Jugaban Conventos y Boca Juniors en un partidos de cuarta división de fútbol local en Melo, una provincia de Uruguay. Un encuentro caliente, de mucha fricción, donde hacía falta un arbitraje riguroso. No obstante, el árbitro dirigió el cotejo en un aparente estado de ebriedad. Algunas de las irregularidades: repitió un penal sin fundamentos, fue acusado por agredir a un jugador, se cayó de manera vergonzosa; y terminó detenido tras un encuentro muy caliente.