LAS ENTREVISTAS DE EL GRÁFICO

2006. Kily 100x100

Por Redacción EG · 29 de julio de 2019

González enfrenta este cuestionario, habla de su amor por el Negro Palma y Maradona. Fanático de Central y símbolo de la Selección de Bielsa, a quien considera como uno de los mejores.


1 ¿Por qué Kily? Ha­bía ami­gos míos que a los 3 o 4 años no les sa­lía de­cir Cris­tian, y a uno le sa­lió Kily, y car­gán­do­lo a él me que­dó a mí. Aho­ra me co­no­cen to­dos por ese apo­do.

2 ¿Te gus­tó? No me gus­ta que mis ami­gos ín­ti­mos me di­gan así. En el fút­bol no me que­da otra, pe­ro en­tre mis más ami­gos, al­gu­nos me di­cen Lucky, Cris­tian o Qui­lom­bo. Kily ya me can­só un po­co.

3 ¿Por qué te ta­tuas­te al Pa­to Lu­cas? Me lo hi­ce por­que de chi­co te­nía una lo­cu­ra me­dio lin­da. Soy in­quie­to, y el pa­to es to­tal­men­te rom­pe hue­vos. Me lo ta­tué con la ca­mi­se­ta de Cen­tral cuan­do te­nía 14 años. Mi vie­jo ca­si me ma­ta.

4 ¿Dón­de que­dó el pe­lo ru­bio has­ta la cin­tu­ra? Pe­lo lin­do y ru­bio… me lo cor­té cuan­do em­pe­cé el jar­dín. Te­nía un pe­lo ex­traor­di­na­rio…  (ri­sas)

5 ¿Tu vie­ja si­gue guar­dan­do to­do lo que sa­le pu­bli­ca­do de vos? Al­gu­nas co­sas sí, otras no, si no te vol­vés lo­co. Ella es una de mis fans, por eso, cuan­do las co­sas no te van bien, a los pri­me­ros a los que les due­le es a ellos.

6 ¿Cuan­do co­bras­te tu pri­mer pre­mio te es­ca­pas­te del en­tre­na­mien­to pa­ra ir a dar­le la pla­ta a tu ma­má? Sí. Fue la sen­sa­ción más lin­da con re­la­ción al fút­bol. Yo en­tre­na­ba con la Pri­me­ra pe­ro ju­ga­ba en la Quin­ta, y en un clá­si­co que ga­na­mos acá en el Gi­gan­te ha­bía ido al ban­co. Al otro día me lla­ma Omar Pal­ma y me da un to­qui­to en bi­lle­tes de cien; no los ha­bía vis­to nun­ca. Te­nía 17 años y pe­dí per­mi­so pa­ra ra­jar­me a mi ca­sa. No te­nía ga­nas de en­tre­nar­me. El pro­fe Nar­di al prin­ci­pio no me de­jó, pe­ro le in­sis­tí y me au­to­ri­zó. En el co­lec­ti­vo iba con el to­qui­to de bi­lle­tes en el bol­si­llo del pan­ta­lón y lo apre­ta­ba con las dos ma­nos. “Es­to nos va a ser­vir pa­ra ta­par unos hue­qui­tos que te­ne­mos”, me di­jo mi vie­ja. Te­nía­mos más agu­je­ros… le de­bía­mos a to­do el ba­rrio.

7 Una vez con­tas­te que no leías li­bros, só­lo re­vis­tas y dia­rios. ¿En Eu­ro­pa cam­bias­te o se­guis­te igual? No, yo si­go igual. Me pon­go una pe­li. Leer te abre la men­te, te da fa­ci­li­dad de pa­la­bra, pe­ro nun­ca me ti­ró. Tal vez por­que nun­ca hu­bo un li­bro que me ha­ya atra­pa­do.

8 ¿Re­co­rris­te Eu­ro­pa o nun­ca tu­vis­te tiem­po? Sí, co­no­cí mu­chos lu­ga­res, pe­ro no con el equi­po, por­que ahí vas del ho­tel al es­ta­dio en el mi­cro y na­da más. Pe­ro cuan­do te­nía tiem­po li­bre vol­vía a las ciu­da­des que me ha­bían in­te­re­sa­do.

9 ¿Cuál fue el lu­gar más ra­ro don­de ju­gas­te un par­ti­do? En Chi­na, Ja­pón… pe­ro ju­gar en los me­jo­res es­ta­dios de Eu­ro­pa no me lo qui­ta na­die.

10 ¿Por qué ele­gis­te Bo­ca en vez del Real Ma­drid en el 96? Ha­ce diez años no se sa­bía tan­to del fút­bol eu­ro­peo co­mo aho­ra. No ha­bía tan­ta te­le­vi­sión por ca­ble ni in­ter­net. De pe­do te­nía los ca­na­les de ai­re de acá de Ro­sa­rio. Yo no sa­bía có­mo era el Real Ma­drid co­mo equi­po. Y ade­más se me­tió Ma­ra­do­na,  lo má­xi­mo co­mo ju­ga­dor y per­so­na pa­ra mí. Que él te di­ga: “¿No que­rés ve­nir a ju­gar con­mi­go?” fue al­go in­creí­ble. Lla­ma­ba a mi ca­sa pa­ra que fue­ra a Bo­ca y ha­bla­ba una ho­ra con mi vie­jo pa­ra con­ven­cer­me.

11 ¿Te acor­dás qué fue lo pri­me­ro que te di­jo Die­go cuan­do lle­gas­te a Bo­ca? Fui a fir­mar a la se­de y me di­jo que me es­ta­ban es­pe­ran­do con los bra­zos abier­tos. Y que me sin­tie­ra im­por­tan­te, por­que pa­ra ju­gar en un lu­gar co­mo Bo­ca te te­nés que sen­tir im­por­tan­te.

12 Una vez Ma­ra­do­na te pre­gun­tó quién era tu ído­lo y vos le di­jis­te que era el Ne­gro Pal­ma. ¿Cuál fue su reac­ción? Me man­dó a la mier­da (ri­sas). Pe­ro pa­ra mí Omar es úni­co. Yo lo dis­fru­ta­ba to­dos los do­min­gos co­mo hin­cha y des­pués ju­gué con él. Fue un sue­ño cum­pli­do.

 

El gigante es la segunda casa del Kily. Allí arrancó su carrera.
 

13 Ma­ra­do­na, Ca­nig­gia, Ve­rón, vos… lin­da ban­da… Sí, pe­ro vos fi­ja­te que no ga­na­mos na­da. Te­nía­mos un equi­po que con los nom­bres era cam­peón de to­do sin ju­gar, pe­ro con los nom­bres y la ca­mi­se­ta ya no se ga­na.

14 En Cen­tral tam­bién ar­ma­ron otro gru­po lin­do con Vi­ta­mi­na Sán­chez, Car­bo­na­ri, Gor­di­llo, Be­llo­so… Acá, va­rios hi­ci­mos las in­fe­rio­res jun­tos y su­bi­mos a Pri­me­ra al mis­mo tiem­po. Que­ría­mos con­cen­trar tres días an­tes, se­guía­mos co­mo en la pen­sión. Y en la can­cha vo­lá­ba­mos, por­que éra­mos ami­gos ade­más de com­pa­ñe­ros.

15 ¿Cuán­tas es­ca­pa­das de con­cen­tra­cio­nes tu­vis­te? No era de es­ca­par­me. Tra­ta­ba de di­ver­tir­me, pe­ro lo mío es pu­ra fa­ma. Sa­lía, sí, pe­ro no tan­to co­mo lo que se de­cía. Ojo que no soy nin­gún san­to, pe­ro tam­po­co la pa­va­da.

16 La gi­ra por Chi­na con Bo­ca de­be ha­ber si­do al­go in­creí­ble, ¿no?  Sí, uno va co­no­cien­do cos­tum­bres de tan­ta gen­te que que­dás alu­ci­na­do. Las co­mi­das, las vestimentas, los idio­mas. To­dos los días agra­dez­co lo que me dio el fút­bol, soy un afor­tu­na­do por es­tar me­ti­do en es­to y des­de ha­ce tan­to tiem­po.

17 Ve­rón te acu­sa de ha­ber ro­to un ja­rrón que va­lía una for­tu­na… Sí, lo rom­pí yo. Me vol­vía lo­co con esos ja­rro­nes. Cuan­do es­tá­ba­mos por ir­nos, le di­je a Se­bas­tián de lle­var­nos uno. Pe­ro él me de­cía que no, que no en­tra­ban en el bol­so. Y mien­tras ha­blá­ba­mos me sen­té so­bre una me­sa, y cuan­do me apo­yo, to­co uno que es­ta­ba ahí al cos­ta­do, el ja­rrón en­tró a tam­ba­lear y se hi­zo mier­da con­tra el sue­lo. Al to­que, Bi­lar­do –que es ra­pi­dí­si­mo– me aga­rra y nos lle­va ca­mi­nan­do a to­dos al mi­cro. Yo es­ta­ba con re­me­ra y to­dos es­ta­ban de cam­pe­ra, en­ton­ces me ti­ra­ron una cam­pe­ra y me la pu­se, pe­ro a esa al­tu­ra ya me se­guían los chi­nos por to­dos la­dos, pa­ra que no me ra­je. Ahí nos su­bi­mos al bon­di y Bi­lar­do se que­dó aba­jo, ha­blan­do con los ti­pos. Pe­ro ima­gi­na­te al Doc­tor ha­cién­do­se el que no sa­bía na­da y ha­blan­do por se­ñas con los ti­pos esos, por­que chi­no no sa­be. Al fi­nal no sé si el ja­rrón lo ter­mi­nó pa­gan­do él o Bo­ca, pe­ro era enor­me.

18 ¿Cuál fue la me­jor jo­da que le hi­cis­te a la Bru­ji­ta? Yo lo pe­lé. El no se pe­la­ba a ce­ro, se de­ja­ba una som­bra. Una vez, en San­ta Fe, cuan­do es­ta­ba pa­sán­do­se la ma­qui­ni­ta, le pe­gué y se sa­có to­do el pe­lo. En la ha­bi­ta­ción tam­bién es­ta­ba Blas Giun­ta y le hi­ce lo mis­mo. Y ju­ra­ron ven­gar­se. Mien­tras dor­mía, me aga­rra­ron y me sa­ca­ron las pa­ti­llas, me ra­pa­ron to­do el cos­ta­do. Me ha­bían arrui­na­do. Mi vie­ja llo­ra­ba vien­do el par­ti­do por te­le.

19 ¿Y la me­jor jo­da de con­cen­tra­ción? Hi­ce mi­les. Pe­ro con Gus­ta­vo Ló­pez, con quien an­dá­ba­mos jun­tos en Za­ra­go­za, hi­ci­mos de­sas­tres. Una vez en la Se­lec­ción con­cen­trá­ba­mos los dos con el Cho­lo Si­meo­ne, que es un en­fer­mo del fút­bol. No­so­tros que­ría­mos ver los pro­gra­mas don­de ha­bía mi­nas, pe­ro el Cho­lo no nos de­ja­ba; era to­do fút­bol. “A las diez jue­gan Ale­ma­nia-Mon­go­lia”, nos de­cía. Y ha­bía que ver­lo. Un día ba­ja­mos a co­mer, pe­ro con Gus­ta­vo vol­vi­mos an­tes a la ha­bi­ta­ción y le sa­ca­mos al Cho­lo la ca­ma, el col­chón, to­do, y nos fui­mos al so­bre a es­pe­rar que vol­vie­ra, ta­pa­dos has­ta la na­riz. “¡Hi­jos de pu­ta!”, nos gri­ta­ba cuan­do vio que su ca­ma ha­bía de­sa­pa­re­ci­do. Y lo lla­ma­ba de­ses­pe­ra­do al pro­fe Bo­ni­ni pa­ra que vie­ra lo que le ha­bía­mos he­cho. El que­ría ver su par­ti­do y se en­con­tró con que el col­chón ha­bía vo­la­do por la ven­ta­na del pre­dio.

20 ¿Te­nías a al­guien de hi­jo, al que siem­pre aga­rra­bas pa­ra bo­lu­dear? En Za­ra­go­za te­nía­mos un com­pa­ñe­ro “bra­zu­ca”, Gil­mar, que ju­ga­ba de cen­tral y era pas­tor evan­gé­li­co. Y a mí y a Gus­ta­vi­to nos de­cía: “Es­tán por el mal ca­mi­no, tie­nen que acer­car­se más a Dios”, y no­so­tros le de­cía­mos que nos ha­ble de él, que nos cuen­te. Nos lle­va­ba a su ha­bi­ta­ción y mien­tras él ora­ba con los ojos ce­rra­dos, Gus­ta­vo le es­cri­bía con bi­ro­me “Je­sús te amo”, “Te que­re­mos con no­so­tros” en las sá­ba­nas. O le pe­día­mos fra­za­das y cuan­do iba al pla­card, Gus­ta­vo sal­ta­ba de aden­tro y lo asus­ta­ba. Po­bre ne­gro, era tan bue­no… pe­ro cuan­do ju­gá­ba­mos con­tra Bra­sil siem­pre nos ga­na­ban, así que ha­bía que ce­rrar la bo­ca.

21 ¿Es ver­dad que llo­ras­te abra­za­do a Ve­rón cuan­do se fue­ron de Bo­ca? Sí. Con la Bru­ja siem­pre nos tu­vi­mos mu­cho ca­ri­ño. Vi­vi­mos to­do tan rá­pi­do jun­tos –igual a él le fue un po­qui­to me­jor des­pués, ja– que to­do fue muy fuer­te. Se des­man­te­ló muy rá­pi­do ese equi­po. Nos fui­mos con di­fe­ren­cia de un mes. Ha­bía mu­cho sen­ti­mien­to de los dos, por­que Bo­ca te mar­ca por lo que re­pre­sen­ta, por lo que se vi­ve, por lo que te mues­tra la gen­te, la pren­sa.

22 ¿En esa épo­ca co­no­cis­te mu­chos “ami­gos del mo­men­to”? Sí, en to­dos los equi­pos hay gen­te que se te arri­ma pa­ra sa­car al­go. Pe­ro vos te das cuen­ta quién lo ha­ce por con­ve­nien­cia. Y si te fi­jás, la gen­te que es­tá a mi la­do es la que es­tá des­de siem­pre. Son mis ami­gos del ba­rrio, de cuan­do era chi­co y to­da­vía no ju­ga­ba.

23 Cuan­do pa­sas­te de Bo­ca al Za­ra­go­za to­do fue muy rá­pi­do y se ru­mo­reó que fue por un te­ma de do­ping… Yo ten­go fa­ma de to­do, aunque no soy el peor ni el me­jor. Dis­fru­to los mo­men­tos. La he ca­ga­do a ve­ces, pe­ro cuan­do te po­nen una eti­que­ta no te la sa­cás nun­ca más. No fui un san­to, tampoco me arre­pien­to de na­da. Hu­bo mu­chos ru­mo­res, pe­ro no fue na­da de eso. Si in­clu­so aho­ra di­cen que vi­ne a Cen­tral por la pla­ta…

24 ¿Con Ma­cri te lle­va­bas bien? Sí, bien. Te­nía­mos un pe­que­ña amis­tad, no era la tí­pi­ca re­la­ción di­ri­gen­te-ju­ga­dor.

25 ¿Y ahora que elegiste Central en lugar de Boca? Yo creo que está todo bien. El, co­mo fa­ná­ti­co de un equi­po, tie­ne que en­ten­der lo que yo sien­to por Cen­tral.

26 ¿En Bo­ca la Bruja y vos eran co­mo Bea­vis y Butt­head? Era­mos muy rom­pe­hue­vos. El de La Pla­ta, yo de Ro­sa­rio; fue una co­sa muy gros­sa. Era­mos los dos pen­de­jos de ese plan­tel.

Un amigo del alma, la Brujita Verón. Estuvieron juntos en Boca, el Inter y la Selección.

27 ¿Es cier­to que an­tes de co­no­cer­lo pen­sa­bas que era un agran­da­do? Sí, yo lo odia­ba, por­que lo veía… vis­te co­mo es él... Uno a ve­ces se de­ja lle­var por la ima­gen, pe­ro cuan­do lo co­no­cés es un fe­nó­me­no. A mí tam­bién me pa­só. En Va­len­cia me que­rían pe­gar to­dos. A Men­die­ta yo lo odia­ba, pe­ro cuan­do fui­mos com­pa­ñe­ros nos di­mos cuen­ta de que no éra­mos ma­los ti­pos, ja.

28 Y des­pués de ha­ber es­ta­do jun­tos en Bo­ca se reen­con­tra­ron en el In­ter… Sí, y se­guía­mos con las jo­das de siem­pre. Se­gui­mos sien­do los mis­mos de la épo­ca en Bo­ca, pe­ro con trein­ti­pi­co de años. Ha­ce­mos las mis­mas bo­lu­de­ces con más años.

29 ¿Adria­no te­nía ma­la on­da con to­dos los ar­gen­ti­nos? No, era con la Bru­ja so­la­men­te, por­que él le de­cía las co­sas de fren­te. Cuan­do vos te­nés una dis­cu­sión en una can­cha, las co­sas te las di­cen pa­ra ayu­dar al equi­po. Pe­ro el ne­gro se lo to­mó to­do más per­so­nal y por eso fue­ron los pro­ble­mas que tu­vie­ron.

30 ¿Có­mo con­vi­vían en un plan­tel su­per­po­bla­do de fi­gu­ras co­mo ése? Era un qui­lom­bo. Era muy di­fí­cil por­que ha­bía ti­pos de to­do el mun­do, que ha­bla­ban mil idio­mas. Pe­ro ha­bía bue­na on­da por­que ob­te­nía­mos  los re­sul­ta­dos que bus­cá­ba­mos.

31 ¿Te sen­tís cam­peón de los dos úl­ti­mos scu­det­tos? Sí, por su­pues­to. Des­pués te po­nés a pen­sar “con ra­zón no po­día­mos sa­lir cam­peo­nes”. Los dos tor­neos sa­li­mos ter­ce­ros. Y se te cru­zan al­gu­nos par­ti­dos don­de te co­bra­ron pe­na­les en con­tra o co­sas así. No­so­tros hi­ci­mos el es­fuer­zo pe­leando con­tra equi­pos que ha­cían tram­pa, aun­que un po­co al pe­do, por­que con los plan­te­les que te­nían no la  ne­ce­si­ta­ban.

32 ¿La ita­lia­na es la li­ga más co­rrup­ta de to­das? No sé si es la más co­rrup­ta. Pe­ro vos fi­ja­te có­mo es El de Arri­ba, que ve to­do pe­ro des­pués los ha­ce sa­lir cam­peo­nes del mun­do.

33 ¿Te­nías co­no­ci­mien­to de to­do lo que pa­sa­ba? Lo co­men­tá­ba­mos en­tre no­so­tros en el plan­tel, pe­ro co­mo se pue­de ha­blar de un pe­nal ra­ro que le co­bran a cual­quier equi­po, o co­sas así.

34 Un tiem­po an­tes de ir al In­ter, la Ju­ven­tus pi­dió pre­cio por vos y del Va­len­cia con­tes­ta­ron que va­lías 30 mi­llo­nes de dó­la­res. ¿Te pa­re­ció iló­gi­co? Sí, es una lo­cu­ra. Na­die va­le 30 mi­llo­nes. Pa­sa que el fút­bol mue­ve tan­tas co­sas que hay gen­te que ma­no­tea de to­dos la­dos… Lo im­por­tan­te es que el ju­ga­dor, que es el gran pro­ta­go­nis­ta, sa­que be­ne­fi­cio de to­do eso. Si va­lés 30 mi­llo­nes, que te ha­gan un con­tra­to por esa gui­ta. A ve­ces te da ver­güen­za, por­que en Ar­gen­ti­na mu­cha gen­te se ca­ga de ham­bre pe­ro es­cu­chás ci­fras irra­cio­na­les por un fut­bo­lis­ta.

En el inter conoció al mejor dirigente que tuvo en su carrera: Massimo Moratti.

35 ¿Qué pe­só más: la ale­gría de ha­ber de­bu­ta­do en la Se­lec­ción, y en­ci­ma con­tra Bra­sil, o la bron­ca de que te ha­yan echa­do a los tres mi­nu­tos? No me di ni cuen­ta, por­que es­ta­ba en una nu­be, no po­día creer que es­ta­ba en la Se­lec­ción, ju­gan­do en can­cha de Ri­ver. Ade­más, la ju­ga­da no fue pa­ra ro­ja. El bra­si­le­ño exa­ge­ró, y co­mo ha­bían ra­ja­do a uno de ellos, me ex­pul­sa­ron a mí. Por suer­te, cuan­do ter­mi­nó el par­ti­do Daniel me ha­bló, me tran­qui­li­zó y me di­jo que no me preo­cu­pa­ra, que te­nía mu­cho por de­lan­te. Y Gron­do­na tam­bién tu­vo pa­la­bras re­con­for­tan­tes con­mi­go.

36 Pe­ro des­pués Pas­sa­re­lla no te lla­mó nun­ca más… No me ci­tó por­que se­gu­ro que mi ni­vel no era de Se­lec­ción. No lo to­mé como algo per­so­nal ni les di bo­la a los ru­mo­res que de­cían que no me lla­ma­ba por­que es­ta­ba con Ma­ra­do­na o por­que usa­ba ari­to.

37 ¿Te do­lió no ha­ber ido a los Jue­gos de Atlan­ta 96? Sí, eso sí me do­lió, pe­ro son tris­te­zas que des­pués pa­san.

38 ¿Có­mo se ex­pli­ca que cuan­do te ba­jas­te del avión pa­ra ju­gar un par­ti­do de eli­mi­na­to­rias te ha­yan ro­ba­do la bi­lle­te­ra y el ce­lu­lar? Uh… odié la Ar­gen­ti­na ese día. Mi­rá que la amo, pe­ro fue una im­po­ten­cia te­rri­ble. Es­ta­ba en el pre­dio de Ezei­za con­cen­tra­do y me que­ría vol­ver a Eu­ro­pa. No te­nía mu­cha gui­ta, pe­ro me ro­ba­ron co­sas de va­lor sen­ti­men­tal y unos com­pacts. Fue muy tris­te y me aga­rró un odio bár­ba­ro. Por suer­te se dig­na­ron a ti­rar­me los do­cu­men­tos en el ba­ño.

39 ¿Si el téc­ni­co que su­ce­día a Pas­sa­re­lla en la Se­lec­ción no hu­bie­se si­do Biel­sa, te ha­bría con­vo­ca­do? Qué sé yo… pa­sa por gus­tos y sis­te­mas de ca­da en­tre­na­dor. Ca­da uno tie­ne su for­ma de ju­gar y la aso­cia a fut­bo­lis­tas que la pue­dan plas­mar. El fút­bol de Biel­sa pa­sa por lo fí­si­co y el pro­ta­go­nis­mo. Y to­dos so­ña­mos con ir a Bra­sil y ser pro­ta­go­nis­tas. Te co­mías tres go­les por­que los ibas a bus­car. En esa épo­ca nos te­nían mie­do to­dos los se­lec­cio­na­dos.

40 ¿Nun­ca hu­bo pi­ca con él por Cen­tral y Ne­well's? No, eso hi­zo que ha­ya un res­pe­to mu­tuo, y tam­bién una ad­mi­ra­ción de mi par­te ha­cia él. Des­pués de Biel­sa es jo­di­do te­ner a otro en­tre­na­dor. Y no lo di­go por­que es­tu­ve en ca­si to­das las con­vo­ca­to­rias; hay gen­te que no ju­gó mu­chos par­ti­dos y di­ce lo mis­mo. Me sien­to or­gu­llo­so de ha­ber tra­ba­ja­do con él.

 

Canalla desde que era chiquitito.
 

41 ¿Es cier­to que es di­ver­ti­do en la in­ti­mi­dad? Sí. Te­nía pa­la­bras, ges­tos, co­men­ta­rios, ri­sas… Mar­ce­lo es se­rio, y mu­cho no le gus­ta que ha­blen de él, pe­ro tie­ne su for­ma es­pe­cial de sa­ber­se me­ter en los mo­men­tos jus­tos.

42 ¿Su es­que­ma de jue­go te con­ve­nía? Sí, por mi for­ma de ju­gar con di­ná­mi­ca, cam­bio de rit­mo, pu­de es­tar en la Se­lec­ción. Fue el que me­jor me su­po ex­plo­tar.

43 ¿Te ter­mi­nas­te ha­cien­do biel­sis­ta? Y sí... Yo me sien­to iden­ti­fi­ca­do con él. De to­dos los en­tre­na­do­res que uno tie­ne va sa­can­do lo me­jor. Pe­ro tam­bién agra­dez­co lo que me apor­tó Bi­lar­do. Hoy el fút­bol es di­na­mis­mo, ac­ti­tud, cam­bio de rit­mo, ser po­li­fun­cio­nal. Y to­do eso me lo dio el Doc­tor.

44 ¿Du­ran­te cuán­to tiem­po Ar­gen­ti­na fue el me­jor equi­po del mun­do? Has­ta el día que que­da­mos afue­ra del Mun­dial 2002. Has­ta que los re­sul­ta­dos no nos acom­pa­ña­ron. Has­ta que El de Arri­ba di­jo: “No es pa­ra us­te­des, mu­cha­chos”. Te­nía­mos la me­jor Se­lec­ción del mun­do, sin du­das. Lo de­cían to­dos y los re­sul­ta­dos nos ava­la­ban. Pe­ro nos que­da­mos afue­ra y te te­nés que ca­llar la bo­ca. Le ge­ne­ras­te 20 si­tua­cio­nes de gol a Sue­cia, pe­ro te em­bo­ca­ron un gol de ti­ro li­bre. Con In­gla­te­rra era un par­ti­do pa­ra em­pa­tar o ga­nar, pe­ro per­dis­te por un pe­nal. Y te fuis­te. A llo­rar a la igle­sia. No li­ga­mos. No te­nía que ser para nosotros. No se li­gó na­da.

45 ¿La Co­pa Amé­ri­ca 2001 ten­drían que ha­ber­la ju­ga­do, así se ga­na­ba un tí­tu­lo y se cor­ta­ba una ma­la ra­cha de ca­ra al Mun­dial? No sé. A prio­ri la po­dría­mos ha­ber ga­na­do, pe­ro no fui­mos. Pa­ra mí, jun­to a la de Ba­si­le, la de Biel­sa fue una de las me­jo­res se­lec­cio­nes que se for­ma­ron. Pe­ro El de Arri­ba no qui­so que ga­ná­ra­mos na­da.

46 ¿Vol­vis­te a ver al­gún par­ti­do o re­su­men de Co­rea-Ja­pón? No, na­da.

47 ¿Llo­ras­te des­pués de la eli­mi­na­ción? Sí, mu­cho. No era jus­to. No me­re­cía­mos eso. No­so­tros ha­bía­mos he­cho to­do pa­ra me­re­cer un po­qui­to más. No ten­go du­das de que si pa­sá­ba­mos de ron­da, éra­mos cam­peo­nes del mun­do.

48 ¿En­ton­ces fue un fra­ca­so o ma­la suer­te? Lo te­nés que to­mar co­mo un fra­ca­so. Pe­ro no li­ga­mos na­da. Mi­rá la última Se­lec­ción. Fue al Mun­dial, tu­vo un po­co de suer­te, ju­gó bien y lle­gó don­de lle­gó. Y con un po­qui­to más de oje­te, era cam­peón del mun­do. Si le ga­na­ban a Ale­ma­nia, eran cam­peo­nes.

49 ¿Los con­flic­tos so­cia­les ar­gen­ti­nos de esos años les ge­ne­ra­ron una pre­sión ex­tra? Tu­vi­mos pre­sión to­dos los par­ti­dos du­ran­te cua­tro años, pa­sa que des­pués de per­der se bus­can ex­cu­sas. Vos te aga­rrás del re­sul­ta­do fi­nal. Pre­sión tie­ne el que se le­van­ta pa­ra la­bu­rar y no tie­ne pa­ra co­mer. Acá so­mos muy re­sul­ta­dis­tas. Si sa­lís se­gun­do, sos un fra­ca­sa­do. ¡Y te es­toy di­cien­do se­gun­do!

50 “Cuan­do el ju­ga­dor ar­gen­ti­no es­tá com­pli­ca­do, no fa­lla”. ¿El Mun­dial 2002 fue la ex­cep­ción? Pe­ro no­so­tros ve­nía­mos bár­ba­ro. No es­tá­ba­mos com­pli­ca­dos. Si ga­ná­ba­mos el úl­ti­mo par­ti­do, pa­sá­ba­mos. En­ci­ma no per­di­mos con­tra los sue­cos. Fi­ja­te la ma­la le­che que tu­vi­mos que el gol con­tra Sue­cia fue de re­bo­te de pe­nal. ¡Ni el pe­nal pu­di­mos me­ter!

51 Mu­cha gen­te ter­mi­nó cul­pan­do a Ve­rón de lo que pa­só… Yo no vi nun­ca esa ima­gen po­lé­mi­ca de la que to­dos ha­blan. Pe­ro el mo­ti­vo que dio él es­tá bien. Si va­mos per­dien­do y te ha­cen ese ges­to de tran­qui­li­dad, to­dos se po­nen lo­cos, sí. Pe­ro si ti­rás el cen­tro mal, ter­mi­na sien­do mucho peor.

52 En lo per­so­nal, ve­nir ju­gan­do y de re­pen­te no es­tar en el de­but con­tra Ni­ge­ria, ¿có­mo lo to­mas­te? Me do­lió mu­cho, pe­ro me la co­mí. No es­ta­ba bien fut­bo­lís­ti­ca­men­te y Mar­ce­lo de­ci­dió sa­car­me.

53 ¿Te sor­pren­dió que Biel­sa si­guie­ra? No por él, si­no por­que en Ar­gen­ti­na só­lo se bus­ca ser cam­peón y na­da más. Eso de­mos­tró que se va­lo­ró el tra­ba­jo que hi­zo en su pro­ce­so.

54 Lo que pa­só en la fi­nal de la Co­pa Amé­ri­ca con­tra Bra­sil, ¿fue un des­cui­do, una des­con­cen­tra­ción, se ha­bían re­la­ja­do o fue mé­ri­to de Adria­no? Fue un oje­te terrible de Bra­sil… cie­rro los ojos y me acuer­do de la ju­ga­da. No se pue­de creer. Pen­sé en de­jar de ju­gar. No po­día ser, por có­mo ha­bía­mos ju­ga­do en to­da la Co­pa. Des­con­cen­tra­ción no fue por­que es­ta­ban to­dos to­ma­dos. Fue mé­ri­to del gor­do que le que­dó y la cla­vó… y des­pués arran­ca­mos aní­mi­ca­men­te mal en los pe­na­les, y en­ci­ma erra­mos los dos pri­me­ros…

55 Aun­que sea vos pu­dis­te sa­car­te un po­qui­to la es­pi­na de 2002 y de la Co­pa Amé­ri­ca 2004 con la me­da­lla en Ate­nas, ¿o no tie­ne na­da que ver? Son co­sas du­ras, tris­tes. Pe­ro den­tro de to­do lo­gra­mos una co­sa que le fal­ta­ba al fút­bol ar­gen­ti­no. Que­da­mos en la his­to­ria de la me­jor ma­ne­ra.

56 ¿Rei­vin­di­ca­ron el pres­ti­gio de Ar­gen­ti­na, que ha­cía mu­cho que no ga­na­ba na­da, y el de us­te­des? Sí, por­que ha­bían pa­sa­do 10 años sin ga­nar na­da. Lás­ti­ma que no es­tu­vie­ron to­dos los chi­cos del Mun­dial, pe­ro sen­ti­mos que ellos tam­bién es­ta­ban. Por lo me­nos se va­lo­ró el lo­gro que fal­ta­ba.

57 ¿Sin­tie­ron el es­pí­ri­tu olím­pi­co y to­do lo que se ha­bla de los Jue­gos pe­se a no es­tar en la Vi­lla? Pa­ra mí fue la ex­pe­rien­cia más lin­da que vi­ví en el fút­bol. Era co­mo es­tar en una pen­sión. El gru­po era ex­traor­di­na­rio. Dor­mía­mos en una ca­ma re chi­qui­ta que nos te­nía­mos que ha­cer no­so­tros, no te­nía­mos te­le, ha­bía que to­mar un bon­di pa­ra ir a de­sa­yu­nar y al­mor­zar.

58 ¿Te cru­zas­te con al­gún gros­so? Sí, me que­dé asom­bra­do por la hu­mil­dad de Ema­nuel Gi­nó­bi­li. Es­tu­vi­mos con los chi­cos de vo­ley, con las Leo­nas. Y de los de afue­ra vi­mos a mu­chos te­nis­tas, al chi­no Yao Ming. Fue muy lin­do cuan­do nos jun­ta­mos a co­mer to­dos los ar­gen­ti­nos. Tam­bién fui­mos a ver un par­ti­do de vó­ley. La pa­sa­mos muy bien.

59 ¿Y la re­nun­cia de Biel­sa có­mo la to­mas­te? Mal, fue un gol­pe muy gran­de. El te­nía sus ra­zo­nes y las res­pe­té, pe­ro no las acep­té nun­ca. Por­que yo sé to­do lo que tu­vo que su­frir por có­mo lo cas­ti­gó la pren­sa.

60 ¿La vis­te ve­nir, él les co­men­tó al­go? No. Cuan­do le ga­na­mos 3-1 a Pe­rú allá, por la eli­mi­na­to­rias, es­ta­ba muy con­ten­to. Y de re­pen­te pa­só. Yo me en­te­ré en Ita­lia.

61 ¿Has­ta cuán­do te ilu­sio­nas­te con ir a Ale­ma­nia? Has­ta el fi­nal. La es­pe­ran­za era po­ca, pe­ro soy po­si­ti­vo. Me di cuen­ta de que no iba des­pués de mi le­sión con­tra Uru­guay, cuan­do de­jé de te­ner con­tac­to con la Se­lec­ción.

62 ¿Te do­lió no ha­ber es­ta­do? Sí, la for­ma so­bre to­do. Por­que no me rom­pí en el In­ter; fue con la Se­lec­ción. Es­tu­ve cua­tro me­ses sin re­ci­bir una lla­ma­da del doc­tor o del cuer­po téc­ni­co. Creo que no era jus­to. Pe­ro Pe­ker­man ha­brá te­ni­do sus ra­zo­nes. No le ten­go ren­cor. Cuan­do me lla­mó an­tes de la lis­ta, le de­seé lo me­jor.

63 ¿Te lla­mó pa­ra de­cir­te que no ibas a es­tar? Sí, pe­ro le di­je que no me ser­vía pa­ra na­da. No tie­ne sen­ti­do lla­mar a un ti­po des­pués de cua­tro me­ses, una ho­ra an­tes de dar la lis­ta y de­cir­le que no va. Es pre­fe­ri­ble que no te lla­men. El res­pe­to es an­tes. Es pre­gun­tar­te có­mo es­tás de la le­sión, que fue lo que me hi­zo per­der con­ti­nui­dad en el In­ter.

64 ¿Y el te­ma de la ca­pi­ta­nía? A Aya­la lo eli­gió el gru­po, pe­ro Pe­ker­man pu­so a So­rin. Pa­ra mí es más me­ri­to­rio que te eli­jan tus com­pa­ñe­ros, pe­ro hay for­mas y for­mas.

65 ¿Y la pe­lea en­tre la Bru­ja y Juam­pi có­mo la vi­vis­te? Son pro­ble­mas per­so­na­les en­tre ellos. Yo ten­go re­la­ción con los dos. En Eu­ro­pa no­so­tros se­gui­mos sien­do ex­tran­je­ros y yo no que­ría que se vea la ima­gen de dos ar­gen­ti­nos pe­leán­do­se. Tra­té de acer­car­los, pe­ro si des­pués te cie­rran la puer­ta, se aca­bó. Ca­da uno asu­me lo que ha­ce.

66 ¿Ar­gen­ti­na es­ta­ba pa­ra más en Ale­ma­nia? Sí, era el equi­po que me­jor ju­ga­ba al fút­bol. Ma­ne­ja­ba, to­ca­ba la pe­lo­ta. Ita­lia ga­na­ba me­ti­do atrás, sal­vo cuan­do su­pe­ró a Ale­ma­nia poniendo dos de­lan­te­ros más. Eso le fal­tó un po­qui­to a Ar­gen­ti­na. Si hu­bie­ra me­ti­do a Ai­mar o a Mes­si con­tra los ale­ma­nes, ga­na­ba el par­ti­do. Ellos es­ta­ban muer­tos.

67 ¿Se equi­vo­có Jo­sé con los cam­bios? No, no di­go eso. Pe­ro creo que era el mo­men­to. No que­rían más. Ha­bía que ata­car­los con ju­ga­do­res ra­pi­di­tos.

68 ¿Vos es­tás con los que di­cen que Ri­quel­me jue­ga bien o con los que di­cen que es len­to? Ri­quel­me jue­ga bien. No es len­to; te da más pau­sa que otros. Eso ha­ce que el equi­po sea más len­to, pe­ro Ro­mán es rá­pi­do con la pe­lo­ta. A la ho­ra de de­ci­dir, tar­da un se­gun­do más que el res­to. En el Mun­dial lo vi por mo­men­tos bien, pe­ro tu­vo al­gu­nas la­gu­nas.

69 ¿Ten­dría que ha­ber se­gui­do Pe­ker­man? Creo que sí. Hi­zo las co­sas bien en el Mun­dial. Pe­ro él ten­drá sus ra­zo­nes y deben ser respetadas.

70 ¿El Co­co es una bue­na op­ción? El Co­co Basile es uno de los en­tre­na­do­res que más ga­nó. Co­pas Amé­ri­ca, tor­neos lo­ca­les y copas internacionales, ade­más hizo las cosas muy bien en Bo­ca. Y tie­ne la ideo­lo­gía de jue­go que le gus­ta al ar­gen­ti­no.

71 ¿Qué otro téc­ni­co hu­bie­ses pues­to? Me gus­ta Bu­rru. Lo veo que va pa­ra ade­lan­te. Tam­bién me gus­ta Pum­pi­do. Tie­ne mu­cho diá­lo­go con el ju­ga­dor. Y hoy el téc­ni­co pa­sa por te­ner con­ten­to al ju­ga­dor. Nos gus­ta que nos ha­gan sen­tir im­por­tan­tes, que nos mi­men. Con Bi­lar­do en Bo­ca es­ta­ban el Ta­ta Brown y Nery co­mo ayu­dan­tes, y él se la pa­sa­ba ha­blan­do con­mi­go.

72 ¿Te ves con po­si­bi­li­da­des de que te con­vo­que Ba­si­le? Las chan­ces es­tán, pe­ro hay que ser rea­lis­ta. Des­pués de­pen­de­rá de mi ni­vel. Aho­ra só­lo pien­so en es­tar bien en Cen­tral.

73 ¿El tí­tu­lo de li­ga con Va­len­cia fue el más im­por­tan­te de tu ca­rre­ra? Sí, por­que fue des­pués de 32 años de no ga­nar na­da en Va­len­cia. Fue muy lin­do. La gen­te lo dis­fru­tó co­mo lo­ca.

74 ¿Cuál fi­nal de Cham­pions te do­lió per­der más: la pri­me­ra con­tra el Real Ma­drid o la se­gun­da con­tra el Ba­yern Mu­nich? La se­gun­da. La pri­me­ra to­dos es­ta­ban con­for­mes has­ta dón­de ha­bía­mos lle­ga­do, y la gen­te se re­la­jó. Pe­ro en la se­gun­da nos en­con­tra­mos ga­nan­do 1-0 y ahí nos pe­só un po­co la inex­pe­rien­cia. Esas dos fi­na­les y la de la Co­pa Amé­ri­ca 2004 no me las ol­vi­do más.

Con el valencia, marcado por Roy Keane, del Manchester. Finalista de dos Champions.

75 ¿Cú­per es un pe­cho frío? No, él tie­ne su for­ma de ser. El úni­co que lo ha­cía reír era yo. A mí me ayu­dó mu­cho, por­que cuan­do es­ta­ba en Za­ra­go­za él me pi­dió. Y cuan­do se fue al In­ter tam­bién me qui­so lle­var. Y mi­rá que dis­cu­tía­mos…

76 ¿Por qué le cues­ta tan­to ga­nar las fi­na­les? Por­que son “le­che”. No tie­ne ló­gi­ca. No lo po­dés creer. Per­dés, per­dés y per­dés…

77 ¿Cuán­do fue el quie­bre en tu re­la­ción con él? ¿Por cues­tio­nes fut­bo­lís­ti­cas o ex­tra­fut­bo­lís­ti­cas? Pe­leá­ba­mos por co­sas fut­bo­lís­ti­cas, pe­ro no te­nía­mos ma­la re­la­ción. SI no, ni me hu­bie­se pe­di­do pa­ra los clu­bes a los que fue.

78 ¿Cuál fue el me­jor DT que tu­vis­te? Hay en­tre­na­do­res que me agre­ga­ron co­sas. Yo en in­fe­rio­res ju­ga­ba de me­dia pun­ta. Era ti­po Ai­mar, te lo ju­ro, ju­ga­ba bien de ver­dad cuan­do era chi­co. Y des­pués Bi­lar­do me dio otras co­sas, pe­ro per­dí ha­bi­li­dad con la pe­lo­ta. El que más me exi­gió fue Biel­sa, por que él sa­bía lo que po­día dar.

79 Con Ra­fa Be­ní­tez tam­po­co tu­vis­te una bue­na re­la­ción en Va­len­cia… No, pa­ra na­da. Odio la gen­te con so­ber­bia. Vos po­dés ha­cer cam­bios, pe­ro no po­dés pre­ten­der ha­cer­los de la no­che a la ma­ña­na. Tu­ve dis­cu­sio­nes gros­sas con él y una vez ca­si nos va­mos a las ma­nos.

80 Y en­ci­ma en 2002 te rom­pis­te los li­ga­men­tos. Sí, fue una ra­chi­ta ma­la. Por­que el no es­tar con­ten­to en un lu­gar me ha­cía es­tar muy ten­so, ner­vio­so, y eso re­per­cu­tió en el cuer­po.

81 ¿Es in­jus­to lo que le pa­só a Aya­la con los hin­chas del Va­len­cia? Sí, cla­ro. El Ra­tón le dio mu­chas co­sas al equi­po.

82 ¿Y có­mo se ex­pli­ca que ha­yan de­ja­do ir tan fá­cil­men­te a Ai­mar? Es una co­sa de lo­cos, no se pue­de creer. ¿Quién no va a que­rer a Ai­mar en el equi­po? Es de los ju­ga­do­res di­fe­ren­tes, ade­más es un ti­po que me­te co­mo lo­co. Pa­blo nos hi­zo ga­nar la pri­me­ra li­ga so­lo.

83 ¿Por qué vol­viste a Cen­tral y no a Bo­ca? Por sen­ti­mien­to. Yo que­ría ve­nir a Cen­tral, pe­ro As­tra­da ha­bía de­cla­ra­do que en mi pues­to ya te­nía dos ju­ga­do­res. Mi re­pre­sen­tan­te me mos­tra­ba el dia­rio y me de­cía: “En tu club no te quie­ren”. Y me do­lió un po­co. La fá­cil hu­bie­se si­do ir­me a Bo­ca, pe­ro qui­se ve­nir a Ro­sa­rio pa­ra pe­lear el lu­gar por­que a es­te club lo amo. Si fue­se ma­la le­che, arre­gla­ba con Bo­ca y de­cía “As­tra­da no me que­ría”, y cuan­do ju­gá­ba­mos con­tra Cen­tral le ven­día hu­mo a la gen­te ha­cién­do­le ges­tos, pi­dién­do­les per­dón y di­cién­do­les que los quie­ro. Pe­ro ele­gí ve­nir pa­ra acá, ha­blé con Leo y que­dó to­do acla­ra­do. Lo de As­tra­da me ha­bía ma­ta­do, pe­ro el Pe­ta­co Car­bo­na­ri me di­jo: “Fir­má, ‘Qui­lom­bo’”. Y fir­mé por él.

84 ¿Y có­mo vi­vis­te lo que pa­só con la sa­li­da de As­tra­da? Me rom­pió los hue­vos, por­que la si­tua­ción no me gus­ta­ba pa­ra na­da. Lle­ga­ba yo y As­tra­da se iba. Mu­chos se­gu­ro que pen­sa­ron que lo eché yo. Pe­ro ha­blé con el plan­tel y se acla­ró to­do.

85 Tu re­gre­so a Cen­tral no fue el me­jor ni mu­cho me­nos… Pa­sa que yo ven­go de 10 años en Eu­ro­pa, don­de se le­sio­na uno y al toque lo sa­can. Reac­cio­né mal. Pe­ro si es­cu­chás el cru­ji­do que sen­tí yo y vas per­dien­do, y no la sa­can y te la pi­san… se me cor­tó la ca­de­na y me ex­pul­sa­ron.

86 ¿Có­mo de­fi­ni­rías a Bi­lar­do? Un lo­co por el fút­bol. Es­tá un pa­so ade­lan­te de los otros, es un vi­sio­na­rio.

87 ¿Pas­sa­re­lla? Es una per­so­na muy exi­gen­te con el ju­ga­dor, por­que sa­be que te­nés más pa­ra dar.

88 ¿Biel­sa? El que­ría to­do a la per­fec­ción, sin erro­res. Es un per­fec­cio­nis­ta, aunque en el fút­bol no se pue­de en­con­trar en su to­ta­li­dad. Pe­ro él lo in­ten­ta­ba.

El consuelo de Bielsa tras la increíble derrota con Brasil la final de la Copa América 04.

89 ¿Gron­do­na? Me ayu­dó bastante en varias co­sas. Yo ten­go mu­cha re­la­ción con su nie­to y me sien­to un nie­to más. Lo con­si­de­ro sin­ce­ro; con­mi­go siem­pre fue de fren­te.

90 ¿Ma­ra­do­na? A mí me ayu­dó una ban­da co­mo per­so­na. Me dio mu­chos con­se­jos, y que te los dé Die­go no es lo mis­mo que te los di­ga otro ti­po.

91 ¿Ba­tis­tu­ta? Es el ti­po más hu­mil­de que co­no­cí en el fút­bol. Gaby no tie­ne dra­ma con na­da.

92 ¿Ra­fa Be­ní­tez? Quie­re ser pro­ta­go­nis­ta siem­pre, le gus­ta ma­ne­jar al plan­tel a ra­ja­ta­bla. Co­mo en­tre­na­dor es muy in­te­li­gen­te y tie­ne un pro­fe que es el me­jor del mun­do, fí­si­ca­men­te vo­lás.

93 ¿Cú­per? Un gran con­tra­gol­pea­dor. For­ma­ba to­do en re­la­ción a cu­brir­se pri­me­ro y ata­car des­pués. Un ti­po sin mu­chas pa­la­bras, pe­ro que siem­pre te de­ja­ban al­go.

94 ¿Ro­ber­to Man­ci­ni? El Man­cho to­da­vía se­guía sien­do ju­ga­dor. Te­nía reac­cio­nes con el plan­tel que no iban bien. Era muy ca­len­tón.

95 ¿Mas­si­mo Mo­rat­ti? Me pon­go de pie. Le di­cen “mi­llo­na­rio bo­lu­do”, por­que gas­ta y gas­ta. Pe­ro le ter­mi­na­ron dan­do la ra­zón. Es el me­jor del mun­do, no co­no­cí otro di­ri­gen­te tan bue­no co­mo él. Vos na­da más te­nés que preo­cu­par­te por ju­gar.

96 Si te di­go Cro­mag­non, ¿sa­bés que es? Sí. No­so­tros te­ne­mos que vi­vir con los pies en la tie­rra. El fút­bol no es lo úni­co que ten­go en la vi­da. Cuan­do es­ta­ba en Eu­ro­pa es­ta­ba al tan­to de to­do lo que pa­sa­ba acá. Hu­bie­se si­do hi­pó­cri­ta ha­ber­me ido y ol­vi­dar­me de lo que sucedía en Ar­gen­ti­na. Por­que yo ten­go mi gen­te acá, en­ton­ces me aco­plo a lo que vi­ven to­dos.

97 ¿Có­mo ves el te­ma po­lí­ti­co en el país? Acá ro­ban to­dos. Y no­so­tros ape­nas ve­mos un po­qui­to, o nos en­te­ra­mos de muy po­co de lo que cho­rean. Des­pués es­tá el gran error de pen­sar só­lo en no­so­tros. Y la fal­ta de edu­ca­ción, que es el gran pro­ble­ma del país. Sin edu­ca­ción se va todo al ca­ra­jo.

98 ¿En Cen­tral has­ta cuán­do te pensás que­dar? Has­ta que me den las pier­nas. Un par de años más.

99 ¿Y des­pués? Es­toy ayu­dan­do a chi­cos, tal vez no di­rec­ta­men­te co­mo re­pre­sen­tan­te, pe­ro pa­ra ir for­man­do a los pi­bes, que se­pan có­mo ma­ne­jar­se. No dar­les un con­se­jo, pe­ro sí ayu­dar­los a que pa­sen co­sas que yo ya pa­sé y no la ca­guen co­mo la ca­gué yo.

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Por Santiago Martella

Fotos: Marcelo Bustamante y Archivo El Gráfico.


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