Las Crónicas de El Gráfico

El doping, más que mil palabras sobre la suspensión de Rusia en atletismo

La Federación Internacional de Atletismo suspendió a Rusia de toda competencia, acusándola de una megaconspiración. Los atletas limpios son las víctimas.

Por Martín Mazur ·

16 de enero de 2016
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Vuela por aquí. Vuela por allá. Darya Klishina tiene una facilidad. Ligera como una pluma, sus mejores fotos son en el aire, flotando. Como aquellas mujeres que reclamaba Oliverio Girondo en su poema de Espantapájaros, la atleta de 24 años tiene la capacidad de ser etérea.

Desde su debut, en 2007, la rusa acumula 7 medallas de oro sobre 14 participaciones en salto en largo. Hace 4 años, en Ostrava, llegó a volar 7,05 metros, su récord personal en exteriores; y en 2013, en Gotemburgo, marcó 7,01 en indoor.

Nacida en Tver, 180 kilómetros al norte de Moscú, Klishina dejó su ciudad y a sus padres y a los 13 años se mudó a la capital, donde pasó a ser parte del sistema. El mismo sistema que pretendía que ella y el resto de sus colegas volaran es el causante de que ahora a Klishina y compañía les hayan cortado las alas. El 15 de noviembre a los atletas rusos les recayó la suspensión provisional de la Federación Internacional de Atletismo (IAAF), mientras no logre establecerse hasta dónde -y hasta quiénes- llegaron los tentáculos del doping.

La denuncia de la Agencia Mundial Antidoping (WADA), a través de un lapidario informe de 323 páginas, pone en evidencia un sistema sin precedentes de doping sistemático, que habría sido ideado, alimentado y sostenido por el gobierno ruso.

Básicamente, las patas de la acusación son 3: entrenadores y dirigentes en la federación de atletismo rusa (ARAF), y miembros de la agencia antidoping local (RUSADA), que promovieron el uso de sustancias indebidas y contribuyeron al encubrimiento de casos positivos que ni la IAAF ni la ARAF penaron, de modo de copar los Juegos Olímpicos de Londres 2012 con el máximo poder de fuego, aunque este fuera ilegal. Este plan incluyó la destrucción de 1417 pruebas, para que nunca llegaran a ser auditadas por la WADA. La participación de los servicios de inteligencia, dice el informe, “revela que no solo el gobierno federal fue cómplice del complot, sino que se trató efectivamente de un régimen promovido por el Estado”. Para que todo se hiciera posible y en silencio, en ciertos casos hubo que pagar coimas que altos miembros de la IAAF se encargaron de aceptar. Uno de estos nombres sería nada menos que el presidente saliente de la IAAF, Lamine Diack, a cargo desde 1999 hasta agosto de este año.




Todo empezó a partir de un documental del canal alemán ARD: allí se denunció que aquellos que tenían que primar por mantener el deporte ruso limpio, eran en realidad los ideólogos de un complejo sistema de doping. La lanzadora de disco Yevgeniya Pecherina reveló que el 99% de los atletas rusos estaban dopados. A Pecherina, que de un año para otro logró mejorar sus marcas en un 20%, la suspendieron por 10 años luego de fallar dos controles, positivos por esteroides.

En el documental, una cámara oculta también dejó en evidencia a la corredora Mariya Savinova, sin prontuario en el uso de sustancias indebidas, hablando abiertamente sobre cómo se dopaba. Además, un médico informó que los valores sanguíneos de más de 150 atletas rusos entre 2006 y 2008 habían sido sospechosos, pero la IAAF no había hecho nada al respecto. La WADA rápidamente formó una comisión investigadora. La respuesta llegó en esas 323 páginas, que describen “una cultura muy enraizada de trampa, en la que la aceptación del doping en todos los niveles es evidente y de larga data, indicativo de un modo de pensar equivocado en todos los niveles del atletismo ruso”.

Pecherina viene a ser la Edward Snowden del doping: el agente topo que formó parte de una conspiración y luego se arrepintió y dio a conocer las pruebas. Considerada una traidora por Rusia, ahora vive en Alemania.




Si hoy sabemos lo que es el FIFAgate, y vemos cómo la estructura de poder de la FIFA se vino abajo en una sola jugada, lo que ocurrió con Rusia es todavía más grave, porque no es solo corrupción de los dirigentes, sino también, de atletas, entrenadores y médicos, con back-up gubernamental, desde las bases hasta las esferas más altas del deporte de alto rendimiento. Una megaconspiración.

El ministro de deportes ruso, Vitaly Mutko, dijo que la acusación no tenía sustento y pidió 90 días para poder poner la casa en orden. Se buscarán chivos expiatorios, se dejará en claro que no existía tal sistema, sino que fue libre albedrío de los involucrados, todo con suficiente antelación como para que la participación en Río 2016 no corra riesgos. Sin los rusos, y con una posibilidad de boicot latente, también correrían riesgo los Juegos.

Los requisitos para volver a ver los rusos en competencia –independientemente de lo que logre investigarse hacia atrás– dependen de que se cumplan una serie de pasos: renovación de autoridades y fiscalización externa a cargo del especialista noruego Rune Andersen. “El sistema le ha fallado a sus atletas, no solo en Rusia, sino en todo el mundo”, expresó el nuevo presidente de la IAAF, Sebastian Coe.

Un atleta ruso habló con el diario The Independent sin dar a conocer su nombre: “No creo que en Beijing todo el equipo ruso haya hecho trampa. Los grandes nombres, como Isinbayeva o Klishina, para mí están compitiendo limpias. Ahora son víctimas de las circunstancias, no podrán participar de las pruebas en Francia, no se prepararán correctamente para los Juegos Olímpicos. No creo que a los que sean buenos, el sistema los pueda chantajear de modo tal que se vean obligados a tomar sustancias prohibidas”, declaró. Para el mundo del deporte, todo ruso estará dopado hasta que se demuestre lo contrario.

Darya Klishina tiene un plan B. Si tuviera que convertirse en una mujer terrestre, si dejara de volar, la moda la recibiría con los brazos abiertos. Desde hace cuatro años que se la considera la atleta más linda de Rusia y, con su 1,80, tendría un futuro en el modelaje: “No me imagino sin estar en la pista, sin correr, sin moverme, pasando todo un día en un estudio o desfilando en una pasarela”, declaró ella. Ahora, como el resto de los atletas rusos, Klishina, la chica etérea, quedó en el aire.

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Por Martín Mazur

Nota publicada en la edición de diciembre de 2015 de El Gráfico