Las Entrevistas de El Gráfico

Cafú, en primera persona

Tiene 39 años. Leyenda de Brasil. El único jugador que participó en tres finales del mundo consecutivas: 1994, 1998, 2002 (levantó dos). Como si fuera poco, acumula 26 títulos ganados.

Por Martín Mazur ·

21 de diciembre de 2009
Nota publicada en la edición noviembre 2009 de la revista El Gráfico.

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100% IRENE. La gente todavía se acuerda de esa leyenda que escribí en la camiseta cuando gané el Mundial 2002 como capitán de Brasil. Irene es el barrio donde nací, donde crecí, donde viví toda mi infancia y hasta los 22 años, barrio pobre, de periferia, pero de personas de bien, dispuestas a darle algo a la comunidad. Creo que para muchos fue una sorpresa; no para mí, me siento 100 por ciento de Irene. Lo tengo muy presente porque todo lo que tengo hoy, lo tengo gracias a esa comunidad. Ahí también es donde me eduqué, donde aprendí a jugar al fútbol, entonces creí que en ese momento tan especial, Irene merecía sin duda alguna ser reconocido mundialmente. Y lo fue.

LO QUE MAS QUERIA TENER era una bola de fútbol. Para los chicos, especialmente en Brasil, todo empieza desde una pelota de fútbol. Y muchas cosas se miden alrededor de quién gana y quién pierde al fútbol. Yo anhelaba tener mi propia pelota para poder practicar. Cuando la tuve, como todos los chicos del mundo, después quería tener otra. Y así uno las va cambiando, pero nunca se queda sin pelota. Desde entonces que no falta una pelota en mi vida.

MI IDOLO COMO JUGADOR era Pelé, como el de tantos brasileños. Pero mi ídolo siempre fue mi padre.  Me llevaba a jugar al futsal. Me incentivó mucho para que yo pudiera llegar donde llegué. De todos los que estaban dispuestos a ayudarme y a hacer un sacrificio para que me fuera bien en el fútbol, él siempre estuvo primero.

CON EL PRIMER SUELDO que tuve como jugador, compré ladrillos. Tenía un hijo pequeñito y quería mudarme. Me encargué yo mismo de ir a conseguir el material para poder levantar mi casa.

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UNO DE LOS RECUERDOS que más tengo presente es el día que me convocaron por primera vez a la selección brasileña. Se desató una locura total. Mi familia hizo una fiesta, el barrio entero salió a festejar como si Brasil hubiera ganado un Mundial. Pusieron pasacalles, carteles, ofrendas en la puerta de mi casa. Fue una felicidad inmensa, total.

EN LA SELECCION NO EXISTE el cansancio. Siempre que me convocaron estuve, nunca lo vi como una carga o algo que me agotara mentalmente. Si lo hubiera sentido así, entonces no habría ido más. Para mí, cada convocatoria tenía ese sabor especial de la primera vez. Cuando hacés algo con placer, entonces el resultado es más fácil. Y yo siempre jugué al fútbol con placer.

SI ALGO APRENDI de los años con Brasil es que hay que saber tener paciencia en los malos momentos. Muchas veces nos criticaron de manera durísima, pero el grupo debe unirse y tener los objetivos claros. Dunga empezó siendo muy criticado; pero con continuidad y estabilidad, hoy se ven los frutos de su trabajo. En la Argentina eso no pudo darse, hubo un cambio de técnico, y por eso llegó a las últimas fechas sufriendo, cuando normalmente no era así. Lo mismo nos pasó con la selección en la clasificación al 2002, el Mundial que después terminamos ganando.

EN LOS PROGRAMAS DE MILLAJE, ya no me querían ni ver. Fueron 17 años yendo y viniendo, viajando todo el tiempo, Brasil-Europa-Brasil-Europa. No tengo una idea ni siquiera aproximada de la cantidad de millas que pude haber viajado. Creo que sería un número con un montón de ceros. Lo que sí sé es que creo que al final ya me deben haber excluido; si no, iba a poder volar gratis toda la vida.

JUGAS LA PRIMERA FINAL y estás muy nervioso. Jugás la segunda, lo mismo, te mata la ansiedad, el imaginar qué puede acontecer. Pero llega un momento en que te vas acostumbrando a jugarlas. Y sobre el final de mi carrera, yo terminé lidiando con este tipo de partidos como si fueran la cosa más natural del mundo.

NUNCA, EN MI VIDA FUTBOLISTICA, estuve tan nervioso como antes de la final del Mundial 94. Era mi primera vez, Brasil no ganaba la Copa desde hacía 24 años y había una ansiedad general muy grande. La última noche, no dormí.

PODRIA DEDICARME A DIRIGIR, pero aún no lo tengo claro. No creo que ser director técnico deba ser algo inmediato después del retiro. Mi amigo Leonardo empezó recién ahora en el Milan. Lo importante es estar plenamente convencido y meterse de lleno.

CREO QUE HAY COSAS que se transmiten. El futbolista brasileño debe jugar con alegría. Está en nuestra sangre, está en nuestra cultura, y esa forma de expresarse es hereditaria. Es fácil, o al menos un poco más fácil, intentarlo cuando las cosas están saliendo bien. Pero también hay que hacerlo en los momentos difíciles, cuando la gente piensa que las cosas están mal. En casos así, una linda sonrisa, un aire de felicidad, ayuda a gambetear las dificultades, a salir del mal momento.

TAMPOCO HAY QUE PENSAR que todas las cosas para un futbolista son color de rosa. El sufrimiento forma parte de la profesión de un jugador. Y nosotros tenemos que lidiar con ese sufrimiento, con la mayor naturalidad del mundo.

NO SIEMPRE hay flores, también hay espinas. Cada profesión tiene sus cosas difíciles pero uno, como futbolista, como médico o como lo que haya elegido ser, debe saber convivir con eso.

MI CARRERA ESTA LLENA de lindas fotos. Tengo fotos levantando la Copa del Mundo, la Copa Intercontinental, jugando finales, recibiendo premios. Muchas veces ese sufrimiento del que hablo está en el medio, sin que queden registros. Pero es el camino que hace falta recorrer para llegar a la siguiente foto.

YO ME SIENTO RECONOCIDO en todo el mundo, pero tampoco me olvido de que muchas veces me criticaron injustamente. En el Mundial 94 decían que era muy joven, en el 98 que no podía tirar centros, en el 2002 que no marcaba, en el 2006 que era muy viejo. Menos mal que no llegué a 2010...

EL SAO PAULO DE TELE, para muchos, fue el mejor equipo que integré. Yo creo que todos los equipos son especiales, y todos en los que tuve la suerte de estar fueron grandes equipos, pero a la hora de elegir, siempre se pone primero a algunas de las selecciones brasileñas donde estuve.

TELE SANTANA ERA de hablar muy poco. Decía las cosas justas. Hablaba poco, pero trabajaba mucho. Esa era su virtud fundamental. Así construía los equipos.

GANAR CUALQUIER scudetto de por sí es una fiesta en Italia, pero el que ganamos con la Roma en 2001, después de 18 años sin títulos, fue una fiesta inolvidable. Entramos en la historia, pero no tuvimos que darnos cuenta recién cuando pasó el tiempo. Lo sentimos inmediatamente.

PENDOLINO CAFU. Aún me acuerdo de que en Italia me bautizaron así. Decían que era capaz de hacer los 100 metros en tiempo récord, como el tren de alta velocidad.

SALIR A CAMINAR POR ROMA era una experiencia fascinante. No resultaba fácil, pero era una muy linda sensación. Igualmente, yo siempre fui alguien que prefería la tranquilidad del hogar. Lo que pasa es que si un jugador de por sí tiene que estar preparado para sacarse fotos y firmar autógrafos cuando sale a la calle, en Roma todo es mucho más intenso. Nunca salí disfrazado ni nada por el estilo. Creo que te reconocen de todas maneras.

CADA VEZ QUE ESCUCHO que a un lateral que tiene ciertas características de ataque lo apodan Cafú, me llena de orgullo. Es algo gratificante, algo así como tener la sensación de que planté las semillas y hoy estoy recogiendo los frutos. Si mi estilo sirvió para inspirar a otros, me siento feliz de la vida.

EN EL MOMENTO DE IR a jugar a Europa por primera vez, es normal tener reservas. No digo miedo, porque tampoco es que uno va teniendo miedo, pero sí con la duda de con qué se va a enfrentar afuera. El fútbol, la cultura, la vida no son iguales en todos lados. Yo tuve la suerte de llegar a un vestuario que ya tenía brasileños, de tener buenas referencias del club por parte de amigos; pero esa mezcla de ansiedad, curiosidad y reserva está siempre que uno se sube al avión por primera vez.

IGUALMENTE, HOY CADA VEZ es más fácil ir a Europa. Cuando llegué yo, no había tantos compatriotas jugando allá. En algún sentido, creo que mi generación tuvo muy buenas actuaciones en grandes equipos, como Milan, Roma, Real Madrid, Barcelona, y eso le abrió las puertas al resto.

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AHORA TODO ES DISTINTO. Objetivamente, es mucho más sencillo mudarse a otro país, uno está siempre conectado, todo es más global, hasta se puede tener contacto visual con los amigos y la familia a través de internet o los celulares.

VI MUCHOS LATERALES derechos muy destacados, pero si tengo que nombrar a uno, sólo a uno, me quedo con Carlos Alberto, por todo lo que le dio a la selección brasileña.

NO ME GUSTA DECIRLO, pero es la realidad: la posición de lateral derecho desgraciadamente se transformó en uno de los puestos más ingratos para la mayoría de la gente que juega al fútbol. Por eso cada vez se ven menos laterales clásicos. Además, todavía me pregunto por qué siempre que un equipo va perdiendo, el primero que sale es un lateral. Y generalmente, es el derecho. Eso también confunde y desanima a los chicos. Por suerte, Brasil tiene a dos grandísimos laterales: Maicon y Dani Alves son los mejores del mundo.

NO DIGO QUE NO SE VALORE a los laterales a nivel de equipo, pero individualmente no sé si son reconocidos como merecerían. Ser lateral requiere muchas cosas, es una de las posiciones más completas: hay que correr muchísimo, hay que saber marcar bien, hay que saber atacar bien, hay que saber hacer cobertura de zagueros, hay que saber salir al mediocampo, y sobre todo hay que saber cerrar bien.

YO NO NACI SIENDO LATERAL. Jugaba en el mediocampo, era volante por derecha. Carlos Alberto Silva fue el primero que me hizo jugar de lateral. Y luego Telé Santana le dio continuidad a lo que había empezado a hacer con él. Lo hice con defensa en 4 y también con defensa en 3.

CUANDO UN EQUIPO JUEGA con tres zagueros, prácticamente elimina la función del lateral, lo obliga a ser un lateral-ala. Yo me adapté sin problemas a jugar de esta forma, aunque me sentí más cómodo siendo lateral clásico, como jugué en la Roma con Zeman y con Capello, o en el Milan con Ancelotti. Igualmente, la clave está en el trabajo que se haga durante la semana y en lo que inculque el entrenador, para ver si uno se adapta o no.

SI ME PEDIAN QUE IMAGINARA una despedida del Milan, lo habría imaginado justo como se dio: fue en un partido contra el Udinese, en San Siro, la cancha repleta. No sólo ganamos, sino que hice un gol. Lloré muchísimo, me era difícil contener el llanto: fueron 11 años en Italia, 5 en el Milan, ganando todos los títulos. Fue maravilloso, muy emocionante. Les escribí una carta a los tifosi para agradecerles por todo lo que me habían dado.

CUANDO PERDIMOS LA FINAL de la Champions League contra el Liverpool en 2005, todos nos daban por terminados. El Milan tenía un plantel de jugadores ya grandes de edad, y entonces decían que habíamos perdido la última oportunidad de nuestras carreras, primero en la derrota contra Boca y después contra el Liverpool. Pero ese Milan tenía mentalidad ganadora. Incluso perdiendo finales, la fuerza del grupo contagiaba eso, las ganas de victoria, el que uno saliera y otro entrara pero el equipo siguiera mostrando la misma voluntad, no importaba si había jugadores de 35 años con sus carreras hechas.

TAL VEZ SEA UN GANADOR porque soy muy terco. El único título que me faltaba era la Champions, y difícilmente alguien me pueda hacer desistir de una cosa que quiero, por más  imposible que parezca. Dos años después, con 37 años, volvimos a jugar la final de la Champions contra el Liverpool, y la ganamos.

ME DA UN POQUITO DE SATISFACCION pensar que pude haber ayudado, aunque sea un poquito, a que Kaká se transformara en el jugador que es ahora. Llegó al Milan muy joven y por eso tratamos de recibirlo con especial atención. No tengo dudas de que Kaká es hoy el mejor jugador del mundo, por encima de todos.

NO SE SI ALGUNA DE LAS EMOCIONES que tuve en el fútbol se le aproxima remotamente a lo que uno siente cuando se acerca al Papa. Tuve la suerte de conocer a Juan Pablo II, de estar frente a él tres veces, y fue sin duda uno de los momentos en que más me emocioné en la vida. Al entrar, a cada paso que uno da, pierde más las fuerzas, le tiemblan más las piernas. Es la figura de un santo. El Papa es la persona símbolo del mundo entero, y el Papa Juan Pablo II en particular dejó una marca en la historia.

REGINA, TE AMO. Fue lo que grité a la cámara cuando levanté la Copa del Mundo en 2002, y se transformó en un grito que todavía se recuerda. Me salió naturalmente pensar en mi esposa, pasamos toda una vida juntos, vivió toda mi trayectoria en el fútbol siempre a mi lado. Y ella también es una vencedora, por haber criado a nuestros hijos de la manera en que los crió.

GANARLE UN PARTIDO uno contra uno a Lionel Messi sería imposible.

GANE DOS MUNDIALES, dos Copas América, dos Intercontinentales, un Mundial de Clubes, una Recopa europea, campeonatos locales en Italia y en Brasil, una Champions League… Soy un afortunado. ¿Qué más puedo decir?

LOS TROFEOS Y LAS MEDALLAS, los tengo todos en mi casa. Algunos me preguntan si tenía un departamento especial para guardar todo. También tengo infinidad de camisetas cambiadas con grandes jugadores. Es linda la sensación de entrar ahí y recordar tantos lindos momentos.

Por Martín Mazur / Fotos: Gentileza Adidas