Cuando empezó este corto semestre, atípico a raíz de la pandemia, los tres objetivos establecidos por el plantel millonario eran la Supercopa Argentina ante Racing, la Copa de la Liga 2021 y pasar la fase de grupos de la Conmebol Libertadores.
Dos de esos tres propósitos fueron cumplidos, algunos con mejor nota que otros, pero al fin de cuentas, los logró.
Es cierto que la Supercopa es un solo partido y que accedió a la misma tras haber ganado la Copa Argentina a fines de 2019, pero la realidad es que River apabulló a Racing en la final disputada en Santiago del Estero.
Además de la goleada, para River ese partido fue significante después de un 2020 en blanco en materia de títulos y con el dolor de la eliminación a manos de Palmeiras por la Libertadores pasada todavía en el tintero.
La Copa de la Liga le fue esquiva una vez más al equipo de Gallardo. Y para peor de males, su verdugo en esta ocasión fue Boca Juniors, que le ganó un mano a mano por primera vez desde que el Muñeco asumió como técnico de River en 2014.
Sin embargo, y pese al esfuerzo, no le alcanzó para pasar de ronda, tras perder en la definición por penales que se inclinó para el equipo de Miguel Ángel Russo.
La Conmebol Libertadores es la más difícil de encasillar porque la terminó resolviendo con una ayuda externa (el empate sin tantos entre Santa Fe y Junior) y porque el coronavirus lo limitó al máximo, incluso para poder formar un equipo normal.
River ganó los partidos que debía ganar y obtuvo un empate milagroso en Barranquilla, pero tras el covid tuvo que presentar una formación inédita para la historia del fútbol profesional, con Enzo Pérez lesionado ocupando el arco tras no poder contar con ningún arquero original para el duelo ante Santa Fe.
El objetivo lo terminó cumpliendo milagrosamente, avanzó de ronda al terminar segundo en su zona pero tuvo que prenderle velas a Santa Fe para que eso suceda.
Si comparamos a este River con otros equipos de la era Gallardo, nos vamos a encontrar con una de sus versiones más flojas, al margen de lo sucedido con el brote de covid de la última etapa.
Si bien es cierto que el Millonario apostó fuerte en el mercado de pases (incorporó a Maidana, David Martínez, Vigo, Palavecino, Paradela, Fontana) y que el equipo está aún en proceso de formación, salvo en partidos puntuales en donde humilló a su rival (los 5-0 contra Racing y Central Córdoba y el 6-1 a Godoy Cruz), a River le costó sacar adelante sus encuentros.
Además, le costó hacerse fuerte sobre el nuevo césped del Monumental. En Núñez padeció las derrotas ante Argentinos, San Lorenzo y Fluminense, y todavía no ha podido someter a sus rivales de turno.
Pero, resultados al margen, se ha visto a un River endeble, con fisuras en el retroceso, frágil en defensa por muchos momentos y que depende casi exclusivamente de sus laterales titulares: Gonzalo Montiel y Fabrizio Angileri.
Sin dudas es uno de los más flojos en el contexto de una era brillante. Las razones son concretas: perdió jerarquía. Desde fines de 2019 a la fecha se quedó sin tres pilares fundamentales como Exequiel Palacios, Lucas Martínez Quarta y Nacho Fernández.
Dos jugadores titulares de Selección Argentina y otro (Fernández) que era considerado por varios especialistas como el mejor futbolista del país y era el cerebro del equipo.
A Palacios no lo pudo reemplazar jamás. De hecho, tras su partida a Leverkusen debió cambiar el esquema y comenzó a defender con 3/5 futbolistas.
Y por último, otro ireemplazable ha sido Nacho Fernández. El fútbol de River estaba basado en su juego y hoy sin él, lo padece. Si bien Gallardo decidió retrasar a De la Cruz en el campo, en donde más lastima el uruguayo es en los metros finales.
Palavecino, que dejó una buena impresión inicial, todavía no explotó y se está adaptando al ritmo futbolístico que exige Gallardo para sus equipos. Por último, el otro volante llamado a crear juego es Carrascal, que ha tenido un muy pobre semestre en esa materia.
Es decir, con el correr de los años River ha perdido jerarquía, ha ninguneado mercados de pases y hoy lo está sufriendo.
Ni que hablar de las temporadas 2018/19 en donde dominó el continente (hasta la final contra Flamengo) con un mediocampo premium y un banco de suplentes con figuras de la talla de Scocco, Quintero y hasta Pratto, por momentos.
Hoy se encuentra en un proceso de rearmado, buscando nuevas alternativas y es por eso que seguramente intentará jerarquizar el plantel en este mercado de pases.
El asunto es que, por otro lado, se lo podrían seguir yendo jugadores de nivel como Montiel, Angileri, De la Cruz y el propio Borré.
En el horizonte tiene el cruce ante Boca por Copa Argentina, que podría definirle el semestre y los mata-mata por Copa Libertadores, que es en donde el River de Gallardo expone su gen más competitivo y más cómodo se siente.
Habrá que esperar para ver cómo reacciona ante los nuevos desafíos, pero lo concreto es que debe mejorar y mucho si es que anhela volver a alzar la Copa Libertadores.