En el estruendo de los petardos, del aliento incesante, podría decirse que empataron. Pero en el campo de juego quedó bien en claro el presente muy diferente de Talleres y Belgrano. Los de Gareca hilvanaron un 6 a 0 que todavía resuena como un cachetazo en cada rincón del Barrio Alberdi.
Entre los gritos hirientes de “¡Hijos nuestros!”, “¡Soy taiere, taiere yo soy!” y el aluvión de goles, la barra pirata juntó presión, descargó su ira con proyectiles de todo tipo y ya en el primer tiempo, cuando la cuenta llegaba a tres, obligó a Angel Sánchez a pensar seriamente en la suspensión del clásico. El juez, que mantuvo un prolongado diálogo con la policía y los bomberos, concretó su decisión a los 88 minutos, cuando todavía faltaban dos para el final.
El doble objetivo de los revoltosos era que Talleres no pudiera festejar en paz y que los dirigentes de Belgrano supieran que ellos se van cansando de la falta de reacción del equipo y de las abultadas derrotas que se suceden.
Hablando en fútbol
Más allá de lo pasional, está claro que Talleres, con o sin Julián Maidana en la defensa, apunta a repetir la muy buena campaña del Apertura potenciada por la conquista de la Copa Conmebol. Rodrigo Astudillo y Manuel Santos Aguilar (el hombre que a partir de su tercer ojo tatuado parece ver cada vez mejor la cancha) le dan autoridad al juego de la mitad de la cancha y a la llegada. Junto al despliegue de Darío Gigena y al oportunismo del Loco Marzo, apareció un pollo de Gareca, Marcelo Sarmiento, que hizo un golazo a la brasileña para certificar la goleada ante el eterno rival.
Belgrano está en las antípodas. Sin rumbo y sin fe. A la espera de algún refuerzo providencial que por las dificultades económicas no será fácil de concretar. Otro que está en tiempos de ajuste.

Maidana, Marzo y Astudillo, las caras de un Talleres que sigue de fiesta.
Sobre paternidades
Con la goleada del sábado, Talleres ratificó su paternidad en el clásico. El 6-0 fue el tercer triunfo consecutivo de la T, que había ganado por 3-1 el 3 de octubre en el último Apertura (goles de Pino, Gigena y Astudillo, señalando Montenegro para Belgrano) y por 2-1 el pasado 12 de enero por la Copa Ciudad de Córdoba, con sendos goles de Astudillo, y Amaya para Belgrano.
El último punto de Belgrano en el clásico fue el 0-0 de local en el Clausura ‘99, empate sumamente “cuestionado” y que permitió a ambos asegurarse su permanencia en Primera División.
La paternidad de Talleres se ratifica aún más si se considera que de los últimos 13 clásicos (entre partidos oficiales y amistosos), Belgrano sólo pudo ganar uno, el encuentro revancha por la final por el título del Torneo de la B Nacional ‘97/98, cuando se impuso por 2-1 en los 90 minutos, pero luego perdió el ascenso al caer en los penales (en el partido de ida Talleres había ganado por 1-0). Ese partido se disputó el 5 de julio de 1998. En los otros 12 hubo 8 triunfos de Talleres y 4 empates.
La anterior victoria de Belgrano se remite a la primera rueda del Torneo Clasificación del Nacional B ‘96/97, cuando el Celeste se impuso por 2-0 de local, con goles Gigena y García.
Por DANIEL POTENZA (2000).
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