Las Crónicas de El Gráfico

1934. En la retaguardia de la Maratón

Por Borocotó. Gran crónica resumida en anécdotas de lo que fue la 1° Maratón de los Barrios, organizada por El Gráfico. Un recorrido por la ciudad de Buenos Aires que terminó en la cancha de Boca. FOTOS INÉDITAS

Por Redacción EG ·

11 de julio de 2019

PARA LOS CICLISTAS

Así me gusta, muchachos. Cuando hay que demostrar que los ciclistas sirven, nunca se echen atrás. Siquiera para no deshonrar la tradición... y para no dejarme mal.  

Imagen Mapa del recorrido de la Maratón
Mapa del recorrido de la Maratón
 

Me había dicho el director:

— ¿Podremos contar con un centenar de ciclistas?

Dejuro. Se lo contesté en gaucho porque se trataba de una gauchada. Y fueron más de cien. Dicen que había más en bicicleta que maratonistas. Eso no. No queremos darnos demasiado corte. Los maratonistas fueron 226. A esa cifra no llegaron los ciclistas; pero si juegan a uno cada dos ruedas, seguro que los del pedal ganan. Desde el as Cosme Saavedra al pebete Ciccarella; desde el viejo Innocenti al belloto Cunteri. Hasta Paco Rodríguez, retirado del ciclismo activo, armó su máquina para responder al llamado de El Gráfico, de su revista amiga, de la misma que fotografió sus grandes momentos a lo largo de todas las carreteras. El ex routier Fontana también se hizo presente y no faltaron los representantes del Club Ciclista Nación encabezados por la moto barullenta del no menos barullento Antonio Mayo. Casserito vino también en moto y Ángel Requino fue de la cita. En sus sidecars llevaron a nuestros chasiretes por la carrera, arriba y abajo, adelante y atrás, para que los fotógrafos después se pelearan discutiendo cuál de sus pilotos era el más hábil.

 

Imagen La primera Maratón de los Barrios dio ya la pauta del enorme interés que había despertado, como prueba esta fotografía en la que un centenar de competidores luchan por ganar posiciones.
La primera Maratón de los Barrios dio ya la pauta del enorme interés que había despertado, como prueba esta fotografía en la que un centenar de competidores luchan por ganar posiciones.
  

 

Imagen Las calles de Buenos Aires fueron invadidas por entusiastas atletas cuyo objetivo era llegar en el menor tiempo posible al estadio de Boca Juniors.
Las calles de Buenos Aires fueron invadidas por entusiastas atletas cuyo objetivo era llegar en el menor tiempo posible al estadio de Boca Juniors.
 

 

Imagen Varias decenas de corredores son acompañados y fiscalizados por un grupo importante de ciclistas. Estos con la misión de asistir a los competidores y advertir sobre irregularidades.
Varias decenas de corredores son acompañados y fiscalizados por un grupo importante de ciclistas. Estos con la misión de asistir a los competidores y advertir sobre irregularidades.
 

En cuanto se vio aparecer a Innocenti alguien pegó el grito:

— ¡Treinta metros más p'atrás!

A la llegada de Cunteri, el organizador de carreras, le propusieron:

—Traete dos ruedas para el primer puesto y largate una.

El buen humor y la voluntad de los ciclistas estuvo en todo momento a prueba. Controlaron la carrera anotando los que quedaban, vigilando a quienes querían treparse a los vehículos. Y en cuanto subieron dos muleros, de inmediato lo supimos. ¡Iban a engañar a los ciclistas, a ellos, a los que yo tengo que vigilar con catorce ojos para que no se me prendan de un auto en las marchas contra viento! Erraron el pial. Meterles la mula a los ciclistas es como enseñarle a Lago agarrar de la camiseta al arquero en los córners.

 

Imagen Foto tomada en Independencia y Bernardo de Irigoyen de la 1° edición de la Maratón de los Barrios.
Foto tomada en Independencia y Bernardo de Irigoyen de la 1° edición de la Maratón de los Barrios.
  

Imagen Maratón de los Barrios. Doblando la esquina de avenida Alvear y Cavia.
Maratón de los Barrios. Doblando la esquina de avenida Alvear y Cavia.
   

 

Imagen INSTANTE en que Sensini alcanza a Recabarren, quien había partido desarrollando un tren violento.
INSTANTE en que Sensini alcanza a Recabarren, quien había partido desarrollando un tren violento.
 

NARANJAS Y LIMONES

Hubiera ido a pedal, pero me mandaron de zaguero con el Opel. Andaba, pues, entre los Pompeys, entre los Xaubets, entre todos esos que a poco de andar se desentienden con la carrera y se van de excursión. De pronto, vi pasar mi máquina.

Conocí el cuadro. Miré más: conocí los zapatos. Miré otro poco y conocí los pantalones. Un cuñado me la había afanado y se venía en la zaga repartiendo naranjas a los liquidados. La primera docena duró poco; la segunda duró menos: la tercera casi no duró. Por ahí el cuñado tanteó los bolsillos, hizo cálculos... y compró limones.

—Valen sesenta la docena, fue su comentario. Y desde entonces se dedicó a dar pedacitos de limón.

Imagen El más veterano: Ernesto Alejandro Denis (Num. 99), con 37 años de edad, avanza a paso firme, y llegará a la meta dentro del plazo establecido. Las “vecinas” del 3345 aprovechan la ocasión para posar…
El más veterano: Ernesto Alejandro Denis (Num. 99), con 37 años de edad, avanza a paso firme, y llegará a la meta dentro del plazo establecido. Las “vecinas” del 3345 aprovechan la ocasión para posar…
 

EL PRIMERO

No se trata del ganador. Ya les dije que fui a la retaguardia. La referencia va hacia el primero... visto de atrás. Habrá recorrido unos 500 metros y se paró. Alto, flaco, rubio, se liquidó en tan poca distancia. Y pensar que a la novia le había estado diciendo: "Cuando vos me veas en El Gráfico..." Y a la madre le decía: "Mamá: dame toddy que voy a correr la Maratón".

En el café, en la barra de la esquina, en el laburo, en todos lados aburrió. Iba a ganar. Por lo menos, sería segundo. Y no le rebajaba más. Pero a los 500 metros quedó como Dios pintó a Perico.

—Un calambre — me dijo a manera de explicación.

—Esperá la ambulancia — le contesté.

Y lo dejamos sentadito en un banco, en compañía de un vigilante al cual le contaba por qué no había ganado. ¿Qué? ¿Quieren saber el nombre? No; pobre. Después lo van a cachar en el barrio.

 

Imagen EL CAMIÓN que condujo la ropa, de los competidores y cuyo personal la iba entregando a los que abandonaban.
EL CAMIÓN que condujo la ropa, de los competidores y cuyo personal la iba entregando a los que abandonaban.
    
Imagen El tránsito es interrumpido por una caravana de corredores y provocó que muchos vehículos se detengan ante el paso de los atletas.
El tránsito es interrumpido por una caravana de corredores y provocó que muchos vehículos se detengan ante el paso de los atletas.
 

35 AÑOS

Lo vimos en Boedo y Victoria.  Se llama Valentín Casemajor.

— ¿Va a seguir?

—No; no puedo... Del pecho estoy bien, pero las piernas... No dan más, no dan más... Me olvidé que tenía 35 años... Uno siempre se cree muchacho... Pero mi compañero va adelante. Ese es joven...

Se había venido de muy lejos; de San Pedro, dijo. Tenía en sus recuerdos algunas pruebas sobre largas distancias y, su amigo, lo entusiasmó. ¿Por qué no se iba a probar? Total, no le costaba nada. Y largó. Poco a poco fue experimentando dureza en sus piernas. Los 35 años lo varaban. Ya cubierta la mitad del recorrido, abandonó. Y mientras chupaba la naranja que le habíamos dado, decía:

—Mi amigo es joven... Va bien... Yo, yo tengo 35, compañero...

 

Imagen Los corredores acompañan a las vías del tranvía. Avanzan con entusiasmo sobre el camino de adoquines.
Los corredores acompañan a las vías del tranvía. Avanzan con entusiasmo sobre el camino de adoquines.
 

RAFAEL BUENO

Con ese apellido no se iba a entregar a dos tirones. Bueno con mayúscula y con minúscula aunque no ganara. Y con un físico admirable, pero con mal entrenamiento o, quizá, excedido. Lo vimos por Boedo e Independencia. El encargado del puesto de auxilio nos gritó:

—El 58 va agotado.

Aceleramos. El doctor Emilio Bottini, médico de nuestra editorial y encargado de la organización de los citados puestos, le ordenó detenerse. Observó su pulso, le dio de beber y le recomendó que no siguiera si se sentía mal.

Reaccionó Rafael. El apellido le hizo un llamado. Reinició la marcha con un paso fuerte, violento. Se tragaba las cuadras. De pronto, comenzó a aflojar.

—Abandone, abandone. — le decía el doctor — Va como a veinte minutos del puntero.

No había manera de pararlo. No quería. El apellido le seguía tironeando.

—Parate, pibe; ya hiciste bastante. Nos miraba sonriente y apuraba el paso. Pero el agotamiento era intenso. Iba cayéndose y cuando parecía abandonar, nuevos bríos lo ponían en marcha. Estaba a merced de su temple, de su espíritu de luchador. No se clasificaría entre los primeros, no recibiría ningún premio. Sin embargo, continuaba en la brega. Me traía el recuerdo de las carreras ciclistas en las cuales muchas veces vi a muchachos luchar contra el cansancio y los kilómetros estimulados por una única esperanza: la de llegar; último, pero llegar.

Rafael Bueno se jugaba una carrera contra sí mismo. Se había hecho el propósito de llegar. Lo aguijoneaba esa competencia entre su temperamento y su cuerpo. No llegó. Por Independencia y Bernardo de Irigoyen cayó otra vez. Hizo fuerza para incorporarse.

—Déjenlo; yo soy el hermano nos dijo un ciclista. Y nos fuimos.

Habíamos visto a un guapo.

 

  

Imagen Ibarra entra en el estadio de Boca Juniors.
Ibarra entra en el estadio de Boca Juniors.
 

 

LAS DOÑAS

Ustedes sí que van bien—nos decían al vernos pasar en auto.

—Agradezca a El Gráfico, señora, que le ha dado una función y un tema — contestábamos a la broma.

Toda la gente sonreía. Ese espectáculo de juventud fuerte y decidida causó alegría entre los vecinos asomados a las puertas para ver una expresión dedo que es capaz la raza.

— ¿Quedan más?

—No; estos son los últimos.

Preguntas, respuestas, sonrisas, aplausos para corredores y para El Gráfico. Íbamos recibiendo distintas sensaciones. Como marchábamos a la zaga, hallábamos la mayor cantidad de público. Por Independencia y Bernardo de Irigoyen los puesteros de la feria habían abandonado sus ocupaciones para ver. Mujeres con sus canastas estaban allí quién sabe desde qué hora. Los maridos almorzaron tarde.

 

Imagen Raúl Ibarra, del club Deportivo Andino, ingresa en el estadio de Boca Juniors y recorre sus últimos metros antes de consagrarse como el ganador de la Maratón de los Barrios.
Raúl Ibarra, del club Deportivo Andino, ingresa en el estadio de Boca Juniors y recorre sus últimos metros antes de consagrarse como el ganador de la Maratón de los Barrios.
 

AUXILIOS IMPREVISTOS

Una señora estaba lavando su vereda provista de una manguera. Pasó un corredor:

—Écheme agua en la nuca — pidió.

Se accedió al pedido. Pasó otro y pidió lo mismo. La señora respondió a la solicitud. Un tercero, un cuarto, un quinto, todos igual. Entonces, aquella buena vecina ya no esperó que le hablaran. A cada uno que pasó le dio el aliento de un manguerazo.

Otra vio caer ante su puerta a un corredor. Fue al interior de su casa y tornó con un frasco de agua colonia el que generosamente desparramó por la cabeza y la nuca del maratonista. Naranjas, baldazos de agua fueron repartidos entre los últimos, entre esos que no obtendrían premios y cuyo paso despertaba la generosidad de las gentes. Para otras ediciones de esta prueba, ya los vecinos sabrán auxiliar mejor.

 

Imagen El ganador, Raúl Ibarra, rodeado por una multitud de espectadores que asistieron al emocionante final de la competición.
El ganador, Raúl Ibarra, rodeado por una multitud de espectadores que asistieron al emocionante final de la competición.
 

HINCHA DE ATLANTA

No se han muerto los hinchas de Atlanta. Quedan unos cuantos todavía. Pocos, pero de los que no se dueblan ni se ruempen. Me contaron que por Boedo, cuando apareció Sensini con su camiseta rayada de azul y amarillo, uno le pegó el grito de aliento:

—¡Atlanta viejo y peludo pa' todo el mundo!

Y punteaba Atlanta; es decir, Sensini.

EL 243

Benjamín Monteleone, el 243, fue alcanzado por el camión en el cual iba la ropa de los competidores; vale decir, en la más absoluta retaguardia. En Boedo e Independencia le dijeron:

—¿Quiere la ropa?

—No; yo voy a seguir. Y seguía, pero caminando. De repente, levantaba un trotecito.

—¡Eh!, mire que no vamos a ir al paso hasta la cancha de Boca.

El 243 no daba pelota. Seguía caminando.

—¡Eh!, usted se equivocó: la carrera era corriendo.

¿Quieren saber hasta dónde se llevó al camión ? Pues hasta Martín García y Almirante Brown. Allí, los del vehículo se fueron. Y en la cancha de Boca apareció el hombre a la media hora.

—Demen la ropa.

Nuestro intendente Emilio Vilar, bajo cuya diligente dirección estuvo el recibo y acondicionamiento de la ropa, se acordó de su época de luchador y estuvo a punto de hacerle la "corbata".

 

Imagen Postal de la ciudad de Buenos Aires en pleno desarrollo de la Maratón de los Barrios.
Postal de la ciudad de Buenos Aires en pleno desarrollo de la Maratón de los Barrios.
 

"DOS FELÓMENOS"

Así, como habla huesito Sánchez. Dos "felómenos"; dos tipos formidables fueron los patrulleros motociclistas. El sargento Ángel Carmarán, adelante; el agente Oscar Navarro, en la zaga. Parando el tránsito; ordenando a los escoltas, colaborando admirablemente en la organización de la carrera. El agente hasta hizo de manager. Un corredor le entregó un par de zapatillas para que se las llevara porque él prefería andar en medias. El indio no la iba con retintines; estaba acostumbrado a correr descalzo por los cardales.

Dos fenómenos. Paraban el tránsito, daban seguridad a los corredores. Y al pasar por las esquinas, al observar los autos detenidos, nos dijimos: "Alguna vez el motor debió de detenerse para rendirle homenaje al músculo".

 

Imagen Maratón de los Barrios. Público que concurrió al estadio de Boca.
Maratón de los Barrios. Público que concurrió al estadio de Boca.
 

LA BANDA

Un muchacho de la casa, Antonio L. Boló, se apareció con un auto largo, integrado por nuestros compañeros Gelman, de la Fuente, Cerdeira y Santorzola. Fue el encargado de llevar a los heraldos, es decir, a los chicos que compusieron la banda y que iban a la vanguardia despertando a los vecinos. Boló no sospechaba el regalo, de lo contrario...

—Oiga, oiga: agarre la vía — le decían los pebetes; porque sobre el adoquinado los instrumentos no emitían bien los sonidos. Salían entrecortados; eran instrumentos tartamudos. Y entre los pequeños había un hincha boquense a quien no le dejaron cumplir su gusto. A toda costa quería tocar la marcha de Boca.

Ha pasado una semana. Todavía Boló tiene la banda sonándole en las orejas.

 

 

Imagen 02- Los maratonistas clasificados en los diez primeros puestos rodean al director de El Gráfico. Aparecen Ibarra, Sensini, Recabarren, Testino, Marino, nuestro director, Suárez, Jaimes, Genaro, Parchappe y Chailes.
02- Los maratonistas clasificados en los diez primeros puestos rodean al director de El Gráfico. Aparecen Ibarra, Sensini, Recabarren, Testino, Marino, nuestro director, Suárez, Jaimes, Genaro, Parchappe y Chailes.
 

LA CLASIFICACIÓN

1°            Raúl Ibarra, del Club Dep. Andino                                                                         1h. 7' 13" 

2°            Armando P. Sensini, del Neuquén, representando al Club Pto. Comercial de Ingeniero White,                                                                                                                                                            1h. 7' 47"

3°            Marcos A. Recabarren, de la Asociación Atlética Ricardo Gutiérrez         1h. 10' 3"

4°            Aurelio Testino, del Club Gimnasia y Esgrima de La Plata;

5°            Santiago Marino, del Club "Diario Justicia", de Río Cuarto

6°            Alejandro A. Suárez, del Club Velocidad y Resistencia

7°            Juan Parchappe, del Club Deportivo Andino

8°            José Hipólito Jaimes, del Club Sportivo Barracas

9°            José Zenón Genaro, del Club Atlético Parque Presidente Avellaneda;

10°         Manuel Chailes, del Club Deportivo Andino.

El ganador se adjudicó una Gran Copa y Medalla de Oro. El segundo, Copa y Medalla de Oro y, además, la Copa donada por el Club Unión Deportiva Argentina para ser adjudicada al provinciano mejor clasificado. El tercero, Medalla de Oro. Desde el cuarto, hasta el décimo, Medalla de Vermeil.