Memoria emotiva

LA RUTA, MÁS QUE MIL PALABRAS SOBRE LA GUERRA (Y EL FÚTBOL) EN UCRANIA

El fútbol como propaganda en momentos de conflicto: Ucrania tiene su partido de la muerte y ahora el partido de la paz. Nota publicada en la edición de marzo de 2015.

Por Martín Mazur ·

24 de febrero de 2022
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HABIA NIEBLA y visibilidad reducida. En esta ruta de Ucrania, o lo que queda de ella, se registraba el día más frío del año: la temperatura máxima del 15 de febrero fue de apenas 6 grados bajo cero.

Estacionados en un costado, los tanques se transformaron apenas en testigos de un momento de liberación, meros actores de reparto después de meses de protagonismo en los combates. El cese de fuego acordado unos días antes entraba en vigencia, no sin antes dejar un tendal de muertos en encarnizados bombardeos en Debaltseve, a unos pasos de esta ruta, y sólo a 60 kilómetros de Donetsk.

Los soldados ucranianos que habían sobrevivido a la huida de la ciudad, tomada por los separatistas horas atrás, sacaron la pelota de un camión, hicieron un círculo y comenzaron a darse pases entre sí. El fútbol siempre está presente en zonas de conflicto. Pero muchas veces, gracias a estas fotos se puede construir una historia ficticia, un alivio espiritual vacío de contenido.

Explica Volodymyr Shuvayev, el fotógrafo que capturó el momento para AFP: “Fue un momento real de relax, de fútbol improvisado. Las fotos ilustran el espíritu de un alto el fuego. Es una imagen icónica: el soldado celebra que la lucha se detuvo jugando con una simple pelota”.

El problema es cuando la foto (o el clip de YouTube), en lugar de realzar la historia, la deconstruye, la parcializa o la transforma en un relato ficticio. La sensación de que la guerra en Ucrania cesó y que ahora los soldados se dedican a jugar al fútbol como si estuvieran tirando abajo el Muro de Berlín, es falsa. Lo explica Shuvayev: “Después de habituarnos por unos momentos al silencio total, algo extraño después de meses de combates, durante el partido de fútbol volvieron los sonidos de explosiones de fondo”. Por la noche, en esa misma ruta se produjeron bombardeos y hubo más muertos. El fútbol fue sólo una pausa. Dos días más tarde, Papa Francisco pedía que se respetara el alto el fuego pactado delante de Francia y Alemania.
 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 


EL CAMPEONATO de Ucrania se suspendió el 30 de noviembre y nunca recomenzó. El Dinamo Kiev tenía 36 puntos y le llevaba 5 al Shakhtar Donetsk. Hoy, un partido entre ambos sería una prolongación de la guerra. Kiev y Donetsk en la práctica ya pertenecen a países distintos. Quizás en un par de décadas, se registre de nuevo este clásico, ya devenido en un enfrentamiento bélico como los de algunos derbis balcánicos más famosos.

En el peor día de los combates, con soldados ucranianos masacrados en plena huida, Vladimir Putin levantaba su copa de champagne en el homenaje a los soldados de la Segunda Guerra llevado a cabo en Moscú. Precisamente, la última vez que se había suspendido el campeonato en estas tierras había sido en 1941, con la invasión nazi.

En ese contexto, se dio uno de los eventos más aprovechados por la propaganda comunista: el partido del Start, un equipo soviético que tenía la base del Dinamo de Kiev, contra el Flakelf, de militares de la Luftwaffe alemana.

Probablemente sea uno de los juegos más famosos de todos los tiempos. Se disputó el 9 de agosto de 1942 y terminó 5-3 para los soviéticos. Y en realidad, fue la revancha de un contundente 5-1 sobre los nazis, jugado tres días antes.

El uso propagandístico del partido sirvió para construir una historia perfecta de la Unión Soviética de la posguerra, pero falsa: soldados nazis que amenazaban y tenían perros salvajes a disposición, un árbitro de la SS que permitió el juego rudo de los invasores; una derrota que terminó en una masacre: los jugadores del Dynamo de Kiev prefirieron ganarles a los nazis y morir fusilados, antes que perder.

Llevó décadas entender que la historia tenía otros matices, como aquellas obras de arte de los grandes maestros que recién salen a la luz por casualidad, porque en realidad estaban escondidas debajo de otra pintura en apariencia simple y poco distintiva.

Por empezar, no todos los jugadores del Start habían muerto a manos de los nazis. Nueve días después del partido, seis fueron arrestados por la Gestapo, y dos más al día siguiente, como tantos otros compatriotas. Las declaraciones de los sobrevivientes apuntaban no a la victoria sobre los nazis como motivo de su detención, sino al 8-0 propinado al Rukh, club ucraniano, una semana después. El técnico del Rukh, humillado, habría denunciado a los jugadores del Dínamo de Kiev como supuestos integrantes de la NKVD, la predecesora de la KGB.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 


MIENTRAS SE construía el relato de los invasores que masacraron a sus contrincantes por no tolerar la derrota, algunos de los que se salvaron de la Gestapo luego fueron interrogados y acusados de colaboracionismo por el propio régimen comunista. La historia propagandística del partido de la muerte, sin sobrevivientes, llegó al cine en 1962 y la vieron más de 30 millones de espectadores en la URSS. Más tarde, el país se aferró a la búsqueda de héroes, y los sobrevivientes aparecieron mágicamente.

Recién con la caída de la Cortina de Hierro, se comprobó que los fusilamientos a los cuatro jugadores del Start que formaron parte del partido, en realidad no tuvieron conexión directa con él, y se produjeron al año siguiente. Las camisetas rojas que usó el Start no eran símbolo del comunismo, sino las que les habían entregado los propios alemanes. Los héroes del partido de Kiev, en realidad eran víctimas de guerra como millones.

Escape a la victoria, con Michael Caine y Stallone, se basó en esa historia y le dio un tinte más romántico: los jugadores eligen quedarse al segundo tiempo y terminan escapando por una invasión del público. Antes de la Euro 2012, se presentó otro largometraje sobre el partido de la muerte: con un 70% del presupuesto proveniente de un fondo creado por el Kremlin para subsidiar las películas patrióticas, los jugadores del Start pasaron a tener nacionalidad: están los rusos, que quieren ganar, y los ucranianos, que quieren colaborar con los nazis, algo que generó grandes protestas en toda Ucrania. La película fue apenas una foto más de la escalada entre ambos países, que termina en esta ruta de Debaltseve. El conflicto, después de un año, lleva 6 mil muertos y 14.000 heridos, según estimaciones de la ONU.

Mientras el partido entre nazis y soviéticos todavía se sigue jugando, el de ucranianos y rusos recién empieza.

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Por Martín Mazur
@martinmazur
Nota publicada en la edición de marzo de 2015 de El Gráfico


 

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