100 AÑOS DE EL GRÁFICO

1959. Crónica de entrecasa

Por Redacción EG · 31 de mayo de 2019

Cuando El Gráfico cumplió 40 años, Félix Frascara se propuso testimoniar el recorrido de ese camino con el reconocimiento oportuno a quienes fueron determinantes para que El Gráfico sea El Gráfico.


Recordando a Bécquer, me siento "del salón en un ángulo oscuro" y desde aquí asisto al desfile de todos los que, desde aquel 30 de mayo de 1919, hicieron El Gráfico. Puede ser que a algunos no los distinga o no alcance a identificarlos. Pido disculpas. Es como si me pidieran que ahora mismo trazara el plano completo de la casa donde viví mi niñez, Podría, sí, dibujar aquel patio, aquel jardín, la escalera que llevaba a la azotea, mi cuarto, la amplia cocina, el balcón... y los juguetes. Pero... ¿citar a todos los personajes que por aquí pasaron, que aquí vivieron?... Antes de continuar titubeo ante el tiempo pretérito que estoy empleando. Siento que están pasando, que están viviendo, hoy.

   

Se cumple el primer año del nacimiento del niño mimado de Atlántida. Su cuerpo empieza a cobrar forma, aunque todavía su formato es gigantesco.
 

Cuarenta años no son muchos... ¡y son tantos! Nacía El Gráfico, hermano menor de Atlántida, primogénita periodística de Constancio C. Vigil. 1919, año de convulsiones políticas y sociales. Época difícil para sacar una revista más. Fue entonces cuando el talento y el coraje de Vigil dieron al público una revista distinta, efectivamente distinta: El Gráfico, que en sus primeras ediciones, como su nombre lo indica, presentaba una colección de grabados en los que se reproducían escenas de actualidad.

 

Aníbal Vigil. Deportista de músculos de acero. Tomó la antorcha de su padre, don Constancio, e hizo de El Gráfico "el paladín del deporte de América".
 
Rodeaba entonces al fundador un reducido núcleo de colaboradores, hombres de letras y trabajadores en el noble arte de la imprenta. Pocos de ellos vislumbraban en esa época el rumbo generoso a que estaba destinado El Gráfico. Surgía una pasión juvenil: el culto de la educación física, la práctica del deporte. "Mens sana in corpore sano", Constancio C. Vigil, hombre de lucha y visionario del periodismo, consciente de que había que atender al clamor de "no más cabezas demasiado pesadas sobre cuerpos demasiado débiles", otorgó a la juventud el puesto que venía pidiendo. Y El Gráfico se convirtió en la revista del deportista.

PRIMERA EPOCA

Ahora es, amigo lector, cuando lo invitamos, desde este rincón, a presenciar el desfile de los hombres que hicieron El Gráfico dándole la fisonomía que lo consagraron como (no son palabras nuestras) "el paladín del deporte en América".

Este que pasa al frente con acción vigorosa y elástica, cara de triunfo, músculos de acero, es Aníbal Vigil, el que tomó la antorcha, asistido por sus hermanos Constancio, Carlos y Jorge (caído éste en los primeros tramos de la marcha). Aníbal era, claro está, de la estirpe moral de los Vigil, pero hermano de ideales con los Newbery, Thompson, Bilbao La Vieja, Llobet Cullen, Pettigrew, Zorrilla... Ellos necesitaban un medio de difusión para sus afanes y él se los brindó, con el aval paterno. En la natación, el atletismo, el fútbol, el rugby, el waterpolo, el basquetbol, el polo, el golf, el yachting, puso Aníbal Vigil su pasión de sportsman —así, como se decía entonces— agregándole su inquietud de periodista.

 

La portada del número que marca el primer quinquenio de El Gráfico. En ella, Luis Luro, vencedor de una carrera aérea.
 

  Los que ya por entonces formaban la familia de Atlántida, editorial, en funciones de administración, publicidad y taller, tanto como los que desde el primer momento habían estado junto a don Constancio en la redacción (nombres queridos de Javier de Viana, Eduardo Calado, Julián J. Bernat), se pusieron con paso juvenil a la par de esta nueva causa tan digna, tan pura.

Seguro, como siempre, de lo que buscaba, responsable de su trabajo, Aníbal Vigil abrió las páginas de El Gráfico a cuanto personaje tenía el deporte de más representativo en esa época —digamos César Viale, Miguel Lagleyze, Frank Chevallier Boutell— e inició una escuela del deporte con la publicación de notas procedentes del extranjero —Europa y Estados Unidos— que sirvieron como libros de texto para que asimilaran enseñanzas los deportistas argentinos.

 

Junio de 1929. El Gráfico tiene 10 años y su "tapa" se hace eco del binomio más cautivante de esos días: "El Torito" Suárez y su sparring mocho, Cleary Jones.
 

Desde aquí, desde nuestro rincón, asistimos al progresivo desarrollo de El Gráfico, que va formándose como un atleta. Ya está en su puesto Julio Martínez Vásquez, el yachtsman por excelencia, que todo lo brinda al deporte fuera de las horas dedicadas al arte de la pintura y a sus funciones de catedrático. Pero el yachting necesita una página y Julio Martínez Vázquez la encuentra en El Gráfico. Maestro en la materia, querido y respetado, la sostiene sin interrupción hasta hoy. Casi al mismo tiempo ingresa en la Editorial Atlántida su hermano Gastón.

 

Gastón Martínez Vázquez, director de la revista hasta 1944, modelo de hombre organizado, responsable, respetuoso y respetable. A su derecha el fundador de El Gráfico, Anibal Vigil y a su izquierda Constancio Vigil, creador de Editorial Atlántida.
 

Es el instante en que callamos para detenernos atentamente en el personaje que llega, antes de que se aleje. Había sido empleado de banco. De tal ocupación, suponemos, trajo a esta casa el hábito de la puntualidad, por lo general tan reñido con el periodismo. Trajo, además, sus condiciones de dibujante, su inquietud por conocer las aficiones del pueblo, su capacidad para ordenar y dirigir. Cuando Aníbal Vigil dejó el comando efectivo de El Gráfico —afectivo siempre lo mantuvo— ya tenía el hombre elegido para sucederlo. Gastón, como él mismo admitió que lo llamáramos por personal convicción, fue primeramente diagramador, luego secretario y más tarde director, por muchos años, de esta revista. Obsérvenlo: atildado, pulcro, atento, supo respetar y hacerse respetar. Tenía nervio, tenía exigencias. Y podía tenerlas porque él era el primero en cumplir, Aparte de su labor diaria, anónima pero intensa, fue el creador de celebradas competencias deportivas organizadas por El Gráfico, especialmente el inolvidable "Campeonato Relámpago de Box", realizado en el Luna Park el 11 de noviembre de 1933, y la clásica "Maratón de los Barrios", que se disputa en forma ininterrumpida desde 1934. Ahora se aleja... Saludémoslo como lo que era: un gran señor.

 

Tercer quinquenio de El Gráfico. Esta es la portada del 2 de junio de 1934. En ella dos orgullos del fútbol platense: Naón y Zozaya.
  
El aniversario de los primeros 20 años. La revista ya tiene su actual conformación: íntegramente en huecograbado y portadas en offset. Besuzzo en ella. Uruguayo arquero de River Plate.
 

Entre ellos —Constancio C. Vigil, sus hijos Constancio, Aníbal, Carlos, que también hicieron deporte en las páginas de El Gráfico, así como en los campos de juego, Julio y Gastón Martínez Vázquez— pasaron muchos más en estos cuarenta años. Sería nuestro deseo mencionarlos a todos. Por aquí pasan los famosos esgrimistas Nedo y Aldo Nadi, Pini, Sassone, Larraz, Lucchetti; también Planta, Pérez Correa, Canuto, Tiraboschi, Stipanicic, Julio Álvarez, "Cachón" Hernández, Alberto Regina, Nicolás Pelosi.

La casa y la familia fueron creciendo. El Gráfico "ganó la calle". Fue necesario incorporar periodistas especializados que a la vez de sentar cátedra escribieron con palabra clara. Benigno Herrero Almada, hombre del oficio, poseedor de un estilo sumamente galano y expresivo, se hizo cargo de la crónica del boxeo y de reportajes a figuras de alto relieve en el deporte.

 

¿Lo recuerdan a "Charrúa"? Era este caballero, Benigno Herrero Almada. Tenía autoridad, gracia y expresividad.
 

En la nota menuda popularizó el seudónimo de "Charrúa". Leerlo constituía un placer, a la par que se aceptaba, implícita, la opinión de una voz autorizada.

A su vera estuvo durante varios años Luis R. Bacqué, prototipo del periodista andariego, curioso, imprudente... y sabroso. Con la firma de "Don Gordo" cubrió muchas páginas de nuestra revista, alternando el atletismo con el boxeo, la esgrima y la natación.

 

Un auténtico gran jugador de fútbol ilustra la tapa de nuestro 25° aniversario, edición del 2 de junio de 1944: Carlos Sosa, de Boca

  

De suma importancia para refirmar el prestigio de El Gráfico entre 1922 y 1928, aproximadamente, resultó el valioso aporte de Pedro Flore, nombre "de pro" en el periodismo dedicado a los deportes mecánicos, que continúa firme en la brecha con el entusiasmo de sus años mozos.

En esta misma casa, realizando ahora su proficua obra en el departamento de producción, nos encontramos todos los días con dos hombres que en un tiempo prestaron su colaboración escribiendo comentarios sobre el deporte de su preferencia: el tenis. Son Félix A. Madrid, que firmaba las notas con el seudónimo de "Fleje", y el popular Héctor Cattaruzza.

Ya se vive la era fabulosa de Juan Manuel Fangio cuando El Gráfico cumple 30 años. "El Chueco" empieza a ganar en Europa en aquel 3 de junio de 1949.
 

CHANTECLER

El más popular de los deportes, el fútbol, ha tenido y tiene muchos y muy buenos comentaristas en nuestro medio. No creemos pecar de injustos si entre los mejores de cualquier época incluimos el nombre de Alfredo E. Rossi, Y lo hacemos, no sólo por cuanto lo hemos apreciado personalmente, por cuanto aún seguimos lamentando su desaparición, ni aun por considerarlo hombre de El Gráfico (pese a su larga y brillante trayectoria en "La Prensa"), sino porque valoramos el mérito enorme de su obra. Con el seudónimo de "Chantecler", que afortunadamente para esta revista y nuestros lectores figuró a través de muchos años en las páginas de El Gráfico, Alfredo Rossi desarrolló una alta cátedra de crítica futbolística. De él bien puede afirmarse que fue un precursor, puesto que salió de lo habitual, que consistía en relatar lo visto, para ir a lo esencial en el periodista, consistente en analizar, en deducir, en sacar experiencias y transmitirlas. Chantecler iba en busca del "porqué" y del "para qué". Sus comentarios sí que fueron magistrales y marcaron rumbos En otras secciones, como su "Consultorio" y "De Sábado a Sábado", cumplió una función didáctica de inestimable valor. Lo destacamos por considerar que, dentro de la línea de El Gráfico, Alfredo Rossi fue uno de nuestros grandes puntales.

 

Alfredo E. Rossi, "Chantecler", un paladín de avanzada, un educador esencialmente técnico en la percepción del fútbol por las masas. Enseñó.
 

BOROCOTÓ

Único. Inconfundible. Hubo un momento —momento de años— en que Borocotó era El Gráfico y El Gráfico era Borocotó. Llegó al público, a la muchachada, al alma del barrio, al palpitar del baldío, al corazón de las madres, Poetizó las rodillas sucias de los purretes y la tristeza pobre de la solterona que "fabricaba" las pelotas de trapo y recomponía las alpargatas de los raboneros... Claro que no tenemos por qué hablar de Borocotó en tiempo pretérito. Ya lo hemos dicho, pero lo repetimos: no era; es, Ricardo Lorenzo, periodista múltiple, soñador, memorista y psicólogo, sentimental y bromista. Ricardo Lorenzo dejó en las páginas de El Gráfico inolvidables pasajes del deporte: automovilismo, ciclismo, motociclismo, remo, basquetbol, fútbol, boxeo, hockey... ¡Y todo bien! Si no fuera porque van a suponer que lo queremos mucho afirmaríamos que Ricardo Lorenzo es el mejor de las cronistas escritores y el mejor de los escritores-cronistas. Y ahí están sus libros: "Comeúñas", "Apiladas", "Pelota de Trapo", "25 Años en el Deporte", "30 Años en el Deporte", "Medio siglo de automovilismo"...

Y ahí está él. Siempre en actividad. Viviendo. Soñando.

Un estilo. Una personalidad. Desde 1927 hasta 1955 El Gráfico y Borocotó caminaron juntos. No podrán separarse nunca.

 

Ricardo Lorenzo, ya avanzada la fiesta, dando un discurso relajado. Enfrente con un gorro de cotillón, Félix Frascara, el autor de esta nota.
 

"LAST REASON"

Pero alto aquí: quítese usted el sombrero en homenaje al más grande glosista y viñetista del periodismo argentino, cuyo exquisito decir le Puso a El Gráfico sal, pimienta y azúcar: ¡"Last Reason"! ¡Aquellos sus "Todo a Veinte"! (Impagables…).

Su paso por El Gráfico fue breve; pero resonante. Resonante como su acceso. El Gráfico lo anticipó en carteles especiales Paseados por los estadios de fútbol. Era acontecimiento su incorporación y fue acontecimiento su paso por aquí. Decía y entretenía; pegaba y acariciaba. Un periodista como pocos a quien por suerte aún podemos leer. Su pluma es siempre fresca.

 

Last Reason
 

 

LOS DE AYER Y HOY

Hugo Mackern, presencia siempre grata, aspecto respetable, palabra mesurada. Hombre de leyes que ha hecho de la verdad una ley. Y la aplicó a los comentarios sobre rugby bajo la firma de "Free Lance".

Este es Don Juan Manuel, o sea Juan Manuel Puente. Era muy joven cuando publicó su primera nota sobre polo en nuestra revista. Pasaron años, lustros, pero Don Juan Manuel está igual que entonces. El "Paisano" Andrada debe haberle dado la receta.

Así es: menudo y fibroso, vibrante y ágil, bromista y cordial, sensato siempre. Así es Juan Carlos Villa, el detallista y justiciero mentor de las actividades del remo. Sí, el mismo. El fiel "Banda Bow", campeón él en sus tiempos de timonel, hasta cansarse de juntar medallas, y celoso, encariñado cronista de su deporte predilecto.

 

Juan Carlos Villa ,"Banda Bow".
 

En el desfile pasa también Alberto Larrán de Vere, poeta, escritor, hasta hace poco redactor de Atlántida y, en cualquier momento, tanto ayer como hoy, dúctil y ameno colaborador de El Gráfico. Popularizó sus "Consejos del Dr. Carnot".

La crónica de atletismo en El Gráfico estuvo por largo tiempo a cargo de una indiscutida autoridad en la materia: Alberto Salotto. Estudioso, observador, inteligente, hombre de ideas propias que a través de muchos años fue y sigue siendo un censor y un guía en las más variadas especialidades del deporte.

Ahora se adelantan al primer plano dos hombres, dos nombres, que desde aquí llevaron al público el eco de los frontones: don Juan Esteban Ezcurra, noble ejemplar de la estirpe de los grandes pelotaris, y Atilio N. Bosia, el de los análisis exhaustivos.
 

El número que señala los 35 años de El Gráfico presenta como director técnico de Boca a quien cinco años después sería uno de nuestros críticos de fútbol: Ernesto Lazzatti.

Este muchachito delgado, de anteojos, es Roberto Desirello. Con lo que quizá decimos poco, o nada. Pero si agregamos que se trata de "Flap" diremos mucho a los lectores que, años atrás, seguían la actividad de la aeronáutica.

Y este otro, sonriente y oído atento, es Ampelio M. Liberali, reportero pronto para cumplir cualquier misión.

"Landrú" desparramó su humorismo en un crisol deportivo especialmente preparado para nosotros, Y lo propio hizo de sus conocimientos de educación física Marco Aurelio Mantecón.

Nos acompañó varios años Carlos Fontanarrosa; pluma distinguida, escribe con tinta de gracia. Una sensibilidad, una educación.

 

Carlos Fontanarrosa.
 

En fila india vemos pasar, desde nuestro rincón, a Federico B. Kirbus, el que presenta puestas a punto las notas de automovilismo, con sobradas muestras de sus conocimientos; Francisco Loiácono, fervoroso propagandista del levantamiento de pesas y de la lucha; R. Leslie, que no vio jugar a Tilden ni a Susana Lenglen pero que sí sabe cómo jugaban y cómo se debe jugar al tenis; Mark Seven (o Ronal Hansen o como él quiera), colega de Kirbus en automovilismo, pero con amenas excursiones a otros campos. Ricardo Frascara, el de la celebrada "hora de los que vuelven", en las madrugadas del ciclismo... Cecilio de la Vega, el nuevo "soplido", pujante, rezumante de vida... Y aquel que vemos de espaldas porque se le hizo tarde y tiene que alcanzar el tren es Juan Pascual, nuestro muy atento y seguro colaborador desde Rosario, periodista avezado de sólido prestigio y cuya calidad habrán apreciado ustedes en muchas ocasiones.

 

Y aquí estamos ahora, en los 40 años, que se cumplen con esta entrega: el discóbolo de Mirón ganó la elección interna de un símbolo de ideal y pureza.
  

El Gráfico, lector amigo, no se hace tan sólo con los que escriben. Sería sumamente injusto que olvidáramos a quien diagrama estas páginas desde hace 25 años: Sergio O. Pinto, ¿Usted ha visto alguna revista mejor diagramada, mejor presentada que El Gráfico desde hace 25 años a esta parte? ¡Claro que no! Pues es mérito exclusivo de Sergio Pinto.

 

Sergio Pinto, un artista en la diagramación de El Gráfico.
 

Y si un poco antes de esos veinticinco años han visto ustedes una revista idealmente diagramada, inmejorablemente presentada, habrá sido también El Gráfico, ¡pero cuando esa tarea la cumplía Tomás García Escribano! Sí, señor, el mismo que dirige, desde su fundación, "El Golfer Argentino", y que, por tal causa, sigue estando aquí, al lado nuestro.

Un párrafo especial para los fotógrafos. Una pausa en la marcha para recordar a figuras muy queridas: Francisco Tagliano, Manuel Novoa y Alberto Palazzo, el popularísimo "Garabito", puntal de esta revista a la par de Borocotó y de Chantecler.

 

"Garabito", el gran Alberto Palazzo de las correrías más periodísticas y más graciosas que puede vivir alguien con una máquina fotográfica.
 

También recordamos con afecto a Genovese (el fotógrafo del "Torito") , a Herrán, Esteban, Rodríguez Lorenzo, Almada, Carreño, Vázquez, Sanjurjo... Recibimos con frecuencia, felizmente, y siempre con alegría, la visita de Usaburu Kikuchi, "el japonés de El Gráfico", de tan notable trayectoria en nuestra casa. Y por las muy buenas notas gráficas que, pese a tales ausencias, seguimos brindando en nuestras páginas, vaya nuestro reconocimiento a los de hoy, que aparte mencionamos.

 

DANTE PANZERI

Como dicen los ingleses, va al final, pero eso no quiere decir que sea el último. Lo que ocurre es que todos cuantos hemos mencionado, hoy en actividad, tienen ahora a Panzeri como decano de los redactores estables de El Gráfico. Por otra parte, la semblanza de Dante Panzeri se encuentra en su propia obra. En lo que escribe, en lo que dice, en lo que hace.

 

Curiosa foto de Dante Panzeri, en la punta del bote, en Mayo de 1948. Dante siempre remándola.
 

Antes de abandonar este rincón desde el que hemos asistido al desfile de los que hacen El Gráfico les voy a presentar a los dos encargados de recibirnos en el capítulo final: el archivo Ahí están: Oscar López y Juanita Porraz de López.

(Nota: Del que firma allá arriba y pasó al papel este desfile familiar no decimos nada porque ya dijeron muchas cosas de él hace pocos días.)

FÉLIX DANIEL FRASCARA (1959)

 

Arriba Félix Frascara, Ricardo Lorenzo y Sergio Pinto (diagramador).
 

POR AMOR CON AMOR
Esta página sale de la redacción de El Gráfico rumbo a la linotipo a hurtadillas del plan fijado por la Dirección General de la Editorial Atlántida para la ejecución de este número especial consagrado a recordar 40 años de El Gráfico y en El Gráfico.
Va así, de incógnito, porque solamente los que somos redactores de El Gráfico podemos decir lo que acaso la Dirección General no quisiera, por decoro, que se diga. Solamente nosotros podemos sentir lo que vamos a decir. Por eso tenemos que decirlo.
A través de 40 años de hacerlo propio, de hacer de ella su revista, el deportista argentino nos ha halagado muchas veces, amén del favor de esperarnos todas las semanas, diciéndonos que El Gráfico tiene autoridad de monitor y calor de afecto en lo que trata. Tiene "alma", tiene fuerza de cosa realizada con serenidad y con pasión. Logra que el lector se ubique dentro de sus páginas como cualquiera de quienes hacen esas páginas.
Eso se nos ha dicho.
Tenemos que ser, acaso, inmodestos, pero absolutamente sinceros y responder con un agradecimiento y una afirmación: Es verdad. Con ese espíritu se ha hecho, hace y hará El Gráfico. Falta decir por qué es posible que la publicación tenga esa característica que puede implicar una riqueza no inventariada de la empresa. Lo diremos:
El Gráfico se hace con amor. Un amor que se transmite desde sus primeros hasta los actuales realizados por una sensación flotante desde el mismo momento que franqueamos la gran puerta de Azopardo 579: aquí hay humanidad; aquí el trabajo es muy raras veces tal; aquí la obligación es placer de todos nosotros; aquí adentro respiramos una cordialidad que teniendo algunas veces ribetes casi familiares en las relaciones de los más importantes y modestos ejecutores de la empresa, es justamente la conductora de la más sólida disciplina que pueda pedirse de una labor rentada. Por eso El Gráfico se hace por amor. Con amor. Por eso El Gráfico ha tenido y tiene "alma", como dice la calle. Porque todos, cual más cual menos, nos sentimos aquí un poco dueños de todo esto. Nos hace sentir a la revista como cosa propia, el trato afectivo que los Vigil han tenido el acierto de convertir en el medio más positivo para hacer de todos sus servidores obligados recíprocos camaradas suyos. Ese es el único "secreto" en la ejecución de 40 años de El Gráfico y en la jerarquía que el público le ha señalado. Todo es fruto del trabajo realizado con amor.

 


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