Las Crónicas de El Gráfico

1995. ¿Cuál es el mejor equipo argentino?

Por Juvenal. Vélez, River e Independiente arrasaron con todo en 1994. Los equipos de Bianchi, Brindisi y Passarella-Gallego, se repartieron todos los títulos en juego y disputan el trono.

Por Redacción EG ·

20 de agosto de 2019

El año que se fue dejó el recuerdo de tres formidables Campeones, los tres por partida doble. Independiente ganó el Clausura 1993-94 y obtuvo luego la Supercopa. River Plate se quedó con el Apertura 1993-94 clausurado en marzo 1994 y dio la última vuelta olímpica del año al conquistar el Apertura 1994-95. Vélez Sarsfield se consagró sucesivamente Campeón de América y Campeón Intercontinental, superando a dos imbatibles del fútbol internacional: San Pablo y el Milan. Dos adquirieron valor a nivel nacional, el otro trascendió más allá de nuestras fronteras. Los tres fueron auténticamente grandes. ¿Se sacaron ventajas entre ellos? ¿Qué equipo emerge como el mejor de la temporada al compararlo con los otros dos? Es lo que intentaremos dilucidar, acercando el microscopio...

 

Imagen Asad, Ayala y Rambert de gala. Brindan por el éxito de Vélez, River e Independiente durante 1994.
Asad, Ayala y Rambert de gala. Brindan por el éxito de Vélez, River e Independiente durante 1994.
 

DEFENSA

El concepto incluye en una sola unidad funcional al arquero y los integrantes de su línea de fondo, apuntando especialmente a la eficacia con que cumplieron su parte dentro de sus respectivos conjuntos.

Vélez mostró al mejor arquero, como último baluarte defensivo y primer eslabón de su ofensiva: fue el paraguayo José Luis Chilavert, tan eficaz como Luis Islas o Germán Burgos en la misión específica de atajar y superior como gestor de ataques a fondo, por la potencia y dirección con que mandaba sus zurdazos desde el fondo de la defensa. Recuérdese, si no, los goles que generó con sus saques, habilitando a Basualdo, Asad o Flores. Entre ellos, el primero de la final de Tokio contra el Milan, fundamental para ganar la Copa.

Las líneas de zagueros fueron equivalentes, cada una con sus especiales características. River, a través de la solvencia de Roberto Fabián Ayala, espectacular en el juego de alto, y los buenos momentos de Ricardo Altamirano en cualquiera de los dos laterales. Independiente, gracias a la firmeza que exhibieron Pablo Rotchen y Guillermo Daniel Ríos, y lo bien que respondió el cordobés Claudio Arzeno cuando le tocó reemplazar a Rotchen. Vélez, sostenido por la solidez de los integrantes de su flanco izquierdo, Víctor Hugo Sotomayor y Raul Cardozo.

Balance defensivo: ventaja para Vélez, gracias al gran año de Chilavert.

 

MEDIO JUEGO

El más completo, por lo parejo y equilibrado, fue el de Independiente. Sobre todo cuando pudo integrarlo con el despliegue incansable de Diego Cagna para desdoblarse en defensa y ataque, el sentido de ubicación y la pegada de Perico Pérez para distribuir balones, la clarividencia de Daniel Garnero para armar ataques, meter pases-gol y llegar a la definición, y la habilidad imaginativa de Gustavo López para desequilibrar partiendo de la media cancha con llegada a fondo en la ofensiva. Ese cuarteto, de fuerte acento ofensivo, recibió invariablemente el respaldo cercano de José Serrizuela, para mantener su zona bajo control.

El de Vélez acusó picos de alta producción junto a desniveles, cuando la dinámica que podían imponer José Horacio Basualdo, Marcelo Gómez y Christian Bassedas no encontraba la respuesta técnica de un manejo fluido y una entrega de pelota precisa.

El de River tampoco mantuvo un nivel sostenido de rendimiento por los mismos motivos. Julio César Toresani o Gabriel Cedrés, por ejemplo, caían en imprecisiones que anulaban su elogiable despliegue de energías. Sergio Ángel Berti, el de mejor manejo y pegada, tuvo un desempeño irregular, de un partido a otro y dentro de un mismo encuentro. Leonardo Astrada fue el más rendidor y efectivo, pero constreñido a la misión de recuperar pelotas y entregarlas para que otros crearan.

Balance del medio juego: ventaja para Independiente.

 

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ATAQUE

En este sector las fuerzas en pugna fueron parejas y se hace difícil establecer diferencias. River mostró en el primer torneo que ganó en 1994 un par de fórmulas ofensivas igualmente interesantes, con el binomio Ortega-Cedrés o el que terminaron integrando Ortega-Crespo, porque a la gambeta, los amagues y la creatividad del jujeño Ortega su sumó la potencia con que su compañero de tandem podía llegar al gol. En el último que conquistó, el acompañante de Ortega fue un artífice como Enzo Francescoli, tan preciso y contundente en su retorno como en su primera etapa riverplatense, ocho años atrás. Le quedó, asimismo, otra variante para aplicar durante el desarrollo de los partidos: el ingreso de Gabriel Amato para juntarlo arriba con Ortega, retrasando al Príncipe Francescoli en función de creador de juego.

Cuando Brindisi ubicó a Sebastián Rambert junto al colombiano Albeiro Usuriaga, Independiente logró una contundencia y al mismo tiempo una variedad de llegada atacante, muy difícil de superar. Mientras tuvo en sus filas a Ricardo Gareca le quedó la valiosa alternativa de hacerlo entrar para ubicarlo junto a Usuriaga mientras Rambert bajaba a volantear.

Bianchi confió en la división blindada que representaban dos tanques como el Turquito Gabriel Asad y el Turu José Oscar Flores, capaces de echar abajo cualquier resistencia con sus 180 kilos de peso. Con esa fórmula, el Fortín logró también un alto grado de eficacia porque el equipo se estructuró, a partir de Chilavert, para explotar esa modalidad ofensiva. Menos atractiva que las de River o Independiente para la óptica de la tribuna, pero igualmente demoledora.

 Balance del ataque: por sus variantes, luz de ventaja para River.

 

RIQUEZA TÉCNICA

Los rojos sacan diferencia en este rubro. Tanto en ductilidad de manejo, a través de Gustavo López, Daniel Garnero, Perico Pérez, cuanto en certeza de pegada, considerando la justeza de ellos tres y la que demostraron igualmente Cagna o Usuriaga en la entrega o la definición. River se les acercó con Ariel Arnaldo Ortega, Sergio Berti y Enzo Francescoli, pero estuvo un escalón abajo de Independiente. Lo mismo puede decirse de Vélez, cuyo fuerte no estuvo precisamente en este aspecto del juego.

Balance de riqueza técnica: ventaja para Independiente.

 

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VARIANTES TÁCTICAS

Independiente tuvo una sola y definida manera de jugar, con una sola variante funcional: el adelantamiento de José Serrizuela para respaldar al medio juego y la actitud netamente ofensiva de Gustavo López. De ese modo, podía pasar del 4-4-2 básico al 3-4-3 de claro signo atacante.

Carlos Bianchi hizo jugar a Vélez de diversas maneras, sin aferrarse a un planteo invariable: presionando en campo contrario, en la media cancha, replegándose para pegar de contraataque. Varió según el rival, el terreno y las necesidades. Fue más pragmático.

River con Daniel Alberto Passarella (Apertura 93-94) tuvo un estilo único, definido, invariable, de ataque constante. River con Américo Rubén Gallego (Apertura 1994-95) fue cambiando su planteo de juego según el adversario, mostrando una versatilidad táctica realmente singular.

Balance de variantes tácticas: ventaja para el último River.

 

FIBRA COMBATIVA

Partimos de una base común a los tres equipos que estamos analizando: ninguno sale campeón si no pone en la cancha una razonable cuota de vigor espiritual y temperamento para la lucha. Los tres supieron jugar y cuando fue necesario meter, no se quedaron atrás. Sin embargo, en esta materia Vélez fue un exponente de garra excepcional. En esos partidos "chivos" que no se pueden perder de ninguna manera, aun jugando mal, demostró ser un auténtico heredero de la estirpe batalladora y bravía de aquel arquetipo del Fortín que se llamó Victorio Spinetto.

Balance de fibra combativa: ventaja para Vélez.

 

EQUILIBRIO

El ideal del fútbol es atacar y llegar al gol más veces que al adversario, pero sin descuidar la defensa para no ser tumbado de contragolpe. Jugar bien es hacerlo con armonía, buenos recursos técnicos, inteligencia táctica, dinámica, determinación, temperamento para la lucha, imaginación y solidez. En lo posible, sin dejar espacios libres entre las distintas líneas del conjunto, de modo que entre el hombre más retrasado y el más adelantado se arme un bloque que avance y retroceda coordinadamente. Eso es lo que asegura el equilibrio. Entre juego y lucha. Entre ataque y defensa. En este rubro fueron tan parejos que resulta imposible asignarle superioridad a uno sobre los otros dos.

Balance de equilibrio: ninguno se sacó ventaja.

 

FISONOMIA GLOBAL

Vélez tuvo mejor defensa, más fibra combativa y tanto equilibrio como los otros dos campeones. Independiente presentó el mejor medio juego, más riqueza técnica y el mismo equilibrio de River o Vélez. River fue superior en ataque, mostró más variantes tácticas e igual dosis de equilibrio. ¿Cómo encontrar un factor que desnivele la balanza en algún sentido? Lo de Vélez tuvo el enorme valor de romper con ocho años sin conquistas de equipos argentinos en el más alto nivel internacional. Exactamente desde que en 1986 River ganó la Copa Libertadores de América y la Intercontinental en Tokio. Vélez lo consiguió, además, frente a dos pesos pesados de América y de Europa, el San Pablo y el Milan, lo que aumenta la significación de su éxito.

 

Imagen El Turco Asad, de Vélez Sarsfield (Copas Libertadores de América, Intercontinental y Toyota); el Ratón Ayala, de River Plate (Torneos Apertura 1993 y 1994); el Seba Rambert, de Independiente (Torneo Clausura 1994 y Supercopa). Ultraganadores.
El Turco Asad, de Vélez Sarsfield (Copas Libertadores de América, Intercontinental y Toyota); el Ratón Ayala, de River Plate (Torneos Apertura 1993 y 1994); el Seba Rambert, de Independiente (Torneo Clausura 1994 y Supercopa). Ultraganadores.
 

Pero lo de Independiente y River también vale porque se consagraron vencedores en torneos de un fútbol tan competitivo como es el argentino. Se hace muy difícil asignarle mayor puntaje por mérito deportivo a los triunfos de Vélez sobre los obtenidos por rojos y millonarios.

Busquemos alguna otra pista en los números cosechados por cada equipo en 1994, como muestra el cuadro adjunto de esta nota. River fue el que menos partidos disputó y el que más puntos hizo (46 jugados, 62 puntos) con el mejor promedio de eficacia anual: 67,39 %. Perdió apenas 5 encuentros en todo el año, todos en el Clausura, que terminó en la quinta posición con 21 puntos, a 5 del campeón, que fue Independiente. River quedó eliminado en la Supercopa sin haber sufrido derrota alguna, ya que Boca lo superó al definir por tiros desde el punto del penal. Los rojos participaron en cuatro competencias: la última fase del Apertura 93-94, el Clausura 93-94, el último Apertura y la Supercopa. En total jugaron cuatro partidos más y obtuvieron dos puntos menos que River, con el 60 % de eficacia.

Vélez, al que se le computan todos los compromisos que afrontó en el año incluyendo las dos Copas que ganó, necesitó cumplir 57 partidos -7 más que Independiente, 11 más que River- lo que marca la magnitud de su esfuerzo. Y es lógico que haya dejado más puntos en el camino, alcanzando tan solo una eficacia del 53,51 %. Debe tenerse en cuenta que si le sumamos los tres puntos que logró en la Copa Libertadores al definir igualdad de puntos ejecutando penales, sumaría 64, lo que mejoraría su promedio final hasta 56,14%. En los números -una gran verdad- River estaría por encima de Independiente y de Vélez. Pero en el fútbol también cuenta la lectura de esos números, y aquí se abriría seguramente una polémica interminable. Queda abierta. Mientras discutimos, celebremos las campañas de los tres. Son de esta tierra, nuestros, y le dieron brillo al fútbol criollo.

 

 

JUVENAL (1995).

Fotos: ALFREDO NARDINI

Producción: GERARDO HOROVITZ, FABIAN MAURI y NORBERTO MOSTEIRIN