Las Crónicas de El Gráfico

1986. El camino a México no fue un jardín de rosas

Bilardo sucede a Menotti al mando de la Selección y con Diego como capitán y estandarte, llegan a México después de un proceso tortuoso para conseguir lo que pocos creían: otra Copa del Mundo.

Por Redacción EG ·

28 de mayo de 2018
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Hubo una tarde en que Argentina comenzó a ganar su segundo Mundial sin saberlo. Una tarde cualquiera, a principio de los ochenta, con los añosos sauces del predio de Ezeiza como cómplices y testigos, en la que el técnico Carlos Salvador Bilardo ensayó una de sus tantas jugadas maestras.

Las Eliminatorias para México 86 estaban por arrancar y el Narigón no pudo reprimir el deseo de concretar una charla imprescindible con Diego Armando Maradona. “¿Sabés quién va a ser el capitán de la Selección?”, le preguntó el entrenador a un Diego con cara de sorpresa, confiado en que ese honor le seguiría perteneciendo a Daniel Passarella.

Imagen Maradona esquiva a Passarella en una práctica.
Maradona esquiva a Passarella en una práctica.


“Yo quiero que el capitán seas vos, quiero que seas el dueño de la Selección”, completó Bilardo, y al Diez le explotó el pecho de orgullo. Desde ese instante, ambos conformaron una alianza indestructible, un tándem monolítico que soportó todo tipo de tempestades en el sinuoso camino a la gloria.

El tránsito hacia México fue poco menos que tortuoso. Un partido bien, otro mal, la mayoría regular. Un proceso doloroso como las brusquedades impunes del peruano Luis Reyna a Diego, en Lima, como el triunfo angustiante y apretado frente a los venezolanos, como la clasificación abrochada en el minuto 81 del partido decisivo con Perú en el Monumental, tras aquella corajeada mítica de Passarella que el Flaco Gareca empujó sobre la línea…

Aquel día, el 30 de junio de 1985, Mara dona y Bilardo se abrazaron bien fuerte en el vestuario. “Ahora va a ser distinto, Carlos. Ahora vamos a estar más tranquilos”, le dijo Diego. Pero Bilardo descreía: “Nooo, qué tranquilos. Nos van a seguir matando. Pero ya estoy acostumbrado, nací para sufrir…”

El Narigón no se equivocó. Aquel pasa porte mundialista no redujo las críticas ni mucho menos. Desde varios sectores de la prensa se le reclamaba el escaso vuelo futbolístico del equipo y que no incluyera en sus planes a jugadores de gran rendimiento en Europa, como Ramón Díaz y el Beto Márcico. Una bola de nieve que creció insospechadamente, hasta transformarse en una suerte de golpe de estado.

¿Una exageración? No, para nada. “Estamos solos, ésta es una Selección perseguida”, repetía Diego. “Tengo un dato terrible: me quieren voltear”, le espetó Bilardo a Carlos Pachamé, su ayudante de campo, días después de una magra gira por Europa. Pacha se resistía a creerlo, pero el técnico manejaba buena información.

En una charla informal, opinando como lo haría cualquier hincha, el presidente de la Nación, Raúl Alfonsín, había dado su parecer: “A mí no me gusta como juega la Selección.” Los interlocutores habían sido el secretario de Deportes, Rodolfo O’Reilly, y el subsecretario del área, Osvaldo Otero.

Días después, mientras participaba de una reunión de la FIFA celebrada en Zurich, Julio Grondona recibió un llamado telefónico de los funcionarios en cuestión: “Julio, ¿usted cómo ve un posible reemplazo de Bilardo? Porque las co…” El presidente de la AFA no los dejó terminar y les sacó la roja: “Es una barbaridad inaceptable desde todo punto de vista. Bilardo sigue hasta el final, pase lo que pase.” Aquella alianza de dos, bajo los árboles de Ezeiza, sumaba un tercer mosquete ro. Con Bilardo, Maradona y Grondona tirando del mismo carro, cualquier hazaña era posible…

Imagen Borghi, Ruggieri, Islas, Giusti, Echavarria, Madero, Grondona, Bilardo, Pachamé y Cucciuffo
Borghi, Ruggieri, Islas, Giusti, Echavarria, Madero, Grondona, Bilardo, Pachamé y Cucciuffo


Aunque la confianza de Grondona era un aval más que tranquilizador, Bilardo no quiso dejar ningún cabo suelto en la gira previa al Mundial, que incluía amistosos con Noruega e Israel. Y entonces concretó otra jugada maestra: “Hacemos Oslo, Tel Aviv y nos vamos derechito para México. A ver si volvemos para Buenos Aires y nos cortan el chorro…” Y al plantel le inoculó el virus de la responsabilidad con una cuota de humor: “Muchachos, en la valija pongan un traje y una sábana. El traje lo usamos cuando bajemos del avión con la Copa del Mundo. Pero tengamos a mano la sábana por si perdemos y nos tenemos que ir a vivir a Arabia, porque acá no vamos a poder.”

El lunes 5 de mayo, luego de caer 0-1 ante Noruega y golear 7-2 a Israel, el plantel argentino se instaló en el complejo deportivo del club América, uno de los más populares de México. Cuatro hectáreas y 1300 metros cuadrados de construcción situados a 40 minutos del centro del Distrito Federal y a 5 del Estadio Azteca, sede de la final.

A Maradona le tocó compartir la habitación 6 con Pedro Pablo Pasculli. Linda, sencilla, sin lujos: paredes sin revoque, velado res de acrílico, camas sin respaldo, baños austeros pero bien acondicionados…

El arranque de los entrenamientos fue demoledor. Jaqueados por la altura y el smog del DF, los jugadores ensayaron alguna queja, pero el profe Ricardo Echevarría los contenía con ese tono paternal que lo transformó en un ser entrañable: “Ustedes sigan que yo los paro un minuto antes de que se mueran… Tranquilos, que la altura todavía no liquidó a nadie.” El hermetismo de aquella concentración le valió el bautismo de La Isla, según la ocurrencia del volante Marcelo Trobbiani. Allí se formó y se consolidó el grupo, a reunión pura, a charlas cara a cara sin esconder nada. Muchas fueron importantes, pero ninguna como la celebrada en el hotel La Fontana, en el calor pegajoso de Barranquilla, el día anterior a empatar 0-0 con Junior en lo que sería el último amistoso previo al debut. De aquella charla participaron los jugadores y nadie más. Dos horas en las que Diego llevó la voz cantante: “Ahora nos tenemos que olvidar de todo: de nuestros clubes, de la familia, de la guita y de los problemas… Tenemos que pensar solamente en nosotros. No importa quién es titular y quién es suplente. Hay que hacerse carne y uña, romperse el alma para ayudar al compañero. Muchos esperan que perdamos para terminar de despedazarnos. Y no les tenemos que dar el gusto…”

Al técnico sólo lo llamaron para hacer le una sugerencia: “No queremos jugar más amistosos. Preferimos volver a México y entrenarnos con todo en la altura. Todos nos juegan a muerte y pueden las timar a alguno. Mejor volvamos y preparémonos allá.”

Imagen Pumpido y Diego en la utileria.
Pumpido y Diego en la utileria.


Poco a poco, La Isla adquirió una mística inquebrantable, germinada en medio de una rutina fríamente calculada: práctica al mediodía, almuerzo a las dos de la tarde, siesta y otro entrenamiento a las cinco.

Días antes del debut, una de sus canchas fue escenario de una producción para El Gráfico, donde Maradona y Passarella – algo distanciados por el tema de la capitanía– posaron con dos sombreros mexicanos. “Esta foto me gusta porque en 1975, antes de ir al Torneo Esperanzas, de Toulon, me hice una igual con un sombrero como éste y salimos campeones. Por ahí, quién te dice que se repite la historia…”, comentó el Kaiser, desconociendo lo que le sucedería desde el fatídico jueves 22 de mayo. Amaneció con una severa enterocolitis y ni siquiera se pudo entrenar. Y los días posteriores fueron nefastos. La medicación no consiguió espantar el virus estomacal que lo aquejaba. Fue perdiendo kilos en forma vertiginosa. Y horas antes del debut con Corea del Sur tuvo un mano a mano con Bilardo, pensando en el bien de la Selección: “Estoy muerto, Carlos, no puedo levantar las piernas. Mejor que juegue otro, porque no le quiero fallar a nadie.” Era la hora de José Luis Brown, que se había entrenado a conciencia pese a que ni siquiera jugaba en su club, Deportivo Español…





15


Luis Islas


Arquero




18


Nery Pumpido


Arquero




22


Héctor Zelada


Arquero




5


José Brown


Defensor




6


Daniel Passarella


Defensor




8


Néstor Clausen


Defensor




9


Jose Cuciuffo


Defensor




13


Oscar Garré


Defensor




16


Julio Olarticoechea


Defensor




19


Oscar Ruggeri


Defensor




2


Sergio Batista


Mediocampista




3


Ricardo Bochini


Mediocampista




4


Claudio Borghi


Mediocampista




7


Jorge Burruchaga


Mediocampista




10


Diego Maradona


Mediocampista




12


Héctor Enrique


Mediocampista




14


Ricardo Giusti


Mediocampista




20


Carlos Tapia


Mediocampista




21


Marcelo Trobbiani


Mediocampista




1


Sergio Almirón


Delantero




11


Jorge Valdano


Delantero




17


Pedro Pasculli


Delantero