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Bianchi, tercer capítulo: entusiasmo y acierto político

Por Redacción EG · 17 de diciembre de 2012

El entrenador más ganador de la historia de Boca aceptó la propuesta de Daniel Angelici y dirigirá al equipo por tercera vez. Hinchas y dirigentes, satisfechos. Apostillas de un reencuentro que incluye intereses políticos y a varios protagonistas más.


SUS DOS ANTERIORES CICLOS en Boca: desde mediados del 98 a diciembre del 2001. Y desde enero del 2003 a junio del 2004. Ganó tres Copas Libertadores y dos Intercontinentales, entre varios éxitos más.

GARANTIA DE CONFIANZA

La llegada de Carlos Bianchi alumbra el final de año de los hinchas de Boca, eufóricos por este tercer ciclo del entrenador más exitoso de la historia del club. El 2012 fue mañero, empecinado en ilusiones desvanecidas a última hora, que aceleraron el reclamo por el Virrey y su garantía de confianza. Con el perdón de la famosa marca de electrodomésticos: la comparación justifica el hurto del slogan. Porque Bianchi es para los hinchas como un lavarropas de esos que se exhiben a todo trapo en la televisión lo es para las amas de casa. Su imagen se emparenta a la eficacia y la solvencia, a la lejanía de los problemas y las proximidades del éxito. Como el artefacto del cual Doña Rosa tiene solo referencias destacadas, los anteriores pasos del DT idealizaron su imagen altamente positiva entre el público xeneize.

JUNTOS A LA PAR

¿Quién dijo que solo juegan los que salen a la cancha? Para el presidente Daniel Angelici la llegada del entrenador es un parche al presente y al futuro. La maniobra política – de manual, por cierto- le dio eso que tanto cuesta conseguir en el fútbol: previsibilidad. Sea cual fuera el resultado de este nuevo capítulo, nadie podrá recriminarle haber omitido el apellido de Bianchi. Los rumores que se reproducían como verdades de piedra y que ya nadie comentará – “Es imposible porque Macri, su padrino político, está peleado con Bianchi”- acrecientan su mérito. Les niega así el caballito de campaña ideal a los futuros aspirantes a la presidencia. Por eso no fue problema el pedido del Pelado de que el nuevo vínculo se extendiera más allá de un año. Será hasta el 31 de diciembre del 2015, el mismo día en que finalice su mandato político.

EL PERON DE LA BOCA

Como Juan Domingo Perón a principios de los ‘70 con la política argentina, Juan Román Riquelme lo digitó todo desde el exilio. Su alejamiento fue voluntario, al expresidente lo habían echado los militares. Sus apariciones televisivas antes del estallido del público que derivó en la no renovación del contrato de Julio César Falcioni, fueron claves para el escenario actual. Figuras comparativas al margen, el estilo de Román se asemejó al de un gran animal político: aventuró su futuro por medio de otros personajes y otras circunstancias. Astutamente, calculando las palabras lo suficiente para no poder ser acusado luego con pruebas concretas, dejó en claro su disconformidad cuando se preveía la continuidad de JC. Puso en aprietos a la dirigencia y sentenció el destino del anterior entrenador. En la semana previa al último partido del Inicial, ante Godoy Cruz, Angelici y Falcioni cenaron juntos y apalabraron un nuevo vínculo por un año. El efecto Bombonera, inducido en gran parte por la fidelidad de los hinchas hacia el ídolo, torció el rumbo a última hora.

LA VARA QUE MATA

Desde el 2000 en adelante, las exigencias de Boca enchastraron el legajo de más de un entrenador con chapa internacional. Los desaciertos de Falcioni – que de cualquier otro club se hubiera ido con el reconocimiento unánime- reavivaron la caprichosa necesidad de los hinchas. Desde que se fue en junio del 2004, el Virrey siempre estuvo considerado como el agua necesaria para apagar los incendios que un campeonato malogrado o un traspié internacional iban desencadenando. Varias veces lo fueron a buscar, su respuesta fue siempre negativa. En 2009 regresó al club pero como manager, y esa aventura duró menos de doce meses. No dirige desde hace siete años: su último equipo fue el Atlético de Madrid.

BAJAR EL PERFIL

Se presume que la llegada de Bianchi vendrá a cortar con todos los escandaletes que en este último año sacudieron las entrañas del plantel. El último semestre de Falcioni, desacreditado por no haber podido ganar la Copa Libertadores, estuvo marcado por revuelos que con Bianchi nunca habían ocurrido y difícilmente sucedan. Las palabras de Ledesma luego de la derrota en Córdoba ante Belgrano – “No hay diálogo con el entrenador-, las de Clemente Rodríguez tras el clásico contra River en el que fue sustituido en el entretiempo según él sin aviso del cuerpo técnico –“Esto con Román no pasaba”-, condicionaron el buen clima necesario para llegar a buen puerto futbolístico. Y esos estallidos no se debieron pura y exclusivamente a la falta de tacto del entrenador. El nuevo DT tiene el lomo suficiente como para tomar decisiones sin condicionantes ni riesgos de rebeldía mediática por parte de los futbolistas involucrados.

Alfredo Merlo

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