LAS ENTREVISTAS DE EL GRÁFICO

PICHOT 100X100

Por Redacción EG · 22 de agosto de 2021

Referente del rugby nacional de los últimos tiempos, líder de una generación que marcó al deporte. En el día de su cumpleaños número 47 revivimos las 100 a Agustín Pichot.


1 Ju­gás al rugby por pla­ta, te­nés un pro­gra­ma de te­le y sos la ca­ra del plan­tel más me­diá­ti­co de la his­to­ria de Los Pu­mas... ¿Te odian los fun­da­men­ta­lis­tas del ama­teu­ris­mo? No creo que me odien, sue­na me­dio fuer­te. Sí les de­ben caer mal al­gu­nas co­sas, pe­ro lo im­por­tan­te es que to­do pa­sa y, mien­tras tan­to, hay que tra­tar de es­tar lo me­jor po­si­ble. En de­fi­ni­ti­va, yo no jo­do a na­die por sa­lir en Su­per XV o en un dia­rio. Me en­can­ta que la gen­te co­noz­ca el rugby, que lo en­tien­da y, que por ahí, lo jue­gue al­gu­na vez. Por­que la ver­dad es que, pa­ra vi­vir­lo con ami­gos, es el me­jor de­por­te que hay.

2 ¿Con el fí­si­co de Mar­tín Scel­zo tam­bién te in­vi­ta­rían a tan­tos pro­gra­mas? ¡Oja­lá tu­vie­ra el fí­si­co del Gor­do! Si sien­do así me in­vi­tan, ima­gi­na­te lo que se­ría si fue­ra un ani­mal co­mo Chel­chi…

3 ¿Qué pa­sa en In­gla­te­rra cuan­do ca­mi­nás por la ca­lle? Na­da, ten­go frío y ca­si siem­pre llue­ve… Acá la gen­te es mu­cho más tran­qui­la que en la Ar­gen­ti­na. Le da mu­cha ver­güen­za fre­nar­te en la ca­lle. Lo má­xi­mo que pue­de pa­sar es que te pi­dan un au­tó­gra­fo o una fo­to. Pe­ro es tran­qui­lo.

4 ¿Allá tam­bién te aco­san las mu­je­res? No, por suer­te… por­que en In­gla­te­rra no son muy lin­das.

5 De pi­be, ¿le pin­ta­bas la ca­ra en la to­ca­ta a tu her­ma­no Qui­que o era al re­vés? No, me bai­la­ba él, y me ha­cía que­dar has­ta que ya no po­día­mos más. Yo tra­ta­ba al má­xi­mo de ga­nar­le.

6 ¿Có­mo eran los par­ti­dos de rugby que ju­ga­bas de ro­di­llas con­tra él, en su cuar­to? A mo­rir. Las re­glas las po­nía él y, has­ta que no ter­mi­ná­ba­mos muer­tos, no pa­rá­ba­mos. Eran es­pec­ta­cu­la­res.

7 ¿Se­guís ju­gan­do a los vi­deos con la fre­cuen­cia de cuan­do te pu­sie­ron “Fi­chín” por tu adic­ción al Kung-Fu Mas­ter y al Dou­ble-Dra­gon? Son ca­da vez más com­pli­ca­dos. Pa­ra ju­gar a los que hay aho­ra en 3D te­nés que apre­tar dos mil bo­to­nes, ade­más de leer los li­bros pa­ra las prue­bas… ¡Y pen­sar que con dos bo­ton­ci­tos era tan fá­cil!

8 Pro­fe­sio­nal y a nue­ve años de tu de­but en Pri­me­ra, ¿te se­guís di­vir­tien­do? No creo que nun­ca me va­ya a di­ver­tir co­mo en el 94 y 95 en mi club. Aho­ra to­do es dis­tin­to. Ojo, no di­go que sea abu­rri­do, pe­ro sí dis­tin­to.

9 ¿Por qué se dio con vos esa ido­la­tría in­fre­cuen­te en el rugby ar­gen­ti­no? ¿Te pa­re­ce pa­ra tan­to? Creo que mu­cha gen­te se in­vo­lu­cró con un gru­po de ju­ga­do­res des­de el Mun­dial pa­sa­do y yo, sim­ple­men­te, tu­ve la suer­te de ser uno de ellos.

10 ¿En el rugby hay en­vi­dia? En to­dos la­dos hay en­vi­dia y el rugby no se sal­va. Es que hay mu­chas co­sas nue­vas que ha­ce un tiem­po no exis­tían. 

11 En el 92, di­jis­te en una no­ta a La Pren­sa que ibas a se­guir cien­cias po­lí­ti­cas… ¿qué pa­só? Siem­pre me pre­gun­ta­ban y, en ese mo­men­to, a mí me gus­ta­ban las cien­cias po­lí­ti­cas. Em­pe­cé De­re­cho. Pe­ro, a los dos años, me de­ja­ron li­bre por­que em­pe­za­ba a ju­gar en Los Pu­mas y via­ja­ba mu­cho.

12 ¿Por qué des­pués te in­cli­nas­te por el mar­ke­ting y, más tar­de, por la ad­mi­nis­tra­ción de em­pre­sas? Mis vie­jos no me de­ja­ron aban­do­nar el es­tu­dio. En­ton­ces me to­mé 6 me­ses y ahí me aga­rra­ron ga­nas de es­tu­diar mar­ke­ting. Des­pués me fui a In­gla­te­rra y, co­mo no ha­bía co­mer­cia­li­za­ción en la uni­ver­si­dad, me in­cli­né por ad­mi­nis­tra­ción de em­pre­sas... Y, al fi­nal, co­mo les ha­bía pro­me­ti­do a mis vie­jos, ¡ter­mi­né!

13 ¿An­tes no ha­bía la ca­li­dad de rug­biers que hay aho­ra o los ta­len­tos cho­ca­ban con el te­cho del ama­teu­ris­mo? No lo sé. Siem­pre pien­so qué ha­bría pa­sa­do si me hu­bie­se que­da­do en la Ar­gen­ti­na. Pe­ro cuan­do veo a Ta­ti Phe­lan, que siem­pre fue ama­teur, du­do de que sea in­dis­pen­sa­ble ser pro­fe­sio­nal. Aun­que Ta­ti Phe­lan hay uno so­lo.

14 El abra­zo del ter­cer tiem­po con el ti­po que te ma­tas­te a pi­ñas, ¿es un ges­to no­ble o, co­mo di­jo Por­ta, un ac­to hi­pó­cri­ta? Uno se pue­de ma­tar a pi­ñas y, si son co­sas del par­ti­do, sin ma­la in­ten­ción, en el ter­cer tiem­po va a es­tar to­do bien. Pe­ro si hu­bo vo­lun­tad de las­ti­mar o rom­per es dis­tin­to... ¡Ahí no va a ha­ber abra­zo!

 

El más grande del rugby: Porta y su heredero.
 

15 Agus­tín, ado­les­cen­te y sol­te­ro, ¿có­mo era con las mu­je­res? Abu­rri­dí­si­mo, por­que no sa­lía ca­si nun­ca. Ju­gá­ba­mos los sá­ba­dos y los do­min­gos  ha­cía­mos co­mi­da en la ca­sa de al­gu­no des­pués de ver a la Pri­me­ra. Y más ade­lan­te, cuan­do ya es­tá­ba­mos en el plan­tel su­pe­rior, nos que­dá­ba­mos en los ter­ce­ros tiem­pos, pe­ro siem­pre con el Co­lo Fu­se­lli, por­que no ha­bía ni una so­la mu­jer.

16 ¿Y có­mo es Agus­tín Pi­chot pa­pá? Pre­gun­ta­le a Va­len. Lo úni­co que te voy a de­cir es que amo a mi hi­ja con to­da mi al­ma.

17 ¿A tu mu­jer le mo­les­ta tu ima­gen de sex-sym­bol? ¿Quién es sex-sym­bol? Co­mo di­jo el Tur­co Gar­cía: “Si yo no hu­bie­ra si­do ju­ga­dor...”. Da­le, ¿de qué sex-sym­bol me ha­blás?

18 ¿Por qué ha­blás tan po­co de tu fa­mi­lia y no la ex­po­nés pú­bli­ca­men­te? Por­que creo que es al­go muy per­so­nal.

19 ¿Ima­gi­nás có­mo hu­bie­ra si­do tu vi­da sin el rugby? Nun­ca lo pen­sé. Lo que sé es que el rugby es par­te im­por­tan­te de mi vi­da, pe­ro no la úni­ca.

20 A los 19 años, di­jis­te que “mi de­fec­to en la can­cha es mi ca­rác­ter”. ¿Hoy cuál es? Na­da cam­bia, to­do per­ma­ne­ce...

21 Fue­ra de la can­cha, ¿qué odias de vos? Ese mis­mo ca­rác­ter a ve­ces me ha­ce ha­cer o de­cir co­sas que tal vez no va­len la pe­na.

22 ¿Los que en al­gún mo­men­to te cri­ti­ca­ban por “fal­ta de or­den tác­ti­co” te­nían ra­zón o no en­ten­dían na­da de rugby? A las crí­ti­cas hay que acep­tar­las, pe­ro de las per­so­nas que las ha­cen pa­ra que uno me­jo­re. Hay al­gu­nos que de­cían eso y me ayu­da­ron a cre­cer, co­mo Ale­jan­dro y Ga­briel Tra­va­gli­ni, el Po­pe Mo­rel, Ca­cho Va­ro­ne y otras per­so­nas que me en­tre­na­ban o ju­ga­ban con­mi­go. El te­ma es es­cu­char a quie­nes te de­sean lo me­jor.

23 ¿Qué te di­jo Mar­ce­lo La­rru­bia que te fuis­te llo­ran­do de una prác­ti­ca a los 16 años? Me aga­rró en­fren­te de to­dos y me di­jo que era un mal­cria­do y que ha­bía de­ja­do al equi­po sin un ju­ga­dor por­que era un egoís­ta. Ahí no­más se me vi­no el mun­do aba­jo y me fui llo­ran­do. Ese día me di cuen­ta de lo im­por­tan­te que era pen­sar en el equi­po y, has­ta hoy, ca­da vez que me ha­bla Mar­ce­lo me sien­to a es­cu­char­lo por­que su­po en­ca­mi­nar­me co­mo lo hu­bie­ra he­cho mi vie­jo.

24 ¿Tu pri­me­ra frus­tra­ción en el rugby fue que­dar­te afue­ra del Mun­dial ju­ve­nil FI­RA 93? No lo to­mé co­mo una frus­tra­ción. En su mo­men­to me do­lió, pe­ro me ayu­dó a cre­cer co­mo ju­ga­dor. Son  co­sas que te mues­tran que to­do no era tan fá­cil.

25 En sep­tiem­bre del 96, cuan­do te ope­ra­ron de los li­ga­men­tos cru­za­dos y to­da­vía eras ama­teur, ¿no pen­sas­te en lar­gar y de­di­car­te a otra co­sa? No, nun­ca. Fue otra co­sa que me hi­zo es­for­zar pa­ra se­guir ju­gan­do y po­der vol­ver a la Pri­me­ra del club y a Los Pu­mas. Nun­ca pa­ré.

26 ¿Por qué no hay me­cá­ni­cos, ni al­ba­ñi­les, ni pin­to­res ju­gan­do en la Se­lec­ción de rugby? Por­que, por ahí, an­tes, el rugby era un de­por­te eli­tis­ta y mu­cha gen­te creía que era inac­ce­si­ble... pe­ro es­toy se­gu­ro de que ca­da vez hay más gen­te que jue­ga, y eso es lo que siem­pre qui­se.

27 El per­fil ti­po del rug­bier da­ría más con el hin­cha de Ri­ver que con el de Bo­ca. ¿Por qué sos bos­te­ro? No lo sé exac­ta­men­te, pe­ro un día fui a la Bom­bo­ne­ra y me que­dé du­ro.

28 ¿So­lías ir a la can­cha? Sí, me lle­va­ban a la can­cha dos ami­gos de mi vie­jo del CA­SI: el Fran­cés Me­re­lle y Emi­lio Re­vi­rie­go. Por­que mi pa­pá y Qui­que eran del Ro­jo, y yo no.  

29 ¿El rugby en­tor­pe­ció tus ha­bi­li­da­des fut­bo­le­ras? Sí, aho­ra le pe­go con la ca­ni­lla ca­si to­das las ve­ces que pa­teo... ¡Soy ma­lí­si­mo!

30 Del fút­bol te com­pa­ras­te con Pa­ler­mo y Gui­ller­mo Ba­rros Sche­lot­to, ¿qué te­nés de ca­da uno? Y… yo ju­ga­ba de de­lan­te­ro: me gus­ta­ban los go­les de Mar­tín y los hue­vos de Gui­ller­mo.

31 A los 22 años, el Rich­mond te fi­chó con uno de los diez me­jo­res con­tra­tos del mun­do. ¿Qué los des­lum­bró de vos? El mar­ke­ting que te­nía en la Ar­gen­ti­na... ja. No, en se­rio, me pa­re­ce que les gus­tó có­mo ha­bía ju­ga­do los par­ti­dos del 95, pre­vios al Mun­dial. En es­pe­cial un Pa­na­me­ri­ca­no que ju­ga­mos con Ar­gen­ti­na A, en Fe­rro. Ha­bía gen­te de In­gla­te­rra y, des­de en­ton­ces, em­pe­za­ron a se­guir­me. Me pa­re­ce que un po­co se la ju­ga­ron. Es más, unos me­ses des­pués de mi lle­ga­da no me re­cu­pe­ra­ba de un des­ga­rro y en­ci­ma me iba a ju­gar con Los Pu­mas ca­da vez que po­día. En­ton­ces el due­ño del club me aga­rró y me di­jo: “Agus­tín, que­re­mos que seas el me­jor, pe­ro te­nés que ju­gar”. Fue­ron seis me­ses du­ros de adap­ta­ción y, por suer­te, al fi­nal ter­mi­nó to­do bien.

32 Si los téc­ni­cos de Los Pu­mas fue­ran Pi­po Mén­dez y Ti­to Fer­nán­dez, ¿el me­dio scrum se­ría Ni­co­lás Fer­nán­dez Mi­ran­da? Muy bue­na pre­gun­ta. En un mo­men­to me preo­cu­pa­ba, por­que me po­día que­dar afue­ra del Mun­dial 99, ya que ellos eran los téc­ni­cos. Pe­ro hoy me da lo mis­mo.

 

Tito Fernández, uno que no elegiría a Pichot para su equipo.
 

33 ¿Es cier­to que nun­ca, pe­ro nun­ca, te em­bo­rra­chas­te? No, lo que yo di­je en rea­li­dad es que me ha­bía em­bo­rra­cha­do muy po­cas ve­ces; y sí, fue­ron muy po­cas, no más de cin­co.

34 ¿Una de esas cin­co ve­ces que te em­bo­rra­chas­te fue cuan­do di­jis­te que Ve­rón ha­bía si­do la fi­gu­ra del Mun­dial 2002? No, lo di­je por­que sien­to un gran apre­cio por Se­bas­tián y, más allá de lo que nos do­lió a to­dos ha­ber que­da­do afue­ra del Mun­dial, me pa­re­ció muy in­jus­to que le pe­ga­ran tan­to. Hay có­di­gos. Es más, aguan­to lo que di­je: Ve­rón fue la fi­gu­ra del Mun­dial de Ja­pón.

35 Al lle­gar al Rich­mond te pe­leas­te con Ben Clar­ke por­que le de­cías lo que te­nía que ha­cer y has­ta te ti­ró un par de ma­nos. ¿Ahí no pen­sas­te “me que­mé pa­ra to­da la vi­da”? En el mo­men­to pen­sé que me ma­ta­ba. Por suer­te es­ta­ba el Yan­qui Mar­tin... ¡que me de­fen­día! In­clu­so es­tu­ve un par de par­ti­dos sin ju­gar. Des­pués, hu­bo pro­ble­mas, aun­que con el tiem­po se so­lu­cio­na­ron.

36 Al mar­gen de tu ca­ris­ma, ¿có­mo to­man los in­gle­ses hin­chas del Bris­tol te­ner un ca­pi­tán ar­gen­ti­no? Es in­creí­ble, pe­ro siem­pre la gen­te se por­tó muy bien con­mi­go, tan­to en Rich­mond, cuan­do era ca­pi­tán, co­mo acá, en Bris­tol. Nun­ca na­die me in­sul­tó y ja­más me sen­tí dis­cri­mi­na­do.

37 ¿Có­mo te ves­tías cuan­do ibas a ver a Las Pe­lo­tas, Los Re­don­dos o a Vie­jas Lo­cas? Ja, pre­gun­ta­les a los que me veían sa­lir de ca­sa con mis ami­gos, con la re­me­ra ne­gra y ra­pa­do pa­ra ir a los re­ci­ta­les… pa­re­cía­mos skin­heads suel­tos, pe­ro éra­mos muy tran­qui­los.

38 Al mar­gen de tu épo­ca de “skin­head tru­cho”, ¿en el bo­li­che eras el clá­si­co rug­bier de ca­mi­sa ro­sa, jean y sué­ter Le­gacy que des­pa­rra­ma por to­da la pis­ta su con­di­ción de Pu­mi­ta o te­nías per­fil ba­jo? Ja, ja, no, nun­ca fui de ha­cer eso. Ade­más du­ran­te una bue­na épo­ca de mi vi­da fui disc­joc­key, así que, en el bo­li­che, la­bu­ra­ba.

39 ¿Qué te de­jó la po­si­bi­li­dad de vi­si­tar a los in­dios to­bas? Fue una ex­pe­rien­cia úni­ca, que aún hoy si­gue es­tan­do en pie.

40 Cuan­do en­tras­te en la can­cha del CA­SI con la ca­mi­se­ta del Bris­tol, en ju­lio de 2001, ¿no te que­ma­ron la ca­be­za to­dos los años que vi­vis­te es­cu­chan­do los pe­ca­dos del pro­fe­sio­na­lis­mo? No, pa­ra na­da. Siem­pre pen­sé un po­co dis­tin­to so­bre el rugby. A mí en­ten­der hay que sa­ber las co­sas bue­nas y las ma­las de ca­da mo­da­li­dad. El pro­ble­ma es que en la Ar­gen­ti­na to­dos nos cree­mos los due­ños de la ver­dad y, en vez de ha­blar e in­ter­cam­biar ideas, ata­ca­mos y cri­ti­ca­mos a los per­so­na­jes. Siem­pre, por una co­sa u otra, te cri­ti­can. Si sos pro­fe­sio­nal, por es­to; si sa­lís mu­cho en los dia­rios, por es­to otro... Yo tu­ve la suer­te de acos­tum­brar­me a eso des­de que em­pe­cé y es tam­bién por eso que de­ci­dí ir­me. Igual, des­pués te das cuen­ta de que aque­llos que ayer te cri­ti­ca­ban son los mis­mos que hoy te abra­zan, te dan un be­so y te adu­lan. Lo más gra­cio­so es que siem­pre sa­bés quié­nes son.

 

En el CASI, pero de visitante, con el Bristol. Lo criticaron.
 

41 Si tu abue­lo ju­ga­ba en Obras, ¿por qué tu pa­pá se fue al CA­SI? Por­que en Obras no ha­bía di­vi­sio­nes in­fan­ti­les. Y mi abue­lo era muy ami­go de mu­cha gen­te del CA­SI, co­mo, por ejem­plo, de Co­co­cho Basch. En­ton­ces mi vie­jo y mi tío Ho­ra­cio se fue­ron al CA­SI.

42 Cuan­do fa­lle­ció tu vie­jo, en el 99, ¿el Mun­dial se con­vir­tió en una so­ga pa­ra aga­rrar­te fuer­te y no de­jar­te caer? El Mun­dial fue al­go muy im­por­tan­te. Pe­ro bas­tan­te du­ro sin mi vie­jo.

43 ¿Al­gu­na vez sen­tis­te que ya no po­días le­van­tar­te? Sí, des­pués del Mun­dial. Jus­to dos días des­pués de ter­mi­nar. Sen­tía que se me ve­nía el mun­do aba­jo. Pe­ro de nue­vo apa­re­ció el mo­tor de la fa­mi­lia y el sen­ti­mien­to de mis ami­gos y de to­da la gen­te que in­creí­ble­men­te me da­ba afec­to…

44 An­tes de Ga­les 99, le pro­me­tis­te a tu vie­jo que la ibas a rom­per y cum­plis­te. ¿Qué le pro­me­tis­te pa­ra el Mun­dial que vie­ne? Te lo cuen­to más ade­lan­te.

45 ¿El rugby es una ma­ne­ra de se­guir co­mu­ni­cán­do­te con él? El rugby fue, por ahí, la gran co­mu­ni­ca­ción que tu­ve con mi vie­jo. Dis­fru­tá­ba­mos de la mis­ma pa­sión. Hoy, que no es­tá, sien­to que en la can­cha sí lo ten­go con­mi­go.

46 ¿Por qué o por quién no ju­gas­te ni un mi­nu­to en el Mun­dial 95? Jaaaaa, qué di­fí­cil. ¿Por qué? Por in­ter­nas, po­lí­ti­ca, qué sé yo... Pe­ro, a la lar­ga, me hi­zo muy bien.

47 En el 99 su­pe­ra­ron las ex­pec­ta­ti­vas de la gen­te, que eran muy po­cas. En cam­bio, en es­te Mun­dial, se es­pe­ra más o al me­nos lo mis­mo. ¿Eso pre­sio­na o mo­ti­va? Las dos co­sas, pe­ro esa pre­sión es bue­na. El úni­co pro­ble­ma pue­de ser que nos su­ce­da lo que pa­só con la Se­lec­ción de fút­bol en el úl­ti­mo Mun­dial: que la pre­sión no se pue­da con­tro­lar y nos ter­mi­ne ma­tan­do.

48 Si la UAR no hu­bie­ra per­mi­ti­do que, tras ha­cer­te pro­fe­sio­nal, vol­vie­ras a Los Pu­mas, ¿ha­brías ju­ga­do pa­ra otro se­lec­cio­na­do? No.

49 Jo­sé Luis Im­hoff, ex en­tre­na­dor de Los Pu­mas, de­cía que vos ibas a 100 y el res­to de Los Pu­mas a 70. ¿Hoy a cuán­to via­jás vos y a cuán­to el res­to? Jo­sé Luis siem­pre de­cía co­sas que te de­ja­ban pen­san­do, y creo que eso lo di­jo por­que en un mo­men­to me tra­ta­ron de cri­ti­car los per­so­na­jes de siem­pre, esos que siem­pre es­tán. Y el pe­la­do me qui­so de­fen­der. Es un gran­de. Pe­ro, en cuan­to a las ve­lo­ci­da­des, pien­so que nun­ca fue así.

50 ¿Aún co­la­bo­rás con al­gu­na pa­rro­quia? No me gus­ta mu­cho de­cir cier­tas co­sas que ha­go por­que lo pue­den ma­lin­ter­pre­tar.

51 Una vez le di­jis­te a El Grá­fi­co: “Es­toy can­sa­do de ser buen per­de­dor”. ¿Qué tie­ne que pa­sar en el Mun­dial pa­ra que sien­tas que vol­vés ga­na­dor? Ten­dría que vol­ver a sen­tir que ju­ga­mos bien.

52 ¿De ver­dad te gus­ta leer a Nietzs­che? Me gus­ta leer de to­do. No mi­ro mu­cho la te­le­vi­sión. En­ton­ces veo pe­lí­cu­las y leo des­de Nietz­che has­ta re­vis­tas de Isi­do­ro.

53 “Soy cons­cien­te de que el rugby no me da­rá de co­mer.” (Agus­tín Pi­chot, 1994). ¿Tan le­jos veías to­do es­to? Sí. No ima­gi­na­ba que exis­tía o que iba a exis­tir es­te rugby. Me equi­vo­qué otra vez.

54 En In­gla­te­rra te pu­sie­ron “Di­mi­nu­ti­ve” por ser el más chi­qui­to de la Li­ga. ¿Hu­bo al­guien que te ha­ya su­bes­ti­ma­do y que des­pués se ha­ya mor­di­do la len­gua? Ja... no sé. Nun­ca me im­por­tó que me di­je­ran que era chi­qui­to por­que, des­de que em­pe­cé el co­le­gio, siem­pre es­tu­ve en­tre los pri­me­ros de la fi­la. Y uno se acos­tum­bra.

55 ¿Los in­gle­ses sa­ben que exis­ten el CA­SI y el SIC? No tie­nen ni idea del rugby lo­cal ar­gen­ti­no.

56 ¿Cuál es la re­la­ción de tu fa­mi­lia con Sal­va­dor Da­lí? Sé que por el la­do de los Pi­chot hu­bo una re­la­ción muy cer­ca­na, pe­ro no la co­noz­co bien. Le ten­dría que pre­gun­tar a mi abue­la.

57 En el 2000, te ci­ta­ron a los Bar­ba­rians con Jo­nah Lo­mu, Zin­zan Broo­ke, Ch­ris­tian Cu­llen, Tim Ho­ran, Joost Van der West­hui­zen, Rap­hael Iba­ñez, Law­ren­ce Da­lla­glio… ¿Ahí sen­tis­te “lle­gué”? Nun­ca sen­tí que ha­bía lle­ga­do. Pe­ro fue un ho­nor in­creí­ble ju­gar con esos ju­ga­do­res. De he­cho, la pri­me­ra vez que ju­gué un test-match pa­ra los Bar­ba­rians, con­tra Es­co­cia, en el 96, me ca­ye­ron va­rias lá­gri­mas cuan­do me pu­se la ca­mi­se­ta.

58 ¿Es­pe­ra­bas es­ta nue­va con­vo­ca­to­ria a los Bar­ba­rians? No, no pen­sa­ba que iba a es­tar se­lec­cio­na­do. Pe­ro la ver­dad que es un pla­cer. Ju­gar con­tra In­gla­te­rra y, en­ci­ma, con ti­pos co­mo Ta­ti Phe­lan o Fe­li Con­te­po­mi es un ho­nor. Oja­lá in­vi­ten a un par de ar­gen­ti­nos más.

 

En Ferro, de local, con Los Pumas, en un test ante Francia.
 

59 Tu her­ma­na hoy es­tá ca­sa­da con Juan Sa­ba­té, un ex com­pa­ñe­ro tu­yo del CA­SI. ¿Có­mo fue el día que te di­jo: “Che, es­tu­ve con tu her­ma­na”? Es tan buen pi­be que me pa­re­ció bár­ba­ro. Uno siem­pre quie­re que las per­so­nas de su fa­mi­lia es­tén con gen­te de pri­me­ra. Y Juan es de pri­me­ra.

60 ¿Has­ta que te fuis­te a ju­gar a Eu­ro­pa eras un ne­ne de ma­má? ¡Sí! Era muy mal­cria­do. Mi vie­ja ha­cía to­do pa­ra no­so­tros, sus hi­jos. Y hoy, aun­que es­té le­jos, ca­da vez que voy a la Ar­gen­ti­na es co­mo cuan­do te­nía 17 años.

61 ¿No te sen­tis­te cul­pa­ble el día que tu her­ma­no Qui­que se ba­jó de Pri­me­ra pa­ra que vos em­pe­za­ras a ju­gar? Fue uno de los mo­men­tos más lin­dos que me to­có vi­vir co­mo her­ma­no. Por eso siem­pre di­go que a Qui­que le de­bo to­do. Fue el ejem­plo que siem­pre se­guí, por­que la rom­pía ju­gan­do al rugby y por­que yo, co­mo her­ma­no me­nor, lo ido­la­tra­ba. De he­cho, en ge­ne­ral, mi fa­mi­lia es la cau­san­te de que a mí me ha­ya ido bien. Por­que en los mo­men­tos más di­fí­ci­les, fue la que me con­tu­vo y la que me ayu­dó a se­guir bus­can­do una me­jo­ra.

62 ¿Qué le pre­gun­ta­rías a Ni­co Fer­nán­dez Mi­ran­da si tu­vie­ras que en­tre­vis­tar­lo pa­ra Su­per XV, tu pro­gra­ma de Fox Sports? Le pre­gun­ta­ría so­bre mu­chas co­sas. Por ejem­plo, acer­ca del cam­peo­na­to de la Ar­gen­ti­na, o de su ex­pe­rien­cia por Na­tal, o de su vi­da con sus hi­jos...

63 ¿Có­mo es tu re­la­ción con él? Muy bue­na.

64 ¿Có­mo reac­cio­na­rías si ma­ña­na te to­ca­ra ser su­plen­te de Ni­co­lás? De la mis­ma for­ma que él reac­cio­nó cuan­do me to­có ju­gar a mí: muy co­rrec­to.

65 ¿Irías al Mun­dial co­mo su­plen­te? No ten­dría pro­ble­mas.

66 ¿En tus co­mien­zos co­pias­te co­sas del me­dio scrum su­da­fri­ca­no Di­van Ser­fon­tein? Me gus­ta­ba mu­cho có­mo ju­ga­ba, pe­ro cuan­do lo veía era muy chi­co pa­ra en­ten­der y po­der co­piar.

67 ¿Quién es el me­jor me­dio scrum que vis­te? Mi her­ma­no En­ri­que. Te­nía una mez­cla im­pre­sio­nan­te de in­tui­ción y en­ten­di­mien­to tác­ti­co; al­go que muy po­cos tie­nen. Era un crack.

68 ¿Por qué no se jue­ga al rugby en las pla­zas de Bue­nos Ai­res? Por­que es un po­co com­pli­ca­do téc­ni­ca­men­te y por­que los lu­ga­res pa­ra po­der ju­gar­lo tie­nen que es­tar bien, si no te rom­pés to­do. Es cier­to que se po­dría ju­gar a la to­ca­ta, pe­ro de to­dos mo­dos el rugby no es tan po­pu­lar co­mo pa­ra lle­gar a la pla­za o al po­tre­ro.

69 Fuis­te ta­pa de El Grá­fi­co jun­to a Ma­ra­do­na, ¿no te acor­dás, no…? ...Mo­men­to úni­co.

70 Cuan­do Die­go di­jo “si fue­ra ju­ga­dor de rugby se­ría Pi­chot”, ¿qué pen­sas­te? Me lla­mó Ma­tías Al­dao y me lo con­tó. No lo po­día creer. Nos co­no­cía­mos con Die­go, pe­ro no tan­to co­mo pa­ra que di­je­ra eso. Ade­más me ban­có en las bue­nas y tam­bién en las ma­las, co­mo cuan­do me amo­nes­ta­ron con­tra Nue­va Ze­lan­da. Hay có­di­gos...

71 Aun­que de­cís que no sos che­to re­co­no­cés que te po­ne de buen hu­mor es­tar bien ves­ti­do. ¿Cuán­ta pla­ta gas­tás men­sual­men­te en ro­pa? Y… me gus­ta, pe­ro no sé si aho­ra gas­to tan­to en ro­pa... an­tes era peor. Aho­ra, más que na­da, le sal­go a com­prar a Va­len­ti­na.

72 ¿Al­gu­na vez dis­te mal un pa­se pa­ra per­ju­di­car a un aper­tu­ra? Sí, al Co­lo Fu­se­lli. Una vez no lo aguan­té más por­que no pa­ra­ba de reír­se aden­tro de la can­cha. Así que me har­té y, re­ca­lien­te, se la ti­ré a los pies. Des­pués nos reí­mos los dos jun­tos en la can­cha y na­die en­ten­día na­da.

Una pose clásica de uno de los mejores jugadores de la historia del rugby argentino.

73 ¿Por cuán­ta pla­ta ju­ga­rías en el SIC? El rugby en la Ar­gen­ti­na es ama­teur.

74 Cuan­do es­ta­bas por arran­car en el Bris­tol te jun­tas­te a ce­nar con Hu­go Por­ta pa­ra “com­par­tir ese mo­men­to es­pe­cial”. ¿Se­guís ha­blan­do con él o se dis­tan­cia­ron por al­go en par­ti­cu­lar? Cuan­do vie­ne a Lon­dres me lla­ma. Ade­más, la­bu­ra con un ti­po de pri­me­ra, co­mo Ga­briel Tra­va­gli­ni. En­ton­ces es­ta­mos siem­pre en con­tac­to.

75 ¿Qué le fal­ta a Bris­tol pa­ra pe­lear el cam­peo­na­to? Que los ju­ga­do­res que re­pre­sen­tan a sus paí­ses no se va­yan a ju­gar pa­ra In­gla­te­rra, Es­co­cia, Ar­gen­ti­na, Ir­lan­da, Ga­les, etc. Nos ma­ta cuan­do hay par­ti­dos in­ter­na­cio­na­les, por­que el equi­po sien­te mu­cho esas au­sen­cias. Ade­más, el te­ma es que so­mos ocho ju­ga­do­res ti­tu­la­res los que es­ta­mos afec­ta­dos a esa cla­se de com­pro­mi­sos.

76 A Joa­quín, tu her­ma­no me­nor, ¿te lo vas a lle­var a ju­gar afue­ra? Oja­lá pue­da traer­lo pa­ra In­gla­te­rra. Le ven­dría muy bien una ex­pe­rien­cia en Eu­ro­pa. La vi­da acá te cam­bia mu­chas co­sas y, so­bre to­do, te ha­ce va­lo­rar lo que te­nés le­jos.

77 Un en­tre­na­dor. To­dos te de­jan al­go es­pe­cial, se­ría in­jus­to nom­brar a uno so­lo, pe­ro si ten­go que op­tar por uno: En­ri­que Al­ber­to Pi­chot, mi vie­jo. Me en­tre­nó va­rios años y la pa­sa­mos bár­ba­ro.

78 Por cues­tio­nes ge­né­ti­cas o lo que fue­re, ¿es po­si­ble que al­gún día la Ar­gen­ti­na es­té a la par de Nue­va Ze­lan­da? Im­po­si­ble, al me­nos por un tiem­po lar­go. Nue­va Ze­lan­da sien­te el rugby co­mo la Ar­gen­ti­na el fút­bol.

79 Lle­vas­te la cin­ta en dos equi­pos de In­gla­te­rra, pe­ro no te la dan en la Se­lec­ción. Con una ma­no en el co­ra­zón, ¿te due­le no ser ca­pi­tán de Los Pu­mas? No, pa­ra na­da. Me pa­re­ce que Li­san­dro Ar­bi­zu tie­ne que ser el ca­pi­tán de Los Pu­mas.

80 ¿Por qué nun­ca tu­vis­te ído­los? Es que ído­lo es una pa­la­bra un po­co fuer­te. Sí, tu­ve per­so­nas a las que ad­mi­ré: El 10, en el fút­bol; y mu­chos ju­ga­do­res del CA­SI de los 80, co­mo Pe­ri­ca Cou­rre­ges, Po­pe Mo­rel, Ga­briel Tra­va­gli­ni, Cha­pa Bran­ca, Jor­ge Allen, Pa­blo De­vo­to, Pi­po La­rru­bia, en el rugby; pe­ro ído­los, ído­los, no tu­ve.

81 ¿Es cier­to que, en una char­la de ves­tua­rio con el Bris­tol, les con­fe­sas­te a tus com­pa­ñe­ros que los ibas a ex­tra­ñar e hi­cis­te emo­cio­nar has­ta las lá­gri­mas a uno de los gor­dos? Sí, fue en un mo­men­to que ve­nía­mos muy bien. Iba­mos cuar­tos o quin­tos y es­tá­ba­mos pa­ra cla­si­fi­car a los play off. Aca­bá­ba­mos de ga­nar un par­ti­do du­rí­si­mo con­tra WASPS y, con Fe­li­pe, nos te­nía­mos que ir a ju­gar con la Se­lec­ción Ar­gen­ti­na por un mes. Ahí me sa­lió de co­ra­zón des­pués del par­ti­do de­cir­les que los iba a ex­tra­ñar. Y uno de los pi­la­res la­gri­meó y me dio un abra­zo... un gran­de.

82 ¿Es­tan­do le­jos se acre­cien­tan to­das las pe­nu­rias? Lo di­go por los tres días que te du­ró el due­lo de tu lo­ro, Uli­ses… Uli­ses... fue tre­men­do. ¡Lo que que­ría­mos a ese lo­ro!... un gran­de.

83 En el 95 ga­nas­te el Olim­pia, pe­ro di­jis­te que lo me­re­cía Fu­se­lli. ¿En el 99 lo me­re­cías vos? En el 99, lo me­re­cía Gon­za Que­sa­da, por ha­ber si­do el go­lea­dor del Mun­dial.

84 ¿Gon­za­lo Que­sa­da es el me­jor pa­tea­dor del mun­do? Sí, de­be ser el me­jor jun­to con el in­glés Jonny Wil­kin­son.

 

Con Quesada no son amigos, pero se respetan.
 

85 ¿Fe­li­pe Con­te­po­mi es tu me­dia na­ran­ja? Ha­ce cua­tro años que jue­go con Fe­li, y es un pla­cer. En­con­tré en él un ami­go co­mo po­cos, con mis có­di­gos. Y en los mo­men­tos di­fí­ci­les es bue­no te­ner una per­so­na que me en­tien­da. Des­pués, en cuan­to al jue­go, des­de que lle­gó siem­pre le tu­ve mu­cha fe. Sa­bía que te­nía más co­sas pa­ra dar y que só­lo ha­bía mos­tra­do una par­te. En la Ar­gen­ti­na, no hay mu­chos ju­ga­do­res con in­tui­ción y él la te­nía. Lue­go, en ata­que y en de­fen­sa, evo­lu­cio­nó mu­cho. Y hoy es uno de los aper­tu­ras más com­ple­tos.

86 Con Fe­li­pe Con­te­po­mi te lle­vás bár­ba­ro, es­tá cla­ro. ¿Tam­bién sos ami­go de Que­sa­da? Con Gon­za te­ne­mos la me­jor, aun­que siem­pre hay gen­te que di­ce co­sas y opi­na so­bre la re­la­ción o el jue­go de los dos... y no es que me mo­les­te, pe­ro abu­rre. Más aún mas cuan­do no hay na­da que bus­car.

87 ¿Ju­gar el Su­per 12 es el es­ca­lón que les fal­ta a Los Pu­mas pa­ra afir­mar­se en el pe­lo­tón de las se­gun­das po­ten­cias? No sé si el Su­per 12, pe­ro sí al­gu­na com­pe­ten­cia re­gu­lar, que per­mi­ta te­ner ma­yor nú­me­ro de par­ti­dos. Por­que ju­gar só­lo tres o cua­tro ve­ces por año no es lo ideal.

88 An­tes del 99, de­cías que Los Pu­mas te­nían mie­do de sí mis­mos. ¿Hoy de qué tie­nen mie­do? El equi­po tie­ne que sa­car­se el mie­do de cre­cer. Te­ne­mos mie­do de pro­bar co­sas que, qui­zás, nos suel­ten más. Es­to se da por­que ju­ga­mos po­cos par­ti­dos du­ran­te el año, y muy com­pli­ca­dos. En­ton­ces nun­ca hay tiem­po de en­tre­nar so­bre los erro­res pa­ra me­jo­rar o plan­tear al­go nue­vo. Y eso  nos sa­ca con­fian­za.

89 ¿Por qué te mo­les­ta­ba que las chi­cas te ha­bla­ran de rugby? No era que me mo­les­ta­ba que las chi­cas me ha­bla­ran de rugby, pe­ro ha­blo de rugby 5 días y me­dio de ca­da 7. Ima­gi­na­te que si cuan­do es­toy tran­qui­lo me ha­blás de rugby...

90 ¿Por qué siem­pre las me­dias ba­jas? Una cá­ba­la más.

91 ¿Te abu­rris­te de las “de­rro­tas dig­nas” de los Pu­mas? Odio per­der, ju­gan­do bien, mal, o co­mo sea. Sim­ple­men­te me cae muy mal y, en­ci­ma, sé que no me lo pue­do sa­car de la ca­be­za por mu­cho tiem­po. En­ton­ces, más bron­ca me da.

92 ¿Cuál es fa­vo­ri­to en Los Pu­mas-Ir­lan­da, hoy? Se­gu­ra­men­te Ir­lan­da. De­je­mos que sean fa­vo­ri­tos. No­so­tros te­ne­mos mu­cho pa­ra en­tre­nar.

93 ¿Te du­ra la bron­ca por­que no se los ha­ya con­si­de­ra­do quin­tos pa­ra ar­mar los gru­pos del Mun­dial? Sí, fue una in­jus­ti­cia po­lí­ti­ca. Ver­gon­zo­so. No va­le la pe­na ni de­cir­lo, fue un ma­ma­rra­cho.

94 En al­gu­nos me­dios cri­ti­ca­ron la idea de po­ner­se ro­pa mi­li­tar en es­te mo­men­to, ¿có­mo to­mas­te esas crí­ti­cas? No te­nían na­da que ver. No fui­mos a en­tre­nar­nos pa­ra ir a Irak; sim­ple­men­te fui­mos a ha­cer un en­tre­na­mien­to dis­tin­to. No creo que ha­ya­mos ofen­di­do a na­die.

95 ¿Có­mo to­man tus com­pa­ñe­ros que seas siem­pre el cen­tro de los re­co­no­ci­mien­tos? Creo que bien, co­mo me lo to­ma­ba yo cuan­do Cues­ta Sil­va era una de las ca­ras vi­si­bles jun­to a Mar­tín Te­rán u otros ju­ga­do­res. Ma­ña­na ha­brá otro y así se­gui­rá sien­do.

96 ¿Y vos te ban­cás que ellos te usen de “car­na­da”, ha­cién­do­te sa­lir pri­me­ro del ho­tel pa­ra apro­ve­char y es­ca­par­se mien­tras to­dos se amon­to­nan a tu al­re­de­dor? Sí. Nun­ca me mo­les­tó. Aun­que me pa­re­ce que to­dos tra­ta­mos de fir­mar­le au­tó­gra­fos a la gen­te.

97 ¿Qué vas a ha­cer des­pués de re­ti­rar­te? Sin­ce­ra­men­te, nun­ca lo pen­sé. Cual­quier co­sa. Me gus­ta la po­lí­ti­ca so­cial. Tal vez ha­ga al­go que ten­ga que ver con eso.

98 ¿Hu­bo una pe­lea fea en­tre va­rios de us­te­des des­pués del úl­ti­mo test con­tra Aus­tra­lia, en Ri­ver? Co­mo te di­je an­tes, mu­chas per­so­nas que no tie­nen ni idea del equi­po opi­nan y ha­blan co­mo si nos co­no­cie­ran a to­dos de me­mo­ria. Y di­cen: “Yo soy ami­go de és­te y me di­jo que se ma­ta­ron en el ves­tua­rio...”. Siem­pre apa­re­ce al­gún ru­mor o al­gu­na es­tu­pi­dez que se in­ven­ta pa­ra ge­ne­rar con­flic­to. Pe­ro ese día no pa­só na­da. Es más, es­ta­ban An­drés D’A­les­san­dro y el Bi­chi Fuer­tes en el ves­tua­rio... Pre­gun­ta­les a ellos.

99 ¿Al­gu­na vez te ne­gas­te a dar un au­tó­gra­fo? Creo que nun­ca, por­que me pa­re­ce in­jus­to no dar­le un au­tó­gra­fo a al­guien que te lo pi­de. No cues­ta na­da to­mar­te un tiem­po pa­ra la per­so­na que, en de­fi­ni­ti­va, te es­tá brin­dan­do afec­to.

100 Co­pa del Mun­do 2003… Su­pe­ran la pri­me­ra rue­da, lle­gan a cuar­tos y pier­den ahí, otra vez. ¿Fir­más? No fir­mo na­da.

 

 

Por Ignacio Levy (2003).

Foto: Estudio Sorter y Archivo El Gráfico.


Ver artículo completo

TAMBIEN TE PUEDE INTERESAR