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Civelli: "Mi sueño es jugar en River con Renato"

Luciano, el menor del clan, nos cuenta sus primeras impresiones en el Ipswich de Inglaterra. Además, repasa sus inicios, su paso por Banfield y sus ilusiones para el futuro, junto con su hermano.

Por Redacción EG ·

06 de marzo de 2009
Imagen El pase de Civelli costó un millón y medio de dólares.
El pase de Civelli costó un millón y medio de dólares.

La fonética lo transformó. Aquel Lucho de Banfield se convirtió hace un par de meses en este Luca, rebautizado por los ingleses por un tema de pronunciación (o pronunciation). Este pibe de Pehuajó, de 22 años, se cargó la valija llena de ilusiones, y algún que otro paraguas, para Ipswich, la ciudad más antigua de Inglaterra. Desde allí nos contesta este mano a mano.

-¿Cómo estás en estos primeros meses de vida allá?

Muy bien, Ipswich es una ciudad chica, de 150 mil habitantes, muy tranquila, pintoresca y la verdad que estoy muy contento porque es más parecida a Pehuajó que a Buenos Aires. Yo prefiero la tranquilidad de una ciudad pequeña, pero si quiero más movimiento, estoy a una hora y cuarto del centro de Londres. Son 100 kilómetros de distancia. Fui un par de veces y es increíble.

-Me imagino que vivir ahí es más caro que en Argentina.

Sí, seguro. Si haces el cambio obvio, una libra son como cinco pesos, pero no pienso en eso porque sino no podría comprarme ni un chocolate. Igual te digo que para un inglés es mucho mas barato vivir acá que para un argentino allá.

-¿Con quién estás viviendo?

Solo. Estoy acostumbrado porque en Buenos Aires viví dos años solo, y no tengo ningún problema. Si bien extraño lo normal, a mi familia y amigos, estoy muy bien acá, tengo a dos españoles de compañeros, Pablo Couñago e Iván Campo, que viven a 2 cuadras de casa y comparto mucho con ellos. También hice una amistad con Pim Balkestein, un central holandés de 21 años, así que estoy muy bien acompañado.

-¿Con el idioma se te complica?

No, para nada. Con el inglés estoy bárbaro. Yo sabía del colegio y algo me acordaba, así que al venir acá empecé a familiarizarme un poco más. Tomé un par de clases y estoy bien. Acá todo es muy tranquilo: la ciudad, el club, los hinchas. No te tenés que preocupar por nada, sólo entrenar y jugar.

-¿Es muy distinta la relación con el cuerpo técnico en Inglaterra de lo que es acá?

Sí, cambia bastante. El manager, además de ser el técnico, maneja todo lo relacionado con el club, como las incorporaciones, los contratos. Está el dueño y luego viene él. Por suerte tengo buena relación con todo el cuerpo técnico. Por ejemplo hay sábados que jugamos, nos dan domingo y lunes libre, entrenamos el martes, nos largan el miércoles, volvemos jueves y viernes, y jugamos el sábado otra vez. Es muy común eso en Inglaterra, incluso en la Premier. Te dan muchos días libres, entrenas de 10.30 a 12, más que eso no, y todo con pelota. Es mucho menos que en Argentina, pero después entrás a la cancha y volás, no se como hacen, pero es increíble.

-¿Tendrá que ver con el hábito alimenticio?

No, ni se cuidan. Mis compañeros ingleses desayunan huevos fritos y esas cosas típicas del desayuno americano o ingles el mismo día del partido. Y no es lo único: nadie elonga después de entrenar, patean en frío, cuando allá el profe te mataba si lo hacías y así un montón de cosas. Es de no creer.

-¿Y con la gente como te llevás?

Muy bien, viene mucha gente a vernos. Veinte mil personas por partido de local, que para un equipo de Segunda es un montón. Los españoles me dicen que en su país, en la primera, varios no llevan ni quince mil de local. La gente es muy respetuosa acá, no tan fanática como en Argentina. Es lo que vine a buscar, un poco de tranquilidad porque el fútbol allá se vive con mucha locura, no disfrutas dentro de una cancha como deberíamos hacer. La presión es impresionante, acá es otra cosa.

-¿Sentís que hay grandes diferencias en lo futbolístico?

Como en todos los países, las divisiones del ascenso son más físicas que la Primera. No se juega tanto como en la Premier, pero es más rápido que el fútbol argentino, se abusa del pelotazo, y los jugadores son más grandotes que allá, pero por suerte me estoy adaptando bien, tuve un buen debut y dejé una buena primera imagen, algo que es importante para los hinchas, el técnico y el dueño del club.

-¿Estabas con ganas de irte o apareció la oportunidad y decidiste aprovecharla?

Estaba con ganas de irme, pero no a cualquier parte del mundo. La liga argentina es de las más importantes del mundo, y quería irme a un país futbolísticamente fuerte: España, Italia o Inglaterra. Si bien estoy en la Segunda, Ipswich es un club con historia, que ganó la UEFA, la liga, y siempre estuvo en Premier, por lo tanto aspira a ascender, y es una linda vidriera porque  me parece que hoy por hoy, el de acá es lejos el fútbol más fuerte del mundo, así que estar a un pasito me parece importante. Ni dude en venirme, porque además vivir acá es impresionante.

El 14 de febrero debutó en el equipo azul, y no salió más. Pero Luciano recuerda su historia, aquella que dice que jugaba en Pehuajó hasta que su hermano Renato, quien estaba en Banfield, le consiguió una prueba por pedido de su papá. Estuvo entrenando todo febrero con la cuarta y se quedó con el único cupo disponible que había. Así fue como este lungo de 1,87 de alto, llegó al Taladro, equipo en el que jugó 68 partidos y marcó 8 goles. De esas vivencias, Lucho no se olvida.

-¿En inferiores jugaste siempre de volante por izquierda?

Es raro, porque yo hasta los 18 jugué en Pehuajó, en mi querido Estudiantes Unidos de Pehuajó, mi primer club, lejos el más importante, y ahí jugaba siempre de enganche, libre por todos lados. Cuando llegué a las inferiores del Taladro, donde casi todos los equipos juegan 4-4-2, me pasaron a la izquierda, donde no varía tanto el juego en ataque, pero tenés que volver mucho más para defender. Por suerte lo pude hacer. En 2007 jugué varios partidos de lateral, algo que no había hecho nunca en mi vida, pero me sirvió para aprender y creo que 2008 fue mi mejor año en Primera.

-¿Seguís en contacto con los chicos de Banfield?

Sí, sabía que cuando me viniera iba a extrañar pocas cosas de allá, porque no me desagrada para nada vivir solo, y te digo que además de mi familia y mis amigos de toda la vida de Pehuajó, extraño a mis compañeros del Taladro. Este plantel que está ahora es lejos el mejor grupo que me tocó en mis dos años de Primera División. La última pretemporada fue lejos la mejor, ¡no sabés que grupo!. Nos llevábamos bárbaro entre nosotros, con el cuerpo técnico, los médicos. La verdad que se los extraña mucho. Estoy en contacto con ellos vía internet y nunca dejé de chatear con Dario (NdR: Cvitanich) desde que se fue. Seguíamos en contacto cuando yo estaba en Buenos Aires, y ahora que me vine también. Tengo una hora hasta Amsterdam así que si dios quiere ya nos vamos a encontrar, pero el grupo que hay en Banfield es espectacular, nunca me toco vivir nada igual, ni cerca. Eso se está viendo en los resultados, claramente cuando el grupo esta unido, se nota en la cancha.

-¿Te quedó alguna cuenta pendiente?

Es raro, tengo casi 70 partidos jugados en el club. Desde que debuté fui creciendo. Si bien en los primeros era un desastre, tanto el hincha como los distintos técnicos me siguieron bancando, pude demostrar un buen nivel y que el hincha se quede con un buen recuerdo. Pendiente, obvio que salir campeón, pero no es fácil de lograr eso, se tienen que dar muchas cosas. Me queda el gran recuerdo del 5-0 a Lanús en su cancha, que fue mi partido bisagra, y en pocos días se cumple un año de eso (NdR: el 8 de marzo) a partir de ese momento empecé a andar muy bien, ese es uno de los mejores recuerdos que me quedan futbolísticamente hablando, de Banfield.

-¿En qué otro lugar te gustaría jugar?

Estoy muy cómodo acá y creo que voy a estar muchos años, si puedo, en Inglaterra. Todo el mundo quiere venir para acá a jugar. Pablo Couñago e Iván Campo me dicen que ni se compara con España, que la organización que hay en este fútbol es superior a cualquier liga del mundo. Pero si me tuviera que ir de acá, y volver a Argentina, por ejemplo, volvería a Banfield o a iría River, pero nunca a Lanús o a Boca, ¡eso jamas!. En otros paises, creo que España o Italia serían las mejores opciones.

Luciano, ansioso, se adelanta a la pregunta. En abril de 2008 le marcó un gol a Boca en la Bombonera y aseguró que era especial para él, por su condición de hincha de River. Cuestión genética será, porque su hermano Renato, también con pasado en el Taladro y ahora en el Olympique de Marsella después de un breve paso por Gimnasia de La Plata, se negó a ir al club de La Ribera, en 2005, por su fanatismo por la banda roja.

-Entonces te negarías a jugar en Boca, como hizo tu hermano.

Me negaría porque toda la vida fui de River, mi abuelo lo era, mi viejo, mi tio, primos, hermanos, todos los Civelli somos hinchas de toda la vida, y por más plata que haya, el sentimiento no se cambia. Yo se que hoy Boca, lamentablemente, es el mejor equipo de la Argentina, desde hace muchos años. La década del 2000 fue toda de ellos, como los 90 fueron de River, y se que es una vidriera importante y una oportunidad tremenda de crecer. De eso soy conciente, pero también se puede crecer en otros equipos y en otros países, así que en Boca no jugaría nunca. Tener que aguantar a todos mis amigos Bosteros que toda la vida me han cargado, tenerlos de mi lado sería raro, no podría, y además toda mi familia también tendría un grave problema. Por suerte, con Renato tenemos decidido no jugar nunca en Boca, nos encantaría jugar juntos en River, sería el gran sueño de los dos.

-¿Qué te pareció la decisión de Cristian Fabbiani de no jugar en otro lado?

Perfecto. Cuando uno es hincha no hay vuelta que darle. El sentimiento esta por encima de todo. El se la jugó por lo que amaba, y por suerte le salió bien, y el hincha eso te lo reconoce.

De sentimientos habla, y él no los esconde. Se refirió a la tranquilidad que le da estar en Inglaterra y criticó la forma en la que se vive el fútbol por estos lugares. Al fin y al cabo sigue siendo el mismo pibe de pueblo al que a los 6 años el técnico del equipo de fútbol donde jugaba lo llamó Lucho por primera vez, como le dicen los amigos, pero no la familia porque “no se por qué no me gusta, prefiero Luciano”. Ya está resignado: “No hay manera de convencerlos, así que acá soy Luca. No me molesta para nada, es cuestión de acostumbrarme. Tampoco está tan mal Luca ¿no?”.  No Lucho, no está para nada mal.

Iván Sandler