Las Entrevistas de El Gráfico
"Veía a la gente y me convertía en He-man"
Personaje clásico del fútbol, el hombre del "Huevo, huevo, huevo" repasa una anécdota atrás de otra en estas cien respuestas sin desperdicio. Maradona, La 12, Márcico, Tabárez, River, Los Halcones y las Palomas... Todo con el estilo único de este héroe de mil batallas.
Reportaje publicado en El Gráfico en la edición de febrero de 2006
1 ¿Sos el jugador con más huevos de la historia del fútbol argentino? Qué sé yo, eso lo dice la gente, por lo que dejaba en la cancha. Con el hincha siempre me fue bien. Fue la característica mía, la de poner huevos, la de ir siempre para adelante en cada lugar donde estuve. Cuando me fui a México, en Boca estuvieron dos años gritando por mí los tipos. ¡Dos años! Son cosas que uno deja adentro de la cancha.
2 ¿En Bomberos de La Matanza eras de los rústicos? Ahí jugaba bien. Después, cuando fui a las inferiores de San Lorenzo, me hice más duro. Primero jugaba al básquet y al fútbol. En Bomberos era de jugar 14 partidos por día. Arrancábamos a las 10 de la mañana y terminábamos a las 8 de la noche.
3 Hablando de básquet, ¿vas a cumplir la suspensión que te pusieron? No creo, eh (risas). Un día me peleé con un árbitro, que nos bombeaba y nos bombeaba… Yo tenía 13 años. El tipo se portó muy mal en ese momento y nosotros estábamos peleando para llegar a la final, nos jugábamos la vida. Y con la impotencia, lo agarré y lo sacudí de una. Me dieron 99 años de suspensión. Era medio rebelde de chico, me hacía respetar mucho.
4 ¿Y en el colegio cómo te iba? Bien, estaba todo el día jugando a la pelota, todo el día. Mis pibes van al mismo colegio y, cuando los llevo, me acuerdo de esos partidos. Nos sacábamos las medias, las llenábamos de papel, las apretábamos bien y jugábamos con unos arcos de fierro. A veces hacíamos unos desastres…
5 ¿Ya arrancabas con las amonestaciones? Siempre fui bravo, de chico era jodido. Pero era buen pibe, con muchas carencias, pero bueno.
6 ¿Trabajabas? Sí, en una fábrica de guitarritas, a tres cuadras de mi casa, en Ramos Mejía. Y después laburé de plomero. Tenía que hacer muchas canaletas. Eso me mataba, porque quería jugar a la pelota y terminaba muerto, me iba a joder los meniscos laburando así, martillando. Y además siempre me daba en la mano, un dolor terrible. Se complicaba, ¿viste?
7 ¿A quiénes mirabas de chico? A mí me gustaba el Tolo Gallego, porque jugaba de cinco. Iba a la cancha de Vélez a verlo con la Selección, cuando también estaba Maradona.
8 ¿A quién ibas a ver? Generalmente iba a la cancha de Vélez, a los ocho años. Pasa que la teníamos cerca. También al Gasómetro y a la Bombonera. Me colaba: me metía adelante de un tipo y le decía al boletero que era mi viejo. Y entraba a las corridas, emocionado. En la escalera, veía los faroles y me volvía loco. Sentía que entraba al teatro, a un lugar impresionante. En esa subidita, esos últimos metros, sentía que yo salía a la cancha a jugar el partido.
9 ¿Cómo llegás a San Lorenzo? Jugaba en Liniers, en la D. No me quería ir, pero me decían que no podía seguir jugando ahí, que estaba para otra cosa. A los 16 años, me fui a probar a Ferro. Hice un gol, pero no quedé. Después fui a San Lorenzo, con el pase en mi poder. Y me ficharon de una.
10 ¿Siempre de cinco? Primero jugaba de ocho. Y después, cuando llegué al Ciclón, me pusieron de cinco. Y la llevaba bien, eh, porque estaba acostumbrado a jugar con tipos más grandes que yo, así que chocaba a cualquiera, tenía buen físico. Tenía sangre para jugar a la pelota.
11 En San Lorenzo, unos años después, les decían “Los Camboyanos”… Sí, porque éramos guerreros. Estaban Siviski, Madelón, Perazzo, Ortega Sánchez, Riquelme… Un equipazo. Después atrás te mataban: Marchi, Lucho Malvárez… Metíamos como locos.
12 ¿De dónde salió el apodo “Pachín”? Yo era medio payaso de pibe, entonces me pusieron Payasín. Y en un momento se achicó y me decían Pachín.
13 “Soy un jugador entrenando y otro adentro de la cancha. A mis compañeros no les hago sentir el rigor”. Eso lo dijiste hace 15 años. Sí, pasa que siempre me entrené bien, fui un tipo muy profesional, pero me parecía que en los entrenamientos si podía evitar la pierna fuerte, lo hacía. Porque eran compañeros míos y porque teníamos que defender la guita después. Pero cuando jugaba, me transformaba. Si me tiraban un caño en un entrenamiento, los aplaudía. En cambio, si era en un partido, lo tomaba de otra manera: lo tenías que matar.
14 “Cuando el equipo pierde, no vivo”. Esa también es tuya… Sí, muy triste era. Es que yo lo vivo así al fútbol. Disfruto de las alegrías y en las derrotas sufro mucho. Por eso no me gusta perder, no quiero perder a nada. Las derrotas me las llevo conmigo y me hacen muy mal. Una muy fea fue cuando perdimos la final con Newell’s, en 1991. No lo merecíamos y eso me quedó muy adentro. Pero ojo: a mí me pasa con ese partido y con todos los partidos que jugué. Todo era… morir.
15 ¿Cómo eras como jugador? Mirá, en las más difíciles, en los partidos más importantes, siempre estaba el tipo ahí. Cobrando, no cobrando… En buenos momentos, en malos. A mí nunca me dolía nada: hombro roto (lo muestra), tobillo infiltrado, pubialgia, rodilla rota. “Vos no podés jugar así”, me decían. Antes, ser titular, era ser titular en serio. Jugabas todos los partidos: campeonato, Copa Libertadores…
16 ¿Qué te acordás del partido contra Colo Colo? Nos manotearon mal. El segundo gol que nos hacen fue en offside, y nosotros habíamos errado un gol de Batistuta, mano a mano, con Latorre al lado. Encima, después se nos lesiona Abramovich, que estaba jugando bárbaro. Lo teníamos ahí, sabíamos que lo podíamos ganar. Y sentíamos que éramos campeones de la Libertadores. El quilombo surge porque a Apud lo tiran a la fosa cuando va a buscar la pelota…
17 Y ahí se transformaron… Imaginate. Vemos que lo tiran a la fosa y salimos a buscarlos. A Yáñez, que había tirado la pelota lejos, yo lo quería matar. Le tiré una patada y no lo agarré, si no… Y después se armó. Los periodistas empezaron a pegarnos con las cámaras. Me acuerdo de que el Maestro Tabárez estaba separando y se comió un golpe terrible. Y cuando se calentaba el Maestro, chau… Se puso como loco. Después a Hrabina le pegaron de atrás y ahí empezamos a correrlos por toda la cancha. Pegamos todos y cobramos todos.
18 ¿Alguno se quedó en el molde? Y… Pico, Simón y Dieguito Latorre acompañaban… (Risas). Pasa que a Dieguito le habían pegado un codazo contra Lanús y le aflojaron los dientes. Pero estaban todos, eh. No es que no pegaban. Después, al Maestro y a mí nos llevaron a la comisaría. Tábarez era tranquilo, pero cuando se tocó la cara y vio sangre, se transformó. Un gran tipo, uno de los mejores técnicos que tuve.
19 ¿Contabas las expulsiones? No me echaban mucho. Yo creo que parecía más de lo que me rajaban. Yo era más de amarilla. Tenía buena relación con los árbitros y me daban una chance más. Lo mío era pegar sin mala leche.
20 Igualmente, cuando fuiste a Platense, te echaron en tus dos primeros partidos… Una atrás de otra, después me querían matar. Motta, que era el técnico, me hizo cortar el pelo porque lo tenía largo y rubio, y cada vez que pegaba una patada se veía mucho más. “Usted se tiene que cortar el pelo. ¿No ve que lo ven todos?”, me dijo. Me lo corté y no me rajaron más.
21 Y después te quiso River. Platense me quería comprar porque tenía todo arreglado para venderme a River, pero la opción era de 100 mil dólares, en el 85. Llegaron a 70 lucas, pero San Lorenzo mandó el telegrama y fui al Ciclón.
22 O sea, por 30 mil dólares no jugaste en River. Sí, porque en ese entonces estaba la conexión entre Platense y River. Pero yo quería ir a San Lorenzo, porque había arrancado ahí. Así que también puse lo mío para no ir a River.
23 Estás obligado a contar la anécdota que siempre recuerda Burgos. Fue en Boca-Ferro. Tiro una pared con Maranga (Marangoni), me la devuelve por arriba, llego al área y lo veo salir al Mono Burgos. Entonces, pienso: “Este me parte”, porque él ya había tomado carrera. Cuando lo veo venir, se la mando por abajo, se tira con los pies para adelante y me rompe las dos canilleras. Cuando me levanto, lo agarro en el piso y le digo: “Nene, ¿qué querés? ¿Morir en este instante?”. Y después lo recagué a puteadas. Fue exactamente como la cuenta el Mono.
24 ¿Alguna vez jugaste roto, mal? Una vez, en un entrenamiento, me rompieron la oreja. Estábamos jugando y un boludo me pisó. Yo sentía la parte de atrás colgando y despegada. El médico vino, me puso anestesia y me dijo que tenía todo partido. Claro, nadie quería decir quién me había pisado, se hacían los boludos. Cuando se me fue el efecto de la anestesia, me seguí entrenando, porque no le quería dar espacio a nadie, no quería perder el tren. Pero cuando corría, sentía que me ardía mal. Entonces le dije: “Che, tordo, me duele mucho acá atrás. Abro la boca y siento que se me raja todo”. Me miró y me vio toda la oreja despegada. “Te tengo que poner anestesia otra vez”, me decía. “¿Qué anestesia? Coseme así, como está. Dale, loco. Dale porque no da para más. Dejate de joder con la anestesia”, le contesté. Me cosió y seguí entrenándome toda la tarde. Yo era así. El fútbol era lo más sagrado del mundo.
25 ¿Ves hoy esas cosas en alguien? El arquerito Pablo Migliore. Es ganador, va para el frente. Me gustaba mucho Almeyda, también. Era como yo. Mascherano es de otro estilo, pero también va para adelante.
26 El choque de Mascherano el año pasado, cuando Damián Giménez le mete el planchazo en el pecho. ¿Lo viste? Sí, me emocionó. ¿Sabés de esos choques cuántos tuve? Y quizás me reventaba la cabeza, ¿pero de no ir al choque? Ni a palos. En ese momento, adelante.
27 ¿Morán, de Mandiyú, fue el rival más duro que te tocó enfrentar? Me lesionó dos veces, así que imaginate. En el fútbol se conoce quién tiene buena intención y quién no. Morán era jodido. Una vez me fue a pegar y yo levanté el brazo, para taparme, lo vi venir. Y cuando caigo al piso, el tipo cae arriba y se me rompe el hombro. Otra vez me lesionó el tobillo. Perdomo, el uruguayo, también era duro. Nos matábamos.
28 ¿Puede ser que en esa época existieran códigos para que los jugadores no simularan? No, no creo, simular era normal. Quizá te quedabas en el piso cuando estabas cansado. Pero la época nuestra era muy dura, eh. Ahora se juega más rápido, es otra velocidad. Ir al interior era muy difícil. Ibas a Rosario, a Córdoba. Y eran batallas.
29 ¿Por qué no se te dio en la Selección? Coco me eligió para ir a la Copa América del 91. Y como Boca estaba jugando la final con Newell’s, llegué tarde. De cinco jugó Astrada y yo quedé en el banco. Si no, el titular hubiese sido yo, porque venía con todo. La estaba rompiendo.
30 ¿Cómo te llevabas con Basile? Coco es un tipo ganador. Un motivador espectacular. “¿Qué hacés, Blasito?” (lo imita), me decía siempre. Hacía mucho hincapié en su propio equipo, no se preocupaba mucho por el rival.
31 ¿Cómo te hiciste tan amigo de Márcico? La amistad arrancó en el 92, apenas llegó. Es un fenómeno, todo el día riéndonos estábamos. Venía a la habitación y se armaban ahí las reuniones. Marchesini ya me había contado lo que era el Beto. Me acuerdo de que teníamos nuestra propia mesa con él y el Manteca Martínez. No se quería sentar nadie con nosotros, porque lo volvíamos loco. El que a veces venía era el Vasco Arruabarrena. Pobre Vasquito…
32 ¿Por qué pobre? No sé, porque era un pibe, siempre andaba con nosotros y lo volvíamos loco. Por ejemplo, a veces éramos varios en la habitación y al Beto le gustaba el aire acondicionado. Hacía frío afuera, y él lo ponía igual, a todo lo que daba. Y lo veías al pobre Vasco, cagado de frío, tapado todo hasta arriba. El gordo andaba en cueros y el otro chabón durmiendo ahí, abajo de la frazada… También le decíamos que su mujer lo engañaba con su viejo…
33 Era el pichón… Sí, lo queríamos mucho. No sabía manejar el Vasco, entonces el viejo lo llevaba siempre. Un día dijo que había aprendido y sacó una Nissan Terrano nueva, cero kilómetro. Le dijimos: “Che, qué linda que está”. Y él nos contestó: “Sí, boludo, andá a fijarte del otro lado”. Cuando fuimos a ver, tenía las dos puertas hundidas, estaba todo chocada...
34 ¿A quién jodían más? A Tapia lo volvíamos loco… A “Corky” MacAllister, también. Un día se calentó, vino y me tiró los mocos en la comida. Pasa que el Colorado ya estaba harto de que lo jodiéramos. Le decíamos que tenía los brazos cortos y que no podía hacer los laterales. Pero yo no me calenté, me cagué de risa y pedí que me cambiaran el plato.
35 No se salvaba nadie… A Neffa también lo matábamos. Sólo quería el dulce de leche, el Gordo Neffa. En Unión, todos decían “mirá, cómo le pega, tiene un cañón”. Cuando vino a Boca, le decíamos: “Dale, gordo dulce de leche, hijo de puta. Ni te acercás a patear los tiros libres. Ahora pateá, la concha de tu madre”. Y en el medio del partido le gritábamos “¡dale, gordo de mierda! ¡Largá el dulce de leche!”. Y también lo imitábamos al Maestro Tabárez: “Este muchacho Saturno es impresionante. Es el impredecible”, decía. Después a Saturno le pusimos “Larva”, por el personaje de Pergolini.
36 ¿Qué hacían en las concentraciones? Jugábamos mucho a las cartas: truco, escalera, todo. Una vez el Beto lo tuvo al Vasco hasta las 6 de la mañana, porque el Vasquito le iba ganando 450 pesos. Y el Beto le decía: “Dame la revancha porque si no, no te pago”, entonces seguían y seguían. Yo estaba en la mesa, pero tipo 3 de la mañana me fui a dormir. Y ellos no paraban… Hasta que el Vasquito se calentó y le dijo: “Bueno, no me la pagues más, andá a cagar”. El Beto estaba chocho: “Listo, no te la pagooo”, gritaba.
37 ¿Cómo surgió lo de los halcones y las palomas? Sale porque algunos iban a comer juntos y otros no. Pero, en realidad, no había una confrontación. Todo empezó por la capitanía, en el 93. Hicimos una reunión. Algunos votaron al Mono y nosotros, al Beto. Y ahí el grupo quedó un poco dividido, pero no había quilombo, eh. Ellos iban a comer a un lado y nosotros a otro.
38 ¿Latorre se equivocó mucho cuando dijo lo del cabaret? Vos ya no estabas en Boca, ¿pero qué sentiste? Diego era un pibe espectacular. Lo único que tenía era que a veces tenía esas salidas de pibe de country, de chico que no jugó en el potrero. Lo mismo cuando hizo el gesto de taparse la nariz. Entonces no entendía lo que hacía, porque era muy bueno. Era un crack, una cosa impresionante.
39 ¿Cómo salían a jugar los clásicos con River? Ellos sabían que iban a perder y nosotros sabíamos que con la camiseta de Boca los comíamos crudos. Ellos nos podían pelotear todo el partido, pero todos sabíamos que después iba a llegar nuestro gol. Teníamos como… no sé… Era como tener la mente superior a ellos en las más difíciles.
40 ¿Y la semana previa a cada clásico? ¿Cómo era? Y… todos metían fichas. Y no sabés cómo entrábamos a la cancha, con una motivación impresionante. Pisábamos el pasto, mirábamos a los morochos y decíamos “a esta gente no le podemos fallar”. Vivíamos pensando en ellos. Mirá, cuando íbamos en el micro desde el hotel a la cancha y pasábamos por Casa Amarilla, veíamos a la gente, a toda esa marabunta. Yo me motivaba, me creía que era He-Man. “Ahora, cuando esté adentro de la cancha, los tengo que matar”, pensaba. “Soy un gladiador y los tengo que matar”.
41 ¿Cómo era tu relación con El Abuelo? Buena, siempre con respeto. Cuando estuvo en cana lo fuimos a ver a Devoto, para darle una mano con la yuta y llevarle alguna camiseta. Esto es así: si vos en el verde te matás, nunca vas a tener problemas, porque la gente de Boca te va a sacar en andas siempre. Si vos la ves pasar o sacás la patita, estás muerto: no sos jugador para Boca.
42 ¿Una anécdota suya? Cuando salimos campeones, en el 92, salimos a festejar en un camión con él y toda La Doce. Fuimos con el Beto, Manteca, el Betito Carranza, Cabañas… Un quilombo.
43 ¿Alguna vez llegaron a apretarte? Una vez vinieron a La Candela, donde nos entrenábamos. “Estamos calientes, tenemos que ganar”, decía El Abuelo. Yo recién llegaba, pero me planté. “No te metás, con vos no es la bronca”, me dijeron los muchachos. Ese fue el momento más raro. Después nunca se acercaron. Ni a pedir plata ni a nada.
44 ¿Qué sentías cuando escuchabas el “Giunta, Giunta, Giunta, huevo, huevo, huevo”? Uhhh, terrible. Podía tener anginas, estar fusilado, pero revivías… Te cantaban y era como que podías dar más o que tenías veinte motores. Cuando ya me pasaban a mí, la gente se empezaba a agarrar la cabeza, ya sufría porque no era común que me dejaran en el camino, era la pelota o el jugador. Entonces me cantaban y me transformaba.
45 Y, también había otra canción: “Vamos Boca, ponga huevos, para que vuelva Giunta, para que vuelva Diego”. ¡Estabas delante de Maradona! Uyyy, sí. “Vaaaaamoooos Boca, ponga huevos, para que vuelva Giunta, para que vuelva el Dieeeegooo” (canta). La verdad me acuerdo de estas cosas y son hermosas. Que te recuerde la gente es impresionante
46 ¿Cómo surge la idea de empatar con Oriente Petrolero para dejar afuera a River de la Copa Libertadores? Yo venía de dejar la vida en el campeonato y en la Copa, pero tenía que cuidar mi físico. Jugamos todos los titulares, pero la idea era “a cuidar lo nuestro y chau”. Nadie vino a decirnos nada, eh, no vino de arriba la orden. Nosotros salimos a jugar el partido así nomás, como venía. ¿Para qué me iba a matar en ese partido, si el domingo tenía que jugar una final por el campeonato local?
47 ¿Fue el partido más aburrido que jugaste en tu vida? Sí, sí, seguro (risas). ¡Si los rivales no me exigían, qué querías que hiciera! ¡Yo me tenía que cuidar para estar bien!
48 ¿Cómo te fue en España? Me compró el Zaragoza, pero el tipo que me había llevado perdió las elecciones y fui al Murcia, a préstamo. Cuando llegué, estaban mal, a punto de descender. Me acuerdo de que jugué un partidazo contra el Real Madrid y me eligieron figura. Y el presidente después me dijo que, como el equipo iba a descender y yo estaba a préstamo, no me iba a poner más.
49 ¿Qué hiciste con tu primer sueldo? Fue en Liniers. Nos tiraron un par de mangos y se los di a mi vieja, enseguida. Ella era la que me llevaba a todos lados. Me acompañaba a las prácticas, a las pruebas, me miraba.
50 ¿Cómo surgió la idea de llevar a tus jugadores de Almirante Brown a la iglesia? Nosotros estábamos ahí en Lourdes. Y yo les decía a los jugadores que tenían que agradecer a Dios por tener trabajo, por jugar al fútbol. Yo pasaba siempre por ahí y varios empezaron a prenderse. Un rato antes de cada partido, íbamos a agradecerle a Dios por lo que nos dio.
51 ¿Por qué no estás trabajando en Boca? Me encantaría. Laburar en Boca sería hermoso. Siempre me imaginé trabajando ahí. La gente me agradece mucho lo que hice por el club. En algún momento se me va a dar.
52 ¿Cómo fue el día que te borraron de Boca? Fue muy complicado, sufrí mucho. Pero bueno, había que apechugarla. Estaba muy metido en la gente. Existía el problema de los halcones y las palomas, y alguien tenía que volar.
53 ¿Pero te borró Habegger, Heller o Menotti, a distancia, que iba a llegar y quizás quería un plantel sin problemas? (Piensa) No sé quién me borró, pasa que había tres tipos: el Mono, el Beto y yo. El Beto les había salido fortunas, el Mono también era un tipo caro y quedaba yo, el más barato. Fue como para limpiar un poco todo. (Vuelve a pensar.) Pero, ¿ves? Ahí está lo que te decía de los halcones y las palomas. Cuando estuvimos de técnicos en Chicago con el Beto, al primer arquero que fuimos a buscar fue al Mono. Si hubiese existido una pelea fuerte, ¿vos te pensás que lo hubiésemos ido a buscar al Gorila? Pasa que pidió mucha guita y Chicago estaba para atrás.
54 Te pedimos algunas definiciones: Tabárez. El mejor, lejos. Tuve muchos técnicos y todos te dejan algo: Aimar, el Coco Basile, Bilardo, el Bambino, el Nano Areán. Pero de todos, fue el mejor. Un tipo muy honesto.
55 Fernando Miele. Un tipo… ¿cómo te podría decir? Indescifrable. Un tipo muy especial, con el que estuve muy enfrentado. Hizo muchas cosas. Muchas negativas, porque vendió a todos los jugadores, pero hizo la tribuna. Sí, con la guita que le quedó por venderme…
56 Menotti. Un gran entrenador, muy capaz. Muy motivador.
57 Maradona. Un fenómeno. Necesitás cuatro párrafos para describirlo. Un monstruo como persona y como compañero. En todos los momentos malos que podés tener, él está.
58 El Bambino Veira. Un motivador bárbaro. Yo estaba con 40 de fiebre y él me decía que tenía que jugar. Te olvidabas todo.
59 ¿Alguna frase suya? A mí me agarraba en San Lorenzo y me decía: “Pibe, vos sos un jugador de planilla. A vos te ven en la planilla los rivales y se asustan”. También me decía “Blasito, vos sos el Sheriff”.
60 ¿En Defensores de Belgrano, antes de retirarte, jugabas por jugar? Sí, porque no veía un peso. Jugaba con unas ganas… Pasa que yo al fútbol lo amo con locura. No al nivel de mi familia, pero viene ahí nomás.
61 ¿Y de San Miguel te echaron por perder 12 partidos seguidos como técnico? No, de San Miguel me echaron porque no les pagaban a los jugadores. Estábamos en el Nacional B y en un momento estuvimos quintos. Vino fin de año y no le querían pagar a nadie. Llegó enero y no le querían pagar a nadie… Era un quilombo, yo bancaba a los jugadores, les decía que les prestaba guita y todo... Hasta que me rajaron.
62 ¿Cómo te definirías como técnico? Todo pasa por los jugadores que tenés. Si hay jugadores habilidosos, tu equipo va a jugar de una manera. Si son más duros, vas a tener un equipo de garra. Obviamente que si agarrás un equipo de entrada, vas a tener un plantel con tu estilo. Pero eso es difícil.
63 ¿Cuál es la patada que más recordás? Al Chino Tapia, cuando él jugaba en Mandiyú. Maranga me había dicho, antes del partido: “Blas, metele una al Chino porque nos va romper las bolas todo el partido”. No lo podía agarrar, estaba muy movedizo… hasta que lo cacé contra el lateral. Le metí un morrazo en el pecho y él, mientras caía, con los brazos abiertos, me decía “Blasito, ¡no me podés hacer estoooo!”. Después le pedí perdón.
64 ¿Y alguno que tenías de punto? Sí: Hernán Díaz. Me encantaba porque yo me golpeaba el pecho y le decía: “Vení, vení para acá, dale, dale”. El jugaba por derecha, o sea la izquierda nuestra. A mí no me importaba, me cruzaba la cancha para ir a buscarlo. ¿Sabés cómo lo agarraba? Pegaba un salto y daba 36 vueltas. Y era un llorón: “¡Ay, ay, ay!”, gritaba. “Dale, ya estáaaa, levantate, maricón”, le decía yo.
65 Una vez, Passarella le dio la orden al Gallego Vázquez de tirarte un caño. ¿Tanto te odiaba la gente de River? Sí, porque me hacían calentar, era un calentón. Y yo los odiaba a ellos también. Cuando yo jugaba en Boca, veía la camiseta blanca y roja y ya está: me daba odio, el de enfrente era el enemigo número uno.
66 Imaginate este escenario. Salías a la cancha, llovía y la cancha estaba embarrada… (Interrumpe) Espectacular, lo mejor que me podía pasar. Me podía deslizar mucho mejor. Y los agarraba en el viaje con el tackle deslizante, no tenía drama.
67 Una vez lo corriste a Domizi por toda la cancha, no bien terminó un Boca-Newell's. El pendejo empezó a joderme. Y cuando terminó el partido, lo salí a correr. No lo pude agarrar, viste lo que era: una liebre. Pero, ojo, después lo agarré en México, a los dos años. El en Atlas y yo en el Toluca. Lo quería matar. “No te enojes, somos todos argentinos”, me decía. Qué piola…
68 ¿En México también repartías? En México era salir con el cuchillo entre los dientes. Murra y murra… Sí, siempre fui así.
69 ¿Eras fanáticos de los BMW? Sí, tenía un par. Después le compré uno al Beto. Eran los primeros que venían, en el 92. Me encantaban.
70 ¿Y es verdad que llevabas un arma en la guantera? Siempre llevaba un revólver encima. Sabía tirar porque íbamos a cazar, con Marchesini, con Stafuza, con Cucciuffo... Lo llevaba cargado, sí. Pero todos teníamos un arma encima, eh, cada uno tenía su bazooka.
71 ¿La llegaste a usar? Sí, pero no disparé. Una vez, en San Lorenzo, me vinieron a apretar porque yo jugaba por el 20 por ciento. Lo vi a Goycochea, que estaba por ir al Ciclón y se había ido a hacer la revisación médica, y le dije: “Goyco, prestame la matraca”. Y salí de la práctica con el caño. ¡No se me acercó nadie! Andábamos todos con matraca o con una escopeta…
72 ¿Una vez te fuiste a las manos con Pompillo, cuando arreglabas tu contrato? Pedro me quería mucho, él me trajo a Boca en el 89. Hasta tiene un perro que se llama Blas. En ese momento quizás nos calentamos de más, pero no fue gran cosa. Fue una discusión.
73 ¿Y con un compañero? ¿Alguna vez le diste a uno de tu equipo? Sí, siempre. Por ejemplo, al Turco Ahmed, en San Lorenzo. El tipo tenía siempre alguien al lado y nunca la pasaba. Y un día lo encaré: “¿Pendejo, por qué no pasás la pelota?”. Estábamos por salir campeones, era un momento importante. Lo puteé en el túnel, se me retobó y le di.
74 ¿Eras de putearlos mucho? Cuando se lo merecían, sí. A Ortega Sánchez, en San Lorenzo, siempre le decía: “Che, vos, meté la patita, que esto es San Lorenzo. No saltés, la concha de tu madre”. Y a Tapia, en Boca, también…
75 ¿La característica del “huevo, huevo, huevo” se mantiene? Jugadores con personalidad quedan pocos. Cada uno cuida lo suyo, es más light el tema en los clubes. Los jugadores pasan poco tiempo en los equipos y eso de jugársela por el otro ya casi no se ve.
76 ¿Sos de ver mucho fútbol? En mi casa me quieren matar, si prendo el televisor, todo el tiempo es fútbol. Y a la cancha voy siempre, a ver a todos: la A, la B, la C… Hay dos canchas a las que no puedo ir: Huracán y River. Si voy, tengo problemas seguro.
77 ¿Te gusta esta Selección? Hay muchos jugadores. Pekerman tiene que elegir y nada más. Tenés a Tevez, a Riquelme, a Messi… Hay que elegir bien. Y laburar mucho.
78 ¿Y Pekerman? Me gusta, es un tipo muy capaz y tiene que meterle para adelante. La gente debe bancarlo a muerte. Tiene que hacer como hizo Coco: “¿Estos son los mejores? Faaa, para adentro”. Y vamos con esos.
79 ¿Quiénes tendrían que estar? De los que no están en la lista tendría que llamar a Lavezzi, a Castromán, a Ibarra, a Palacio… Posiblemente no van a ir al Mundial, pero son excelentes.
80 ¿Tiraste un caño alguna vez? Sí, cuando laburé de plomero (risas). Naahh, boludo, sí, una vez. Contra Central me salieron dos en uno. Los dos chabones se me tiraron al piso y la pelota les pasó por abajo. No les quise tirar el caño, yo la quería pasar.
81 ¿Te ofrecieron alguna vez un cargo político? Con tu personalidad podrías juntar votos… No, nunca. Y tampoco me tentaría. La mayoría de los políticos, en vez de buscar solucionar los problemas, buscan chorear.
82 ¿El jugador más amarrete que conociste? ¿Qué no le guste gastar? Chiche Soñora. Chiche todavía tiene ahorrado el premio de la Supercopa del 89.
83 ¿Y el más desprendido? El Beto, el Manteca. “Vamos a comer acá, vamos a comer allá”. Gastaban de lo lindo.
84 ¿Iban al casino? No nos dejaban, estaba prohibido. ¿Si nos escapamos alguna vez? No era lo ideal, teníamos que cuidar la imagen (risas cómplices)…
85 ¿La mujer más linda del país? Mi señora. La más linda del mundo. La quiero muchísimo por eso es la más linda. Y mi hija.
86 ¿Encarándola eras Tapia o Giunta? Sí, era Giunta, salí con todo. Me gustaba, la quería, estaba bárbara. Nada de vueltas. Bien de frente.
87 ¿Cómo sos como papá? No hay libros para ser papá, con los golpes tenés que ir llevando a tus hijos por el buen camino. Y que te salgan buenos pibes. Luchándola, equivocándote. 88 ¿Creés que el jugador de fútbol vive adentro de una burbuja? Sí, cuando sos jugador de un equipo grande pensás que tocás el cielo con las manos. Y muchas veces, si no estás bien parado, creés que superás todo. Puede encararte un chabón con un revólver y vos te pensás que porque sos jugador vas a esquivar las balas. Te creés Superman.
89 ¿Cuándo te diste cuenta de que no eras Superman? Y… cuando largué el fútbol. Cuando jugaba en Boca, el teléfono sonaba todo el día. No podías comer, no podías dormir la siesta. Y cuando largué, chau… Me llamaron pocos, sólo los amigos. Entonces, cuando tocás fondo, sabés que tenés a tu familia al lado, que va a estar siempre. Y ahí empezás a ver la vida desde otro lugar. Te hacés más humano.
90 ¿A qué te referís con tocar fondo? Tocar fondo es que, después de quince años seguidos de estar adentro de una cancha, de estar en una concentración, de repente, no sos ni tenés nada. Te encontrás solo. Tenés a tu señora y a tus hijos, que no faltaron cuando fuiste el mejor ni el peor. Pero es muy jodido ese momento.
91 ¿Fuiste al psicólogo alguna vez? Soy muy fuerte mentalmente, no creo necesitarlo.
92 ¿Qué les decís a tus jugadores en las charlas técnicas? Trabajo más en la semana. Eso sí: en el entretiempo tenés que tocarlos un poco. A veces no alcanza la charla técnica.
93 ¿Qué opinás de las suspensiones por doping en el fútbol? Mirá, hasta jugando en la B con Defensores me tocaban todos los controles… Te tenés que cuidar, papi. Vivís de esto, no podés andar jodiendo. Las sanciones son muy duras, pero si querés al fútbol, lo tenés que querer más que a lo otro.
94 ¿Cómo fue tu relación con las drogas cuando eras jugador? Siembre la vi, pero en ningún momento me la cargué. Como dicen ahora, era “careta”. No fumo, no chupo, nada. Y hasta el día de hoy, eh. Mirá que estuve en muchísimas concentraciones. Con Armando, con Caniggia… y nunca vi nada. Armando me apodó “Quaker”, por lo sano, y el Beto me decía: “Dale, tomá un vasito de champagne”, porque se querían cagar de risa de mí.
95 ¿Por qué le decís “Armando” a Diego? Siempre le dije así. Otros le dicen Diegote. Le digo así porque se llama igual que yo. Armando era un monstruo y jamás en mi vida, delante de mí, te lo juro por mis hijas, lo vi haciendo algo malo, ni nada por el estilo.
96 ¿Gago o Battaglia? Se complementan bien. También me gusta Ledesma, eh. Gago está más ubicado últimamente, en un momento iba más con el juego que con la recuperación. Pero ahora, que ganó más experiencia, está más centrado, no va tanto a los costados.
97 ¿Qué cosas te hacen calentar? Cuando dirijo, hay árbitros que no me hablan bien. Eso me calienta mucho. Hace poco me dieron cinco fechas. Dejate de joder, ¿a quién le dan tantas fechas por protestar?
98 ¿Alguna anécdota de “Armando“? Me habían afanado el reloj, uno que me encantaba. Entonces me compré uno trucho de 15 pesos, era una imitación espectacular. Iba y se lo mostraba a Armando, y él me decía “¡vos con esto no podés andar!”. Claro, él es fanático de los relojes. Y un día me llama a la habitación, me saca el reloj y pum, lo da contra la pared. Entonces lo fui a agarrar: “La concha de tu hermana, Armando. ¿Sos pelotudo vos?”, lo encaré. Cuando lo solté, le habló a Cóppola: “Guillermo, dale eso que te dije a Blas”. Y me regaló un Rolex espectacular. Lo tengo guardadito. El día que él necesite algo, lo vendo y le doy la guita.
99 ¿Cómo eran esas reuniones en la habitación de Diego? Ibamos con el Kily, Verón, Armando… Claro, nos juntábamos ahí porque él tenía una cama de dos plazas y una tele de 42 pulgadas. Nosotros teníamos una de 20, así que imaginate. El tenía el equipo de música, entonces el Kily jodía, se ponía a bailar...
100 ¿Entre todas tus víctimas, te quedaste con ganas de atender a alguien? No, olvidate. Hoy puedo decir que les pegué a todos. De mí no se salvó nadie, papá