En el tiempo se fue diluyendo el aguerrido marcador de punta de Sportivo Chascomús y el potente zaguero de los trinquetes de su ciudad natal. Se calmó la ansiedad adolescente por gritar los goles de Erico, cuando viajaba a ver a su Independiente preferido. Pero lo que por suerte parece que nunca se apagara en el doctor Raúl Alfonsin es su amor al deporte.
Precisamente porque practicándolo o como espectador bebió de él la amistad, el esfuerzo conjunto, la satisfacción, la tristeza, las ansias de luchar, la necesidad viril de convertir una derrota en triunfo.
Y no ha dejado de sentirlo, aunque haya cambiado de deporte adecuándolo a sus exigencias actuales. Dejo la paleta y tomo la raqueta. Vistió pantalones cortos y aprovecho la cancha de cemento que su amigo, pese a ser socio notable de Racing Club, Alfredo Odorisio, posee en su quinta de Boulogne. A las 8 de la mañana del sábado 12 de noviembre entro al court con su hijo Ricardo y peloteo durante más de media hora.
Ejercicio sano, diversión momentánea, para mantener la mente clara del hombre que guiara nuestros destinos. El paseo, la distracción junto a los suyos antes de comenzar la ardua tarea cotidiana. Una manera de iniciar en la intimidad familiar la difícil labor que le espera a un hombre que el deporte ayudo a formar y que él no olvida.
El Gráfico (1983)
Fotos: Noticias Argentinas.