LAS CRÓNICAS DE EL GRÁFICO

Bilardo quiere paz...y el sheriff se pondrá contento

Por Redacción EG · 27 de septiembre de 2018

1970. Carlos Salvador se despide como jugador. Se va el villano de la película. "Dicen que el delito que le imputaban era el de querer ganar siempre... para su equipo". Una nota conmovedora de Ardizzone.


El héroe de los pibes, terminado el partido después de dejar todo...como siempre.

Y ahora se va a poner contento "el muchacho"... El sheríff se va a restregar las manos aliviado... Despegarán de las paredes el anuncio con tu foto y el "wanted" con la recompensa por tu captura... Porque "el villano" de la película resolvió abrirse de todo aquello. Después de meditar un tiempo decidió ¡el basta! definitivo... Ensayó la última e irónica sonrisa, colgó los dos Colt en el ropero y al trote lerdo partió con todos sus recuerdos, con muchas bron-cas, con algunas hazañas, con un montón de triunfos... Si, sentía todavía en los oídos el eco de muchos silbidos, la agresiva fonética de todos aquellos insultos, de todas aquellas amenazas acumuladas en el puño crispado..., y en el índice acusador... "¡A ése! ¡A ése!"... Y volvió a sonreírse con la misma sonrisa irónica y esta vez un poco dolorida... Pero, es que quedaba también mucho de lo otro... Quedaban también muchos amigos, quedaban también muchos abrazos, muchas lágrimas dulces, muchas batallas ganadas, muchas actitudes... Aquella noche de Platense, cuando había comenzado todo... ¡Campeón Metropolitano! Y no había alcanzado la noche para toda la emoción, para toda la gloria de aquel primer y tímido triunfo... Y él había llegado ahí, a La Plata, casi regalado... Osvaldo fue quien le había pedido que siguiera un poco más... Que archivan por un tiempo el título y la chapa de doctor para asociarse a esa empresa que recién se inauguraba. ¿Y cómo iba a decir que no? Pero si era la pasión más encendida que estaba metida en su vida.  La que había querido siempre, desde que era muy purrete. Desde aquel tiempo en que le costaba trabajo llegar a casa con el testimonio de un guardapolvo sin manchas de potrero...

Con Osvaldo Zubeldía, su maestro.


Detuvo la marcha y se volvió para mirar otra vez todo lo que quedaba a sus espaldas... Pero, ¿de qué lo habían acusado? ¿Cuál era el fundamento de todas aquellas reacciones, de todas esas amenazas, de todos aquellos insultos?... Algunas picardías, pero más que nada, por esa ventaja que siempre había querido para él y para su equipo... Ese sí que era su único delito... El que admitía. Querer ganar, querer ganar siempre... Porque está el reglamento y está la frontera del reglamento... Está lo que se puede hacer y lo que no se puede hacer... Y a él, desde pibe, le habían enseñado que las lágrimas que dejan las derrotas no sirven... Y entonces, para no tener que mostrar la flojedad de esas lágrimas, hay que jugarse entero en el triunfo... Llorar sí, pero de alegría. Llorar esa emoción que traen las victorias, cuando uno se abraza con el compañero sabiendo que puso todo,  que no tiene nada que reprocharse, que dio todo lo que tenía adentro... Y él estaba convencido que el fútbol es picardía, que el fútbol es ventaja, porque aunque muchos escriban "el verso" de las palabras lindas, aunque se digan muchos discursos, lo que importa en este juego es ganar... Ganar, porque es lo único que asegura el futuro, que trae dinero, que hace ganar dinero, que mantiene las comisiones directivas, que asegura la permanencia del técnico y de los propios jugadores... Y si no, allí estaba el panorama... Equipos en derrota. Clubes que tiemblan por sus finanzas. Jugadores con pase libre. Deudas de salarios de varios meses. A él siempre le había causado gracia algunos jugadores que se quejan después de las derrotas. Esos que se refugian en los pretextos para justificarse. Esos que acusan a algún rival, dando la mancada fulera... ¿Se perdió? A casa. A comerse la bronca en casa o con el amigo que uno tiene... A él, desde muy purrete, le habían enseñado a bancar el contra como un señorito... A masticarse la bronca, pero sin deschavar a nadie... A él en la vida nunca le había preocupado representar el papel "del muchacho de la película" para quedar bien con todos... Le había siempre Importado la opinión de sus amigos, de sus compañeros, de la gente que era su gente...

LA FAMA ES PURO CUENTO...

Carlitos de ahora... Ahora, cuando ya dijo basta... Pero el mismo lenguaje de siempre, ese que no pudieron robarte ni los complicados tomos de la medicina... Ese que está metido en su esencia de purrete porteño. De aquel purrete que empezó a espiar la vida de los más grandes con "la ñata contra el vidrio" del boliche de Juan B. Justo y Boyacá... Ese que conoció el pescante de un carro, que se mezcló en las broncas del baldío, que supo "del tres y dos de la parada inútil", a pesar de su condición de chico bien cuando era el único estudiante de la barra rea... "¿Por qué largo? Porque estoy un poco cansado... y porque llega el momento en la vida en que hay que saber decir basta. Y le aseguro que hay que estar preparado para poderlo decir... Hay que pensado bien largo, como lo hice yo. Primero porque duele, ¡y usted no se Imagina cómo duele!... Pero más que nada por todo eso que el fútbol le da a uno... Por esa pequeña fama que, aunque a usted le digan lo contrario, siempre halaga, aún al tipo más modesto... Aunque sólo porque lo reconozcan en la calle, aunque le digan nada más: ‘Miré allí va Bilardo...’. Como bronca o como elogio, como lo que sea, pero lo dicen, lo reconocen, lo distinguen-. ¿Se da cuenta? Y el vestuario. Los días de la concentración, aunque en su momento no le guste. Estar en algo, jugarse por algo. Estar en lo que uno quiere desde que nació... Por eso sé que no lo voy a poder dejar del todo. . Le voy a hacer una comparación... Dicen por allí que van a liquidar el boliche del barrio, ese que usted conoce... Y ya me duele, ya estoy preocupado, porque sé que voy a perder algo que fue una parte de mis hábitos, de mis afectos... Lo que me junta con los amigos más viejos..., ¿se da cuenta? Hace como cerca de veinte años que vamos allí todos... Y el fútbol es lo mismo... Así que le dije a los muchachos, le dije a Osvaldo que voy a seguir visitándolos, que voy a ir a entrenarme con ellos aunque no juegue más... Hasta que pueda acostumbrarme... Así, de a poco...“ 
La noche de Manchester... gritándole su triunfo a las tribunas inglesas. Así como Carlitos sintió siempre los triunfos. Así, como los gritó. Con la misma generosidad que siempre puso para conseguirlos.


ESTUDIANTES NO FUE "GRUPO"

Me acuerdo de aquella noche en Manchester... El final La llovizna que se reflejaba en los focos del estadio. Los gritos hostiles. Los peniques que caían desde las tribunas... Y el minúsculo puñado de "locos" saltando dentro de la cancha... Carlitos, con el torso desnudo, la cara descompuesta, la casaca blanca que quería para él, que no quería compartir con nadie en una vuelta olímpica de alienados... ¡Estudiantes campeón del mundo! ¡Campeones del mundo! El flaco Poletti, el negro Aguirre Suárez, el Pacha, Conigliaro, Verón... El micro... El regreso al hotel en medio de la pedrea que también forma parte de la añeja cultura londinense... Después el hotel... La cena ligera, la cena sin ganas de comer. La Cumparsita en el piano del doctor Madero... Después la noche que se viene encima, que intimida con los duendes de su silencio... Y nadie quiere los duendes nocturnos. Nadie quiere el silencio y la oscuridad de la habitación... Por eso estamos allí, sentados por el suelo en la incómoda pero tibia hospitalidad que brinda aquella improvisada utilería. Corre el mate. Y las ganes de hablar. ¿Dormir? No, nadie piensa en dormir... ¿Para qué? Para encontrarse con los duendes... ¿Para enfrentarse desarmado al silencio...? No. Por eso, cuando algunos pretendieron dormirse, allí estaba Carlitos como un fantasma en pijama... Carlitos golpeando las puertas, Carlitos encendiendo las luces, arrancando las frazadas, desacomodando los colchones... Todo el mundo arriba. Todo el mundo a juntarse. ¡Hay que hacer vigilia! Hay que hablar de todo ESO... Hay que estirar la madrugada hasta que "el fulero" nos amenace desde allá arriba con la verdad de un día nuevo... Pero, que siga esta noche. Y siguió hasta las seis de la mañana... Cuando la fatiga y el insomnio les ganó a todos "los locos", la gran noche exclusiva para locos...

 Ahora, aquí en este carrito de La Costanera, evocamos todo aquello con Carlos... Y hay emocionada nostalgia en la sonrisa siempre irónica...
Llegada a la Argentina con otra Copa.


-¿Sabe qué fue Estudiantes? Un grupo de gente que difícilmente podrá volver a juntarse... No fue eso del grupo humano porque ése sólo se sostiene en la buena... En Estudiantes triunfó la amistad. Amistad de la buena ¿me entiende? Por eso nunca trascendió nada de lo que era íntimo, de lo que sólo nos pertenecía a nosotros... Todos los problemas se arreglaban adentro y calcule que en esas largas concentraciones que hacíamos nosotros, los problemas siempre existen.. Pero nos amasijábamos entre nosotros... Le puedo contar que algunas noches, después de alguna derrota o cuando las cosas no venían bien, discutíamos toda la madrugada... Pero las cosas tenían que quedar aclaradas... Y le aseguro que no quedaba ni un cachito de rencor, que concluida la reunión todo estaba como antes o quizás más sólido que antes... ¿Usted piensa que yo tuve algo que ver en todo eso...? No... Todo el mérito es de Osvaldo, pero también de la calidad de los muchachos... Yo pude tener alguna influencia por ser mayor que ellos y porque, a fuerza de acertar con algunas ideas, los demás empiezan a creer en uno, sobre todo dentro de la cancha… Pero yo me sentía siempre uno más, con las mismas obligaciones de todos... Y, como equipo, le puedo asegurar que llegó a todo lo que nos propusimos. Osvaldo y nosotros.., Porque Estudiantes llegó a tener todos los matices... Algunos buenos jugadores, gente que sabía marcar, los que eran capaces pra defender, otros que serenaban... Pero, principalmente, hombres.  Hombres para jugársela en cualquier parte, más en la difícil que en la fácil... Por eso, ahora que me voy, no quiero hablar de ml... Quiero hablar de todos porque todos los éxitos que pude conseguir en los cinco mejores años de mi vida de jugador pertenecen a todos...

Con Pachamé y La Bruja Verón, homenajeados en La Plata.
LA AMISTAD

La sobremesa se estira... Está emocionado Carlitos... Ya no está esa sonrisa y esa expresión habitualmente cargada de intencionada picardía "Le hablé de la noche de Manchester, de la noche de Platense, de aquella primera Copa de América en Montevideo... Paro la Copa que más quise ganar, en la que puse mucho más de lo que podía, fue en la última, en la que ganamos frente a Peñarol... Y esa noche sí que lloré, lloré como nunca lo había hecho... Porque esa copa era para el Flaco Poletti, para el Negro Aguirre y para Manera... La quería ganar por ellos... Y no es que quiera volver sobre el tema... Pero es lo que le dije antes... Tengo eso que aprendí desde muy chiquilín... Yo a mi hijo no se lo entrego a la policía aunque lo sepa culpable... ¿se da cuenta? Ni mi hijo ni a ml amigo... Y los tres eran amigos míos —y lo seguirán siendo—desde hacía muchos años... Yo sabía mejor que nadie de lo que eran capaces, de todas las veces que se habían jugado por mí y por todos... ¿Y qué? ¿Yo los apunto? No. Yo soy el amigo de ellos y se acabó... Qua tengan o no la culpa no entra en ml actitud de amigo... Por eso creo que ganamos esa copa, porque ése fue el gran estímulo que nos empujó a todos... Eran de los nuestros, ¿se da cuenta? Y entonces acabó todo... Dicen por allí que dejé muchos enemigos en el fútbol... No creo. En su momento algunos pudieron haberlo sido, pero no creo que el fútbol deje rencores... Hace poco tuve que hablar con Pastoriza, con varios muchachos de Independiente y con Perfumo, con otros más de Racing... Y nos hemos tratado bien, sin que siga pesando toda esa rivalidad que dejaron las copas... Dijeron que yo salía a la cancha con un alfiler, que le saqué el ojo artificial a Stiles en la cancha de Boca... ¡Qué sé yo cuántas cosas me inventaron! ¡Fíjese que ahora hasta andan diciendo que me voy a convertir en periodista! ¿Que yo hablaba adentro? Es cierto, pero ¿usted cree que a mí no me decían nada? Mire... le voy a repetir lo que escuché algunas veces... A mi nunca me preocupó ser aplaudido por la tribuna contraria y hasta le estoy por decir que tampoco mucho por la mía... Siempre jugué para mi equipo, para mis compañeros... El papel de bueno en una cancha es muy relativo... y para mí nunca lo quise... ¿sabe porque? Porque para mí eso es mentira, eso no me convence... ¿Buenito, para que me aplaudan a mí y resulta que mi equipo pierde? No... Por eso siempre respeté a Racing, a los de esa época del sesenta y seis, cuando salieron campeones del Mundo... Pelé, que es el jugador a quien más admiro, no es el mejor del mundo porque sólo sabe más que los otros Es crack porque es hombre en la cancha. Porque es vivo. Porque conoce todas las picardías. Una vez usted le hizo un reportaje donde el negro mismo le confiesa que "el fútbol lindo terminó". Y lo dice Pelé que es el mejor jugador del mundo... Por eso, no sé sí Didi tendrá éxito, pero yo no creo que se pueda hacer fútbol lindo… No creo que los triunfos lleguen por el solo hecho de jugar mejor... Hay muchos otros factores y entonces usted tiene que tener un equipo bien balanceado... Y Estudiantes llegó a serlo... Juan (Verón) con su habilidad. Pacha (Pachamé) con su temperamento. Conigliaro con los piques... Cacho Malbernat con la marca. Manera con la fuerza para irse arriba... La presencia del flaco Poletti La inteligencia de Madero... La fuerza del negro Aguirre para sacarla del área.
Bilardo debutó en San Lorenzo en 1958, pasó a Español (61-65) y finalizó su carrera en Estudiantes de La Plata.


EL FUTURO...

Y Carlitos dice todos esos conceptos sin vestirse nunca de importante. Incluso, siempre sorprende con el vigor de una personalidad que no se exterioriza nunca. Porque este Carlitos Bilardo fue lo que se propuso ser. Le gustó ser "roe" y lo fue. Pero también quiso estudiar. Y, no obstante el baldío, a pesar del boliche del barrio, un día llegó a su casa con el título de bachiller, cuando también jugaba en San Lorenzo. Después fue a Deportivo Español por el estímulo de su vocación por el fútbol. Hasta que decidió ser médico. Y un día llegó a casa con el título debajo del brazo, aunque los amigos de Boyaca y Juan B. Justo seguían en su vida... Y llegó Estudiantes, cuando para Carlitos el fútbol sólo podría seguir siendo la diversión preferida... ¿Estudiantes o Argentinos Juniors? Esa era la alternativa. Y pudo más la amistad con Zubeldía.  Y fue campeón Metropolitano. Campeón de América tres veces, una vez Campeón del Mundo y dos veces subcampeón…

"Por ahora voy a seguir con la mueblería... Osvaldo me pidió que colabore con él en la parte técnica, pero a mí me gusta más ocuparme de una función que pienso que en nuestro fútbol es necesaria... Yo que viajé, que anduve por los hoteles, llegué a la conclusión que debe existir el hombre que se ocupe de todas esas cosas. En Estudiantes las hacíamos nosotros mismos, pero esas preocupaciones no deben ser ni del técnico ni del jugador... Aviones, hospedajes, campo de entrenamiento, micro, todo eso..., Vamos a ver, porque todavía no estoy decidido…Y lo otro que estoy estudiando es la posibilidad de especializarme en medicina del deporte... No sé, por ahora la mueblería, que anda muy bien. Allí está puesta toda mi guita... Pero, sé que ahora que empiecen a entrenar los muchachos no voy a poder aguantar y más de una mañana me voy a ir para La Plata a correr un poco... Pero jugar en serio, no... El pobre Mangano me había pedido que me quedara un año más, pero no quise. .. Una vez tiene que ser... Técnico no... Todavía me siento jugador... Y para ser técnico hay que olvidarse de eso…”

 Ahora el muchacho de la película se va a poner contento... El sheriff se va a restregar las manos con alivio... Despegarán de las paredes el anuncio con la foto y el "wanted" con la recompensa... "El villano" colgó definitivamente las dos Colt en el ropero… Se va con todos los recuerdos, con muchas broncas, pero también con algunas hazañas y con un montón de triunfos... Dicen que el delito que le imputaban era el de querer ganar siempre... para su equipo..

 

Osvaldo Ardizzone 1970.


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