuvo la gran campaña que hizo All Boys para ascender.
NICO fue uno de los pilares sobre los que se sostuvo la gran campaña que hizo All Boys para ascender.
Nicolás a un toque
–¿A QUE Te decicás en tu tiempo libre?
–Disfruto con mi familia y amigos.

–¿Qué hacés en la concentración?
–Miro fútbol de cualquier lugar y categoría.

–¿El jugador nace o se hace?
–El jugador nace y se perfecciona.

–¿Hay más pizarrón que improvisación o viceversa?
–Depende dónde, cómo y quién. El fútbol no puede ser ni todo pizarrón, ni toda improvisación. Si no hay un cierto orden, no se llega a ningún lado. Y si no hay una cierta impronta del jugador, tampoco.

–¿Por qué ser futbolista?
–Es que me encanta el fútbol.

–¿Qué es el fútbol en tu vida?
–Una parte importante. No es todo.

–¿A qué deportista admirás?
–A varios. Roger Federer y Michael Jordan, ejemplos. En muchos deportes, hay ejemplos. En el fútbol, Javier Zanetti y Raúl.

–Opinión sobre José Romero como técnico.
–No es la euforia en la victoria, ni el pesimismo en la derrota. Mantiene la conducta. Pepe es el más ganador en la historia de All Boys, ya que tiene tres ascensos, de los cuales dos fueron a Primera, uno como figura del equipo y otro como entrenador. Busca simplificarnos la tarea y pretende que el jugador se sienta cómodo al convencerse de lo que tiene que hacer en la cancha. Los resultados lo avalan.

–¿Qué significa Parque?
–Es mi segunda casa. Voy al club y sé que me encontraré con algún amigo. No me imagino mi vida sin Parque.

–Un lema.
–El esfuerzo no se negocia.

Por Darío Gurevich / Fotos: Emiliano Lasalvia y Archivo El Gráfico