OPINIÓN

Un Boca-River de verano pero en abril

Por Martín Mazur · 24 de abril de 2016

Lejos del liderazgo en sus respectivas zonas del campeonato, el Superclásico se tiñe de un clima veraniego que, sin embargo, no le quita importancia, agonismo ni tensión.


Son dos planteles que se sacan chispas desde los enfrentamientos por la Copa Sudamericana 2014, jugadores que aún no perdonan ciertas actitudes antideportivas de sus rivales: las hubo en el juego, en el campo y en el vestuario.

Dos símbolos, Tevez y D'Alessandro, que buscan consolidar su retorno con un partido memorable ante el rival de siempre, lo que soñaron al decidir su vuelta, lo que todavía no se les cumplió.

Dos técnicos que, como jugadores, se sobrecargaban de una manera distintiva para estos partidos, y que ganaron mucho más de los que perdieron. Pero que por torneos locales, todavía no pudieron festejar.

Dos equipos que se preparan para lo que realmente les importa, la Copa Libertadores (en la que podrían volver a cruzarse), y que tratan de mejorar su juego, delinear su estrategia, aprender de sus virtudes y esconder sus errores. 

Una victoria de River contra Boca, o de Boca contra River, importa mucho más que para tres puntos en el Torneo Frankenstein. Las victorias dejan huella, agrandan el pecho, hacen que la confianza aumente a niveles exponenciales. Las derrotas dejan heridas. A veces, heridas demasiado profundas.

No tiene que ver con el honor, sino con la estrategia. Aunque en teoría, este Superclásico no le interese a nadie ni jueguen por nada, igual que en los Torneos de Verano, los dos tienen la chance de aniquilar a un futuro rival. No es poco. 

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