El BOCA de Miguel Ángel Russo tenía una particularidad: disfrutaba de la efímera repatriada de Juan Román Riquelme. Y vaya si lo aprovechó, los escasos cuatro meses que el máximo ídolo xeneize permaneció a préstamo en la Boca alcanzaron para acariciar la sexta y última conquista de América.
El conjunto de la ribera volvía a la Copa Libertadores tras ausentarse en 2006 y con La Bombonera suspendida para los 3 primeros encuentros. Finalizó segundo en el Grupo 7 detrás de Toluca y por encima de Cienciano y Bolívar.
En octavos de final se cruzó con Vélez y tras un cómodo 3-0 como local, logró el pase en Liniers gracias a un gol olímpico de Riquelme en la derrota 3-1.
Ya en cuartos, se midió con Libertad de Paraguay. Un 1-1 en La Bombonera dejó la serie abierta y debió imponer condiciones en Asunción para sacar boleto a semifinales con un 2-0 gracias a los tantos de Román y Rodrigo Palacio.
El desconocido Cúcuta de Colombia dio el golpe en su casa y se impuso 3-1 tras comenzar perdiendo. Al Xeneize volvieron a darle vuelta un partido de Libertadores luego de 13 años. La revancha, en La Boca, fue de película. Bajo una niebla intensa, los de Russo aplastaron a su rival con un 3-0 y se metieron en la final. La quinta en ocho años.
Ya en los partidos definitorios ante Gremio, Riquelme se ocupó de emerger como la figura indiscutible de la Copa: descolló en la ida con un golazo en el 3-0 -marcaron también Rodrigo Palacio y Patricio en contra- y en la vuelta con otros dos goles para el recuerdo en el 2-0 en Porto Alegre. Avasallante.