Las Crónicas de El Gráfico

Más que mil palabras [sobre el ébola]: el virus

La terrible enfermedad y sus implicancias en el fútbol: del Mundial de Clubes a la Copa de Africa, el miedo está presente.

Por Martín Mazur ·

18 de noviembre de 2014
   Nota publicada en la edición de noviembre de 2014 de El Gráfico

Imagen
LOS PUNTOS ROJOS se relacionan, casi directamente, con los francotiradores. Horas y horas frente a las pantallas no dejan duda: si alguien tiene un punto rojo que temblequea sobre algún lugar del cuerpo, es que desde algún techo están a punto de pegarle un tiro.

Pero ahora el fútbol también tiene a sus puntos rojos. Se alojan en las frentes o las palmas de las manos de hinchas y jugadores. Y provienen de termómetros infrarrojos, disparados por francotiradores sanitarios cubiertos con barbijos.

En Africa, el cacheo de armas y objetos peligrosos ahora no es tan importante como el chequeo infrarrojo de temperatura. Los francotiradores buscan detectar posibles casos de ébola, aunque en realidad, lo único que logran establecer es si un individuo tiene fiebre o no.

El nene que pretende entrar al partido de Nigeria y Congo, por las Eliminatorias de la Copa Africana de Naciones, abre los brazos y espera el resultado. La imagen está tomada en las puertas del UJ Esuene Stadium, en Calabar. Si no hay fiebre, pasará. Si el termómetro dice otra cosa, quizás llegue el disparo no literal, pero disparo al fin: cuarentena, aislamiento y acaso un riesgo a infectarse habiendo estado sano.






DESDE QUE estalló el brote que ya conmueve al mundo, gran parte de la zona occidental africana quedó aislada, las comunicaciones terrestres y aéreas limitadas al mínimo. El resultado fue un gran corralito que provocó desamparo, miedo y una inflación galopante de los víveres necesarios para subsistir.

La del nene y el punto rojo es una postal a la que deberemos acostumbrarnos. Y a la que deberán acostumbrarse, también, jugadores e hinchas de San Lorenzo que se embarquen rumbo a Marruecos para el Mundial de Clubes, si es que finalmente se juega allí. Con el ébola acechando, el miedo opera con tanto poder como el de la FIFA. Pero aunque se traslade a Miami, Dubai o Tokio, el temor a la fiebre hemorrágica también estará presente.

Marruecos también será la sede de la próxima Copa Africana de Naciones. Pero su intención de no organizarla ya disparó amenazas de sanciones graves por parte de la CAF. El mensaje que se baja es claro: si en Africa se suspendieran las competiciones por situaciones de emergencia, entonces no existiría el fútbol.

Sin embargo, el ébola –el miedo al ébola– penetró en todos los estratos. En Costa de Marfil-Sierra Leona, por las Eliminatorias de la CAN, abundaron los carteles con leyendas en relación al virus. Competiciones amateurs presenciaron oraciones conjuntas y afiches que claman por una solución. Jugadores posan con carteles que dicen “Yo no tengo ébola”, aunque en el mundo ya los traten como potenciales infectados.

El virus del ébola, como cualquier epidemia, genera una psicosis colectiva cuyas implicancias pueden ser tan o más graves que la enfermedad misma. Al igual que en la película Contagio, ya se identificó al paciente cero, un niño de dos años que aparentemente contrajo la enfermedad que normalmente se hospeda en murciélagos. Estos animales, al igual que ratas y otros roedores, son cazados y comidos en vastas regiones de Africa. Cómo pasó la enfermedad a los humanos es aún una incógnita. Pero el efecto contagio es mucho más contagioso que el virus en sí mismo. Lo sufren los africanos y los que vuelvan de Africa, indistintamente de sus profesiones. Y los futbolistas quedan apuntados por sus círculos cercanos. El marfileño Siaka Tiéné, que enfrentó dos veces a la República del Congo, tuvo que pasar por un minucioso control médico antes de reincorporarse a los entrenamientos. Pudo entrar a Francia libremente, pero no al Montpellier.

Los sierraleoninos están entre los que peor la pasan, por vivir en un país que ya registró más de 5.000 muertos por el ébola. Aunque rige una suspensión para disputar partidos internacionales en Sierra Leona, sus jugadores son víctimas de un bullying sanitario. Después de jugar en Camerún, donde no se registraron casos de ébola, a John Kamara lo esperaron en su club, el Lamia de Grecia, con un mensaje de aislamiento forzoso: tres semanas de cuarentena sin salir de su casa, según le indicaron.

¿Firmarán los jugadores contratos que les impida tener una vida? “Es una locura, pedí que me hicieran los estudios que quisieran. Que yo sepa, no tengo ningún virus, pero tengo que respetar lo que deciden”, le dijo a la BBC.




EN EL PERIODO que va de 2 a 21 días, cualquier persona que venga de Africa es culpable hasta que se demuestre lo contrario. Los jugadores de Sierra Leona fueron confinados en un hotel de Camerún, con controles de punto rojo dos veces por día. Ya hay clubes que presionan a sus africanos para no viajar de vuelta a sus países, y que no les garantizan cómo serán tratados al regresar. Los departamentos médicos ya no se dedican a ver cómo prevenir desgarros, sino a elaborar planes de contingencia para contener una epidemia. La CAN 2015 generará un pánico en todo el fútbol europeo.

Michael Essien tuvo que negar haber contraído el virus en su cuenta de Instagram, aunque por un tiempo será víctima de un punto rojo en cada aparición.

El liberiano George Weah, Balón de Oro en 1995, ahora es presidente de la asociación Ebola Liberia France, que ya consiguió 5.000 guantes y barbijos para distribuir en Monrovia.

El primer brote de ébola fue en 1976 y tuvo una mortalidad del 90%. Su nombre deriva del río Ebola, en la actual República Democrática del Congo, por entonces, Zaire.

Quizás se trate sólo de una historia hollywoodense, pero la película Epidemia (1995) refleja cómo un brote de una enfermedad similar al ébola azota a una población africana y obliga a tomar una medida secreta: aislar y aniquilar a todos los habitantes. Cuando se consigue descubrir una cura, se produce el diálogo entre el infectólogo que encarna Dustin Hoffman, y el piloto que hará el bombardeo para no dejar huella de lo que pasó: “Esta gente a la que están por bombardear no es el enemigo. Podemos matar al virus sin matar a esta gente. Si cree que estoy mintiendo, tire la bomba. Si cree que estoy loco, tire la bomba. Pero no tire la bomba sólo porque está siguiendo órdenes”.

El fútbol por ahora espera alguien que le indique tirar la bomba. Mientras tanto, por cualquier cosa, los puntos rojos están a la orden del día.

1058

CANTIDAD DE PALABRAS




Por Martín Mazur 

@martinmazur en Twitter