LAS FOTOS DE EL GRÁFICO

La vida de Monzón: el origen

Por Redacción EG · 12 de agosto de 2019

Primera parte de una recopilación fotográfica antológica sobre los orígenes, gloria y caída de un personaje insoslayable de la historia argentina: Carlos Monzón. Hoy: inicio, primer matrimonio, derrotas y victorias antes de la fama.


Cuando estaba en tercer grado en la escuela República Oriental del Uruguay, en Santa Fe. La maestra era Margot Sarli, a quien siguió viendo aun después de ser campeón mundial. En la época escolar era compañero inseparable de su hermano Alcides. Llevaban al colegio sus cajas de lustrabotas para trabajar a la salida.
 

En el gimnasio del Club Unión, donde conoció a Brusa siendo todavía un aficionado. Con Don Amilcar haría su debut rentado. Unas de las duplas más exitosas de la historia del boxeo argentino.
  
Su primera derrota. Fue frente a Antonio Aguilar en el Luna Park el 28 de agosto de 1963. Los dos estaban invictos, Monzón con 7 KO en 7 peleas.
 

 

Con su hija mayor: Silvia Beatriz.

Ante Jorge Fernández realizó dos peleas y en ambas se impuso por puntos. La de la foto fue la primera (3 de setiembre de 1966) y le arrebató el título argentino y en la segunda (10 de junio de 1967) logró la corona sudamericana.
 

Corria el año 1966, ya era campeón argentino. Un campeón humilde y esforzado. A instancias de Brusa compró primero el terreno y luego él mismo trabajó para alzar la casa en Baarranquitas, Santa Fe. Nadie imaginaba por entonces que cuatro años después se haría campeón del mundo

 

Rutina inicial, la soga. Monzón en el gimnasio del Luna. Su auspiciante era la revista de historietas D’Artagnan.
 

 

Pata de elefante en los pantalones de Carlos. Minishort para Pelusa, clásico de la moda de los ’70. Abel Ricardo, el primogénito, siempre junto a su padre, a quien acompañó en sus combates y también en el infortunio. Con Pelusa Se casaron en 1962, ella tenía 15 años, él 19.
 

En unas de sus distracciones favoritas: la caza. Quizas por eso, pero mucho más por su espigado físico, el larguirucho santafesino fue conocido como “escopeta”, un seudónimo que se perdió en el tiempo y las crónicas.
 

 

Las tentaciones de la ciudad. En la puerta de un teatro de revistas.

En 1970, siendo campeón sudamericano de los medianos y sin rivales locales, Tito Lecture le pagaba un sueldo para que trabaje tranquilo mientras esperaban la respuesta del campeón italiano Nino Benvenuti, por una oportunidad por la corona.
 


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