HEMEROTECA

BERTONI: DIEGO OPACÓ A "SAN GENARO"

Por Redacción EG · 25 de noviembre de 2020

En El Gráfico repasamos algunas de las perlitas que dejó el paso de Diego Maradona y Daniel Bertoni cuando los dos argentinos campeones del mundo coincidieron en el club Nápoli a mediados de los 80. ETERNO.


 “Diego opacó la figura de San Genaro, no es verso. Nunca vi nada igual. Donde estaba Diego era una locura total. Un sábado sin fútbol vino a mi casa para comer milanesas, porque Mabel, mi señora, las hace bárbaras. Yo vivía arriba, en la zona de Posilipo, un paraíso enfrente de Capri. Pero se enteraron los de abajo y... ¡para qué! Aparecían los hinchas por todos lados. Hasta en el patio de mi casa se metieron. Saltaban el muro como gatos con tal de verlo a Diego" (DANIEL BERTONI)

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El único apoyo de Diego Maradona en su primera temporada en el Napoli era la presencia de Ricardo Daniel Bertoni en el equipo. Comparados con el resto, eran futbolistas de otra galaxia. Los dos, además, le pegaban muy bien a la pelota y por esa razón —para evitar discusiones cuando se presentara la oportunidad de ejecutar los tiros libres— delimitaron, por propia voluntad, las zonas de ejecución. Del centro de la cancha hacia la derecha era Maradona quien pateaba con zurda. Del centro hacia la izquierda, Bertoni con la derecha. El "pacto de buena voluntad" fue secreto. Sin embargo, un periodista italiano se dio cuenta y le preguntó a Diego:

— ¿Lo hicieron porque son como hermanos?

— Sí, Daniel y yo somos como Los Pimpinela —contestó Maradona con una sonrisa

 

Bertoni, Passarella y Maradona, tres argentinos en el Calcio
 

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Cuando Diego llegó al Napoli, el equipo era una tienda. Tanto que le sirvió a Maradona para convertirse en un verdadero polifuncional. No por gusto, sino por necesidad: todo lo tenía que hacer él. En uno de esos partidos difíciles, bajó a la mitad de la cancha, recuperó la pelota y comenzó a limpiar el camino hacia el arco gambeteando a uno, a dos, a tres rivales. Había arrancado en su posición de ocho atrasado y ya estaba por llegar en diagonal y por el centro al área adversaria. Era evidente que buscaba su perfil de zurda. En eso estaba cuando se le cruzó Del Fiume, que era su compañero, le quitó la pelota y, en su afán por rematar y convertir el gol, trastabilló y la perdió. Desde el suelo lo miró a Diego como pidiéndole perdón y Maradona, que con las dos manos apoyadas en su cintura estaba pensando "¿Dónde vine a parar?", le gritó:

— A mí no me digas nada, rezá, a lo mejor San Genaro te perdona...

 


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