Fue la Copa de Verano, pero pareció la Copa Libertadores. El primer Superclásico del año tuvo de todo. Y, lamentablemente, todo lo malo. Porque del River 1 Boca 0 será imposible recordar una triangulación, un desborde o un enganche. Sí, en cambio, será fácil recordar los escándalos.
¿Rojas? Para todos los gustos. Por juego brusco grave, por acumulación de amarillas, por cabecear a un rival, por insultar.
¿Provocaciones? De sobra. Entre los futbolistas, pero también de los futbolistas para el público. Un público que, por supuesto, también intentó agredir. Y lo logró, con el proyectil que pudo haberle sacado un ojo a Barovero.
¿Errores arbitrales? Pase y vea. El primer Superclásico con 6 árbitros también fue incontrolable, y parte de la responsabilidad le cabe a Loustau.
¿Piñas? Sí, señores, gresca incluida.
¿Fútbol? ¿Qué era eso?
No nos queda otra que fascinarnos con la intensidad y con la rivalidad. Algo tenemos que vender. Pero de fútbol, nada.