¡HABLA MEMORIA!

Gabriel Batistuta for ever

Por Redacción EG · 01 de febrero de 2023

En el día de su cumpleaños, El Gráfico desglosa la carrera de uno de los más grandes jugadores que vistió la camiseta de la Selección Argentina.


La me­le­na do­ra­da na­ve­gan­do el vien­to, los mus­los por­ten­to­sos arra­san­do tie­rra ene­mi­ga, el bom­ba­zo mor­tal per­fo­ran­do ar­cos hos­ti­les, la son­ri­sa an­cha ce­le­bran­do la glo­ria, la con­duc­ta in­ta­cha­ble en cual­quier cir­cuns­tan­cia, la ad­mi­ra­ción aje­na co­mo te­so­ro in­cal­cu­la­ble y una ca­mi­se­ta ce­les­te y blan­ca co­mo sím­bo­lo in­ma­cu­la­do y uni­ver­sal. Son tra­zos in­di­vi­si­bles de Ga­briel Ba­tis­tu­ta, el gue­rre­ro lla­ma­do a re­po­so vo­lun­ta­rio, que un día me­tió un gol, y otro, y otro, y otro, y no pa­ró ja­más...

Gabriel Omar Batistuta nació el 1 de febrero de 1969 en Reconquista, Santa Fe.

A los 36 años, lue­go de 16 tem­po­ra­das y 631 par­ti­dos, Ba­ti ce­rró el pa­rén­te­sis de su ca­rre­ra de­por­ti­va e inau­gu­ró un in­fi­ni­to seg­men­to de año­ran­za en aque­llos que su­pie­ron va­lo­rar­le la en­tre­ga cons­tan­te, la hu­mil­dad sin do­ble­ces, el ejem­plo co­mo pré­di­ca y el gol co­mo ma­ni­fes­ta­ción or­gás­mi­ca de su je­rar­quía.

 

Debutó en Newell´s en 1988.
 

Ama­do en Ita­lia e ido­la­tra­do en la Ar­gen­ti­na, vis­tió la ca­mi­se­ta de sie­te clu­bes y po­ten­ció su mag­ne­tis­mo en­va­sa­do en los co­lo­res de la Se­lec­ción, don­de os­ten­ta el tí­tu­lo de má­xi­mo ar­ti­lle­ro his­tó­ri­co, tan­to en el re­su­men ge­ne­ral co­mo en los Mun­dia­les.

Batistuta con un atuendo exótico levantando la Copa América de 1991, disputada en Chile.

Au­to­de­fi­ni­do como un ser frío y dis­tan­te, es­qui­vo a dar o re­ci­bir ca­ri­cias has­ta de sus se­res que­ri­dos, fue ca­paz de en­cen­der el fue­go del ca­ri­ño po­pu­lar con la sim­pli­ci­dad de los gran­des. Im­per­mea­ble a las crí­ti­cas so­bre sus ru­di­men­tos téc­ni­cos, pul­ve­ri­zó ene­mi­gos con su efi­ca­cia de­vas­ta­do­ra y ja­más en­sa­yó la jac­tan­cia –otro tra­zo de gran­de­za– de ca­ra a su ejér­ci­to de de­trac­to­res.

Jugó en River entre 1989 y 1990. Disputó 24 partifdos y marcó 4 goles.

Apa­ga­do el com­bus­ti­ble de Ma­ra­do­na, Ba­ti en­car­nó al gran sím­bo­lo de la Se­lec­ción. De fron­te­ras pa­ra aden­tro y de fron­te­ras pa­ra afue­ra. Y esa con­di­ción –pri­vi­le­gio de po­cos pa­ra en­vi­dia de mu­chos– sin­te­ti­za de la me­jor ma­ne­ra su sig­ni­fi­ca­do den­tro de la his­to­ria del fút­bol ar­gen­ti­no.

¨Bati¨ junto a dos referentes de la Selección. Diego Armando Maradona y Claudio Paul Caniggia.

En las pá­gi­nas si­guien­tes so­bre­vo­la­mos fo­to­grá­fi­ca­men­te la ca­rre­ra de es­te fan­tás­ti­co go­lea­dor se­rial, vi­ta­mi­ni­za­do con el apor­te de sus pro­pias vi­ven­cias. Ga­briel Omar Ba­tis­tu­ta de­jó el fút­bol. Es ine­vi­ta­ble el va­cío. Es ine­vi­ta­ble el aplau­so. Es en­tra­ña­ble el re­co­no­ci­mien­to...

Pa­so a pa­so

● Ga­briel Omar Ba­tis­tu­ta na­ció el 1º de fe­bre­ro de 1969, en Re­con­quis­ta, San­ta Fe. De­bu­tó el Pri­me­ra el 25 de sep­tiem­bre de 1988.

● Ju­gó en Ne­well’s (1988/89), Ri­ver Pla­te (1989/90), Bo­ca Ju­niors (1990/91), Fio­ren­ti­na (1991/00), Ro­ma (2000/02), In­ter (2002/03) y Al Ara­bi (2003/05).

Pasó de River a Boca en la temporada 1990/91. En el Xeneize jugó 47 partidos y convirtió 19 goles.

● A lo lar­go de su ca­rre­ra lo­gró 8 tí­tu­los: Pri­me­ra Di­vi­sión 1989/90, con Ri­ver; Co­pa de Ita­lia 1995/96 y Su­per­co­pa Ita­lia­na 1996, con Fio­ren­ti­na; scu­det­to 2000/01 y Su­per­co­pa Ita­lia­na 2001, con la Ro­ma; Co­pa Amé­ri­ca 1991 y 1993, Co­pa Rey Fahd 1992 y Co­pa Ar­te­mio Fran­chi 1993, con la Se­lec­ción Na­cio­nal.

ídolo absoluto en la Fiorentina. Jugó allí desde 1991 hasta el 200. Con un promedio de gol de 0,62.

● Ju­gó tres mun­dia­les: USA 94, Fran­cia 98 y Co­rea-Ja­pón 2002.

Gol a Nigeria en el primer partido de Argentina en el Mundial de Corea y Japón 2002. Sería triunfo por 1 a 0.

“Bo­ca me de­jo una mar­ca im­bo­rra­ble, un ca­ri­ño que aún per­du­ra. In­te­gré un equi­po fe­no­me­nal, un gru­po bár­ba­ro. Y tu­ve un gran téc­ni­co co­mo el Maes­tro Ta­bá­rez, una ex­ce­len­te per­so­na que me dio la con­fian­za que es­ta­ba ne­ce­si­tan­do. Aun­que en ese equi­po ha­bía otros ído­los más im­por­tan­tes, co­mo Die­gui­to La­to­rre, en Bo­ca se pro­du­jo mi ex­plo­sión co­mo go­lea­dor. Fue el co­mien­zo de lo que vi­no des­pués. Y la gen­te me hi­zo sen­tir in­creí­ble­men­te bien. Lo de la Bom­bo­ne­ra no lo vi­ví en nin­gún la­do. Ni en Flo­ren­cia, ni en Ro­ma, ni en Mi­lán. Era una sa­tis­fac­ción, una ale­gría enor­me ha­cer un gol en esa can­cha, que sig­ni­fi­ca mu­cho pa­ra mí. Ten­go re­cuer­do de go­les y de su­bi­das al alam­bra­do, ca­si abra­zán­do­me con la gen­te, muy fres­cos. In­creí­ble, ésa es la pa­la­bra.”

“La pri­me­ra vez que me vio, Grif­fa me pre­gun­tó si me gus­ta­ría ju­gar en Ne­well’s. Le con­tes­té que sí, pen­san­do que no era se­rio. Cuan­do lla­mó a mi ca­sa, no sa­bía qué ha­cer. Se­cre­ta­men­te, es­pe­ra­ba que mi pa­dre le di­je­ra que no. Me re­sul­ta­ba im­po­si­ble ima­gi­nar­me co­mo un pro­fe­sio­nal. En Ne­well’s cre­cí e in­te­gré un buen equi­po y en Ri­ver com­pren­dí que es­ta pro­fe­sión no se­ría fá­cil pa­ra mí. No na­cí co­mo un do­ta­do. Por suer­te lo en­ten­dí ape­nas em­pe­cé. El fút­bol nun­ca fue un jue­go pa­ra mí. Des­de el mo­men­to en que me sen­té con un di­ri­gen­te, arre­glé mi pla­ta y co­bré un suel­do, se trans­for­mó en un tra­ba­jo.”

“El futbol entro en mi vida con un pós­ter de Ma­ra­do­na que me re­ga­ló mi ami­go Pit­ti Lo­ren­zi­ni. Lo pe­gué en mi ha­bi­ta­ción y nun­ca lo ti­ré. Ni ima­gi­na­ba que al­gún día com­par­ti­ría una can­cha. Con Die­go me di­ver­tí. Fue un pri­vi­le­gio ha­ber ju­ga­do a su la­do, al igual que con otros gran­des co­mo Ca­nig­gia, Si­meo­ne o Re­don­do. Fue un ta­len­to úni­co, irre­pe­ti­ble. Por más que apa­rez­can bue­nos ju­ga­do­res, na­die se­rá co­mo él. Tra­to de no ex­tra­ñar­lo por­que es inú­til, ya no está...”

“Mi relacion con Crespo siem­pre fue tran­qui­la. Siem­pre tu­vi­mos una com­pe­ten­cia ho­nes­ta y leal, ja­más le de­sea­mos el mal al otro, tra­tá­ba­mos de apo­yar­nos mu­tua­men­te. Los dos ha­cía­mos go­les y pa­ra el téc­ni­co de la Selección era di­fí­cil de­ci­dir con quién se que­da­ba. Pa­ra los pe­rio­dis­tas no ha­bía me­jor co­sa que esa si­tua­ción. Te­nían te­ma pa­ra ha­blar y ar­mar po­lé­mi­ca. Pe­ro nun­ca hu­bo pro­ble­mas en­tre no­so­tros. Igual, en el úni­co lu­gar don­de lo se­guí fue en el In­ter, a la Selección llegué yo primero, je...”

Si bien Bielsa no consideraba que podían jugar juntos, Batistuta y Crespo fueron grandes goleadores en todos los equipos que jugaron. En esta oportunidad posan en la previa de un partido entre Fiorentina y Parma.

UN ANIMAL DEL ÁREA -

56

Goles con la camiseta de la Selección, en 78 partidos. Promedio: 0,71. Convirtió 25 en los primeros tiempos y 31 en los complementos. Y 8 fueron de penal. Es el máximo artillero de la historia albiceleste. Luego de él se ubican Diego Maradona (34), Hernán Crespo (25), Luis Artime (24), Leopoldo Luque (22) y Daniel Passarella (22).

 

Gol frente a Grecia en el Mundial de Estados Unidos de 1994.
 

10

Goles en sus 12 partidos en Mundiales, lo que arroja un promedio de 0,83. Es el argentino que más convirtió, aventajando a Stábile y Maradona, que hicieron 8. Completó sus 56 tantos con la celeste y blanca señalando 11 en eliminatorias, 13 en la Copa América, 4 en la Copa Rey Fahd, 2 en la Copa Kirin y 16 en amistosos.

Festejando su conquista en el Mundial de Francia de 1998. Argentina quedaría eliminado en Cuartos de Final frente a Holanda.

2

Veces fue el máximo goleador de una Copa América. En Chile 91, con 6 tantos. Y en Uruguay 95 compartió el halago con el mexicano Luis García, con 4. En la Liga Italiana fue el máximo artillero en la temporada 1994/95, con 26.

299

Goles en siete clubes: Newell’s (8), River (4), Boca (19), Fiorentina (207), Roma (33), Inter (2) y Al Arabi (26). Sumados a los 56 de la Selección, totaliza 355 en 631 partidos. Promedio: 0,56. 

En el año 2003 desembarca en el Inter, donde tan solo juega 12 partidos y convierte 2 goles.

“Todo lo que hice en el fút­bol eu­ro­peo lo con­se­guí ma­tán­do­me, en­tre­gan­do lo me­jor de mí. Los años en Fio­ren­ti­na fue­ron her­mo­sos. Tan­to en lo de­por­ti­vo co­mo en lo per­so­nal. Mien­tras cre­cía co­mo ju­ga­dor, na­cían mis hi­jos y se for­ma­ba mi fa­mi­lia. Si la can­ti­dad de go­les que hi­ce en Fio­ren­ti­na (207) los hu­bie­ra he­cho con una ca­mi­se­ta más pe­sa­da, ha­bría ga­na­do más tí­tu­los. Pe­ro no­so­tros, que éra­mos una es­cua­dra hu­mil­de, les pe­leá­ba­mos a los po­de­ro­sos co­rrien­do de atrás, nun­ca lar­gá­ba­mos con ven­ta­ja. Pe­ro vi­ví ca­da gol con mu­cha pa­sión, por­que los go­les no son fá­ci­les de ha­cer. A ve­ces pen­sa­ba: có­mo pue­de ser que un re­bo­te me ha­ya caí­do a mí, ha­bien­do vein­te ti­pos en el área. Pe­ro se dio siem­pre. No sé, es in­tui­ción o al­go que no te en­se­ña na­die, por­que go­lea­dor se na­ce.”

“Uno de mis dias más fe­li­ces en Ita­lia fue cuan­do ga­né el scu­det­to con la Ro­ma. Des­pués de diez años en el cal­cio, só­lo yo sé lo que su­frí pa­ra lo­grar­lo. De­jar Florencia fue un es­fuer­zo que va­lió la pe­na, cumplí un sueño. Ar­ma­mos un lin­do equi­po y viví cada partido a pleno. El pa­so por el In­ter fue un or­gu­llo y, a la vez, un re­co­no­ci­mien­to a mi tra­yec­to­ria. Y en Qa­tar pu­de dis­fru­tar del fút­bol y de mi fa­mi­lia en un cli­ma más dis­ten­di­do, sin tan­ta pre­sión. A los sie­te clu­bes en los que ju­gué les ten­go un agra­de­ci­mien­to enor­me por to­do lo que me die­ron.”

Jugó en la Roma entre el 200 y el 2003 y allí disputó 87 partidos y convirtió 33 goles. En el club de la capital italiana ganó el Scudetto y la Supercopa de Italia en 2001.

 

Estadisticas: Roberto Glucksmann

Fotos: Archivo El Gráfico

Nota publicada  en febrero de 2005


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