La final de futbol del Campeonato de España para la categoría Cadetes, División de Honor, estaba por comenzar. A un costado de los ansiosos jóvenes blaugranas que precalentaban de cara al gran desafío, dos chicos miraban desanimados los movimientos de sus compañeros. En un choque exclusivo para españoles, el extremo camerunés Frank Songo’o –hijo del reconocido arquero Jacques– y el argentino Lionel Messi estaban condenados a alentar a sus colegas del Barcelona desde afuera.
El ánimo no era el mejor para los dos extranjeros y menos que menos para la figura de un equipo que por su fútbol lujoso se había ganado el apodo de Dream Team (pavada de elogio en el Barsa). El partido pasó y sus compañeros lograron el título, pero para Messi la felicidad seguramente no era completa, al no haber sido partícipe directo. Sin embargo, de un momento a otro, una persona se acercó para hacerle un comentario y cambiarle el humor. “Un técnico vino y me preguntó si me gustaría jugar para España y le contesté que prefería esperar un llamado de mi país, aunque me puso muy contento”, admite Leo, como le gusta que lo llamen.
Tiempo después, Ginés Meléndez, técnico de la Sub-16 de España, le reconoció a El Gráfico ser quien dialogó con el rosarino. Eran tiempos en los que la celeste y blanca era sólo una ilusión para ese chavalito. “Viendo al Cadete del Barcelona, nos enteramos de la existencia de ‘Leonel’ (N. de R. : así lo llaman en España) y nos dimos cuenta de que es un jugador fantástico. No lo pudimos llamar a la selección española porque es argentino y aún no tiene la doble nacionalidad, pero indudablemente, si fuera español estaría convocado, nos hubiera venido muy bien. Por eso, aquel día no le planteamos la posibilidad de que pueda jugar con nosotros. Yo sólo le dije: ‘Ojalá fueras español para convocarte’. Fue una palabra cariñosa”.
Corrían tiempos en los que Leo era un desconocido en la Argentina (a excepción de Rosario), pero no en Barcelona, donde los encantos de su zurda empezaban a provocar comparaciones con el mejor de todos los tiempos. “Cuando yo llegué, él ya estaba –cuenta el ex Barsa, Roberto Bonano, hoy en el Alavés–, y en el club decían que era el próximo Maradona, el próximo crack, aunque siempre se hablaba muy a futuro.”
Era una epoca en la que desde su nuevo hogar Leo no hacía más que soñar con vestir de celeste y blanco, al igual que aquel pibe de Villa Fiorito que hacía jueguitos en una imagen en blanco y negro. Su papá, Jorge, recuerda que “le hice llegar videos a Hugo Tocalli. Fue en la previa del último Sub-17. Era la época en la que Leo estaba comenzando a explotar”.
En la actualidad, con otro de sus sueños cumplidos, Messi da a entender que nunca se tomó en serio aquel acercamiento de La Furia. “Lo de la selección de España fue algo que se dijo en broma y que yo nunca hubiese aceptado. Siempre quise jugar para Argentina, así que fue tan sólo una anécdota.”
Del otro lado del Atlántico se quedaron con las ganas y, en junio de 2004, Tocalli le tatuó para siempre la camiseta en la piel al convocarlo para un amistoso ante Paraguay, con la Sub-20. En aquel amistoso, el zurdo comenzó a mostrarle su impresionante cambio de ritmo y su eléctrica explosión a todos los argentinos, que con sólo dos partidos del Sudamericano Colombia 2005 se rindieron a sus pies. “La verdad, es algo impresionante –admite el enganche–. Poder integrar la Selección es un sueño. Siempre dije que me encantaría estar acá y ahora que estoy viviendo esto es algo hermoso. Espero que las cosas sigan muy bien. Estoy disfrutando mucho. Todo esto es nuevo para mí”.
Sus goles maradonianos ante Venezuela y Bolivia despertaron en el hincha argentino la euforia por volver a ver otra zurda prodigiosa que regrese a la Argentina a lo más alto. Incluso, ante Perú, apareció en la tribuna un cartel con la leyenda Maradona-Messi, con los dos apellidos con la misma M. “Diego está en lo más alto para cualquier jugador –confiesa Leo–. El es y será único. Yo tengo referencias suyas por videos y por lo que me contó mi papá. Que digan que tengo cosas de él es hermoso. Me emociona mucho esa comparación, pero soy consciente de que tengo que aprender un montón”.
En Colombia, arrancó el campeonato en el banco porque Tocalli no quiso cargarlo de presión: “Tenerlo como suplente fue una manera de que no se le vengan todas las cosas encima desde el primer minuto. Lo que pretendemos es que dé todos los pasos en forma correcta y se sienta cómodo jugando en este equipo. Es un chico con futuro en la mayor”.
Sus enganches, gambetas y golazos dejan en claro que está más que cómodo: “La verdad, los chicos me integraron muy bien al grupo. Desde el principio me trataron como uno más y por eso fue todo más fácil. Hasta que me sumé al plantel, sólo conocía a Formica, ya que de chiquitos habíamos jugado juntos en Newell’s. Si bien él es un año más grande, nos veíamos todos los días porque éramos compañeros. A Tocalli lo traté por primera vez cuando me llamó para los amistosos ante Paraguay y Uruguay, el año pasado. Siempre me pide que juegue, que pida la pelota y que haga lo que sé. Es muy claro y afectivo. Me gusta mucho”.
Con sus actuaciones en el Sudamericano, Leo cumple con el mismo objetivo que tenía su padre a la hora de enviarles los videos al técnico de las juveniles. “Este torneo es la chance para que me conozcan en mi país. Hasta hace poco, en Argentina no me habían visto jugar nunca. Espero que las cosas terminen bien en este Sudamericano y podamos clasificarnos para el Mundial de Holanda”, se ilusiona el “Pibito de Oro”, apodo que se ganó en España.
En la Argentina, la euforia está en auge, pero en Barcelona explotó hace rato. Para ser justos, esa locura empezó en Rosario, en el club Grandoli, donde Leo comenzó su romance con la pelota a los “cuatro o cinco años”, con su papá sentado en el banco dando indicaciones.
Mucho antes que los rivales del Sudamericano, Rodrigo y Matías, sus hermanos mayores, fueron los primeros en sufrir el talento de Lionel. “A los cuatro años dormía la pelota en la punta del botín. Un poco más grande, jugaba con los dos varones y los bailaba, a pesar de que le llevan siete y cinco años”, recuerda Jorge.
Las inferiores de Newell’s fueron una nueva escala para su fútbol. Llegó a los siete años, siguiendo los pasos de Rodrigo. En un equipo que compartía con Lautaro Formica y Gustavo Rodas, entre otros, Messi emocionaba. El Billy, de pretemporada con la Lepra, lo recuerda muy bien. “Empecé en Newell’s a los 9, 10 años y como no había muchos chicos categoría 86, a Leo, que es 87, lo ponían con nosotros. Estuvimos un año juntos y la rompía. Se gambeteaba a todos, hacía lo que quería, pero no era egoísta, daba gusto jugar con él. En esa época, en el club ya se hablaba de él, ya se lo conocía. Me acuerdo de que en un torneo en Balcarce, en cancha de once, empezó a gambetear desde mitad de cancha, pasó a seis jugadores y definió a un costado del arquero. Terrible golazo. Hacíamos un doble enganche y nos entendíamos muy bien. El era muy chiquito de cuerpo, pero en la cancha no se notaba para nada.”
Su fisico menudo no era un problema a la hora de gambetear rivales, pero podría llegar a serlo en su vida futura. “A los once años se le detectó un problema con las hormonas de crecimiento: tenía pocas y por eso estaba retrasado su desarrollo óseo. El tratamiento era carísimo, costaba 1800 dólares cada dos meses. Por un año y medio nos ayudaron la obra social y la Fundación Acindar, empresa en la que yo trabajaba. Sin embargo, después el panorama se complicó. Podríamos haberlo dejado, pero me dijeron que no era muy conveniente”, relata Jorge.
La situación pintaba oscura, pero apareció una chance de no quedar en banda. “Newell’s no me ayudaba, entonces llevé a Leo a probar a River. Pasó, pero nos volvimos porque querían que nosotros peleáramos para conseguir los papeles. Me llamaban todos los días, pero yo no quería saber nada.” Ante la posibilidad de perder semejante talento, en la Lepra accedieron a pagar las inyecciones. Sin embargo… “Tuve que ir como 40 veces para que me dieran 200 pesos y me cansé”, admite el padre.
La situación no daba para más. Una mano de la familia desde el otro lado del océano surgió como la mejor opción. “Hablé con los primos de mi mujer en Lérida, una comunidad cercana a Barcelona, pedí licencia en el trabajo y decidí viajar para probar suerte.”
Las malas golpeaban la puerta, pero antes de que Messi padre subiera al avión, la suerte apareció con su pasaporte español en la mano. “Un amigo me contó que a Leo lo venía siguiendo un ojeador, que lo conocían y que había un interés del Barsa. Coincidió con el momento en que decidí cambiar de trabajo. Así que tuve un aliciente más para viajar”.
Con 13 años y 1,40 metro de estatura, Leo se presentó a la prueba ante la atenta mirada de una figura histórica del Barsa como Carlès Rexach, a quien casi se le salen los ojos de la sorpresa: “Sólo me hizo falta verlo andar por el campo y tocar un par de balones y en medio minuto lo había fichado. La primera impresión fue definitiva. En mis 40 años en el fútbol no había observado a un chico con tantas condiciones”.
Con el visto bueno del catalán, la ecuación cerró perfecta. “Como yo tenía todo armado para trabajar en España y en el club se hacían cargo del tratamiento, les dije: ‘No hay problema’”, rememora Jorge. Con lágrimas en los ojos, los Messi partieron hacia España, donde se radicaron en marzo de 2001. Los primeros tiempos fueron duros, no sólo por todo lo que implica adaptarse a un nuevo país, sino porque Newell’s no mandaba el transfer y Leo no podía salir a la cancha. “A partir de ahí medió la FIFA, que al poco tiempo lo habilitó. La decisión se basó en que un chico de 14 años tenía que estar con el padre. Y yo me fui a vivir a España”, continúa Jorge.
Allí pudo terminar su tratamiento –tras dos años de ponerse inyecciones todas las noches– y conquistar a los catalanes. En su primera temporada sufrió una fractura de peroné izquierdo que le complicó las cosas, por lo que su gran explosión se produjo en la segunda campaña. Anotó 37 goles en 30 partidos y, en la final del Campeonato de Catalunya, marcó dos tantos en diez minutos, más allá de jugar con una fractura en el pómulo derecho. Su zurda estaba en marcha y ya nada iba a detenerla. El Arsenal, a través de un ayudante del DT francés Arsène Wenger, tentó a los Messi para llevar el diamante a Inglaterra, pero la familia decidió seguir en el Barsa.
Poco tiempo después, los Gunners le soplaron a los catalanes a Francesc Fàbregas, compañero de Leo en la cantera blaugrana y figura del Sub-17 español que eliminó a la Argentina del Mundial de Finlandia. Instantáneamente, en aquel octubre de 2003, el Barcelona se aseguró al Pibito hasta 2012. El primer contrato profesional del rosarino contó con una cláusula de rescisión de 30 millones de euros, la cual aumentó a 80 cuando pasó de categoría y subió hasta 150 millones no bien Leo se convirtió en una joven estrella de la Primera. De modo que si algún club está interesado en llevarse al rosarino tiene que sacar de sus arcas los mismos billetes que por un tal Ronaldinho.
Una vez en carrera, el chiquilín se dedicó a pulverizar récords, a saltar de categoría en base a goles, golazos, lujos, caños, gambetas y más golazos. La rompió en el Juvenil (21 goles en 14 partidos), en el Barcelona C (5 en 8) y en el B, hasta que llegó a Primera para quedarse. Debutó con los grandes el 16 de noviembre de 2003, en un amistoso ante Porto, con sólo 16 años. Entró en el segundo tiempo y anduvo muy cerca de convertir. El 16 de octubre de 2004, ante Espanyol, en el clásico catalán, entró en la historia por ser el jugador más joven del club en debutar en un campeonato oficial, con 17 años, 3 meses y 22 días. “Cuando llegué al club, a los 13 años, lo hice con el sueño de jugar en Primera en el Camp Nou. Claro, por los nombres que hay en el plantel, muchas veces se me cruzó por la cabeza que iba a ser difícil y que no iba a lograrlo, pero trabajé siempre para tratar de conseguirlo. La verdad, no pensé que se iba a dar todo tan rápido. En el momento en que Rijkaard me dijo que calentara me puse muy feliz, y cuando estaba a punto de salir a la cancha simplemente tenía ganas de entrar y empezar a jugar, no estaba nervioso. Después tuve una oportunidad de gol, pero no pudo ser. Soy consciente de que todavía tengo mucho que aprender, todavía soy chico”, cuenta muy feliz.
Hasta este Sudamericano Sub-20, Leo era un recambio cantado para el técnico holandés, quien, al igual que los compañeros del rosarino, ya lo extraña. “Con Rijkaard me llevo muy bien, aunque no hablamos mucho. Cuando me dijo que iba a debutar fue muy lindo. Hace varios años que estoy lejos de Rosario, y se me vino a la cabeza todo ese tiempo y me dí cuenta de que valió la pena el sacrificio. Por suerte, el técnico me dio la oportunidad y no la desaproveché. Alguna vez me hizo entrar de nueve, en otras de siete, y también de once. Estamos jugando con tres delanteros y en cualquiera de esas posiciones me siento cómodo. Igual, donde más me gusta es por la derecha”, admite Leo, quien en la Sub-20 se mueve como media punta, al igual que su ídolo Pablo Aimar. “Siempre lo admiré, desde chico. Me parece un jugador gigante. Me encanta verlo correr con la pelota. Por suerte, hace poco, cuando enfrentamos al Valencia, pude cambiar la camiseta con él.”
Con el crack con el que no cambió la casaca, pero tiene una relación más fluida que con el Payito, es con Ronaldinho, al punto que en la pretemporada el brasileño lo bautizó como su hermanito. “Siempre dije que con todos me llevo muy bien, que a todos les tengo que agradecer porque, desde el primer momento en el que empecé a entrenarme con el plantel superior, me trataron bárbaro. Soy el más chico de todos y me miman mucho. A lo mejor, con los brasileños es con los que más cercanía tengo. Con Ronaldinho, Deco, Beletti, Silvinho… Todos ellos son los que más me apoyan y aconsejan. Estamos mucho juntos y jodemos bastante. Siempre hacemos juegos con la pelota antes de las prácticas. Ahí es muy difícil competir con Ronaldinho. Una vez sola pude ganarle. Ellos están siempre alegres y te hacen pasarla bien”, confiesa el rosarino, quien también rompió el récord de debut más joven en la Champions para el Barsa al salir a la cancha ante el Shakhtar, de Ucrania, con 17 años y 153 días.
Hablar de titularidad en el corto plazo en un equipo plagado de figuras como el Barcelona no es fácil, aunque con la racha de lesiones que está atravesando el conjunto dirigido por Rijkaard, nunca se sabe. “Yo estoy muy conforme con mi actualidad en el Barsa. Me están pasando cosas muy lindas, así que estoy disfrutando mucho de este presente. Entrenarme con esas estrellas es algo maravilloso. Ver de cerca las genialidades que hacen Ronaldinho y compañía es muy lindo. No sé si al lado de ellos se juega mejor o no, pero quizás es un poco más fácil. Te hacen rendir más”.
En la Selección no juega con cracks de tanto renombre, pero igual la rompe. Leo mantiene la misma tesis. “Hay futbolistas de gran calidad, de buen nivel, y por eso se pudo armar un gran equipo. Jugar con ellos me facilita mucho las cosas. No sé qué tan buenos son los goles que hice hasta el momento, porque cuando tengo la pelota en los pies en lo único que pienso es en jugar y divertirme”, sostiene, humilde.
Con esa receta, a los 17 años, poco a poco, cumple sus metas. “Por un lado, no me sorprende esta explosión –admite Tito Bonano–. Aunque por otro sí, porque Barcelona tiene muchos jugadores y siempre trae varios refuerzos. Además, Leo es muy joven. En España ha sorprendido lo rápido que subió al plantel. Lo suyo pasa por la calidad.”
Más allá de la euforia catalana, hoy en día la vista del elegido apunta a otro lado. “Jugar en Barcelona es algo muy lindo, pero vestir la camiseta de la Selección es especial. Siempre soñé con todo esto, por eso estoy contentísimo”.
Los argentinos, también.
Messi debutó oficialmente en Primera a los 17 años, 3 meses y 22 días. Ni siquiera Diego pudo lograrlo tan rápido.
El 21 de agosto de 1982, Barcelona le ganó 2-0 al Mallorca, en el primer partido del más grande de todos. Tenía casi 22 años.
Empezó a conquistar Real Madrid el 23 de septiembre de 1953, con 26 años. En poco tiempo se transformó en el ídolo máximo.
Nació el 2 de octubre de 1935 y en 1954 hizo su estreno en la Primera de River. En 1957, con casi 22 años, se sumó a la Juventus.
Se colocó la camiseta de la Fiorentina por primera vez ante la Juve, el 1º de septiembre de 1991. Tenía 22 años.
Había debutado en River el 14 de diciembre de 1985 y en septiembre de 1988 arrancó su carrera en Europa. Fue en el Verona, a los 21.
En agosto de 2001, a los 19 años, se calzó la camiseta del Barcelona por primera vez. En River había saltado a la cancha a los 16.
En agosto de 2003, cuando ningún medio argentino lo había detectado y Hugo Tocalli esperaba videos para conocerlo a fondo, El Gráfico presentó a esta gran promesa del fútbol argentino y mundial. Después, mucho después, vino su explosión deportiva y mediática.
“Yo ya estoy acostumbrado a su fútbol desde que jugamos juntos a los 9, 10 años, pero todavía me sorprende. Puede ser un nuevo Maradona. Juega muy bien, es un maestro, como futbolista y persona. Y gran compañero.” (Gustavo Billy Rodas, de Newell’s).
“Cuando lo dirigí, no tenía que gritarle nada, él sabía todo. Tenía 11 años y sobre la marcha corregía e inventaba otra cosa, como Maradona. Tenía un sentido colectivo a un nivel que, para mí, está Diego y después él.” (Enrique Domínguez, ex DT de infantiles).
“El primer contrato se lo firmé, simbólicamente, en una servilleta. Salvando las distancias y sin querer meterle presión, es comparable con Maradona. Será una súper estrella mundial.” (Carlès Rexach).
“Cuando me fui a Barcelona lloré mucho. Dejar a mis parientes y amigos en la Argentina fue muy duro. Pero yo sabía que era para mejor. Por suerte, como estaba con mi familia el período de adaptación en España pasó bastante rápido.” (Lionel Messi).
“Es un jugador fantástico que toma el balón y dribblea muchos rivales sin problemas. Pienso que podría ser un nuevo Maradona, pero hay que ir con cautela, con calma.” (Alex García, ex jugador del Dream Team del Barsa y ex técnico del argentino en la cantera).
Ante la duda de fichar o no refuerzos para afrontar la segunda ronda de la Liga, el goleador Eto’o no dio vueltas: “Hacen falta jugadores con experiencia, aunque futbolistas como Messi tienen mucha calidad.
En muchos aspectos, Lionel Messi construyó su camino a contramano del estereotipo del futbolista argentino. Más allá de esta realidad, el enganche o delantero de 17 años confiesa que le hubiera encantado hacer su debut en el fútbol argentino. “De chico siempre soñaba con jugar en la Primera de Newell’s o en cualquier equipo de mi país, pero bueno, las cosas se dieron así y estoy bárbaro en España. La verdad es que no me puedo quejar por nada. Gracias a Dios, me están saliendo las cosas muy bien en Barcelona y estoy más que feliz. A pesar de todo esto, reconozco que en un futuro me gustaría volver a la Argentina y jugar”.
“Si bien creo que compararlo con Maradona es una aventura arriesgada para un chico tan joven, Leo tiene cosas muy buenas, francamente excepcionales para un chico. De su edad, es de lo mejor que he visto en mi vida.” (Ginés Meléndez, DT del Sub-16 de España).
“Me dijeron que es muy humilde, buena gente y nunca hizo drama. En España se fijan mucho en eso. Si te llevan, lo mínimo que podés hacer no sólo es trabajar, sino portarte bien. Y él cumplió.” (Tito Bonano).
“Messi está en el banquillo a pesar de su edad porque se trata de un jugador con calidad. Tiene un buen dribbling y un potente disparo. Es un delantero con mucho futuro. Nos ha sorprendido gratamente. Se lo nota feliz con un balón.” (Frank Rijkaard).
Por Marcelo Orlandini
Leo se lleva muy bien no sólo conmigo, sino con todos los brasileños: Ronaldinho lo quiere mucho. Nosotros llegamos temprano y nos juntamos para jugar unos toques. Incluso, inventamos un par de reglas, y Messi se prende siempre. Le encanta el fútbol-tenis. A veces somos dupla y a veces nos enfrentamos. Gano casi siempre yo, pero él juega muy bien. Es un sinvergüenza.
Además de un grandísimo jugador, Messi es un chico muy listo. Con 17 años se posiciona bien dentro y fuera de la cancha. Sabe que es un gran futbolista y cuando le toca compartir la cancha con Ronaldinho, Deco, Xavi o Eto’o se pone en su sitio. No quiere competir, aprende mucho. De la cabeza está muy bien, es muy maduro.
Con Messi nos identificamos mucho en la gira por Japón, Corea y China. Cenamos juntos y, como yo hablo un poco de inglés, lo ayudé a cambiar dinero. Es un chico simple y humilde. No hace falta aconsejarlo mucho, tiene todo claro. Sabe lo que quiere.
En cuanto a lo futbolístico, tiene mucha fuerza, calidad y técnica. Hablamos con el cuerpo técnico y los directivos y coincidimos en que la gente está encantada. En un futuro próximo va a dar que hablar. Me enteré de que le está yendo bien en el Sudamericano y que lo ponen a la altura de Maradona. Incluso, leí que para él era un honor increíble, pero una comparación como ésa es difícil. Confrontar un jugador con otro ya es complicado. Y por lo que fue Diego, más. Lo que pasa es que es pequeñito, zurdo cerrado, tiene potencia, así que es inevitable... No hay que apurarse, y menos al hablar de Diego, que logró todo.
No es fácil decir en cuánto tiempo puede ser titular, por su juventud y por todas las figuras, pero ya le echamos de menos. Antes de Navidad estaba entrando mucho. El Míster lo contaba como un recambio importante. El camino que lleva recorrido hasta ahora es muy bueno.
Por Silvinho