LAS ENTREVISTAS DE EL GRÁFICO

2001. Bilardo 100X100

Por Redacción EG · 15 de marzo de 2024

En el día del cumpleaños 86 del director técnico repasamos...Vida, obra, confesiones y secretos. Cien respuestas sin desperdicio de Carlos Salvador Bilardo, uno de los personajes más influyentes en la historia del fútbol argentino.


1 ¿Nun­ca le acom­ple­jó el ta­ma­ño de su na­riz?
–Una vez, en 1969, fui­mos con Ve­rón a ver a un ci­ru­ja­no. Nos pu­so un mol­de de ye­so y re­sul­ta que nos te­nía­mos que arre­glar la na­riz, los pó­mu­los, el men­tón, to­do. “Ahhhh, ol­vi­da­te”, le di­je a Juan. Nos fui­mos y nun­ca más.

2 ¿Es­tá de acuer­do con que re­ti­ren la ca­mi­se­ta nú­me­ro diez de la se­lec­ción?

–Sí, lle­var la diez es una car­ga. Apar­te es un ho­me­na­je que le ha­cen a Ma­ra­do­na. Y den­tro de quin­ce años la po­nen otra vez y lis­to.

3 ¿Cuál era su fra­se pre­fe­ri­da co­mo ven­de­dor de flo­res y fru­tas?

–A mí me en­can­ta­ba sa­lir a la ca­lle. Co­mo apro­ba­ba to­das las ma­te­rias, y no que­ría es­tar el ve­ra­no sin ha­cer na­da, sa­lía a ven­der flo­res en ca­rri­to a ca­ba­llo o de ma­no. Ga­na­ba muy bien

Bilardo festeja: Estudiantes Campeón del Mundo en Old Trafford en1968
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4 ¿Có­mo se en­te­ró de que lo que­rían vol­tear an­tes del 86?

–Ha­bía una me­sa de po­lí­ti­cos en un res­tau­ran­te. Un mo­zo que me co­no­cía es­cu­chó “Bi­lar­do” y fue a bus­car a otro mo­zo pa­ra que lo ayu­da­ra a es­cu­char. En­ton­ces el mo­zo ser­vía y es­cu­cha­ba. El úni­co ti­po que no ha­bla de­lan­te de los mo­zos es Ríos Seoa­ne, por­que es del gre­mio y sa­be có­mo es. Ellos me con­ta­ron to­do y yo se lo con­té a Gron­do­na, Paen­za y Ma­ca­ya. Los po­lí­ti­cos de esa me­sa eran Sto­ra­ni, Co­ti No­si­glia y Mo­reau.

5 ¿Quién de­be­ría ser el pró­xi­mo DT de la Se­lec­ción?

–Os­car Rug­ge­ri.

6 ¿Cuán­tos tran­qui­li­zan­tes se to­mó el día que Ma­ra­do­na lo in­sul­tó en el Se­vi­lla?

–En la can­cha no me di cuen­ta. A la no­che, en la te­le­vi­sión, veo que me pu­tea cuan­do lo cam­bio. Fummmm... Me fui a la ca­sa. No es­ta­ba, ha­bía ido a Ma­drid. Lo cuen­to por­que ya lo con­tó él, eh. El mar­tes a la ma­ña­na, cuan­do lle­gué al en­tre­na­mien­to, les di­je a los mu­cha­chos: “Hoy ha­cen la par­te fí­si­ca, la pri­me­ra vez que ha­cen la par­te fí­si­ca una ma­ña­na, yo me que­do acá pa­ra­di­to mi­ran­do”. Es­pe­ra­ba a Die­go. A la tar­de me fui pa­ra la ca­sa y nos pe­lea­mos, nos aga­rra­mos a trom­pa­das. En­se­gui­da Clau­dia y Fran­chi nos se­pa­ra­ron. Pe­ro esos días, en­tre do­min­go y mar­tes, no dor­mí.

7 ¿Qué le di­ría a Co­de­sal si se lo cru­za por la ca­lle?

–Ni ho­la. En rea­li­dad me lo cru­cé. Fue en un con­gre­so de la FI­FA, jus­to ha­bía fa­lle­ci­do el téc­ni­co Ca­ru­gat­ti. Nos te­nía­mos que dar to­dos las ma­nos; yo no mi­ré al cos­ta­do y jus­to le aga­rré la ma­no a Co­de­sal. No le di­je na­da.

8 ¿Cuán­tas ve­ces se aga­rró a trom­pa­das con un com­pa­ñe­ro?

–Va­rias y no di­go los nom­bres. Una vez se aga­rra­ron to­dos en un ves­tua­rio. Fue cuan­do mis ex com­pa­ñe­ros me nom­bra­ron téc­ni­co de Es­tu­dian­tes en el 71. Ve­nía uno y me con­ta­ba una co­sa, ve­nía otro y me con­ta­ba otra co­sa. En­ton­ces los jun­té a to­dos y les di­je: “Vos me di­jis­te es­to de és­te, vos es­to de és­te y bla­blá”. Se ar­mó un to­le to­le te­rri­ble en el ves­tua­rio y arre­gla­mos to­do.

9 Pa­cha­mé le pe­gó en un par­ti­do.
–Sí, con­tra Ra­cing. Yo le de­cía: “To­má la mar­ca, to­má la mar­ca, to­má la mar­ca”. Pa­cha no iba. En­ton­ces le di­je al­go feo, él vi­no y me pe­gó una trom­pa­da en el pe­cho. Ba­rrei­ro, el ár­bi­tro, lo ex­pul­só.

10 ¿Su hi­ja nun­ca le re­cri­mi­nó que le die­ra más bo­li­lla al fút­bol que a ella?

–Sí. Me de­cía que le da­ba más bo­li­lla a Ma­ra­do­na que a ella.

Una situación que caracteriza a Bilardo. Mostrándole a sus jugadores videos. Fue en 1987 antes del partido con Alemania al cumplirse un año de la conquista del Mundial 1986.
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11 Cuan­do en el 83 di­jo que el ca­pi­tán era Ma­ra­do­na, ¿no eva­luó que po­día te­ner pro­ble­mas con Pas­sa­re­lla?

–Sí, sa­bía que po­día mo­les­tar­le, era el ca­pi­tán del equi­po cam­peón del mun­do, la pu­ta; pe­ro yo pen­sé: por ahí acier­to con és­te y va a ser más. Pen­sé que po­día ser un gol­pe efec­ti­vo por­que el 82... ha­bía que le­van­tar ese muer­to, eh.

12 ¿Guar­da los tro­feos que ga­nó?                    

–No, ti­ré to­do a la mier­da. En el mi­cro del 86 su­bie­ron unos ti­pos que no te­nían na­da que ver, uno se que­dó sin me­da­lla, em­pe­za­ron a gri­tar y yo le di­je: “To­má y de­ja­te de rom­per los hue­vos”. La del 90 tam­bién la ti­ré. Ade­más, no ten­go ni una fo­to con la Co­pa. En el 86 me di­je: “La pró­xi­ma Co­pa la va­mos a ga­nar tam­bién”. En el 90, cuan­do lo veía a Bec­ken­bauer con la Co­pa, te­nía unas ga­nas de de­cir­le: “Da­me­la que me sa­co una fo­to”.

13 ¿Por qué se me­tió en la po­lí­ti­ca si di­jo que en el co­le­gio ni se me­tía?

–En la se­cun­da­ria es­tu­ve en la UES des­de los 13 has­ta los 18 años. Asis­tía a los dis­cur­sos de Pe­rón.

14 El ju­ga­dor que me­jor in­ter­pre­tó sus ideas.

–Ga­llet­ti, Brown, Sa­be­lla, Trob­bia­ni, Pon­ce, Ca­mi­no, Bu­rru­cha­ga, Rug­ge­ri, Ba­tis­ta, Gius­ti, Die­go... Un día ha­blé con Die­go y su ma­má dos ho­ras en Bar­ce­lo­na y le di­je: “No en­ten­dis­te na­da pe­ro den­tro de po­co vas a en­ten­der”.

15 ¿Quién era su ído­lo de pi­be?                      

–Ido­lo, ído­lo, Re­né Pon­to­ni. Des­pués lo tu­ve de téc­ni­co.

16 ¿Qué sien­te ser el úl­ti­mo téc­ni­co de San Lo­ren­zo que di­ri­gió en el Ga­só­me­tro?

–Emo­ción. Yo em­pe­cé ahí a los 5 años, hi­ce to­das las in­fe­rio­res has­ta la Pri­me­ra.

17 El me­jor téc­ni­co de la his­to­ria                   

–Zu­bel­día. Hay un fút­bol an­tes y otro des­pués de Zu­bel­día.

Llegó a Estudiantes de La Plata en 1965 y jugó allí hasta su retiro en 1970.

18 ¿Qué pen­só cuan­do los di­ri­gen­tes de San Lo­ren­zo le ce­die­ron la lo­ca­lía a Pe­ña­rol en la se­mi­fi­nal de la Co­pa Li­ber­ta­do­res del 60?

–La Co­pa no exis­tía. Acá ju­ga­mos en la can­cha de Hu­ra­cán y ha­bía 40 per­so­nas.

19 ¿Vol­vió a ver al­gu­na vez al po­li­cía con el que se abra­zó en el par­ti­do que cla­si­fi­có a Ar­gen­ti­na pa­ra Mé­xi­co 86?

–No. Ter­mi­nó el par­ti­do y con uno me te­nía que abra­zar. Ése fue el pri­me­ro que en­con­tré.

20 ¿Ba­tis­tu­ta o Cres­po?              

–Uno –Uno de los dos o los dos, no hay nin­gún pro­ble­ma pa­ra que jue­guen jun­tos. Si hay que ele­gir uno, me que­do con el que me­jor es­té en ese mo­men­to.

21 ¿Có­mo hi­zo pa­ra que­brar­se ocho ve­ces la cla­ví­cu­la en las in­fe­rio­res?

–Me po­nían el pie atrás, me caía y me frac­tu­ra­ba, por­que yo no sa­bía caer. La cla­ví­cu­la es el hue­so más ton­to, co­mo el pe­ro­né.

22 El me­jor go­lea­dor que vio.               

–Ar­ti­me la me­tía siem­pre. Yo de­cía: cui­da­do con és­te, por­que to­ca una y va aden­tro.

23 ¿Qué ha­ría si un día se le in­cen­dia el cuar­to con su co­lec­ción de vi­deos?

–Uhhhh... me vuel­vo lo­co. Aho­ra los es­toy pa­san­do a CD por­que me con­si­guie­ron una má­qui­na que lo ha­ce.

Junto a Osvaldo Zubeldía, su gran maestro y a quien considera como el mejor director técnico.

24 ¿Qué fue lo que más ad­mi­ró de Zu­bel­día?

–Una fra­se su­ya lo sin­te­ti­za. No­so­tros ha­cía­mos la ju­ga­da de fue­ra de jue­go y él por Ca­nal 7 ex­pli­có có­mo se con­tra­rres­ta­ba. Cuan­do vi­no lo que­ría­mos ma­tar. “¿Y Os­val­do?, ¿aho­ra qué ha­ce­mos?”, le plan­tea­mos. Él res­pon­dió. “Me­jor, así me ha­cen pen­sar”.

25 ¿Có­mo vi­vió la en­fer­me­dad y la muer­te de Ma­ne­ra?

–Mal. Con él y Al­ber­to Po­let­ti éra­mos los más ami­gos en el gru­po. Ha­blé con Eduar­do has­ta el úl­ti­mo mo­men­to, él no sa­bía que es­ta­ba tan mal y yo sí.

26 ¿Pa­cha­mé se eno­jó con us­ted por­que no lo re­co­men­dó pa­ra ser su su­ce­sor en la Se­lec­ción?

–No. Yo fui el que me eno­jé por­que no nom­bra­ron a Pa­cha, que era el más in­di­ca­do. Por eso no pi­sé nun­ca más ni la AFA ni el pre­dio de la AFA.

27 ¿Se da cuen­ta de que mu­chas ve­ces no se le en­tien­de cuan­do ha­bla?

–Sí, pe­ro co­mo di­jo Gar­cía, de Cró­ni­ca, una vez que le hi­cie­ron esa pre­gun­ta: “Lo que pa­sa es que pien­so mu­cho más rá­pi­do de lo que ha­blo”.

28 ¿El 2-1 a In­gla­te­rra en el 86 o el triun­fo so­bre Ita­lia por pe­na­les en el 90?

–Con­tra Ita­lia, por­que lle­gá­ba­mos a la fi­nal.

29 ¿Por qué di­jo que no di­ri­gía más en la Ar­gen­ti­na y des­pués cam­bió?

– ¿Cuán­do? No, no, por aho­ra, siem­pre di­go “por aho­ra, por aho­ra”.

30 ¿No ri­fó pres­ti­gio al vol­ver a di­ri­gir des­pués del 90?

–No. En to­do el mun­do pa­sás de arri­ba aba­jo en un día. El pres­ti­gio lo ga­nás en 20 o 30 años vien­do qué hi­cis­te, qué di­ri­gis­te.

Bilardo y uno de sus más fieles amigos: el pizarrón. En él firmaban los invitados a su programa de tevé.

31 Si per­día el par­ti­do con Pe­rú por las eli­mi­na­to­rias 85, ¿dón­de es­ta­ría hoy?

–Po­dría ha­ber ju­ga­do el re­pe­cha­je. Igual, ya lo di­je: si que­da­ba afue­ra me com­pra­ba una tú­ni­ca y me iba a vi­vir a Ara­bia; y si ga­na­ba un Mun­dial me com­pra­ba un es­mo­quin blan­co y sa­lía a ca­mi­nar por Co­rrien­tes. Al fi­nal no me ani­mé.

32 ¿Us­ted que­ría que Pas­sa­re­lla ju­ga­ra en el 86 o pre­fe­ría a Brown?

–Yo te­nía en men­te a Pas­sa­re­lla, pe­ro a Brown lo co­no­cía des­de los 18 años, sa­bía to­do lo que yo que­ría de él. El día del de­but con Co­rea nos reu­ni­mos a las 8.45 de la ma­ña­na con Ma­de­ro y Pas­sa­re­lla. Y cuan­do él nos di­jo “no pue­do” yo sa­lí y yen­do pa­ra la char­la téc­ni­ca le di­je a Brown: “Mi­rá que ju­gás vos, eh”.

33 ¿Cuán­do sur­ge el tic de la cor­ba­ta?          

En Bo­ca. No sé qué ca­ra­jo me pa­sa­ba, pe­ro un día me la sa­qué por­que me mo­les­ta­ba.

34 ¿Se arre­pien­te de la fra­se “pi­sa­lo, al ri­val hay que pi­sar­lo”, en el Se­vi­lla?

–No, en el 99 la Jus­ti­cia di­jo que yo era ino­cen­te  por­que el ayu­dan­te al cual se le pa­ga tie­ne que aten­der al caí­do de su equi­po y no al ri­val sal­vo que sea un ca­so de ma­yor gra­ve­dad. Aho­ra en Es­pa­ña gri­tan to­dos “pi­sa­lo, pi­sa­lo”, que­dó esa fra­se.  Al­go que me ayu­dó, tam­bién, fue la fra­se de la FI­FA de “muer­te sú­bi­ta”. ¡¿Có­mo?! ¿Pa­ra ga­nar un par­ti­do hay que mo­rir­se? Nooooo, es una fi­gu­ra.

35 ¿No fue muy ge­ne­ro­so Ma­cri cuan­do di­jo que en el tí­tu­lo ga­na­do por Bian­chi us­ted te­nía bas­tan­te que ver?

–No. Cuan­do yo fui a Bo­ca le di­je a Ma­cri: “Vos ne­ce­si­tás por lo me­nos dos años. Si lo que­rés ha­cer, lo ha­cés; si no, me de­cís”. A mí me to­có tam­bién co­mo ju­ga­dor su­frir­la, eh. Un día me sen­tó Zu­bel­día y di­jo: “Po­let­ti, Bi­lar­do y Co­ni­glia­rio, afue­ra”. Pum. No va más, se aca­bó. Y éra­mos tres ve­ces cam­peo­nes de Amé­ri­ca. En Bo­ca ha­bía ju­ga­do­res que no iban más y te­nían que ir­se. Así son las co­sas, qué le vas a ha­cer.

36 El pa­pe­lón más gran­de co­mo téc­ni­co.      

–No creo que ha­ya uno. Cuan­do voy a la pi­za­rra lo pri­me­ro que ha­go es con­tar los ju­ga­do­res, por­que ha ha­bi­do téc­ni­cos que hi­cie­ron char­las con diez. Y tam­bién ten­go pa­pel al la­do de la pi­za­rra por si fa­lla la ti­za.

Imposible confundir ese perfil. Bilardo, a los 17 años, con la gorra de nadador. Como futbolista hizo todas las inferiores en San Lorenzo, desde los 5 años hasta llegar a la Primera.

37 Cuan­do Re­don­do no acep­tó ir a la Se­lec­ción, ¿us­ted cre­yó el ar­gu­men­to del es­tu­dio?

–Hay una equi­vo­ca­ción. Fi­ja­te en la edad. No me ca­len­té esa vez: yo ci­ta­ba a los gran­des y Pa­cha­mé ci­ta­ba a los chi­cos. Yo nun­ca ha­blé con Re­don­do ni le pe­dí ex­pli­ca­cio­nes.

38 ¿Ra­món Díaz no era más que De­zot­ti en 1990?

–Pa­ra mí, no. El pa­re­ci­do a Ca­nig­gia era De­zot­ti. A mí me gus­ta­ba más De­zot­ti y pen­sa­ba que el día que se me jo­die­ra Ca­nig­gia lo te­nía a él. Tam­bién me ser­vía pa­ra el con­traa­ta­que. En el Cre­mo­ne­se era to­do con­traa­ta­que.

39 ¿Ba­sual­do lo trai­cio­nó?                    

–Sí. Ya es­tá.

40 ¿Ve­rón hi­jo es me­jor que Ve­rón pa­dre?

–Juan apa­re­cía ca­da tan­to, pe­ro la rom­pía; Se­bas­tián la tie­ne más. La ma­yo­ría de los hi­jos de pa­dres fa­mo­sos no lle­gan a la es­ta­tu­ra del pa­dre, pe­ro és­te lle­gó, se­gu­ro.

41 ¿A Na­va­rro Mon­to­ya le pa­só fac­tu­ras por ser un hom­bre de Me­not­ti?

–No. Yo lo tu­ve a Val­da­no, ¿qué me im­por­ta? Yo for­mo el equi­po pa­ra ga­nar por­que si no me echan a mí. Sa­qué a los que ha­bía que sa­car. Aho­ra si vos me de­cís: “Bi­lar­do, mi­re, de los diez que sa­có us­ted, hay ocho que es­tán ju­gan­do en Ri­ver, en el Man­ches­ter”, bue­no es­tá bien. Pe­ro no.

42 ¿Con Sa­va no se equi­vo­có al po­ner­lo de me­dio­cam­pis­ta?

–No, Sa­va era ca­si un pun­ta, pe­ro era jo­ven­ci­to, vi­no muy ner­vio­so a Bo­ca. La fun­ción de Sa­va era por iz­quier­da, que hi­cie­ra lo del Ki­ly.

Los ojos rojos, en México 86, su obra cumbre, abrazado a Pasculli. “A veces me pregunto cómo hice para aguantar. Una vez, en River, me puteó toda la cancha, pero toda. Mi viejo me esperó y me rogó: dejá, Carlos, por favor. Yo le contesté: les vamos a ganar”, evoca.

43 ¿Fue a vi­si­tar al Abue­lo a la cár­cel?          

–No, pe­ro en el jui­cio di­je que era mi ami­go.

44 ¿Cuan­do ma­ta­ron a los dos hin­chas de Ri­ver no se arre­pin­tió de esa amis­tad?

–No. Siem­pre di­go lo mis­mo: ten­go ami­gos que es­tán en la cár­cel y los voy a vi­si­tar. Si fa­lla­ron, vie­jo, aden­tro... Si a mi hi­ja la vio­lan, al que la vio­la yo lo ma­to. Si le pa­sa a mi hi­jo lo que les pa­só a los chi­cos de Ri­ver con los de Bo­ca los bus­co has­ta aba­jo de la ca­ma.

45 ¿No le dio ver­güen­za ver­se des­fi­lar en el Car­na­val de Gua­le­guay­chú?

–No; una no­che es una no­che. A mí me en­can­ta bai­lar. Aho­ra mis­mo yo me iría a bai­lar (N. de R: la en­tre­vis­ta se rea­li­zó en­tre las do­ce de la no­che y las dos de la ma­dru­ga­da de un miér­co­les), bai­la­ría to­da la no­che, pe­ro no lo ha­go por­que me da ver­güen­za y no en­cuen­tro lu­gar. Yo iría to­das las no­ches a bai­lar.

46 ¿Qué re­cuer­da de su de­but en la Pri­me­ra de San Lo­ren­zo?

–Era la una de la ma­ña­na y te­nía­mos una ra­na des­ce­re­bra­da en la me­sa, es­tu­dian­do el co­ra­zón. Me lla­mó mi ma­má a la ca­sa de un ami­go y me di­jo: “Te vi­nie­ron a bus­car pa­ra que jue­gues ma­ña­na”. Me fui a mi ca­sa, dor­mí, des­pués aga­rré la mo­to­ne­ta Siam, la pa­ré fren­te a la can­cha de Atlan­ta, ju­gué, le me­tí dos go­les a Ro­cha y le ga­na­mos 2-1 por la Co­pa Sue­cia. Pa­ra ellos ju­ga­ban Gri­guol y Zu­bel­día.

47 ¿Có­mo fue su pri­me­ra ex­pe­rien­cia co­mo téc­ni­co?

–Fue en 1971. Al­gu­nos ex com­pa­ñe­ros de Es­tu­dian­tes me pi­die­ron que aga­rra­ra por­que el equi­po se iba al des­cen­so. Es­ta­ban to­dos pe­lea­dos. Pa­só que cuan­do Zu­bel­día nos sa­có a los cin­co  le do­lió tan­to que al mes se fue tam­bién él y el equi­po se des­ban­dó. Aga­rró Ig­no­mi­rie­llo, un buen téc­ni­co, pe­ro que nos ha­cía tra­ba­jar mu­chí­si­mo pa­ra igua­lar a Zu­bel­día. Yo aga­rré. Pri­me­ro arre­gla­mos to­do en el ves­tua­rio y des­pués les di­je: “Bue­no, mu­cha­chos, aho­ra a dor­mir”. Y dor­mían to­do el día. Así za­fa­mos del des­cen­so.

48 ¿No se sin­tió des­pe­cha­do cuan­do Ma­ra­do­na eli­gió a Ba­si­le co­mo téc­ni­co en su par­ti­do ho­me­na­je y no a us­ted?

–No.

Juventud divino tesoro. Sonrisa o el Flaco, como se lo apodaba a Bilardo, vendiendo flores por su barrio. “Se vendía muy bien, yo hacía buena plata”, recuerda.

49 ¿Qué les di­jo a sus ju­ga­do­res de De­por­ti­vo Ca­li en la char­la pre­via a la fi­nal de la Li­ber­ta­do­res con­tra Bo­ca de 1978?

–Hi­ce la char­la en el Ho­tel Los Dos Chi­nos del la­do que da a la can­cha de Bo­ca y tu­ve que cam­biar de ha­bi­ta­ción por­que no se oía na­da. Pe­ro en esa fi­nal nos co­ci­na­ron. No­so­tros ve­nía­mos es­pec­ta­cu­lar y Bo­ca per­dió el cam­peo­na­to con Quil­mes. Yo es­ta­ba acá y le di­je cla­ri­to al pre­si­den­te: “No arre­gle, ju­ga­mos aho­ra, Bo­ca es­tá des­tro­za­do”. Vol­ví a ca­sa tran­qui­lo y arre­gló pa­ra ju­gar un mes des­pués. Ahí nos dur­mie­ron. Ese mes ju­ga­mos dos par­ti­dos por se­ma­na pa­ra cla­si­fi­car­nos pa­ra la Co­pa si­guien­te y lle­ga­mos fu­si­la­dos. Bo­ca se pre­pa­ró co­mo los dio­ses. Y nos ma­ta­ron.

50 ¿Y qué les di­jo a los ju­ga­do­res de la Se­lec­ción an­tes de la fi­nal en el 86?

–Ya sa­bían to­do. Ha­bla­mos po­qui­to, des­pués le di­je a Val­da­no: “Hay un ti­po de ellos im­por­tan­te, Brie­gel, una lo­co­mo­to­ra”. Yo siem­pre ha­blo de la es­tra­te­gia; na­da de aren­ga de que pue­den ser cam­peo­nes, no, no, que se acuer­den lo que tie­nen que ha­cer. Mis char­las no du­ran más de 20 mi­nu­tos y las ha­go en el ho­tel des­pués de co­mer. Des­pués cal­cu­lo que ten­gan me­dia ho­ra pa­ra ba­ñar­se e ir­nos.

51 ¿Nun­ca se le dur­mió un ju­ga­dor en una char­la?

–Sí, Henry Cai­ce­do, en el Ca­li, un fe­nó­me­no. Se pu­so an­teo­jos ahu­ma­dos, y yo ha­bla­ba, ha­bla­ba; des­pués me co­rrí un po­qui­to y el ti­po se­guía mi­ran­do pa­ra ese mis­mo la­do. No le di­je na­da. Eso sí: des­pués de­ci­dí que pa­ra dar con­fe­ren­cias voy al pri­mero o al úl­ti­mo tur­no, por­que a las dos de la tar­de hay ti­pos que ca­be­cean co­mo lo­cos.

52 ¿Cuál es la char­la téc­ni­ca que más re­cuer­da co­mo ju­ga­dor?

–Me acuer­do bien, bien. Na­cio­nal-Es­tu­dian­tes, fi­nal de la Li­ber­ta­do­res 69. En Uru­guay los úl­ti­mos 15 mi­nu­tos nos ha­bían ma­ta­do. Mal­ber­nat mar­ca­ba a Cu­bi­lla, pe­ro Cu­bi­lla se fue al me­dio y nos dio un bai­le bár­ba­ro. Pa­ra la re­van­cha tu­vi­mos 25 mi­nu­tos de char­la pa­ra ver có­mo to­má­ba­mos a Cu­bi­lla si ve­nía al me­dio. Al fi­nal en el par­ti­do los mis­mos com­pa­ñe­ros le de­cían a Cu­bi­lla “abri­te”. Y se abrió. Él so­lo nos arre­gló el te­ma.

53 Si le di­cen que tra­yen­do a Me­not­ti a su pro­gra­ma de te­vé lle­ga a 80 pun­tos de ra­ting, ¿lo in­vi­ta?

–No.

54 ¿Es cier­to que pa­ra ar­mar el Es­tu­dian­tes cam­peón del 82 fue a bus­car a Sa­be­lla con mil dó­la­res?

–Sí. Le pe­dí mil dó­la­res al pre­si­den­te del club, aga­rré otros mil que yo te­nía y me fui a Shef­field, Inglaterra. Ha­bla­mos, lo con­ven­cí e hi­ci­mos un pre­con­tra­to. Des­pués, cuan­do sa­li­mos, le di­je: “Mi­rá Sa­be­lla, da­me mil pe­sos que no ten­go una mo­ne­da”.

55 ¿Por qué em­pe­zó la pe­lea con Me­not­ti?

–Cuan­do aga­rré yo me vi con él, en Mar del Pla­ta, y bien, bien, que ten­gas suer­te. Cuan­do fui a Tou­lon me em­pe­zó a pe­gar: que era una ver­güen­za que yo lle­va­ra a un tor­neo a des­pres­ti­giar a ju­ga­do­res co­ti­za­dos. Yo los jun­ta­ba en el avión, qué que­rés. Ahí em­pe­zó to­do. Re­cién arran­ca­ba y ya me ma­ta­ba. Ol­vi­da­te.

Abajo, alzado en andas por sus ex compañeros de Estudiantes, que le pidieron que agarrara el equipo. Fue en 1971, su primera experiencia como DT.

56 El me­jor ju­ga­dor del mun­do hoy.  

–Ve­rón. Jue­ga en to­dos los pues­tos. Le pe­ga bien de 40 me­tros, ti­ra los cor­ners, los ti­ros li­bres y no le im­por­ta si jue­ga en Man­ches­ter o acá pa­ra Spor­ti­vo Co­co.

57 ¿No es pe­li­gro­so que la Se­lec­ción va­ya al Mun­dial co­mo gran can­di­da­ta?

–A mí no me gus­ta, por­que to­dos te quie­ren ga­nar. Hay que ba­jar los de­ci­be­les.

58 ¿Cuán­tas ho­ras dur­mió des­pués de que el In­de­pen­dien­te de Me­not­ti le ga­na­ra al Bo­ca de Bi­lar­do?

–Dor­mí. Des­pués, al tiem­po, fui a una es­cue­la de pe­rio­dis­mo y Rus­cio di­jo: uno fue pe­nal. Yo no di­je na­da; ni si­quie­ra en ese mo­men­to di­je de los dos pe­na­les que no nos co­bra­ron.

59 ¿Cuán­to tu­vo que ver Ma­ra­do­na en su ca­rre­ra co­mo téc­ni­co?

–A mí me dis­cu­tie­ron mu­cho cuan­do di­je en el 83 que iba a ser el ca­pi­tán. Dos me­ses an­tes del Mun­dial 86 en las en­cues­tas de quién iba a ser el me­jor ju­ga­dor, el cam­peón, to­do eso, es­ta­ba Pla­ti­ni y des­pués ve­nían Zi­co, Ma­ra­do­na, Hu­go Sán­chez, Ru­me­nig­ge.

60 ¿De chi­co era de pe­dir au­tó­gra­fos?           

–No, pe­ro sí te­nía una cos­tum­bre: sa­lía del ves­tua­rio de San Lo­ren­zo un ju­ga­dor y yo lo acom­pa­ña­ba has­ta el co­lec­ti­vo, des­pués sa­lía otro y lo mis­mo. No les pe­día na­da, só­lo los acom­pa­ña­ba.

61 Va por una ru­ta so­li­ta­ria y es­tá Me­not­ti, ¿lo le­van­ta?

–De Me­not­ti no quie­ro ha­blar más.

62 ¿Bra­sil 70, Ho­lan­da 74 o Ar­gen­ti­na 86?

–Ar­gen­ti­na 86, sin du­da. Es un fút­bol más rá­pi­do. Lo mis­mo que cuan­do me di­cen: Pe­lé, Ma­ra­do­na o Di Sté­fa­no. O cuan­do me pre­gun­tan: un mé­di­co de an­tes o uno de aho­ra. Uno de aho­ra, vie­jo, si el de aho­ra me za­fa, el de an­tes no te­nía ca­pa­ci­dad pa­ra ha­cer­lo.

Esta joya del archivo de El Gráfico es de 1973, en el hall de la AFA, cuando se estaba por cerrar el libro de pases del año. Charlan Hugo Pena, César Menotti, Carlos Bilardo y Alberto Poletti (tapado). Todavía no se habían peleado Menotti y Bilardo, aunque el Flaco ya lo miraba con ganas.

63 Le ti­ro unos nom­bres: Juan Car­los Ca­la­bró.

–Gran ami­go des­de los 18 años. Era ci­clis­ta, no­so­tros éra­mos de la ba­rra de ju­ga­do­res, pe­ro es­tá­ba­mos siem­pre en la pla­za.

64 Jo­sé San­fi­lip­po.                       

–Na­da, no opi­no.

65 ¿Qué cam­bios ha­ría en el re­gla­men­to?

–Así es­tá bien, só­lo ha­ría el sa­que de ban­da con el pie. Por­que hoy sa­cás el la­te­ral, vos que­dás con 10 y el otro con 11 en la can­cha. Da­me una ven­ta­ja.

66 ¿Cuán­tas ve­ces llo­ró por el fút­bol?

–Cin­co o seis. Cuan­do le ga­na­mos a Pal­mei­ras la Co­pa del 68, cuan­do me fui de Se­vi­lla la se­gun­da vez y cuan­do me fui de Bo­ca.

67 ¿Con la Se­lec­ción no llo­ró?   

–Al con­tra­rio, con la Se­lec­ción es­ta­ba muy fuer­te. Mu­chas ve­ces me di­go: “¿Có­mo aguan­té?”. Una vez me pu­tea­ba to­da la can­cha de Ri­ver, im­pre­sio­nan­te, en un amis­to­so con Pa­ra­guay. Esa no­che me es­pe­ró mi vie­jo y me di­jo: “Por fa­vor, Car­los, no di­ri­jas más”. Le con­tes­té: “No, les voy a ga­nar, les voy a ga­nar”.

68 Las pri­me­ras cin­co me­di­das que to­ma­rá si es ele­gi­do pre­si­den­te.

–Te­ne­mos 200 me­di­das, hay que en­trar con un mon­tón. La pri­me­ra, jus­ti­cia in­de­pen­dien­te.

Recibimiento al Estudiantes Campeón de 1968.

69 Por qué en to­das las fo­tos apa­re­ce jun­tan­do las ma­nos de­lan­te de la cin­tu­ra.

–Una vez sa­lí en una fo­to con una chi­ca. Yo la aga­rré, ella me aga­rró y mi se­ño­ra pa­ta­leó. En­ton­ces aho­ra sal­go siem­pre así. En Es­ta­dos Uni­dos una vez una se­ño­ra vie­ji­ta me di­jo: “Eh, así pa­re­ce el pa­pa”.

70 ¿Cés­ped, ban­co o es­tu­dio de te­le­vi­sión?

–Ban­co. Es al­go que uno sa­be que le va a ha­cer mal pe­ro igual lo quie­re. Es un cán­cer be­nig­no. Co­mo téc­ni­co uno es­tá siem­pre ner­vio­so, de mal ca­rác­ter, mal con los ami­gos, mal con la fa­mi­lia, to­das en con­tra. Pe­ro igual lo eli­jo.

71 El ár­bi­tro Pes­ta­ri­no una vez con­tó que lo pes­có con tie­rra en la ma­no pa­ra ti­rár­se­la al ar­que­ro en los ojos.

–No, eso es men­ti­ra. Eso fue en la épo­ca de Le­ma, un ar­que­ro que te­nía San Lo­ren­zo, ha­ce mil años: a los ar­que­ros les ba­ja­ban la go­rra o les ti­ra­ban tie­rra.

72 ¿Qué fue lo más in­só­li­to que le pa­só tra­ba­jan­do en Li­bia?

–Pue­do ha­cer un li­bro en­te­ro...

73 ¿Le mo­les­tó que se to­ma­ran en jo­da lo de ser pre­si­den­te?

–Al prin­ci­pio se lo ha­brán to­ma­do así, pe­ro des­pués, cuan­do em­pe­cé a de­cir co­sas pe­sa­das, di­je­ron: “Pa­rá que és­te va en se­rio”.

74 ¿Aho­ra sien­te que lo to­man en se­rio o en jo­da?

–En se­rio. Aho­ra voy a La Ma­tan­za, par­ti­do en el que so­mos fuer­tes, ha­bla­mos y hay mu­cha gen­te in­vo­lu­cra­da. El par­ti­do es­tá re­co­no­ci­do en Ca­pi­tal, pro­vin­cia y Men­do­za.

75 En un Mun­dial se con­for­ma­ba con ju­gar los 7 par­ti­dos, ¿en las pró­xi­mas elec­cio­nes a pre­si­den­te con qué se con­for­ma?

–Con ser pre­si­den­te; si no no pue­do ha­cer na­da. Yo soy eje­cu­ti­vo, ne­ce­si­to eje­cu­tar.

76 ¿Es cier­to que el ver­da­de­ro apo­do su­yo es Fla­co?

–Sí, siem­pre Fla­co. De chi­co en el ba­rrio me de­cían Son­ri­sa.

77 ¿Por qué eli­gió ir a Es­tu­dian­tes en 1965?

–Es­ta­ba en Es­pa­ñol y po­día ele­gir en­tre Es­tu­dian­tes y Ar­gen­ti­nos. Pen­sa­ba ju­gar un año y  con esa pla­ta po­ner el con­sul­to­rio en el ba­rrio. Los dos clu­bes iban úl­ti­mos en la ta­bla. En­ton­ces pen­sé: “Si jue­go en Ar­gen­ti­nos y se va al des­cen­so se me va to­da la clien­te­la”. Y me fui a La Pla­ta. Me cam­bió la vi­da.

Bilardo junto a su amigo Juan Ramón Verón jugando cricket, elegantísimos.

78 ¿La gran his­to­ria de ese Es­tu­dian­tes hu­bie­ra cam­bia­do si Hurt no le da­ba una pa­ta­da en el cu­lo a us­ted en la se­mi­fi­nal que le ga­na­ron 4-3 a Pla­ten­se?

–Sí. Re­cuer­do que des­pués de dar vuel­ta ese par­ti­do le di­je a Po­let­ti: “Es­toy he­cho, no quie­ro na­da más en el fút­bol”. Des­pués ga­na­mos tres co­pas y una In­ter­con­ti­nen­tal.

79 Vie­ne Val­da­no y lo in­vi­ta a to­mar un ca­fé, ¿acep­ta?

–Sí. No ten­go pro­ble­mas.

80 ¿Cree que le en­ten­dían los ju­ga­do­res cuan­do en la char­la aga­rra­ba el pi­za­rrón?

–Sí. A los ju­ga­do­res yo les ha­cía: pi­za­rrón-vi­deo-pi­za­rrón. Des­pués de la re­pe­ti­ción el ju­ga­dor di­ce “ahhh” y en­tien­de.

81 ¿Nun­ca hu­bo un ju­ga­dor que le di­je­ra que no ha­bía en­ten­di­do?

–En el en­tre­na­mien­to a ca­da uno le to­ca­ba aga­rrar una ca­mi­se­ta dis­tin­ta: de lí­be­ro, stop­per, me­dio­cam­pis­ta o de­lan­te­ro. To­dos co­no­cían las fun­cio­nes en las pe­lo­tas pa­ra­das.

82 ¿A Bo­chi­ni lo hi­zo ju­gar unos mi­nu­tos en el Mun­dial 86 co­mo un re­co­no­ci­mien­to a su tra­yec­to­ria?

–No. Fue igual que Trob­bia­ni. Siem­pre hi­ce lo que me­jor creía pa­ra el equi­po.

83 ¿Bo­ca es una he­ri­da en su ca­rre­ra?          

–No. Llo­ré por­que me fui mal, pe­ro no tu­ve tiem­po pa­ra ar­mar el equi­po con los nue­vos. Me acuer­do de que en la gi­ra por Chi­na, Die­go me di­jo: “Car­los, creo que ven­die­ron a Ve­rón”. Ha­bla­mos con Ve­rón y el Ki­ly y los con­ven­ci­mos de que se que­da­ran. Cuan­do vi­ni­mos acá les hi­cie­ron la ca­be­za, por­que un día vi­no Ve­rón y me di­jo: “Mi­re, Car­los, lo que voy a ga­nar yo en co­mi­sión us­ted y mi vie­jo no lo ga­na­ron en to­da la ca­rre­ra”. Y se fue­ron a la mier­da los dos. Cuan­do de­jé Bo­ca le di­je a Ma­cri: “Va a pa­sar otro téc­ni­co más, tie­ne que ha­ber otro re­cam­bio más”. Y así fue.

84 ¿Sien­te co­mo una frus­tra­ción no ha­ber te­ni­do vín­cu­los exi­to­sos con San Lo­ren­zo, tan­to de ju­ga­dor co­mo DT?

–Co­mo ju­ga­dor yo me ma­té des­de los 5 años. En la Pri­me­ra se le­sio­nó Hi­gi­nio Gar­cía en­ton­ces me pu­sie­ron a mí, con­tra Atlan­ta. Ha­bían ve­ni­do del To­ri­no a ver­me y no to­qué la pe­lo­ta. A la tar­de fue­ron a com­prar a Co­co Ros­si. Chau, no ju­gué más. An­tes era así. No te da­ban una opor­tu­ni­dad. Y en el 79, co­mo téc­ni­co, era im­po­si­ble. El vier­nes da­ban los che­ques, el lu­nes no ha­bía fon­dos y ha­bía reu­nio­nes to­dos los días. Cuan­do se avi­va­ron pu­sie­ron a dos com­pa­ñe­ros en la bo­le­te­ría que des­pués re­par­tían la gui­ta en los ves­tua­rios. Me acuer­do de que el día que lle­gué al club que­ría ha­cer fút­bol. Ene­ro en el Ga­só­me­tro  era to­do tie­rra. Le pe­dí al can­che­ro, al que co­no­cía de mi épo­ca, que me re­ga­ra la can­cha. Tres ve­ces le pe­dí y na­da. “¿Qué pa­sa?”, le pre­gun­té. “No ten­go man­gue­ra”, me di­jo. Lis­to.

 

1975. Carlos Bilardo asumía como DT por segunda vez del Pincha. En el vestuario con sus ex compañeros de equipo Néstor Togneri, Juan Ramón Verón y Carlos Pachamé. Fueron subcampeones del Nacional ’75.

85 De pi­be con­tó que se pe­lea­ba se­gui­do en los par­ti­dos de ba­rrio. ¿Era de los que pe­ga­ban o de los que co­bra­ban?

–Bien, bien, nor­mal, ni una co­sa ni la otra.

 

86 ¿Qué sin­tió cuan­do se que­dó sin ir a los Pa­na­me­ri­ca­nos de Chi­ca­go?

–Me que­ría mo­rir. Via­ja­ba ese día, con tra­je y to­do, y me le­sio­né la ro­di­lla en el en­tre­na­mien­to. Lle­va­ron a otro. Sin em­bar­go cuan­do la Se­lec­ción vol­vió, Du­chi­ni me re­ga­lo su me­da­lla.

87 Co­mo mé­di­co, ¿cuál fue su in­ter­ven­ción más im­por­tan­te?

–Cán­cer de rec­to.

88 ¿Por qué Ca­nig­gia no arran­có co­mo ti­tu­lar en el Mun­dial 90?

–En el de­but ju­gó Bal­bo por­que te­nía que co­rrer y Bu­rru­cha­ga y Die­go es­ta­ban le­sio­na­dos. El par­ti­do lo aguan­tá­ba­mos bien, cuan­do en­tró Ca­nig­gia per­di­mos 1-0. Igual, siem­pre lo se­gui­mos a Ca­nig­gia.

89 ¿Ma­ra­do­na no le in­sis­tía pa­ra que pu­sie­ra a Ca­nig­gia?

–No. Ma­ra­do­na ja­más ja­más me di­jo es­to o lo otro, nun­ca.

90 ¿Có­mo le di­jo a Val­da­no que no lo iba a te­ner en cuen­ta en Ita­lia 90?

–Diez días an­tes de la de­ci­sión él me di­jo: “Car­los, me voy por­que no lle­go”. Yo le di­je que si ha­bía he­cho tan­to es­fuer­zo que es­pe­ra­ra unos días más has­ta el via­je a Is­rael. Un día an­tes del via­je le di­je a Gius­ti que se­guía, y a Brown y a Val­da­no que no. “No lle­gas­te”, le di­je. Val­da­no me de­cía que es­ta­ba bien, yo le de­cía que no. Me pa­só lo mis­mo que a él cuan­do Os­val­do me dio el “no va más”. Qué va a ser. El téc­ni­co es el téc­ni­co.

91 ¿Por qué no fue al par­ti­do ho­me­na­je de Ma­ra­do­na?

–Sí que fui, es­tu­ve en la po­pu­lar. Y a la fies­ta de la no­che es­tu­ve in­vi­ta­do pe­ro te­nía el pro­gra­ma en la ra­dio de Lo­mas de Za­mo­ra.

92 ¿Nun­ca lo aga­rró Brown y le di­jo: “Mi ape­lli­do se pro­nun­cia ‘braun’ no ‘bron’”.

–Sí, sí, pe­ro Bron me sa­le más rá­pi­do que Braun, Bron, Bron. Co­mo el ba­rrio de Nue­va York, Bron, Bron, Bronx.

93 ¿Zu­bel­día les or­ga­ni­za­ba has­ta el día en que se te­nían que ca­sar?

–Ga­na­mos un miér­co­les y el do­min­go ju­gá­ba­mos con­tra Ri­ver, en La Pla­ta, y con el em­pa­te cla­si­fi­cá­ba­mos pa­ra la Co­pa. Y ya sa­bía­mos que en La Pla­ta no per­día­mos. Ese miér­co­les  Zu­bel­día di­jo: “El que se quie­ra ca­sar lo tie­ne que ha­cer lu­nes o mar­tes, des­pués de Ri­ver, y el miér­co­les de vuel­ta pa­ra ju­gar la Co­pa”. Lla­mé a mi se­ño­ra y le di­je: nos ca­sa­mos el lu­nes.  Fui­mos co­mo ocho que nos ca­sa­mos.

94 ¿La fra­se “la glo­ria o De­vo­to” es su­ya?

–Sí, me sa­lió des­pués de la fi­nal In­ter­con­ti­nen­tal con el Mi­lan, en 1969, cuan­do me­tie­ron pre­sos a Ma­ne­ra, Po­let­ti y Agui­rre Suá­rez. Un año an­tes  nos ha­bían re­ci­bi­do en la ca­sa de go­bier­no y aho­ra nos me­tían en ca­na. Por eso di­je: “Si ga­nás, la glo­ria; si per­dés, De­vo­to”.

95 ¿Sien­te una es­pe­cie de or­gas­mo cuan­do se en­cie­rra en su sa­la de vi­deos?

–Me en­can­ta ver los vi­deos. To­dos los chi­cos me pi­den los vi­deos. Cuan­do Tor­neos ne­ce­si­ta un vi­deo vie­jo me lo pi­de a mí.

 

96 ¿Qué fue lo pri­me­ro que se le cru­zó por la ca­be­za ape­nas ter­mi­nó el 0-1 con Ca­me­rún?

–En el avión de Mi­lán a Ro­ma, na­da. Cuan­do lle­ga­mos, sí, les ha­blé en una reu­nión: “Acá hay dos op­cio­nes: va­mos en un avión, le da­mos un pa­ra­caí­das al pi­lo­to y no­so­tros nos es­tre­lla­mos con­tra cual­quier co­sa o lle­ga­mos a la fi­nal. Por­que hoy nos vie­ron 1.500 mil­llo­nes de per­so­nas y nos tie­nen que vol­ver a ver esa can­ti­dad”. Des­pués me que­dé con los más gran­des has­ta las 7 de la ma­ña­na, pie­za por pie­za; y a la ma­ña­na, con los chi­cos, tam­bién pie­za por pie­za. Cuan­do fui­mos a al­mor­zar les mi­ré la ca­ra a to­dos, zuuummm: los que ha­bían ju­ga­do es­ta­ban to­dos ca­lla­dos; y los que no, ha­bla­ban to­dos. Mi­ré, mi­ré, mi­ré, y di­je: ten­go que pe­gar un sa­cu­dón, ten­go dos días. A la una de la tar­de les di­je: “Se­ño­res, la for­ma­ción pa­ra el pró­xi­mo par­ti­do es és­ta”. A la no­che los que ha­bla­ban ya no ha­bla­ron más por­que sen­tían el ner­vio­sis­mo. Por la re­ji­ta de la con­cen­tra­ción yo veía lle­no de pe­rio­dis­tas, lle­no. Me acor­dé de un li­bro de un ale­mán que ha­bía per­di­do una ba­ta­lla y se ha­bía cor­ta­do el pe­lo, em­pro­li­ja­do, ves­ti­do bien. Y yo hi­ce igual: per­fu­me, to­do. Pa­sé, pa­sé, ho­la, có­mo les va y lle­gué al me­dio. Des­pués, Ma­ra­do­na me di­jo: “Es la pri­me­ra vez en mi vi­da que no me pa­ra na­die”. Sí, es­ta­ban to­dos es­pe­rán­do­me a mí.

97 ¿Qué es el bi­lar­dis­mo?

–No sé.

98 Un li­bro.

–Brown.

99 No, Car­los, un lí­be­ro no, le pe­dí un li­bro.

–Ah, un li­bro (ri­sas). Ten­go el Mar­tín Fie­rro y la Bi­blia, siem­pre por ahí, co­mo en el ho­tel, arri­ba de la me­si­ta de luz.

100 ¿Quién fue el ideó­lo­go del bi­dón tru­cho de Bran­co?

–No, eso es men­ti­ra

 

DIEGO BORINSKY (2001)


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