Las Entrevistas de El Gráfico

Un mes en el agua

La Selección de waterpolo vive en julio los días más importantes de su historia: lucha en los Panamericanos y jugará por primera vez un Mundial. Su capitán, Iván Carabantes, se ilusiona.

Por Martín Estévez ·

04 de agosto de 2015
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¿Waterpolo en El Gráfico? Sí: waterpolo en El Gráfico. Y cinco páginas, nada menos, tal vez para sorpresa de muchos lectores. Que sea considerado un acto de justicia histórica, retroactiva: durante muchos años, fue un deporte casi ignorado por esta revista, un poco por la importancia del fútbol, un poco por omisión periodística y otro poco, como los protagonistas reconocen, por errores propios del ambiente del waterpolo. Entonces, si esta vez la Selección sumó méritos, merece un espacio importante. Y vaya que hay méritos: cuando tengas esta revista en las manos, del 7 al 15 de julio, estará compitiendo con los mejores del continente en los Juegos Panamericanos de Toronto. Y enseguida, el 17, comenzará el Mundial de Rusia, donde la Selección participará por primera vez.

El capitán del equipo es Iván Carabantes: rosarino, 29 años, atacante. El será el encargado, en representación de todos los jugadores y entrenadores que no tuvieron su espacio, de explicarnos cómo vive el waterpolo argentino este momento tan especial.

Antes es necesario contar las reglas básicas del deporte: juegan 7 contra 7; cuatro tiempos de 8 minutos; cada equipo tiene 30 segundos de posesión: si no lanza, la pierde; no se puede agarrar la pelota con las dos manos; y lo más extraordinario es que nunca se puede tocar el suelo ni los bordes de la pileta. Hay que flotar durante 8 minutos, incluso el arquero. ¿Y? ¿Merece o no merece cinco páginas semejante esfuerzo?

-Iván, ¿qué cara te ponen cuando decís que sos jugador de waterpolo?
-Primero se lo toman... no a risa, pero con sorpresa. Y después, cuando empezás a contar lo que implica jugar al waterpolo en la Argentina, pasan de la sorpresa a una especie de apoyo, de aprobación. Es un deporte muy difícil de aprender y en el que se hace todo a pulmón. Yo juego desde los 7 años, siguiendo los pasos de mi hermano mayor. Hacía natación y veía que, en el andarivel de al lado, hacían un deporte de equipo y con pelota, y eso llama la atención.

-¿Quiénes pueden vivir del waterpolo en la Argentina?
-La Liga Argentina, tanto la A como la B, son totalmente amateurs. No recibimos dinero por jugar en los clubes, pero desde hace unos dos años, alrededor de veinte jugadores que estamos en la Selección recibimos una beca deportiva del Enard (Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo). No sé si se puede vivir de eso, pero sí podés costear el tiempo que dejás de invertir en trabajar o estudiar para jugar en la Selección. Claro que la gran mayoría de nosotros tenemos otro trabajo. El de algunos está relacionado con el deporte (guardavidas, profesores de educación física), pero no es mi caso. El mayor inconveniente es que el waterpolo exige mucha preparación física. Para jugar a nivel internacional, tenés que invertir muchas horas de entrenamiento.

-¿Vos de qué otra cosa trabajás?
-No sé si soy ingeniero waterpolista, o si soy waterpolista que estudia ingeniería (risas). Ahora hago 50% y 50%. Me gusta tanto el waterpolo, que es difícil dejarlo de lado. Las satisfacciones que me dio el deporte todavía no las encontré en otro ámbito. Mientras las siga teniendo, voy a seguir jugando. Cuando sos chico, lo empezás como un hobbie, pero después te das cuenta de que estás invirtiendo mucho tiempo en el waterpolo. Entonces se crea la dicotomía de dedicarse sólo a estudiar o seguir jugando. Yo elegí hacer las dos cosas. Es complicado, pero no imposible.

-¿Cómo es un día tuyo?
-Son todos bastante parecidos. Me levanto, desayuno y empiezo a trabajar. En estos momentos trabajo desde mi casa, soy ingeniero de sistemas. Corto al mediodía para entrenar, de 12 a 14, generalmente es una sesión física, natación y ejercicios de piernas. Vuelvo a mi casa, almuerzo, trato de descansar unos minutos, sigo trabajando hasta las 20, hago una sesión de gimnasia y me tiro al agua para hacer el último entrenamiento del día, de 21 a 23. Básicamente, eso todos los días.

-¿No hubo un día en el que dijiste “basta de este martirio, largo todo”?
-Miles. Pero lo vengo haciendo desde chico, ni sé la cantidad de años que hace que no tengo vacaciones. Además, cuando vuelvo de un torneo, digo “hay que entrenar más”, porque el tiempo que invertís lo ves reflejado. Y tengo un entorno que me apoya en lo que hago. No es fácil, pero lo sigo haciendo con gusto.

Imagen Iván Carabantes posa en el Cenard, antes de viajar a Canadá para disputar los Juegos Panamericanos.
Iván Carabantes posa en el Cenard, antes de viajar a Canadá para disputar los Juegos Panamericanos.
-¿Son muchos los buenos jugadores que viste dejar de jugar por falta de tiempo?
-Muchos. La Selección podría contar con mucho talento desparramado por el país, pero, al no ser un talento rentado, no lo tenemos. Es una barrera importante a la hora de proyectar nuestro waterpolo a nivel internacional.

-Hace poco, Gonzalo Echenique, figura argentina, se nacionalizó para jugar en la selección española. ¿Ese es otro problema o fue un caso excepcional?
-Fue un caso excepcional, porque se trata de un jugador excepcional. Hace varios años que Gonzalo jugaba en España, en el mejor nivel, y entendió que su futuro estaba ahí. Se fue muy chico, a los 19 años, y la política deportiva española tiende a captar buenos talentos. Fue una baja importante, pero lo entendemos, somos sus amigos y queremos lo mejor para él. Gonzalo, en España, puede participar en torneos a los que nosotros ni aspiramos, como los Juegos Olímpicos.

-Tal vez para un adulto no es tan difícil flotar durante 8 minutos, pero ¿cómo se hace para jugar a nivel infantil?
-Se necesita una buena base de natación. Se empieza como un juego de meter la pelota en un arco, nadar un poco y aguantar. Pero, a medida que vas creciendo, te das cuenta de que necesitás otra preparación, destreza física, y eso cuesta mucho.

Carabantes hizo toda su carrera en un club con tradición en el waterpolo, Gimnasia y Esgrima de Rosario, con la excepción de un año durante el que jugó en el Sabadell de España, equipo con el que fue subcampeón de la liga y ganó la Supercopa Española en 2012. “La mayor diferencia es que la cantidad de partidos que se juegan allá es mucho mayor que acá –explica–. En la Argentina, por haber pocos equipos y jugadores, muchas veces te salteás categorías y jugás en mayores desde muy chico. Allá tenés más rodaje, mayor formación, y es un deporte profesional. Los clubes están más destinados a competir que a cumplir un rol social. Y en cuanto a nivel, hay una diferencia abismal. En la Argentina, los objetivos de los jugadores son más heterogéneos: algunos sólo quieren hacer deporte, otros aspiran a jugar en la Selección, pero es un hobbie. En España, lo ven como un trabajo y el único objetivo es ganar”.

 

Gran torneo, parte 1
Justo después del cierre de esta edición, entre el 7 y el 15 de julio, la Selección participará en los Juegos Panamericanos de Toronto, principal objetivo este año. En 2011, el equipo terminó 5º.

-¿Ese 5º puesto refleja la realidad actual del waterpolo argentino?
-En Guadalajara nos podría haber ido un poco mejor. Aunque hicimos un buen papel, perdimos contra Brasil uno de esos partidos que se ganan por uno o se pierden por uno, y eso nos dejó afuera de semifinales. Y a Cuba, que terminó 4º, podríamos haberle ganado si lo cruzábamos. Pensar en una medalla de bronce no era una locura.

-A nivel sudamericano, ¿Brasil y Argentina le sacan una diferencia enorme al resto?
-No. Colombia y Venezuela están cerca. Brasil siempre está un escalón arriba, por cantidad de jugadores y porque tiene una liga mejor; pero Colombia y Venezuela no tienen equipos para menospreciar. Estamos parejos con ellos.

 

Gran torneo, parte 2
Entre el 17 de julio y el 2 de agosto, la Selección jugará por primera vez un Mundial. Será en Kazan, Rusia. Aunque el equipo había quedado eliminado tras derrotas ante Canadá y Brasil, cuando Nueva Zelanda decidió no participar por motivos económicos, la federación internacional consideró que los méritos argentinos eran suficientes para ser uno de los 16 participantes. La Selección compartirá el grupo C con Hungría, Kazajistán y Sudáfrica.

Imagen De arriba a abajo y de izquierda a derecha, la Selección de waterpolo: Lucas Oliveri, Andrés Monutti, Tomás Bulgheroni y Franco Demarchi; Diego Malnero, Tomás Galimberti, Emanuel López, Ramiro Veich, Gastón Kwaterka e Ignacio Echenique; Iván Carabantes, F
De arriba a abajo y de izquierda a derecha, la Selección de waterpolo: Lucas Oliveri, Andrés Monutti, Tomás Bulgheroni y Franco Demarchi; Diego Malnero, Tomás Galimberti, Emanuel López, Ramiro Veich, Gastón Kwaterka e Ignacio Echenique; Iván Carabantes, F
-Cuando se enteraron, ¿dijeron “¡sueño cumplido!” o “qué problema, vamos a llegar cansados por los Panamericanos”?
-Dijimos “guau, vamos a ir al Mundial”, pero no fue tan sorpresivo. Sí la manera en que se dio; pero desde el 2010 este grupo venía trabajando duro para levantar el nivel internacional del waterpolo argentino, y la realidad es que lo consiguió. En 2010 salimos campeones de los Juegos Odesur, algo que Argentina no conseguía hacía 54 años. Tuvimos una muy buena participación en los Juegos Panamericanos 2011, donde terminamos en 5dº lugar. Después volvimos a ser campeones sudamericanos en Brasil 2012, y seguimos entrenando porque el objetivo de clasificarnos a un Mundial siempre estuvo. Pero, justo en 2013, Brasil subió el nivel y recibió mucho apoyo porque va a ser local en los Juegos Olímpicos, entonces sabíamos que las chances eran pocas. Fuimos cuartos en el Premundial 2013, y tomamos el Premundial 2015 como una preparación para el futuro. Perdimos contra Canadá y Brasil, pero tuvimos la sorpresa de la baja de Nueva Zelanda. No es la mejor forma de clasificar, pero jugar un torneo de esta magnitud no se puede despreciar. Así y todo, nuestro principal objetivo son los Juegos Panamericanos.

-Les tocó una zona en la que está Hungría, que es una potencia. Pero, ¿qué chances tienen contra Kazajistán y Sudáfrica?
-De Hungría te puedo decir que va a ser un placer jugar contra ellos. Es el waterpolo hecho equipo, tradición, campeón olímpico... Me tocó enfrentarlo una vez en juveniles, es algo chocante, aprendés mucho. Contra Sudáfrica también jugué en juveniles, les ganamos 4-3. Es un equipo con un nivel muy alcanzable para nosotros. Y a Kazajistán se le puede hacer un buen partido. Influyen mucho el arbitraje y la historia de cada país. No hablamos de terminar en algún puesto, porque es la primera vez que lo jugamos y hay que pensarlo partido a partido.

-Contanos algo bueno y algo malo que recibe el waterpolo por parte del Estado.
-Lo bueno es que desde 2010, por primera vez, recibimos apoyo económico. Antes, las becas no existían, sólo premios esporádicos. Al estar dentro del Enard, incluso accedemos a una obra social. También podemos hacer giras en el exterior, que son muy útiles y necesarias. Lo malo, en lo que también hago un mea culpa interno del ambiente del waterpolo, es que ese apoyo no lo hemos sistematizado y gestionado como corresponde. Hemos tenido problemas para conseguir piletas en las que entrenar, muchas veces los mismos jugadores hemos tenido que buscar piletas. Falta mejorar la infraestructura. No sólo depende del Estado, sino de nuestra federación. No la quiero matar, pero no representa al waterpolo. Está muy centrada en la natación, y el waterpolo es una disciplina totalmente diferente.

-La definición del último torneo local estuvo envuelta en polémicas reglamentarias. ¿Eso también necesita de autocrítica interna?
-Sí. Tenemos fundamentos para hacer algo importante a nivel internacional, pero muchas veces no resolvemos cosas internas de manera adecuada para que eso ocurra. La Selección es una vidriera del waterpolo nacional. Hay que unirse con hechos, y no sólo con palabras.

-¿Sos de los que creen que cualquier cambio reglamentario que ayude a popularizar el waterpolo está bien; o hay que seguir igual?
-Creo que está bien cambiar. Si bien en muy pocos países el waterpolo es un deporte importante (Hungría, Serbia), en muchos lugares, aun siendo un deporte secundario, se hacen las cosas muy bien. Mi sueño es que en la Argentina pase eso. Es un deporte lindo, que llama la atención. Todo lo que sea difusión del waterpolo es bienvenido. Sorprendentemente, en la Argentina hay una explosión del waterpolo. Cuando yo empecé, sólo se jugaba en Santa Fe y Mendoza. Ahora hay equipos en Bariloche, en Comodoro Rivadavia, en Córdoba, en San Juan… Eso me pone contento.

-¿Qué le dirías al que en los Juegos Panamericanos o en el Mundial va a mirar waterpolo por primera vez?
-Que pruebe jugarlo, para valorar lo que es un deporte así. No es para cualquiera, se necesita una sana locura para practicarlo. Los resultados se dan o no, pero la entrega es total.

 

Imagen Carabantes hace un batido, jugada en la que se "salta" sobre el agua.
Carabantes hace un batido, jugada en la que se "salta" sobre el agua.
Un entrenador todoterreno
Nahuel alfonso fue el primer waterpolista profesional de la Argentina: jugó en Brasil, España e Italia en la década de 1990. Y el último protagonista de una entrevista de El Gráfico, en enero de 2001. Luego de dirigir a su club de siempre, Gimnasia y Esgrima de Rosario, se convirtió en entrenador de la Selección Argentina. Debutó en los Juegos Odesur 2010 con un resultado épico: primer triunfo ante Brasil desde 1971. “Todavía me emociona ser el técnico de la Selección, me genera orgullo“.

-¿Qué es lo mejor y lo peor de tu trabajo?
-Lo mejor es cuando lo que pensaste y planificaste se plasma en el agua. Y lo peor es cuando tenés que lidiar con la burocracia del sistema, pelearte con medio mundo para entrenar, cuando conseguiste la manera de hacer algo y aparece una nueva traba... Y que, desde que estoy en la Selección, mi hijo Tomás no conoce lo que es irse de vacaciones conmigo. Aunque es cierto que, cuando arranqué en la Selección, era sólo por el orgullo. Hoy, como recibimos una beca, es también un trabajo.

-¿Qué dificultades tiene que atravesar la Selección?
-De todo, desde traer las pelotas, porque por ahí se pierden, hasta inflarlas. En invierno entrenamos en el Cenard, donde tenemos alojamiento, comida y pileta, eso está bueno. Pero en verano lo hacemos en Gimnasia de Rosario, y ahí muchos jugadores tienen que llevar, a los que no son de la ciudad, a comer a su casa.

-¿Qué mejoró y qué empeoró desde que vos jugabas?
-Hoy, los jugadores tienen becas. No pueden vivir de eso, pero ayuda y genera una mayor responsabilidad. También tenemos más competencia internacional. Y lo peor es que el mejor jugador, Gonzalo Echenique, terminó en la selección española. Pero, en líneas generales, estamos mejor que hace veinte años.

-¿Vos podés vivir de esto?
-Por ahora sí, pero el problema es que la beca es temporal, y cuando se acaba, se acaba. Por eso, tenés que tener algún otro trabajo.

-¿Qué tiene que saber alguien que mire waterpolo por primera vez?
-Que el árbitro incide mucho: en el reglamento, casi todo es interpretación. Y hay muchas expulsiones, que terminan siendo importantísimas.

-En los Panamericanos 2011, el equipo fue 5º. ¿Esa es su posición real?
-En 2011 no éramos menos que Cuba, el 4º, pero tocó una mala zona. Nuestro objetivo, en Toronto 2015, es llegar a la semifinal.

-¿Y en el Mundial?
-Jugar un Mundial es una alegría y un objetivo cumplido. Contra Hungría hay pocas chances, los otros dos partidos serán parejos.

Por Martín Estévez / Fotos: Emiliano Lasalvia

Nota publicada en la edición de julio de 2015 de El Gráfico