MAX VERSTAPPEN malacostumbró a la Fórmula Uno a que sólo se hable de él, sempiterno dominador con 19 triunfos en 22 carreras disputadas en 2023 y 9 victorias consecutivas. Pero el Gran Premio de Australia constituyó su Waterloo y después de mucho tiempo fue otro el nombre a quien le asignaron la botella de champán para descorchar: Carlos Sainz.
En efecto, el español de Ferrari se alzó con la victoria y tuvo como escolta a su compañero de equipo, Charles Leclerc, lo que rompió con todos los pronósticos luego del abandono del tricampeón del mundo.
El neerlandés había obtenido la pole position y picó en punta, distanciándose de Sainz, pero el español logró superarlo en la segunda vuelta y en el cuarto giro el Red Bull dijo basta: cuando ingresó a boxes se reventó el disco de freno y su neumático trasero izquierdo se incendió: Verstappen, afuera.
Sainz no había corrido en Arabia Saudita por su operación de apendicitis pero volvió con todo para realizar una tarea sólida e imponerse en el circuito de Albert Park, en Melbourne.
El hijo de la leyenda del rally se escapó mientras Leclerc lidiaba con los McLaren de Lando Norris y Oscar Piastri, tercero y cuarto respectivamente. En cuanto a Piastri, el público local se quedó sin la posibilidad de ver llegar al podio a un australiano por primera vez en la historia del Gran Premio.
El quinto puesto le correspondió a un pálido Sergio Checo Pérez, con el otro Red Bull, y sexto terminó Fernando Alonso (Aston Martin), aunque luego fue penalizado por haberse determinado su culpabilidad en el accidente de George Russell (Mercedes) y cayó al octavo lugar, por lo que su lugar le correspondió a Lance Stroll (Aston Martin). Séptimo fue Yuki Tsunoda (Alpha Tauri).
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