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Los pibes de Boca comienzan a concretar el anhelo de Macri

Por Redacción EG ·

02 de febrero de 2009
Alguna vez dentro de su exitoso mandato en el club de la Ribera, menos estresante y más gratificante que el de Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri soltó una frase que en su momento pareció solo una expresión de deseos: “Aspiro, y sé que va a ser posible, a que el primer equipo de Boca esté integrado al menos por nueve jugadores surgidos de nuestras divisiones inferiores”. Gradualmente, las incorporaciones de chicos identificados con los colores azul y oro, fueron haciendo ciertas las pretensiones del ex presidente del club. Su pensamiento lo compartían casi todos los dirigentes y especialmente Pedro Pompilio quien, pese a su corto tiempo a cargo de la presidencia debido a su sorpresiva muerte, se preocupó de que el semillero aportara las piezas necesarias no solo para un recambio generacional sino para robustcer la imagen de un equipo que disfrutó de una década plagada de éxitos. Sin prisa, pero sin pausa, el material elaborado desde las divisiones infantiles por Ramón Maddoni fue teniendo cabal expresión en el plantel profesional. El Chueco Alves también aportó su visión para generar un vamos, vamos los pibes, que pasó de ser un canto de esperanza a un respaldo popular para una camada de jóvenes de singular talento y temple como para calzarse una camiseta con un peso específico notable. Carlos Ischia, quien curiosamente debió defender la continuidad en su cargo con el título del Apertura 08, fue el motorizador del ascenso de una buena cantidad de juveniles que a esta altura, tras la vuelta olímpica pasada y un verano más que promisorio, han monopolizado los comentarios más elogiosos.

Lucas Viatri, por haber tenido que ocupar el lugar de un supergoleador como Martín Palermo, fue quien más se destacó, porque no tuvo complejo alguno a la hora de resolver dentro del área chica, ya fuera con los pies o con la cabeza. Ricardo Noir, veloz hasta el asombro, con buen dominio de pelota en espacios cortos, fue otro de los chicos que se hizo notar cada vez que el técnico le puso una mano en el hombro para que saltara al ruedo.

No fueron los únicos, también dieron muestras de su capacidad: Nicolás Gaitán, un volante de creación de muy buena técnica y cabal sentido de la ubicación en el medio de la cancha; Facundo Roncaglia, Juan Forlín, Pablo Mouche, Cristian Chávez, Carlos Fondacaro, Jonatan Philippe que se mezclaron sin pudor con Riquelme, Battaglia, Ibarra, Morel Rodríguez y Palacio, integrantes de la vieja guardia multicampeona.

Ahora, como ocurriera con Fernando Gago y Eber Banega, que tal vez muy rápido partieron hacia el fútbol europeo, los ojos están puestos además en aquellos pibes que ya tienen una vuelta olímpica en Primera, en Ezequiel Muñoz, Gastón Sauro, Sebastián Vidal, Gabriel Rodríguez, Mariano Torres y Exequiel Benavídez, por citar solo al selecto núcleo de elegidos para pretemporada y Sub 20. El vamos, vamos los pibes, ya no es solo un canto tribunero; de a poco, este Boca del siglo XXI le va dando forma a aquella expresión de Mauricio Macri: de once, nueve de la casa. En época de crisis, que también afecta a los grandes, semejante reserva futbolera es un reaseguro para los tiempos que vendrán: cuando necesaria, y sabiamente, los gastos no deberán superar a los ingresos.