LAS ENTREVISTAS DE EL GRÁFICO

Gerardo Martino 100x100

Por Redacción EG · 05 de julio de 2019

Siendo DT en la selección paraguaya, Gerardo Martino le contó su historia a El Gráfico, con un repaso de las buenas y las malas, los amores y las broncas Cien respuestas del Tata para la posteridad.


 

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NOM­BRE: Ge­rar­do Da­niel Mar­ti­no.
NA­CI­MIEN­TO: 20/11/1962 en Ro­sa­rio.
TRA­YEC­TO­RIA: Ne­well’s (1980-91, 1992-94 y 1995), Te­ne­ri­fe (1991), La­nús (1994-95), O’Hig­gins de Chi­le (1996) y Bar­ce­lo­na de Ecua­dor (1996). Ju­gó en la Se­lec­ción Ju­ve­nil y en la ma­yor, con Bi­lar­do y Ba­si­le.
TI­TU­LOS: 3, to­dos con Ne­well’s.
CO­MO DT: ayu­dan­te de Pi­cer­ni en Pla­ten­se (97-98), prin­ci­pal en Brown (Arre­ci­fes), Pla­ten­se, Ins­ti­tu­to, Li­ber­tad, Ce­rro Por­te­ño, Co­lón, Li­ber­tad, Selección de Paraguay, Newell´s, Barcelona, Selección Argentina, Atlanta United, Selección de México.
CA­RAC­TE­RIS­TI­CAS: Vo­lan­te de gran ma­ne­jo y pe­ga­da, po­co afi­lia­do a la mar­ca, se ini­ció co­mo cin­co y lue­go fue en­gan­che y ocho. Es el ju­ga­dor que más par­ti­dos dis­pu­tó en la his­to­ria de Ne­well's (502) y tam­bién el que más tí­tu­los ga­nó (3) con Sco­po­ni y Llop. Ca­sa­do,  tres hi­jos, co­mo DT cul­ti­vas las ideas de Biel­sa, usa jog­ging co­mo Biel­sa, ha­bla pa­re­ci­do a Biel­sa y has­ta tie­ne la mis­ma pe­la­da que Biel­sa. ¿Biel­sis­ta yo?

 

1. ¿El Che Gue­va­ra era de Cen­tral o de Ne­well's? Ni idea. Igual, no de­be ha­ber si­do ésa la preo­cu­pa­ción del Che, es­ta­ba en otra co­sa.

2. ¿Hay más hin­chas de Cen­tral o de Ñuls? En los úl­ti­mos años la gen­te de Ñuls cam­bió tan­to pe­ro tan­to que cuan­do voy a la can­cha no de­jo de sor­pren­der­me. Si en nues­tra épo­ca hu­bié­ra­mos te­ni­do no só­lo es­ta can­ti­dad si­no es­ta cla­se de hin­cha, no ten­go du­das de que ha­bría­mos ga­na­do más tí­tu­los. Es­tá bien: mu­cho de es­to se ori­gi­na en­tre el 87 y el 92, los chi­cos que hoy lle­nan la can­cha cre­cie­ron con aque­llos  equi­pos cam­peo­nes de Ñuls.

Símbolos rosarinos por excelencia. Martino, look barba, y el Negro Palma, de Central.
 

3. No me con­tes­tas­te quién tie­ne más hin­chas. Me da la sen­sa­ción de que hoy hay más de Ñuls. La di­fe­ren­cia en la ac­ti­tud de la gen­te en una can­cha y otra es no­ta­ble. Al de Ñuls na­da lo aco­bar­da, siem­pre tie­ne una res­pues­ta.

4. Sin em­bar­go, hay más fa­mo­sos de Cen­tral que de Ne­well's: Ol­me­do, Fi­to Páez, el Ne­gro Fon­ta­na­rro­sa... Pa­rá, no­so­tros te­ne­mos a Pa­chu y Pa­blo.

5. Ta­ta, no jo­dás, con to­do el res­pe­to por Pa­chu y Pa­blo. Y bue­no... ellos son el ar­te y no­so­tros el pue­blo.

6. ¿Con el Ne­gro Fon­ta­na­rro­sa ha­blas­te al­gu­na vez? Sí, he­mos char­la­do 4 o 5 ve­ces, siem­pre con mu­cho res­pe­to. Me ima­gi­no que es­tar en el día a día con el Ne­gro sien­do hin­cha de Ñuls no de­be ser muy có­mo­do, pe­ro co­mo lo mío es es­po­rá­di­co, las for­mas se res­pe­tan.

7. ¿No les dio pas­to a las fie­ras el In­dio So­la­ri cuan­do til­dó a la gen­te de Ñuls de “pe­cho frío”'? Al con­tra­rio, ése fue el ma­yor acier­to del In­dio, to­da­vía se de­be es­tar gol­pean­do el pe­cho. Esa fra­se le dio de co­mer a las fie­ras, pe­ro pro­du­jo una reac­ción te­rri­ble en la gen­te de Ñuls. Co­mo a la gen­te de Ñuls le mo­les­tó mu­cho más de lo que le dio de co­mer a los de Cen­tral, sa­li­mos ga­nan­do. An­tes, el hin­cha de Ñuls iba a ver a su equi­po ju­gar bien y ga­nar y no se preo­cu­pa­ba mu­cho por el alien­to.

8. ¿Apren­dis­te al­go de gua­ra­ní en es­tos cua­tro años? Dos o tres ma­las pa­la­bras, na­da más.

9. ¿Nun­ca sen­tis­te que los ju­ga­do­res ha­blan en gua­ra­ní pa­ra que no los en­tien­das? Siem­pre pien­so que al­gu­no me es­tá pu­tean­do, pe­ro no me mo­les­ta. Al con­tra­rio: creo que los ju­ga­do­res ne­ce­si­tan su lu­gar. El­vio Pao­lo­ros­so, el pro­fe, les di­ce a ca­da ra­to que en­ten­dió to­do, pe­ro en rea­li­dad no ca­za una. Es bue­no no ha­ber apren­di­do gua­ra­ní, así no tie­nen que en­ce­rrar­se en un cuar­to pa­ra po­der pu­tear­me tran­qui­los. Ade­más, siem­pre pen­sé que los ex­tran­je­ros éra­mos no­so­tros, que los que te­nía­mos que cam­biar éra­mos no­so­tros y no ellos.

10. ¿Qué há­bi­tos in­cor­po­rar­se de Pa­ra­guay? El te­re­ré, so­bre to­do en ve­ra­no, pe­ro igual na­da reem­pla­za al ma­te. Apar­te, aho­ra so­mos una ban­di­ta de seis ar­gen­ti­nos que co­pa­mos la pa­ra­da con el ma­te: Jor­ge Pau­tas­so y Adrián Co­ria co­mo ayu­dan­tes, Car­los Pi­cer­ni en la coor­di­na­ción de se­lec­cio­nes ju­ve­ni­les, Ga­briel Wai­ner y el pro­fe.

11. ¿Quién te pu­so Ta­ta? No sé, es de pi­be y lo lle­vé pa­ra to­dos la­dos. Ha­ce ca­si 30 años que es­toy en el am­bien­te y es­toy se­gu­ro de que la mi­tad de la gen­te ni sa­be có­mo me lla­mo. A mi hi­jo le di­cen Ta­ti­ta.

12. ¿Quién era tu ído­lo de pi­be? En in­fe­rio­res era co­mún mi­rar al que te­nías arri­ba, en mi ca­so Ga­lle­go, aun­que no te­nía ab­so­lu­ta­men­te na­da que ver con su jue­go. Y sa­can­do a Ma­ra­do­na, que es de to­dos, me gus­ta­ba mu­cho Bo­chi­ni.

13. ¿Có­mo sien­te un DT di­ri­gien­do a un país que no es el pro­pio? Lo pri­me­ro, un gran or­gu­llo. Sea el país que sea, lle­gar a DT de la se­lec­ción sien­do ex­tran­je­ro es di­fí­cil. Y sien­do ar­gen­ti­no, más to­da­vía. Vis­te có­mo so­mos, ¿no?

14. ¿Y si te to­ca en­fren­tar a Ar­gen­ti­na? No  soy de mez­clar el fút­bol con el pa­trio­tis­mo. Con el pa­so del tiem­po, to­do el ti­po de emo­cio­nes que uno sen­tía co­mo hin­cha en un Mun­dial se van per­dien­do.

15. Mun­dial 2010, oc­ta­vos, Pa­ra­guay-Ar­gen­ti­na, 0-0, mi­nu­to 90, pe­nal pa­ra Pa­ra­guay, ¿qué ha­cés? Pri­me­ro, que ha­gan el gol. Des­pués, nos pre­pa­ra­mos pa­ra ju­gar los cuar­tos.

16. ¿Le gri­ta­rías un gol a Ar­gen­ti­na? Por mi for­ma de ser, ca­si no gri­to los go­les. Co­mo ju­ga­dor tam­bién era po­co ex­pre­si­vo, muy abu­rri­do, con po­ca in­ven­ti­va pa­ra esas co­sas. Siem­pre des­po­tri­qué con­tra los que sal­tan los car­te­les y se tre­pan al alam­bra­do, yo lo hi­ce una so­la vez, cuan­do fui­mos cam­peo­nes en el 90. Si al­gu­na vez se da que gri­to un gol, es es­pon­tá­neo y con­ven­ga­mos que mu­chas de es­tas co­sas hoy no son es­pon­tá­neas. A la vis­ta vos te das cuen­ta cuan­do la co­sa es sen­ti­da y cuán­do es ac­tua­da. Y hay mu­cho ac­tua­do, no me gus­ta...

17. ¿Có­mo es­tás con Chi­la­vert? Ima­gi­no que si en Pa­ra­guay es­tás mal con Chi­la... Sal­van­do las dis­tan­cias, Jo­sé Luis en Pa­ra­guay es lo mis­mo que po­dría pa­sar con Ma­ra­do­na acá. Ha­bla y el pi­so tiem­bla. Es una pa­la­bra au­to­ri­za­da, un em­ble­ma en el fút­bol pa­ra­gua­yo. Man­ten­go una re­la­ción nor­mal con Chi­la­vert, de mu­cho res­pe­to, char­la­mos 4 o 5 ve­ces, pe­ro no por eso voy a de­jar de de­cir al­go si ten­go que de­cir­lo ni voy a acep­tar las co­sas que di­ga si no es­toy de acuer­do.

18. ¿A quién ves pa­ra ser el pró­xi­mo DT de la Se­lec­ción des­pués de Ba­si­le? Por có­mo em­pe­zó y lo que re­pre­sen­ta pa­ra la Se­lec­ción, lo de Si­meo­ne vie­ne muy bien y de a po­co se va a ir trans­for­man­do en “el” can­di­da­to.

19. ¿Quién es hoy el me­jor DT? Biel­sa. 

20. ¿El jog­ging en los par­ti­dos es un se­llo biel­sis­ta? Es por una cues­tión de co­mo­di­dad, trans­pi­ro mu­cho y no me gus­ta es­tar ti­po ca­sa­mien­to.

Bielsa no es, pero se le parece demasiado: jogging, gestos, pelada. Aquí, en Instituto.
 

21. ¿Nun­ca te di­je­ron que te pa­re­cés a Biel­sa has­ta en la for­ma de ca­mi­nar y ha­blar? Sí, y has­ta en la pe­la­da (ri­sas). El te­ma es que cuan­do te com­pa­ran con al­guien que te gus­ta, es­tá to­do bien, no te vas a que­jar. Qui­zás has­ta ter­mi­nás tra­ba­jan­do mu­chos años por eso: hay 19 equi­pos que quie­ren a Biel­sa y co­mo no lo pue­den con­tra­tar, lla­man al otro. La eti­que­ta me fa­vo­re­ce, ¿pa­ra qué me voy a ocu­par de des­men­tir to­do?

22. ¿La­bu­ras­te de pi­be? No, es­tu­dié. Com­ple­té has­ta cuar­to año en la Dan­te Alig­hie­ri, y en quin­to, cuan­do em­pe­cé el ju­ve­nil, te­nía que ve­nir to­das las se­ma­nas a Bue­nos Ai­res y que­da­ron al­gu­nas ma­te­rias pen­dien­tes.

23. ¿Tra­ga o re­vol­to­so? Era qui­lom­be­ro bue­no. Nun­ca me lle­vé ma­te­rias, pe­ro era de ti­rar bom­bi­tas de mal olor en el ba­ño.

24. ¿Fuis­te com­pa­ñe­ro de Fi­to Páez? Sí, en pri­mer año, des­pués nos cam­bia­ron. Es­tá­ba­mos en un gru­po de ami­gos, Fi­to se ocu­pa­ba de la mú­si­ca en los bai­les.

25. Cuen­tan que co­mo ju­ga­dor eras bas­tan­te ca­len­tón. Al prin­ci­pio, to­do me fas­ti­dia­ba: los co­bros del ár­bi­tro, al­gu­na can­che­rea­da del ri­val, un mal pa­se de un com­pa­ñe­ro, al­gu­na pi­sa­di­ta de los pi­bes de la re­ser­va cuan­do ve­nían a prac­ti­car con la Pri­me­ra. Has­ta los 27 años yo te­nía 13 ex­pul­sio­nes, y 12 eran por pro­tes­tar. Des­pués cam­bié bas­tan­te, ma­du­ré.

26. ¿Bo­ca te qui­so real­men­te pa­ra ser su DT? Sí, an­tes de La Vol­pe. Ha­blé por te­lé­fo­no con un di­ri­gen­te, me lo ofre­cie­ron y le di­je que en ese mo­men­to no po­día por­que es­tá­ba­mos en ple­na Co­pa y has­ta di­ciem­bre te­nía con­tra­to. Cla­ro que me ten­tó la chan­ce de di­ri­gir a Bo­ca, pe­ro lo que es­ta­ba bien era lo que ha­cía, no que me fue­ra co­rrien­do de­trás de Bo­ca.

27. ¿Te­nés re­pre­sen­tan­te? No. En mi ca­so no ne­ce­si­to. Me al­can­za con un buen con­ta­dor.

28. ¿Qué es lo más im­por­tan­te pa­ra con­se­guir tra­ba­jo co­mo DT: te­ner re­pre­sen­tan­te, con­tac­tos, co­no­ci­mien­to o pan­ta­lla? Quie­ro creer que el co­no­ci­mien­to, aun­que la rea­li­dad in­di­ca que las cua­tro co­sas co­rren por par­tes igua­les. Yo no veo mal lo de la te­le, hay gen­te que ex­pli­ca muy bien, lo que pa­sa es que las co­sas de­be­rían ser más cla­ras. Que el ti­po di­ga: por cin­co años voy a es­tar en la te­le y no voy a tra­ba­jar más co­mo téc­ni­co. Aho­ra, eso de tra­ba­jar en la te­le es­pe­cu­lan­do con con­se­guir un pues­to co­mo en­tre­na­dor, no lo veo bien.

29. ¿Por qué creés que te eli­gie­ron pa­ra la Se­lec­ción de Pa­ra­guay? Ayu­da­ron mu­cho los re­sul­ta­dos en los cua­tro años que lle­vo allí, in­clu­yen­do la se­mi­fi­nal con­se­gui­da con Li­ber­tad en la Li­ber­ta­do­res pa­sa­da.

30. ¿Por qué ha­bías di­cho que no y des­pués que sí? El pre­si­den­te an­te­rior de la Aso­cia­ción se sen­tó a ha­blar con­mi­go no bien lle­gó del Mun­dial de Ale­ma­nia y en ple­nas con­ver­sa­cio­nes hi­zo pú­bli­co el te­ma eco­nó­mi­co y min­tió, por lo que de­ci­dí no con­ti­nuar. Des­pués se creó la opo­si­ción, asu­mió su vi­ce­pre­si­den­te, Na­pout, y em­pe­zó to­do de nue­vo.

31. ¿Si per­dés dos par­ti­dos te ha­cen pro­ble­mas o allá sos Gar­del? Cuan­do uno pier­de, el pro­ble­ma siem­pre exis­te. El re­sul­ta­do es el úl­ti­mo, no im­por­ta lo que ga­nas­te an­tes, aun­que los an­te­ce­den­tes te dan un res­pal­do. Tam­bién es fun­da­men­tal có­mo tras­mi­tís el mo­men­to que es­tás vi­vien­do. Por ejem­plo, no­so­tros aho­ra es­ta­mos tra­tan­do de co­no­cer ju­ga­do­res, de ar­mar el equi­po por te­lé­fo­no, com­pu­ta­do­ra, vi­deo y no en­tre­nan­do. El pri­mer aná­li­sis im­por­tan­te se pue­de ha­cer en la Co­pa Amé­ri­ca.

32. ¿No arran­cás con una mo­chi­la en con­tra por el te­ma del na­cio­na­lis­mo? Es que no soy un pa­ra­cai­dis­ta que en­tré por la ven­ta­na. Yo hi­ce el co­le­gio en Pa­ra­guay y lle­gué de bue­na ma­ne­ra, con bas­tan­te con­sen­so en la gen­te, en el pe­rio­dis­mo, en los co­le­gas y ju­ga­do­res. Ade­más, de­sa­rro­llé gran par­te de mi ca­rre­ra co­mo téc­ni­co en Pa­ra­guay, no es que hi­ce una bue­na cam­pa­ña y na­da más. La gen­te vio el día a día. Nun­ca nos va a con­si­de­rar pa­ra­gua­yos, pe­ro nos acep­tó y te das cuen­ta en el tra­to dia­rio.

33. ¿Por qué se da la tra­di­ción de téc­ni­cos ex­tran­je­ros en Pa­ra­guay: Mal­di­ni, Mar­ka­rian, Ruiz, Car­pe­gia­ni? No sé, pe­ro hay mu­cha gen­te ca­pa­ci­ta­da en Pa­ra­guay. De he­cho, Ja­ra Sa­guier fue me­da­lla de pla­ta en los Olím­pi­cos, la úni­ca de Pa­ra­guay, y es pa­ra­gua­yo. Son mo­men­tos.

34. ¿Por qué pu­dis­te de­sa­rro­llar­te co­mo DT en Pa­ra­guay y no en Ar­gen­ti­na? Hay al­go fun­da­men­tal: a Pa­ra­guay lle­ga­mos y fui­mos cam­peo­nes a los cua­tro me­ses. Eso te da tran­qui­li­dad y te po­si­cio­na de una ma­ne­ra dis­tin­ta en el me­dio. Es­tá acep­ta­do que en el re­co­rri­do de la ca­rre­ra se ga­na y se pier­de, pe­ro arran­car con cha­pa de ga­na­dor siem­pre ayu­da.

35. Ba­si­le di­jo que iba a Ve­ne­zue­la a ga­nar la Co­pa Amé­ri­ca, ¿a qué va Pa­ra­guay? Pri­me­ro, a con­so­li­dar un equi­po pa­ra las eli­mi­na­to­rias, que es lo fun­da­men­tal, pe­ro no pa­ra te­ner una ex­cu­sa pa­ra no ha­cer una bue­na Co­pa. Que pen­se­mos en ar­mar un equi­po en fun­ción de un ob­je­ti­vo ma­yor no nos au­to­ri­za a te­ner una ex­cu­sa. El te­ma es plan­tear­se ob­je­ti­vos ló­gi­cos, no mi­la­gros; ade­más, el ju­ga­dor sa­be cuán­do le es­tás min­tien­do. A ga­nar­la van Bra­sil y Ar­gen­ti­na, el res­to que di­ga lo mis­mo, mien­te.

 

En la mayor, con Basile y Sergio Zarate.
 

 

36. En las úl­ti­mas tres eli­mi­na­to­rias Pa­ra­guay se cla­si­fi­có con re­la­ti­va co­mo­di­dad, ¿es una pre­sión? Sí, es­tá esa pre­sión, la obli­ga­ción de con­ser­var lo he­cho en los úl­ti­mos años. Ade­más cuen­ta el cre­ci­mien­to de se­lec­cio­nes que lle­van un par de mun­dia­les sin ir, co­mo Chi­le, Uru­guay y Co­lom­bia, que se es­tán pre­pa­ran­do bien, y Ecua­dor, que es­tá ins­ta­la­da de la mis­ma ma­ne­ra que Pa­ra­guay, de mo­do que hay dos lu­ga­res y me­dio pa­ra cin­co se­lec­cio­nes.

37. Si lle­gan al Mun­dial, tie­nen mar­gen pa­ra cre­cer: Pa­ra­guay no pa­só la pri­me­ra ron­da en 2006 y per­dió en oc­ta­vos en el 98 y 2002. Te­ne­mos dos cues­tio­nes per­fec­ta­men­te di­fe­ren­cia­das. Una es la cla­si­fi­ca­ción, don­de no po­de­mos errar. La otra es que en el Mun­dial hay han­di­cap por­que nun­ca se pa­só de oc­ta­vos. Te­ne­mos mu­cho pa­ra per­der aho­ra y po­co pa­ra per­der des­pués. En­ton­ces nues­tra apues­ta es cum­plir con el re­qui­si­to bá­si­co, que es cla­si­fi­car­nos, y des­pués, a la ho­ra de la ver­dad, se ne­ce­si­ta un ac­to de gran­de­za: a 30 días de ter­mi­nar tu tra­ba­jo, en la com­pe­ten­cia más im­por­tan­te, ha­brá que per­mi­tir­se al­gu­nas li­cen­cias que en me­dio de un pro­ce­so por ahí no se dan. O sea: arries­gar, de­jar los te­mo­res de la­do.

38. Da la sen­sa­ción de que, por in­di­vi­dua­li­da­des, Co­lom­bia, Uru­guay y has­ta Chi­le tie­nen más que Pa­ra­guay en los úl­ti­mos años; sin em­bar­go, siem­pre se cla­si­fi­có Pa­ra­guay. Pue­de ser, qui­zás te­nían ju­ga­do­res com­pi­tien­do en lu­ga­res más im­por­tan­tes, pe­ro se vuel­ve a con­fir­mar que el fút­bol es un jue­go de con­jun­to. El fuer­te de Pa­ra­guay en es­tos años fue el equi­po y te­ner muy cla­ro a qué ju­ga­ba. Si hay al­go que lo des­ta­có fue que tu­vo muy cla­ras sus li­mi­ta­cio­nes y a qué ju­ga­ba.

39. ¿A qué ju­gó Pa­ra­guay en es­tos años? A es­pe­rar, con­tra­gol­pear, a ser te­rri­ble­men­te con­tun­den­te y a un apro­ve­cha­mien­to in­te­gral de la pe­lo­ta pa­ra­da. El ras­go fun­da­men­tal era el de­fen­si­vo.

40. ¿Vos con­ven­cis­te a Jo­nat­han San­ta­na pa­ra que jue­gue en tu Se­lec­ción? Sa­bía del pa­ren­tes­co por su ma­má y ha­blé con él. Es­tas son de­ci­sio­nes muy per­so­na­les, y yo no tu­ve ni ten­go que con­ven­cer­lo de na­da. Le ex­pli­qué que por na­cio­na­li­zar­se no le ase­gu­ra­ba un lu­gar, si­no que me da­ba una va­rian­te más. En Pa­ra­guay por ahí di­cen: si lo na­cio­na­li­zó, va se­gu­ro. Y no es así, me abre el aba­ni­co y na­da más, los ju­ga­do­res to­man el ries­go por su cuen­ta.

41. ¿Te es­pe­ra mu­cho tra­ba­jo de ofi­ci­na? De­ma­sia­do pa­ra el gus­to de un en­tre­na­dor. Te sen­tás, lla­más por te­lé­fo­no, mi­rás vi­deos, usás la com­pu­ta­do­ra, pre­gun­tás có­mo es­tán, re­ci­bís los par­ti­dos... es la par­te po­co gra­ta que hay que ha­cer. Lo más lin­do pa­ra un en­tre­na­dor es el tra­ba­jo de cam­po, ahí ves que tu in­fluen­cia pue­de ser ma­yor.

42. ¿Por qué his­tó­ri­ca­men­te el pa­ra­gua­yo es buen ca­be­cea­dor? In­tu­yo que por el mal es­ta­do de las can­chas: era tan com­ple­jo ju­gar por aba­jo que no ha­bía más re­me­dio que ti­rar la bo­la por arri­ba. Aho­ra es dis­tin­to, se cui­dan más los cam­pos y hay más equi­pos que jue­gan por aba­jo que los que lo ha­cen por arri­ba.

43. ¿Qué di­fe­ren­cias hay en­tre el cam­peo­na­to ar­gen­ti­no y el pa­ra­gua­yo? Una, el en­tor­no: en Ar­gen­ti­na ha­ce que to­dos co­rran a los muer­tos, el ju­ga­dor sien­te que si no co­rre es vis­to por 50 mil per­so­nas. Y el otro es el rit­mo: en Pa­ra­guay es me­nor. No hay tan­ta pre­sión y la con­vo­ca­to­ria de pú­bli­co no tie­ne so­lu­ción, va muy po­ca gen­te a la can­cha.

44. “Bo­ca no te va­yas / Bo­ca ve­ní / que­da­te a ver al Ta­ta / pa­re­ce Pla­ti­ni”. (Ri­sas) ¡Có­mo me voy a ol­vi­dar! Fue un cua­dran­gu­lar de ve­ra­no, en can­cha de Cen­tral, año 85: Ri­ver, Bo­ca, Cen­tral y Ne­well’s. Ga­na­mos 4-1 el clá­si­co y 2-0 a Ri­ver en la fi­nal. En esa épo­ca es­ta­ba de mo­da la Ju­ven­tus de Pla­ti­ni, y bue­no, los mu­cha­chos se ins­pi­ra­ron...

45. ¿Las ven­das en los to­bi­llos por afue­ra de las me­dias eran cá­ba­la? No. Me mo­les­ta­ba la ven­da de­ba­jo del pie, me mar­ca­ba. Nun­ca me gus­tó ven­dar­me, en rea­li­dad, y de es­te mo­do en­con­tré una bue­na re­so­lu­ción.

46. ¿Có­mo le ex­pli­ca­rías a un ja­po­nés qué es ser “ro­sa­ri­no” en tér­mi­nos fut­bo­le­ros? Ser ro­sa­ri­no es el ca­fé de los lu­nes, dis­cu­tir el clá­si­co, vi­vir­lo 20 días an­tes y 30 des­pués, es la car­ga­da in­ter­mi­na­ble. Per­der un clá­si­co es per­der la tran­qui­li­dad, tam­bién. No de­be ha­ber un clá­si­co en el mun­do en el que 30 años des­pués si­gan re­crean­do una pa­lo­mi­ta co­mo la de Poy o un vue­lo del pá­ja­ro co­mo el de Do­mi­zi. Es una cues­tión en­fer­mi­za, y ade­más lle­va­da a ni­ve­les de gen­te pen­san­te. No me ani­ma­ría a de­cir que es una lo­cu­ra, por­que la gen­te lo vi­ve de esa ma­ne­ra y no hay po­si­bi­li­dad de cam­bio. Al con­tra­rio, es­to ca­da vez irá cre­cien­do: el pre y pos­clá­si­co de hoy no tie­ne na­da que ver con el que vi­vía yo cuan­do ju­ga­ba, y el que vi­vía yo cuan­do ju­ga­ba no te­nía na­da que ver con el de 20 años an­tes. Ca­da ver va a ser peor.

47. ¿Cómo par­tí­ci­pe ne­ce­sa­rio lo su­fris­te o lo pa­de­cis­te? Dis­fru­té mu­chí­si­mo del fút­bol cuan­do em­pe­cé, con la in­cons­cien­cia de la ju­ven­tud, con el te­ma de que el pi­be es pi­be y nun­ca se le re­pro­cha na­da. Cuan­do me hi­ce una fi­gu­ra im­por­tan­te del equi­po, ya lo su­fría, sen­tía que to­do pa­sa­ba por lo que pu­die­ra ha­cer yo y el pe­so era de­ma­sia­do gran­de. Siem­pre el elo­gio fue ma­yor al de­bi­do y la crí­ti­ca, tam­bién.

48. ¿Po­días sa­lir un lu­nes a la ca­lle des­pués de per­der un clá­si­co? No sa­lía, evi­ta­ba mis ac­ti­vi­da­des nor­ma­les. Hoy no po­dría sa­lir por una se­ma­na. Igual, en la ca­lle siem­pre sen­tí res­pe­to, nun­ca tu­ve un gran pro­ble­ma.

49. El clá­si­co que más go­zas­te y el que más su­fris­te. El 4-3 en can­cha de Cen­tral, en 1990, con Biel­sa, el que más dis­fru­té. Y de los otros no hu­bo uno es­pe­cí­fi­co, qui­zás uno de 1982, que per­di­mos so­bre la ho­ra con gol de Bau­za.

50. ¿Qué sig­ni­fi­ca ser el ti­po que más par­ti­dos ju­gó en Ñuls? Te ha­ce sen­tir bien, que no pa­sas­te por un club sin de­jar na­da. Me pro­du­ce or­gu­llo que lo vean mis hi­jos.

Estilo. Cabeza alta, control de situación. Un “5” con poca marca y mucho juego.
 

51. Im­po­si­ble que te al­can­cen, ¿no? A es­ta al­tu­ra y co­mo van las co­sas, creo que es más fá­cil que quie­bren por aba­jo el ré­cord de Hein­ze, que no sé si ju­gó 3 o 4 par­ti­dos en la Pri­me­ra de Ñuls, an­tes que el mío. Al­gu­no va a es­tar un par­ti­do en el ban­co y se va a ir.

52. ¿Ha­ber ju­ga­do tan­to en Ne­well's es mo­ti­vo de or­gu­llo o sín­to­ma de me­dio­cri­dad? Vis­to des­de lo que pa­sa aho­ra, pro­ba­ble­men­te sea de me­dio­cri­dad, hoy se­ría un ju­ga­dor de en­tre­ca­sa. Mi­ran­do esa épo­ca no ha­bría que ser tan con­tun­den­te: hoy te­nés al In­ter con ocho ar­gen­ti­nos cuan­do an­tes iba uno, y de ca­sua­li­dad.

53. Se ha­bló de San Lo­ren­zo, Bo­ca, Ri­ver, ¿fue real? No sé si me qui­sie­ron o no, la úni­ca rea­li­dad es que nun­ca mo­ví un pe­lo pa­ra ir­me, nun­ca me sen­té de­lan­te de un di­rec­ti­vo pa­ra pe­dir­le que me ven­die­ran. Ja­más me ba­jo­neé, es­tu­ve por ir a Mó­na­co, a Sui­za, pe­ro es­ta­ba muy bien en Ro­sa­rio. Soy un ti­po que va­lo­ro mu­cho có­mo me sien­to a la ho­ra de tra­ba­jar, me pa­sa lo mis­mo en Pa­ra­guay, y co­mo me sen­tía bien no me preo­cu­pa­ba de­ma­sia­do.

54. ¿De cuál es­tu­vis­te más cer­ca? De Ri­ver, a prin­ci­pios del 92. Ha­blé con Da­vic­ce, con Pas­sa­re­lla y Ga­lle­go, pe­ro al fi­nal no se hi­zo. Nun­ca su­pe por qué.

55. ¿Quién se­ría el Mar­ti­no de hoy? Es muy di­fí­cil. Yo te­nía mu­cha téc­ni­ca, pe­ro era va­go, no co­rría. Aho­ra ya no se jue­ga co­mo yo ju­ga­ba. Has­ta el 87 fui cin­co, des­pués Yu­di­ca me pu­so de en­gan­che, siem­pre con vo­lan­tes sa­cri­fi­ca­dos a los cos­ta­dos, co­mo Llop, Bian­co, Ci­rao­lo. Con Biel­sa cam­bié bas­tan­te: te­nía in­ten­cio­nes de se­guir ju­gan­do unos años más y no me que­dó otra que cam­biar.

56. Te di­go “Ne­well's 90/92”, ¿qué me con­tes­tás? Aun­que ese Ne­well’s con el Ri­ver de Pas­sa­re­lla pro­vo­ca­ron un quie­bre en el fút­bol que se ju­ga­ba, so­bre to­do por el pres­sing que im­po­nía, el im­pac­to más gran­de de ese equi­po se dio en la re­la­ción con la gen­te. El hin­cha de Ne­well’s sin­tió que era un equi­po que ade­más de ju­gar bien te­nía ga­rra. Has­ta ahí, los equi­pos de Ñuls en la his­to­ria se ca­rac­te­ri­za­ron por el buen jue­go pe­ro no te­nían esa ga­rra. Eso ge­ne­ró Biel­sa en Ne­well’s. Y fue el ma­yor lo­gro de aquel equi­po, más allá de los tí­tu­los.

57. Com­pa­ra­lo con el otro Ne­well's cam­peón, el 87/88. El Ne­well’s 87/88 no te­nía com­pa­ra­ción: fue el me­jor de to­dos, el más vis­to­so.

Lagrimas sentidas: su primer título en Ñuls, en 1988, para limpiar la Liguilla 86.
 

58. La pri­me­ra ima­gen que te vie­ne a la men­te el día que le ga­na­ron a Bo­ca la fi­nal 90/91 por pe­na­les en la Bom­bo­ne­ra. Yo tu­ve que sa­lir en el pri­mer tiem­po por una pa­ta­da de Mo­ya, así que es­cu­ché el res­to por ra­dio, en el ves­tua­rio, con el uti­le­ro, y por las vi­bra­cio­nes de la tri­bu­na. Des­pués lle­gó Biel­sa, al que tam­bién ha­bían ex­pul­sa­do.

59. Des­cri­bí ese ves­tua­rio. Yo ti­ra­do en la ca­mi­lla y Mar­ce­lo ca­mi­nan­do, ca­mi­nan­do y ca­mi­nan­do al­re­de­dor mío. No sa­lí a dar la vuel­ta, no só­lo por­que no po­día pi­sar si­no por­que cuan­do es­tás afue­ra no te sen­tís tan im­por­tan­te

60. ¿Con La­to­rre y Ba­tis­tu­ta eran bo­le­ta, no? No sé, por­que a no­so­tros nos fal­ta­ban Fran­co y Gam­boa. Si uno re­vi­sa lo que pa­só des­pués con Ba­tis­tu­ta, pro­ba­ble­men­te sí, pe­ro en ese mo­men­to era otra co­sa. No sé quién per­dió más en ese mo­men­to.

61. La con­tra­ca­ra fue la fi­nal de la Li­gui­lla 86 que per­die­ron con Bo­ca. No ten­go cul­pa por ha­ber per­di­do el par­ti­do, sien­to bron­ca y re­sen­ti­mien­to por to­das las bar­ba­ri­da­des que se di­je­ron. Des­pués to­dos se ol­vi­dan, pe­ro yo no. Con el pa­so del tiem­po ca­da vez me mo­les­ta más.

62. Los acu­sa­ron de ven­di­dos. Sí, que nos ven­di­mos por pla­ta, por ca­sa, por au­tos, tan­tas co­sas se di­je­ron... Sco­po­ni y yo lle­va­mos la peor par­te. Una se­ma­na des­pués de esa fi­nal me ca­sé y tu­ve que po­ner a un gru­po de ami­gos en la puer­ta, deam­bu­lan­do, por­que no que­ría te­ner pro­ble­mas en mi ca­sa­mien­to. La pa­sa­mos mal.

63. ¿Has­ta cuán­do du­ró la hos­ti­li­dad? Fue du­ro. El pri­mer par­ti­do del tor­neo si­guien­te fue con­tra Bo­ca en Ro­sa­rio: ga­na­mos 3-2 y nos gri­ta­ban de to­do. En­ci­ma, ese cam­peo­na­to, el 86/87, lo ga­nó Cen­tral y no­so­tros se­gun­dos a un pun­to. Ima­gi­na­te. Por suer­te, al año si­guien­te los cam­peo­nes fui­mos no­so­tros y eso per­mi­tió el de­sa­ho­go y cor­tó esa his­to­ria. Creo que si esa fi­nal la hu­bié­se­mos per­di­do aho­ra, la ma­yo­ría de no­so­tros no ha­bría­mos con­ti­nua­do en el club. Los di­rec­ti­vos y el en­tre­na­dor de esa épo­ca nos apo­ya­ron a muer­te. Hoy nos hu­bie­ran echa­do y se sa­ca­ban el pro­ble­ma de en­ci­ma.

64. Arran­can la Li­ber­ta­do­res 92 y se co­men seis con San Lo­ren­zo. ¿Qué les di­jo Biel­sa? Nos ha­bía­mos pre­pa­ra­do pa­ra ga­nar esa Co­pa y en el de­but nos me­ten seis, fue un cim­bro­na­zo te­rri­ble. Biel­sa hi­zo va­rios mo­vi­mien­tos en­se­gui­da y se pro­vo­có la reac­ción in­me­dia­ta­men­te.

Maestro y discípulo. Para Martino, Bielsa es el mejor entrenador. Lo tuvo en los años finales de su carrera y aprendió mucho.
 

65. ¿Qué fi­nal de la Li­ber­ta­do­res te do­lió más per­der: 88 o 92? Fue­ron dos co­sas dis­tin­tas. La del 88 no la ju­ga­mos pa­ra ga­nar, si­no pa­ra ha­cer una bue­na Co­pa, el gran ob­je­ti­vo era el cam­peo­na­to lo­cal. Lo lo­gra­mos y eso nos dio el en­vión pa­ra lle­gar has­ta la fi­nal de la Co­pa. Des­pués, en el par­ti­do de­fi­ni­to­rio la di­fe­ren­cia en­tre Na­cio­nal y no­so­tros fue tan gran­de que nun­ca sen­ti­mos que tu­vi­mos la opor­tu­ni­dad, nos fui­mos men­ta­li­zan­do de la de­rro­ta a tra­vés del par­ti­do: ha­bía­mos ga­na­do 1-0 la ida y per­di­mos 3-0 en Uru­guay.

66. En el 92 es­tu­vie­ron muy cer­ca... Sí, eso te da más bron­ca. Ade­más, nos ha­bía­mos pre­pa­ra­do pa­ra ga­nar­la. En­ci­ma, vién­do­lo en el tiem­po, aquel San Pa­blo de Te­lê San­ta­na fue uno de los gran­des equi­pos de la his­to­ria mo­der­na. Son las pa­ra­do­jas del fút­bol: ha­bía una di­fe­ren­cia abis­mal de ca­te­go­ría en­tre el San Pa­blo 92 y el Na­cio­nal 88, y sin em­bar­go, es­tu­vi­mos más cer­ca con San Pa­blo.

67. ¿Có­mo re­cor­dás aquel ves­tua­rio del Mo­rum­bí? Tre­men­do. To­dos llo­ran­do, con la ca­be­za ga­cha, un si­len­cio que asus­ta­ba. Na­die ha­bla­ba por­que no ha­bía pa­la­bras de con­sue­lo. Es co­mo en un ve­lo­rio, an­tes de de­cir una bo­lu­dez es pre­fe­ri­ble ca­llar­se.

68. ¿Te que­das­te con ga­nas de más Se­lec­ción? Lo mío en la Se­lec­ción fue na­da, me­dio pe­lo to­tal, pa­ra com­ple­tar el plan­tel. En el úni­co mo­men­to en que creí que po­día trans­for­mar­me en lo que te­nía ga­nas fue con Ba­si­le, por­que es­tu­ve en la pri­me­ra con­vo­ca­to­ria, y eso es siem­pre un in­di­ca­ti­vo, pe­ro en­se­gui­da me fui al Te­ne­ri­fe y se cor­tó...

69. Con Bi­lar­do es­tu­vis­te en la pre­via a Mé­xi­co 86. Que­dé afue­ra del gru­po 4 o 5 me­ses an­tes del Mun­dial, pe­ro ja­más tu­ve chan­ces de ir. Yo era un fut­bo­lis­ta de­ma­sia­do dis­tin­to pa­ra lo que pre­ten­día el en­tre­na­dor. Y es­to ya lo di­go co­mo en­tre­na­dor: hay ve­ces que te­nés que ha­cer al­go en con­tra de lo que pen­sás. Ha­bía un ti­po que es­ta­ba ju­gan­do bien, se ha­bía le­sio­na­do un ju­ga­dor en ese pues­to, Mi­guel Rus­so, y no que­dó otra que ci­tar­me. Tal vez no tu­ve con­di­cio­nes pa­ra es­tar en la Se­lec­ción, pe­ro tam­po­co nun­ca in­vir­tie­ron tiem­po en mí. En Ñuls, Biel­sa plan­teó un sis­te­ma dis­tin­to al que in­te­gra­ba, pe­ro in­vir­tió tiem­po en mí y yo res­pon­dí.

Juvenil 81, con la camiseta de la selección: Tata, Tapia, Ruggeri y Pautasso.
 

70. Un ri­val. Hay mu­chos ti­pos que res­pe­to, no só­lo por có­mo ju­ga­ban si­no a la ho­ra de ha­blar: Bu­rru­cha­ga, Fran­ces­co­li, Gius­ti...

71. Tu día más fe­liz y tu día más tris­te en el fút­bol. El más tris­te, cuan­do per­di­mos la Li­gui­lla con Bo­ca. El más fe­liz, cuan­do ga­na­mos el cam­peo­na­to 87/88, sin du­das.

72. ¿Te­nés co­mo me­ta di­ri­gir al­gún día a Ne­well's? Só­lo si se dan las con­di­cio­nes.

73. ¿Con Ló­pez, im­po­si­ble? Im­po­si­ble.

74. Con Ló­pez te­nías bue­na re­la­ción, ¿qué pa­só? El me per­mi­tió vol­ver a Ñuls tras mi pa­so por La­nús y yo se lo agra­de­cí. Des­pués, en el ca­mi­no al­gún pro­ble­ma de­be ha­ber ha­bi­do.

75. No te ha­gás el mis­te­rio­so. En el ca­mi­no siem­pre pa­san co­sas. Me jo­dió que no me pa­ga­ra y que tu­vie­ra que ha­cer­le jui­cio, me jo­de es­tar en la con­vo­ca­to­ria de acree­do­res del club de to­da mi vi­da.

76. ¿Có­mo to­mas­te que ha­ya di­cho “ja­más le ofre­ce­ría el car­go a un hin­cha de Cen­tral”? ¿Qué ha­bla bien de mí? ¿Es­tar en la lí­nea de Ló­pez o en la de en­fren­te? Yo pu­de ha­ber si­do el téc­ni­co de Ñuls en su ges­tión, has­ta me reu­ní con él y to­do. Gra­cias a Dios me per­mi­tió es­tar to­tal­men­te en fren­te de su po­si­ción.

77. ¿Por qué se di­jo mu­chas ve­ces que eras hin­cha de Cen­tral? Una vez, en el 83, un pe­rio­dis­ta es­cri­bió eso en un dia­rio de Ro­sa­rio y se ar­mó la bo­la. Yo soy de Ñuls des­de pi­be, pe­ro no de ir a la can­cha. De to­dos mo­dos, a la ho­ra de la ver­dad, no tie­ne nin­gu­na im­por­tan­cia de qué equi­po era de chi­co. Me hu­bie­ra mo­les­ta­do que Ló­pez di­je­ra: “No le doy el car­go a Mar­ti­no por­que no tra­ba­ja, por­que es in­ca­paz, por­que es va­go, por­que es coi­me­ro o por­que es des­ho­nes­to”. Es mu­cho más gra­ve que yo di­ga que por có­mo ma­ne­ja a Ñuls, Ló­pez pa­re­ce hin­cha de Cen­tral. Hay más sín­to­mas pa­ra pen­sar que Ló­pez es de Cen­tral a que yo soy de Cen­tral.

78. ¿Al­gu­na vez te ten­tó Cen­tral co­mo ju­ga­dor? No. Una vez ti­ró la bo­la el Ne­gro Mar­chet­ta, cuan­do me es­ta­ban dan­do sa­li­da de Ñuls, pe­ro la ti­ró a pro­pó­si­to el Ne­gro, pa­ra ar­mar lío. Ja­más hu­bie­ra ido ni iría hoy a Cen­tral.

79. ¿En Arre­ci­fes en­tien­den lo que es una pe­lo­ta o só­lo sa­ben de au­tos? El au­to­mo­vi­lis­mo su­pe­ra am­plia­men­te al fút­bol, pe­ro en ese mo­men­to ha­bía mu­cho com­pro­mi­so de la gen­te con el equi­po, era una no­ve­dad. Si tu­vie­se que ele­gir otra vez el lu­gar pa­ra em­pe­zar y ha­cer el pro­ce­so ló­gi­co de cre­ci­mien­to, Brown de Arre­ci­fes es un lu­gar fan­tás­ti­co pa­ra em­pe­zar.

80. ¿So­la­ri o Biel­sa? Fue­ron dos ti­pos muy in­flu­yen­tes en mi ca­rre­ra. Con el In­dio cre­ci­mos a los gol­pes: nos to­có la Li­gui­lla con Bo­ca, Cen­tral cam­peón, nos hi­ci­mos hom­bres an­tes de tiem­po. Y Mar­ce­lo es el me­jor. Y tra­ba­jar con el me­jor siem­pre es bue­no, so­bre to­do si te aga­rra en una eta­pa de tu ca­rre­ra en que em­pe­zas­te la cuen­ta re­gre­si­va y ya es­tás mi­ran­do al fu­tu­ro.

81. ¿Por qué Biel­sa es el me­jor? Por­que ex­pli­ca muy bien, por­que tie­ne una gran ca­pa­ci­dad pa­ra trans­for­mar en tra­ba­jo las co­sas que él ve que su­ce­den en los par­ti­dos, por­que no abu­rre, por­que siem­pre en­tu­sias­ma, por­que sus tra­ba­jos son no­ve­do­sos y por­que tie­ne una ca­be­za no­ta­ble. Mar­ce­lo, ade­más, te mar­ca por una lí­nea de con­duc­ta, que tie­ne que ver con la se­rie­dad, la éti­ca y la ho­nes­ti­dad, va­lo­res que nor­mal­men­te uno de­be­ría en­con­trar en cual­quier per­so­na pe­ro que ca­da vez se ha­ce más di­fí­cil de ver en es­te am­bien­te.

82. ¿Es cier­to que te da­ba ejer­ci­cios? Sí, pe­ro no só­lo a mí. Nos pe­día que le­yé­ra­mos los co­men­ta­rios de tres dia­rios y de El Grá­fi­co de los úl­ti­mos par­ti­dos del ri­val de tur­no de Ñuls. Nos pe­día que su­bra­yá­ra­mos las ca­rac­te­rís­ti­cas más sa­lien­tes del ri­val. Era un ele­men­to más que te­nía en cuen­ta a la ho­ra de pre­pa­rar la es­tra­te­gia y tam­bién le ser­vía pa­ra in­vo­lu­crar­nos con el par­ti­do.

83. ¿Qué tie­nen tus equi­pos de los equi­pos de Biel­sa? El de­seo de ju­gar co­mo sus equi­pos (ri­sas)... Una pos­tu­ra de pro­ta­go­nis­mo, de no es­pe­rar, de agre­si­vi­dad pa­ra re­cu­pe­rar la pe­lo­ta y ha­cer­lo bien arri­ba. Que no ha­ya lu­gar pa­ra la es­pe­cu­la­ción. Si hay que de­fen­der, se de­fien­de por­que el ri­val te lle­va, pe­ro no pro­duc­to de pen­sar un par­ti­do por la es­pe­cu­la­ción.

84. O sea que Pa­ra­guay va a de­jar de es­pe­rar. Es un tra­ba­jo ar­duo, pe­ro ésa es la idea.

85. Con­ta­me una aga­rra­da con el In­dio So­la­ri. Con el In­dio de­bo ha­ber de­ja­do unos cuan­tos suel­dos en mul­tas. En un par­ti­do con­tra Ins­ti­tu­to, lle­ga­mos cin­co mi­nu­tos tar­de y el mi­cro se ha­bía ido. Nos to­ma­mos un co­lec­ti­vo y nos equi­vo­ca­mos, lle­ga­mos so­bre la ho­ra, con la len­gua afue­ra. Otra vez nos hi­zo lo mis­mo en La Pla­ta, pe­ro es­tá­ba­mos a la vuel­ta de la can­cha. El In­dio te­nía esas co­sas, pe­ro no te ha­cía un gran es­cán­da­lo en ca­da si­tua­ción.

86. Se va el DT de un equi­po (Pa­tri­cio) y que­da su ayu­dan­te (Vi­ta­mi­na), ¿qué te pa­re­ce? Pre­fie­ro no opi­nar, ha­blen us­te­des.

87. ¿Vo­ta­rías al Kily Gon­zá­lez pa­ra in­ten­den­te de Ro­sa­rio? Si es por su iden­ti­fi­ca­ción con Cen­tral, no me mo­les­ta­ría pa­ra na­da.

88. ¿Cuán­to du­ran tus char­las téc­ni­cas? Unos 20 mi­nu­tos, las doy en la con­cen­tra­ción dos ho­ras an­tes del par­ti­do y las ba­so en un re­cor­da­to­rio de lo que vi­mos en la se­ma­na y apun­to a al­gún mo­ti­van­te.

 

También usa el banco del patio de su casa, en Rosario.
 

 

89. ¿El DT de hoy de­be sa­ber más de fút­bol o de gru­pos? De las dos. Hay una pri­me­ra par­te que tie­ne que ver con con­tar­le al ju­ga­dor cuá­les son tus ideas fut­bo­lís­ti­cas, que ge­ne­ral­men­te se ha­ce en una pre­tem­po­ra­da. Des­pués, cuan­do no­tás que la idea es­tá, ar­mar un buen gru­po es fun­da­men­tal.

90. ¿Tus hi­jos son fut­bo­le­ros? Los tres. Ma­ría Noel, Ma­ría Ce­les­te y Ge­rar­do van al Co­lo­so. El ne­ne jue­ga en el baby de Ñuls.

91. ¿Por qué ju­gas­te só­lo cua­tro me­ses en Te­ne­ri­fe? Y... se de­ben ha­ber da­do cuen­ta (ri­sas). Fui a prés­ta­mo y me de­vol­vie­ron. Em­pe­cé muy bien y ter­mi­né bas­tan­te mal.

92. ¿Por qué te re­ti­ras­te en Ecua­dor? Ya me ha­bía re­ti­ra­do un tiem­pi­to an­tes, qui­se dar­me un gus­to y fui, pe­ro ya era un ex ju­ga­dor.

93. ¿Por qué no lo hi­cis­te en Ñuls? Por­que el re­gre­so al club des­pués de La­nús no fue lo que es­pe­ra­ba: yo no era el mis­mo y lo que en­con­tré no era lo mis­mo, y en ese mo­men­to no te­nía cla­ra la de­ci­sión de ir­me.

94. Una char­la téc­ni­ca que re­cuer­des co­mo ju­ga­dor. La de Biel­sa en el 4-3 a Cen­tral: to­có de tal for­ma la par­te emo­ti­va, que cuan­do ter­mi­nó la char­la no ha­bía po­si­bi­li­dad de que no ga­ná­ra­mos ese par­ti­do.

95. ¿Al­gu­na vez te ten­tas­te en una char­la? No. Lo úni­co que me mo­les­ta co­mo téc­ni­co es cuan­do no pue­do cap­tar la aten­ción del ju­ga­dor, me mo­les­ta con­mi­go mis­mo. Cuan­do el ju­ga­dor te es­tá co­mien­do con la vis­ta, lo­gras­te lo que vos que­rías; cuan­do ves que bos­te­za o mi­ra pa­ra el otro la­do, es­tás lis­to.

96. ¿Ba­tis­tu­ta pin­ta­ba pa­ra mons­truo o pa­ra tron­co en el 88? No hay que ser tan drás­ti­co, pe­ro cuan­do re­cién em­pe­za­ba su ca­rre­ra en aquel Ñuls del 88, Ba­tis­tu­ta no pin­ta­ba pa­ra ser lo que fue, ésa es la ver­dad. Muy po­cos pen­sa­ban que iba a ser lo que ter­mi­nó sien­do, aun­que des­pués hay gen­te que se cuel­ga el car­te­li­to de es­to y lo otro.

97. ¿La­nús? Un club ma­ra­vi­llo­so que tra­ba­ja­ba a to­do ni­vel pa­ra ins­ta­lar­se arri­ba. La­men­ta­ble­men­te no lo pu­de vi­vir en la ple­ni­tud, por­que re­cién es­ta­ba arran­can­do ese pro­ce­so.

98. ¿Cuán­do creés que va a vol­ver a tra­ba­jar Biel­sa? Yo ten­go du­das de que vuel­va a tra­ba­jar.

99. ¿Por qué? Res­pe­ta­me has­ta ahí.

100. Da­le, no te va a re­tar. En rea­li­dad, no sé si es una im­pre­sión que me trans­mi­tió o un de­seo que ten­go. Mar­ce­lo es un ti­po que de­be­ría tra­ba­jar en un lu­gar más for­ma­ti­vo, por­que el me­dio fut­bo­lís­ti­co ac­tual es de­ma­sia­do ines­cru­pu­lo­so pa­ra un ti­po co­mo él. En rea­li­dad, el me­dio no me­re­ce a un ti­po co­mo Mar­ce­lo Biel­sa aden­tro. Por eso di­go que qui­zás es más mi de­seo que lo que la rea­li­dad in­di­ca. En una de esas va y tra­ba­ja ma­ña­na, eso no lo pue­do des­car­tar.

 

Por Diego Borinsky

Fotos: Marcelo Bustamante y Archivo El Gráfico.


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