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Trapitos al sol

Los cuidacoches no sólo operan en Buenos Aires. También son comunes en Pretoria.

Por Martín Mazur ·

02 de junio de 2010
Imagen EL AMIGO SUDAFRICANO. A las sandalias se las habían robado durante la noche (Foto: Alejandro Del Bosco)
EL AMIGO SUDAFRICANO. A las sandalias se las habían robado durante la noche (Foto: Alejandro Del Bosco)
PRETORIA, Sudáfrica (Enviado especial).- Los cuidacoches no sólo invaden las calles de Buenos Aires. Y según se ve en buena parte de Pretoria, tampoco son un invento argentino.

Basta con circular a baja velocidad por las inmediaciones de la zona de bares y restaurantes de Burnett Street para que aparezcan los tradicionales “trapitos” dispuestos a ofrecer un lugar para estacionar. El trámite para dejar el auto es por lo más sencillo, porque espacio abunda y se estaciona a 45 grados, pero los cuidacoches igual actúan con cierta histeria. “Lo correcto es dejarles entre 5 y 10 Rand”, explica un muchacho desde la butaca izquierda de su BMW plateado.

Idénticos movimientos, las mismas señas, paño de gamuza en mano, chiflidos enérgicos y aires de mandamás de la calle, parando otros autos, si es necesario, para garantizar una maniobra plácida. Si hubiera que trazar diferencias con el tradicional trapito argentino, podría decirse que el cuidacoches pretoriano no exige dinero por adelantado –veremos los que operan en las zonas de los estadios en los días de partido– y no siempre aparece calzado. ¿Un cuidacoches descalzo? Sí, y a toda honra, nos explica el nuestro. “Me fui a dormir y cuando me desperté me habían robado las sandalias”, sonríe debajo de su visera celeste.

Ni los pies ajados por el asfalto y roídos por la tierra colorada de la zona lo hicieron abandonar su puesto de trabajo. Y al ver la cámara de Del Bosco, con aires de superación, se apoya sobre el Honda Jazz de El Gráfico y nos deja una sonrisa genuina de despedida.