Las Crónicas de El Gráfico

La puerta del área

El arranque de la Selección en las Eliminatorias fue tan desconcertante que los analistas más sesudos no se pusieron de acuerdo mientras ensayaban una explicación. A los hinchas comunes les pasó lo mismo. Y hasta un iluminado como el de esta historia sintió que se le quemó la lamparita...

Por Elías Perugino ·

02 de diciembre de 2015
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El portero del edificio de al lado es un editorialista con manguera. El de mi consorcio, no. El Pelado es más tímido, habla poco, avisa que va a llover, manda saludos para la familia, “que tengas un buen día” y ya. Pero el de al lado es un todólogo imposible de callar. A eso de las 7.30, cuando en el aire de las radios hablan Novaresio, Varsky o Longobardi, él hace su propio programa en una vereda de Flores. Según quién salga o quién pase, activa un tema y allá va, rumbo a soltar su parrafada e impedir que el interlocutor que cayó en sus redes llegue a tiempo para abordar el subte, el tren, el Metrobús, el ferri, el avión o el AR-SAT.

Si en su redada cae la chica del 5° que está más buena que Natalie Portman [1], siempre urgida por subirse a un vagón de la Línea A que la deje en Plaza de Mayo, el reverendísimo afiliado del SUTERH [2] la ataja con un “¿viste que agarraron a un acosador en la estación Pasco?”, y ahí le dispara con su teoría de que en la horas pico deberían existir vagones exclusivos para mujeres, como hay en China, donde él nunca estuvo, aunque puede dar fe de que existen porque se lo contó el chino del supermercado chino.

Si se le aparece el cajero del banco, que todavía maldice el día en que le aconsejó que fuera a verlo a la sucursal para sacar un plazo fijo, el experto en pulverizar el popó de los caniches con un sólo disparo de la manguera, lo pone al tanto de la negociación con los buitres, liquida a Kicillof comparándolo con Lavagna y estima que el dólar oficial se clavará en 13 pesos cuando asuma el nuevo gobierno.

Si acierta a pasar este humilde trabajador de prensa, el analista de cordón siente que el destino, por fin, lo ha convocado a disertar de lo que verdaderamente es su métier –el deporte en todas sus formas, épocas y corrientes evolutivas– y entonces deja la manguera, el balde, el secador y hasta de mirar a las chicas –lo cual es mucho decir– para protagonizar una edición relámpago de la Oral Deportiva [3]. Porque lo suyo no se resume a ajusticiar el sistema táctico de Bauza, decodificar los cambios egipcios de Arruabarrena o describir –como nadie lo ha hecho– el flojo nivel de casi todos los refuerzos que trajo Gallardo [4] para el segundo semestre. No, señor. El columnista a cielo abierto, que parece el producto de un experimento genético entre Pagani, Bonadeo, Macaya Márquez, Salatino, Príncipi y el Gallego Pérez, se anima a conjeturar por qué nadie puede vencer a Bolt, los motivos por los que Boca y Lanús arrancaron tan mal en la Liga Nacional, qué parte del plan estratégico de Matthysse falló contra Postol, los pilares que explican el crecimiento de la selección de vóleibol desde que asumió Velasco, la ingeniería que le permitió a Mercedes triturar a Ferrari, y en qué torneo y con qué tipo de empuñadura volverá a jugar Del Potro. Y si le das soga, desparrama once piedritas sobre las baldosas de la vereda y te confía una jugada de pelota parada que se le ocurrió para el Bayern Munich de Guardiola. Sólo para el Bayern, porque la jugada sale si tenés un extremo como Douglas Costa [5]. Si no, no.

Bueno, el asunto es que el orador incontrolable, el tsunami del saber deportivo y sus barrios aledaños, un día se admitió falible, insuficiente, vulnerable. Una mañana soltó la manguera, largó el balde, dejo caer el secador, ignoró la salida de la Natalie Portman del 5° y, con la pesadumbre de quien acaba de enterarse de que su hijo repitió de grado, dijo: “No sé a qué carajo juega la Selección”. De verdad, shockeante. Fue como si Adrián Paenza [6] dijera que no sabe cuánto es 8 por 9. Y yo, que siempre intentaba gambetearlo y que ese día no veía la hora de cruzarlo para abrevar de su clarividencia, sentí el regusto de lo agridulce. Ante mí había un hombre común. Una inteligencia promedio. Un hincha sin GPS. Uno más de la manada.

Como quien charla de obviedades para eludir el tiempo durante el cumpleaños de la suegra, intenté relativizar la debacle de un punto sobre seis en el arranque de las Eliminatorias [7]. Hacer que me resbalaba. Como si estuviera agazapado arriba del árbol, o iniciando el viaje celestial luego de que el alma se me despegara del cuerpo, aquella mañana me vi desgranándole una serie de razones, mientras el agua de la manguera corría sin freno ni sentido, embebiéndose en la gamuza de mis zapatos: todavía quedan 16 partidos, no es fácil jugar sin Messi ni Agüero, faltaron cinco jugadores del equipo base, un punto en Asunción no es para despreciar, estamos a dos del repechaje y a tres del cuarto clasificado, en el 86 entramos por la ventana y después fuimos campeones, mejor sufrir un cachetazo al principio y no al final…

“Yo pensé que entendías algo de fútbol”, me lapidó. Y se paró arriba de mi oda al optimismo para lanzar dardos aislados, estocadas envenenadas y a borbotones... El fútbol es dos cortas y una larga, y estos pibes juegan todas cortas. Hace mil años que Tevez no juega de nueve, pero lo ponemos de nueve. No se puede hacer todas las jugadas a 130 kilómetros por hora y con el balde de sombrero, como Di María. Tener definida una identidad no quiere decir que obligatoriamente juegues todos los partidos igual; eso es capricho o falta de trabajo. El último técnico caprichoso de la Selección fue Bielsa, que no pasó la primera ronda del Mundial, y Martino es discípulo de Bielsa. Si Pastore está para la pausa y la distribución, y los de alrededor no se le mueven, mandás al muere a Pastore y al equipo. Cuando los marcadores de punta se proyectan automáticamente y sin sorpresa, la sorpresa te la encontrás en tu área. Si tenés libertad para convocar los jugadores que quieras, una lista no te puede quedar corta por lesiones o imprevistos. Si a Icardi no lo convocan por su perfil mediático, ¿por qué llaman a Lavezzi? ¿Cómo es posible que se caigan a pedazos sin Messi si…

No quería escuchar más y lo paré. Lo paré en seco, aunque ya estaba mojado. Como aún no se inventó la gamuza impermeable, el manantial descontrolado había inundando los zapatos y las medias, además de trepar por la botamanga de los pantalones… Dejé al analista en medio de sus crueles cavilaciones y subí para cambiarme el atuendo, con la serenidad de quien ya sabe que no llegará tarde, sino tardísimo. Cuando volví a la calle, el tipo todavía estaba ahí, sentado en el borde del cantero, con la mirada nublada por sus pensamientos, así que aproveché y tiré la diagonal que le faltó a Correa: pisé la vereda y doblé para el otro lado.

Por Elías Perugino

Textos al pie

1- Actriz nacida hace 34 años en Jerusalén. Protagonista de innumerables producciones de Hollywood, en 2010 ganó el Oscar por su actuación en El cisne negro.

2- El SUTERH es el Sindicato Unico de Trabajadores de Edificios de Renta y Horizontal. Sus orígenes se remontan a los primeros años de la década del 40.

3- La legendaria tira deportiva de Radio Rivadavia lleva 82 años ininterrumpidos en el aire. Su creador fue el periodista Edmundo Campagnale.

4- A excepción de Alario, a los demás refuerzos millonarios les está costando responder a las expectativas, llámense Saviola, Bertolo, Lucho González, Casco, Viudez…

5- Fantástico extremo brasileño. Llegó al Bayern luego de pasar por Gremio y Shakhtar Donetsk. Capaz de las gambetas más increíbles. La rompe.

6- Doctor en Matemática y excepcional periodista, en 2014 recibió el Premio Leelavati, otorgado por la Unión Matemática Internacional, por ser considerado el mejor divulgador de matemática del mundo. Una tarea que cristalizó con la publicación de una decena de libros e interesantísimos programas de televisión.

7- De los diez equipos que protagonizan las Eliminatorias Sudamericanas para Rusia 2018, clasificarán los cuatro primeros de la tabla general. El quinto disputará el repechaje con una selección de Oceanía.

Nota publicada en la edición de noviembre de 2015 de El Gráfico