Las Entrevistas de El Gráfico

Lucas Melano, desborde cordobés

Dejó Belgrano y se la jugó por seguir creciendo en Lanús, en vez de forzar un salto temprano a Europa. En apenas seis meses se afianzó como tercera punta y ganó la Copa Sudamericana, dirigido por el Mellizo Guillermo, a quien admiraba de chico y del que ahora recibe indicaciones para mejorar su juego.

Por Alejandra Altamirano Halle ·

29 de marzo de 2014
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A mediados del año pasado, ya se daba por hecho que Lucas Melano iba a dejar Belgrano para fichar por un equipo europeo. Destacado en el campeonato argentino, con apenas 20 años y un pasaporte comunitario en trámite, parecía todo dado para terminar jugando del otro lado del océano. En cualquier portal de talentos, Melano tenía su dossier: aparecía como un nuevo eslabón en la cadena de carcks cordobeses que tuvieron destino seguro en Italia (Pastore, Vázquez, Dybala) y además había una buena cantidad de clips en YouTube con sus lujos y goles. Lo querían de acá y de allá. La lista de interesados crecía y se publicaba en portugués, castellano, inglés e italiano. Nadie podía imaginar que un club argentino iba a estar en condiciones de comprarlo. Pero Lanús, en silencio, se animó a mostrar un interés real por él.

“Se hablaba y se decía que había muchas posibilidades desde España o Italia, pero no llegaban ofertas concretas. No sé si Belgrano lo necesitaba o no, pero durante la pretemporada me dijeron que estaban dispuestos a venderme. Se había hablado de River, pero no sé qué pasó entre los presidentes de los clubes. Al poco tiempo, me hablaron del interés de Lanús, que era una propuesta firme. Era mi posibilidad principal. Me dieron información del club y me preguntaron qué quería hacer. Y de un día para el otro, me subí al avión desde Córdoba y me vine para Buenos Aires”, explica el delantero, mientras gambetea algunos mosquitos que aparecen después del entrenamiento vespertino, cuando el sol empieza a caer.

Para un futbolista profesional, tomar una decisión sobre su futuro es una de las situaciones más difíciles. Por un lado, aparecen las cifras, los tentadores contratos con seis ceros de clubes de primer nivel. Por el otro, normalmente se acumulan ofertas concretas que no siempre suman en lo profesional, pero que con la impaciencia de haberse instalado en el mercado, quizás fuercen a tomar una decisión equivocada. Al contrario de muchos jugadores que, mal aconsejados o tentados por contratos abultados, se marean en el vértigo y la vorágine del ambiente, Melano escuchó las variantes e hizo su elección. Prefirió pasar a un equipo competitivo del ámbito local, antes de arriesgarse a terminar en un destino exótico y sin proyección. Optó por la tercera vía y se decantó por el camino del crecimiento. Mal no le fue: en apenas un semestre, logró su primer título internacional y el subcampeonato en el Torneo Inicial.

“Se dio todo muy rápido. Fue un sacrificio muy grande para mí dejar a mi familia en Hernando y venirme solo a Buenos Aires, pero es lo que elegí. En lo futbolístico llegué a Lanús, que es un club tan ordenado como Belgrano. Y eso me ayudó mucho. En estos tres o cuatro años se me dieron muchos cambios rápidos. Me favorecieron a mí, a mi familia, y a todas las personas que me dieron fuerza en los momentos en los que la necesitaba”, dice Lucas, con su acento cordobés intacto.

-¿Cómo fue la transición personal al pasar a vivir a Buenos Aires?
-Fue algo muy grande. Me encontré con una ciudad totalmente nueva para mí, que es diferente y mucho más grande que Córdoba. Fue todo un cambio. Por suerte, mi familia viene seguido y no los extraño tanto. Cada vez que jugamos en Lanús, se vienen a visitarme.

-¿Quiénes te dieron una mano con la adaptación?
-Cuando llegué acá, Silvio y Nicolás, que son dos personas que trabajan con mi representante (NdR: Fernando Hidalgo), me ayudaron muchísimo. Se encargaron de todo, hasta de buscarme el departamento donde vivo. Y se dio la casualidad de que en la misma torre en Puerto Madero vive Agustín Marchesín. Cuando al tercer día supo que estaba viviendo ahí, se encargó de llevarme con él a los entrenamientos todos los días. El también me ayudó mucho a adaptarme a vivir acá. Ya no están las milanesas de mi mamá (risas), pero tratamos de arreglarnos. Los restaurantes son lindos, pero cansan un poco. Con Agustín tratamos de juntarnos a comer en nuestras casas.

-¿Hubieras preferido otro tipo de salida de Belgrano?
-Sí. La realidad es que la forma en la que salí fue y va a ser siempre la misma. No lo puedo cambiar, pero el tema es que se habló de más. Me involucraron en cosas que yo no había dicho. La gente que estaba cerca mío, las personas del club y mis compañeros saben bien que no fue así. Es un club muy grande y era imposible que todos entiendan o todos comprendan las cosas. Con el paso del tiempo, se aclaró todo, se calmaron las aguas. La gente de Belgrano sabe que estoy muy agradecido a ellos. Que no me fui porque estaba incómodo ahí, ni porque tuviera un problema con alguien. Me fui como hacen muchos jugadores que cambian de equipo. El club también necesitaba eso. En un futuro sería lindo poder volver a Córdoba, me gustaría regresar en algún momento a Belgrano.

-En 2009 te probaste en Vélez. ¿Pensás que hoy se deben estar lamentando por no haberte dado lugar en la pensión en inferiores?
-No hablé más con la gente de Vélez. Siempre hay casos de esos. Me pasó a mí que no me dieron la posibilidad, como a miles de chicos que no tienen lugar en un club y la siguen peleando hasta que encuentran su camino. Hoy, estoy contento por el pasado que me dio Belgrano y por el presente que estoy teniendo en Lanús.

-¿Sentís que creciste en estos seis meses en Lanús?
-Sí, mejoré mucho. A medida que van pasando los minutos voy ganando cierta tranquilidad y confianza en la cancha. Hoy, ya no me apuro tanto. Apenas había empezado a jugar cometía muchos errores, que los fui puliendo. Es algo natural. Todavía tengo mucho para corregir, pero tengo tiempo y estoy laburando para eso. Creo que en 20 años más de carrera, los voy a seguir teniendo.

Imagen TALENTO Y GOL. Melano le sumó poder de fuego a tu técnica. Recién cumplió los 21 años.
TALENTO Y GOL. Melano le sumó poder de fuego a tu técnica. Recién cumplió los 21 años.
En 2000, mientras potreaba en las canchas del club Independiente de Hernando –el pueblo en el que nació, el 1º de marzo del 93–, el pequeño Lucas quería desbordar como el único jugador que lo hacía en el fútbol argentino: Guillermo Barros Schelotto. Hoy, el Mellizo es su entrenador y también su consejero. Y con él, tuvo que reacomodarse en la cancha: Belgrano jugaba con dos delanteros (o uno y medio) y el Granate de los Mellizos va siempre con tres de punta. De estar más cerca de los volantes y preparado para el contraataque, Melano se tuvo que acostumbrar a jugar por afuera en un equipo que presiona bien arriba.

-¿Cómo te encontraste con el cambio de esquema?
-El primer mes me costó. Venía con otra forma de juego, otro mensaje y cumplía otro rol dentro de la cancha. Acá traté de buscar mi forma de juego y de adaptarme lo más rápido que podía a lo que me pedían. Llegamos cinco o seis refuerzos, pero ya había una base de muy buenos jugadores y buenas personas. En una semana nos integraron a todos de la mejor manera y éramos uno más de ellos. Y creo que fuimos agarrando rápido el nuevo estilo de juego.

-Guillermo jugó en tu puesto. ¿Suele acercarse para darte consejos o indicaciones más precisas?
-Me sirve muchísimo que Guillermo haya jugado en mi misma posición. Hasta el día de hoy, él se siente un jugador más. Pero está bien dividido lo que es el rol de director técnico y el jugador. Cuando se trabaja, se hace en serio. Al 100 por ciento. Y después tenemos momentos de esparcimiento, donde estamos más relajados y él se integra y se hace más informal. Pero él tiene mucha seriedad y se la transmite a todos en las prácticas. Tiene un buen trato con todos. No con uno en específico y eso es lo más importante. Que haya ganado tantos títulos, tenga tanta trayectoria y que sepa exactamente lo que tengo que hacer es una gran ayuda.

-¿Qué situaciones puntuales son las que te marca?
-Me ubica muy bien dentro de la cancha, me dice cómo tengo que jugar, dónde me tengo que parar, cómo tengo que girar y todas las cosas que si no te las dicen, no las hacés. Y una vez que las hiciste, te das cuenta de lo importantes que son. Son mínimas, pero al hacerlas se puede sacar mucha ventaja.

-De chico lo tenías como referente. ¿Cómo es tenerlo de DT?
-Fue algo muy raro. Lo seguía en la dupla que hacía con Palermo o con Palacio. Y ahora tenerlo acá, como entrenador, es un sueño. También miraba mucho al Tanque (Silva). Imaginate, los tenía ahí arriba y ahora los veo en una cancha conmigo y me resulta increíble. Eran inalcanzables. No eran personas normales, a las que podía pensar tener cerca. Cuando vienen mis amigos, y pueden venir a ver un entrenamiento, se siguen sorprendiendo.

-¿Pensás que este rol hace que te destaques más?
-No es que me sienta más cómodo ni que antes estuviera incómodo tampoco. Sé que es lo que más le sirve al equipo y al grupo. Yo quiero rendir y hacer las cosas de la misma manera o mejor de lo que vengo haciendo.

-De los goles que metiste hasta ahora, ¿cuál te gustó más?
-El segundo a la U de Chile. Fue un partido soñado, hice dos goles en dos minutos y sirvieron para ganar 4 a 0. Pasamos de fase allá y fue un partido muy lindo.

-Hace un tiempo, decías que no sabías ni cómo festejar los goles, pero cada vez estás haciendo más...
-Y sí, pero seguimos sin ensayo, ahora lo tengo al Tanque que se prepara siempre algo (risas). La relación con él y con Lautaro (Acosta) es de diez. Nunca están enojados, siempre alegres. Acá siempre están todos con buena onda. Tiramos todos para el mismo lado, entonces así se nos fueron dando los buenos resultados.

-¿Cuándo se dieron cuenta de que podían ganar la Sudamericana?
-Hicimos el clic cuando le ganamos a River, era un rival muy duro. Ya eran los cuartos y si pasábamos, sabíamos que restaban cuatro partidos. Era muy importante por el rival y la instancia. Cuando se logró pasar de fase, ya vimos a la Copa mucho más cerca. Nos mentalizamos de que estábamos ahí nomás y que no podíamos desaprovechar esa oportunidad. Y por suerte, se nos dio.

Melano tiene contrato en Lanús hasta 2017. Nuevamente, el horizonte europeo aparecerá cada vez que se abra un libro de pases. Aunque lo ilusionaría jugar en la Premier League (“por la velocidad y la precisión con las que se juega”), Lucas Melano por ahora elige la misma receta: no apurarse. “A veces los jugadores no decidimos, hay mucha gente que nos ayuda a tomar decisiones y nos va armando el camino. Llegado el momento, todo se analizará. Pero estoy en un club muy ordenado y que es excelente”, explica.

-Además, desde hace un año y medio, Lanús viene con envión. ¿Hasta dónde pensás que puede llegar en este 2014?
-La verdad es que tuvimos un semestre bárbaro, pero que nos tiene que servir como experiencia y para darnos la confianza de que podemos ir por más, como nos pide el técnico. Hicimos una pretemporada durísima y por suerte logramos clasificar a la zona de grupos de la Libertadores. Es un semestre divertido porque con la Copa vamos a tener muchos viajes y muchos partidos para seguir en este buen camino.

Y así, Melano va armando su propio camino, muy parecido al que se plantea Lanús: crecimiento gradual pero constante, con la paciencia para esperar el momento justo y dar el próximo gran salto.

Algo personal
Fecha de nacimiento: 1/3/93. Lugar de nacimiento: Hernando, Córdoba. Debut: 30/11/11 vs. Sacachispas, 3-0 en Catamarca, por los 32avos. de final de la Copa Argentina. En el campeonato hizo su presentación el 17 de marzo de 2012 vs. Independiente, 0-2 (V). Trayectoria: Belgrano (2011-2013) y Lanús (desde 2013). Partidos jugados: 70. Goles: 13. Títulos: 1 (Sudamericana 2013 con Lanús).

 

Por Alejandra Altamirano Halle

Nota publicada en la edición de marzo de 2014 de El Gráfico