100 años de El Gráfico

El primer fotógrafo de El Gráfico: Garabito

Alberto Palazzo, Garabito, fue el primer fotógrafo de El Gráfico. Con Ricardo Lorenzo formaron un tandem inseparable y es Borocotó quien recuerda la historia de su amigo del alma.

Por Redacción EG ·

28 de mayo de 2019

Alberto Palazzo trabaja con don Constancio C. Vigil desde la época en que éste era director de Mundo Argentino. De manera, pues, que es el más antiguo de nuestros fotógrafos, pese a su juventud, ya que se puso a las órdenes de Vigil cuando aún tenía pantalón corto. En el andar su anecdotario se fue haciendo tan voluminoso que ahora no sé por dónde empezar. Son muchos los recuerdos que acuden a mi mente y tengo que seleccionar. Me acuerdo de aquel día que estando en Montevideo durante la disputa del Campeonato Mundial compramos un número de lotería. Al atardecer yo me encontraba escribiendo cuando cayó Garabito.

 

Imagen Alberto Palazzo, Garabito.
Alberto Palazzo, Garabito.
 

—Lorenzo, que erramos la grande...

—No me digas...

—Sí...; la erramos por un número... Sacamos la aproximación, nos tocan cien pesos a cada uno..., hay que cobrar en la calle Cerrito 327..., mañana a las nueve abren...

Sabía todo. Y es que había andado averiguando antes de encontrarse conmigo. Pero lo lindo fue la sorpresa. Cuenta Garabito que iba caminando por la plaza Independencia después de haber revelado las placas tomadas en el match de, esa tarde, cuando vió en el pizarrón de una agencia de lotería un número escrito. "Es el mío...; es el mío...", se dijo y con una mano aguantaba al corazón que se le salía de punto y daba la chispa en falso. Extrajo despacito el billete, los ojos saltaron del pizarrón al papel... y la habíamos errado por un número. Pero como Palazzo no sabía si en las loterías de Montevideo se dejaba un porcentaje para las aproximaciones, fue a averiguar a una:

— ¿Hay premio para la aproximación? — preguntó.

—Sí... ¿Usted la sacó? —y Garabito mostró el número. Entonces, los de la agencia comenzaron a lamentarse.

—Pero mire usted...; por un número...; qué desgracia...; errar así a la grande...

Le devolvieron el billete y Palazzo, no muy seguro, fue a preguntar a otra agencia y se repitió la escena:

—Pero...; ¡qué lástima!... Por un número... ¿Se da cuenta?... — decía el de la agencia con el billete en la mano. — Si yo sacara la aproximación, me pegaría un tiro, de rabia...

—Diga..., diga... — intervino Garabito. — ¿Por qué se enoja usted si el número es mío?

 

Imagen INSEPARABLES. Ricardo Lorenzo, Borocotó, y Garabito recorrieron los caminos del país juntos.
INSEPARABLES. Ricardo Lorenzo, Borocotó, y Garabito recorrieron los caminos del país juntos.
 

A la noche, cuando toda la barra de cronistas y fotógrafos de Buenos Aíres nos encontramos en el Tupí Nambá, allí se había corrido la voz de que habíamos sacado algo a la lotería. Garabito invitaba a los fotógrafos. En eso le dijo a uno:

— ¿Qué vas a tomar?

—Mozo...; un whisky.

—Che…, caña..., que es la aproximación...

Le habría pagado el whisky de haber sacado la grande, pero como era menos, había que tomar más barato...

Ya narrada ésta, vuelven a agolparse los recuerdos y otra vez el mismo problema, el de no poder elegir. Agarro uno breve: fuimos a hacerle una nota a Chito Garibaldi, el ex famoso back de Boca. Allí Garabito se encontró con un hermano del zaguero que le preguntó:

— ¿El domingo usted estaba en la cancha de Boca?

—Sí...; ¿por qué se ríe...? ¿Usted vió...?

Resulta que Garabito se subió al alambrado para tomar una vista de público... y le acertaron un naranjazo. Por eso Menucho Garibaldi se Tela. Entonces, como único comentario, Garabito dijo:

—Antes las tiraban chupadas...; ahora las tiran enteras...

 

Imagen Foto de Garabito. Francisco Arredondo en las Sierras de Córdoba en donde este ciclista cumplió verdaderas hazañas.
Foto de Garabito. Francisco Arredondo en las Sierras de Córdoba en donde este ciclista cumplió verdaderas hazañas.
 

Vuelve otra vez el problema. ¿Qué recuerdo escribir? Aunque Garabito es un muchacho que jamás se mete con nadie, que no tiene ni un pelo de protestador o de pendenciero, por su amor al baile se ha visto en alguno de esos borbollones milongueros. Cierta vez llegó con la cara que parecía el mapa de Entre Ríos: toda rayada. Aníbal Vigil le preguntó:

— ¿Qué le pasó?

—Ayer fue la fiesta de los reportera gráficos... Hicimos un banquete...

— ¿Qué más?

—Después fuimos al cabaret a bailar...

— ¿Qué más?

—Y después se armó una bronca...; yo fui a fajar y "viciversa" me fajaron... El éxito estuvo en lo de "viciversa". Pero tiene algunas otras palabras más alquiladas. Por ejemplo: cuando toma una foto que ningún otro sacó, dice:

—Yo soy "invicto" en esta foto.

 

Imagen COSME SAAVEDRA EN 1810. Por Garabito. ¿Cómo? ¿Ya existía la bicicleta a principios del siglo XIX? Aclaremos. Los personajes que aquí aparecen vistiendo trajes de la gloriosa época argentina no son sino figuras de la película "Nuestra tierra de paz" de 1939, producción nacional de la E.F.A., rodada por el director Arturo S. Mom. Para algunos cuadros se ha construido en Puerto Nuevo una fiel reproducción del edificio del Cabildo. Por ahí cayó nuestro fotógrafo Palazzo, y se le ocurrió presentar esta anacrónica escena que tituló: "Cosme Saavedra en 1810".
COSME SAAVEDRA EN 1810. Por Garabito. ¿Cómo? ¿Ya existía la bicicleta a principios del siglo XIX? Aclaremos. Los personajes que aquí aparecen vistiendo trajes de la gloriosa época argentina no son sino figuras de la película "Nuestra tierra de paz" de 1939, producción nacional de la E.F.A., rodada por el director Arturo S. Mom. Para algunos cuadros se ha construido en Puerto Nuevo una fiel reproducción del edificio del Cabildo. Por ahí cayó nuestro fotógrafo Palazzo, y se le ocurrió presentar esta anacrónica escena que tituló: "Cosme Saavedra en 1810".
 

Pero no podemos mandarlo a ningún match en el cual juegue Racing. Como es hincha de "la academia"... saca los goles que le hacen al contrario y nunca los que le marcan a los blanquicelestes.

Pero Garabito es uno de los hombres que en un momento histórico de la vida argentina, por su carácter apolítico y porque para él solamente el tango tiene un valor real en la existencia humana, hizo algo que yo les dejaba para el final porque es extraordinario. El 6 de setiembre de 1930, cuando el general Uriburu entraba en la .Casa Rosada con el revólver en la mano, Garabito estaba allí tomando fotografías para Atlántida. Para él, ese momento no tenía ninguna trascendencia. Y fue por eso que cuando vió entrar al general saltando los escalones de tres en tres, en ese momento tan extraordinario puesto que Uriburu no sabía cómo habrían de recibirlo y su vida corría un serio riesgo, muy fresco lo detuvo Garabito diciéndole:

—Un momento, mi general...

Es de no creer lo que aquí les cuento, pero hay un proceso mental que lo explica. El general Uriburu llevaba sumente absorbida por otras preocupaciones y, cuando se encontró con el fotógrafo que le salió al paso, frente a esa "frescura" de Garabito, a ese desplante rayano en la inconsciencia, el general se detuvo, se arregló la corbata y posó para Palazzo.

Y luego, ya en el Salón Blanco, cuando el general Uriburu exigía al doctor Enrique. Martínez la renuncia, Garabito se subió arriba de una mesa, montó allí su máquina y grabó en su placa el momento histórico en que el general Uriburu exige la renuncia al vicepresidente de la Nación.

Imagen Alberto Palazzo, el popular Garabito, fue quien sacó esta fotografía histórica en la vida política argentina. Es el momento en que el general Uriburu, el 6 de septiembre de 1930, exige la renuncia del doctor Enrique Martínez, en ese entonces vicepresidente de la Nación.
Alberto Palazzo, el popular Garabito, fue quien sacó esta fotografía histórica en la vida política argentina. Es el momento en que el general Uriburu, el 6 de septiembre de 1930, exige la renuncia del doctor Enrique Martínez, en ese entonces vicepresidente de la Nación.

Aquel fogonazo en el Salón Blanco produjo la alarma consiguiente, pues es preciso Comprender cómo estaban los ánimos, al punto de que el estampido y la luz del magnesio hizo creer en el primer momento que se trataba de un tiro, de un cañonazo, de algo..., pues quién iba a imaginarse que este fresco de Garabito estaba allí sacando una fotografía con la misma tranquilidad que tiene cuando saca una pelota entrando en un arco... que no es el de Racing.

 

Imagen 15 de febrero 1947. Una de las úlñtimas fotos de Garabito en El Gráfico En el circuito de Retiro antes del II GP de Bs.As. de autos, se larga la carrera de motos brindando un gran espectáculo. Palazzo fallecería ese año.
15 de febrero 1947. Una de las úlñtimas fotos de Garabito en El Gráfico En el circuito de Retiro antes del II GP de Bs.As. de autos, se larga la carrera de motos brindando un gran espectáculo. Palazzo fallecería ese año.
 

Así es. Alberto Palazzo, tiene grandes éxitos en sus muchos años de repórter gráfico, Posee, a la vez, un stock de anécdotas que no puedo volcar aquí porque se llenarían varias revistas, pero nada, nada más grande, nada más trascendental que esas dos fotografías que señalan un momento histórico de la vida política argentina. Pero..., para Palazzo eso no tiene importancia.

Solamente hay una cosa que lo conmueve hondamente: el tango. Cuando los fuelles comienzan a llorar y la sala queda en penumbras, Garabito se afina, se aristocratiza, se hace elegante, delicado, sutil... y casi no baila: resbala con la cabeza inclinada, con el oído alerta, con el alma en suspenso.

 

Por Ricardo Lorenzo. (1938).

Mirá también