Las Entrevistas de El Gráfico

GINÓBILI: "LA SELECCIÓN ES MEJOR SIN MÍ QUE SIN SCOLA"

Cuando tenía 34 años y jugaba en la NBA, Manu dejó una frase para la posteridad que hoy cobra un valor extra ante la despedida del Luifa.

Por Redacción EG ·

03 de agosto de 2021

Nota publicada en la edición septiembre 2011 de la Revista El Gráfico

Imagen EMANUEL GINOBILI, 34 años, poseedor de tres anillos de la NBA con San Antonio Spurs.
EMANUEL GINOBILI, 34 años, poseedor de tres anillos de la NBA con San Antonio Spurs.
1 ¿Hasta qué punto te traumatizaba, de chico, no pegar el estirón?

Muchísimo. Soñaba con vivir del básquet y sabía que midiendo 1,75 las chances eran ínfimas. Veía que mis hermanos eran altos y que a mí me faltaban centímetros, y me impacientaba hasta la locura. Me medía una vez por semana. Mi viejo sacaba un cuchillito, lo ponía sobre mi cabeza y marcaba en el azulejo de la pared. Yo estaba desesperado.

2 ¿Es cierto que te colgabas de pasamanos, que fuiste a un médico, que tomabas levadura de cerveza

para crecer y que hasta saltabas las chapitas?
Lo del pasamanos es mito, jaja. Lo demás, no. Y lo de saltar para tocar las chapitas de las casas era normal. Todos los que alguna vez jugaron al básquet lo han hecho.

3 ¿El golpe de gracia lo tuviste cuando te cortaron de la Selección de Cadetes de Bahía, por petiso?

Eso me mató. El torneo iba a ser en Mar del Plata, donde mis hermanos ya estaban jugando, así que estaba muy ilusionado. De hecho mis viejos habían planeado ir ese fin de semana. Cuando dieron los nombres de los que quedaban, uno por uno, y yo no aparecí, fue duro. La verdad es que no era tan bueno.

4 ¿Por qué te comparabas tanto con tus hermanos?

Porque era lo que tenía a mano. Siempre busqué parámetros. Lo hice en Bahía, en Italia y en la NBA. Me comparaba con los que eran superiores, porque soy así: competitivo. Cuando era chico, mis hermanos eran mi referencia. Y quería superarlos hasta en los boletines del colegio.

5 Siendo tan competitivo, ¿cómo tomaste la llegada a Bahiense de Pepe Sánchez?

Fue complicado. Cuando llegó, tenía 13 años. Pepe era el mejor jugador de Bahía en la camada. Tenerlo en contra era una cosa, pero cuando pasó a mi club y tomó protagonismo, surgieron pequeños litigios (risas). Se terminó cuando empezamos a jugar juntos en la Selección.

6 ¿Qué significó el descenso con Bahiense?

Tuve cinco o seis circunstancias en mi carrera que, en su momento, fueron lo peor que me pasó. Me sucede lo mismo cuando tengo que responder sobre las cosas buenas. Ahora que pasó el tiempo, por ejemplo, pongo el título de Euroliga con Kinder en un plano no tan importante. Sin embargo, en ese instante, fue lo máximo para mí. Así que es relativo. El descenso fue duro, pero lo del corte de la Selección de Cadetes o la derrota en la semi del Mundial Sub 22, en su momento, también fueron garrotazos.

7 Se comenta que después del descenso no parabas de llorar.

Y sí. Uno lo ve ahora, 18 años después, y dice: “Bueno, no era tan grave, al otro año se asciende y ya está”. Pero en ese momento me mató. Bahiense era mi casa; mi viejo le dedicaba mucho tiempo al club, mis hermanos habían logrado cosas ahí; y yo, en mi estreno en Primera, terminé descendiendo. Lloré como un nene. Era un nene, bah.

8 ¿Por eso creés que tenés camisetas de todos los equipos donde jugaste, salvo de Bahiense?

No lo creo, estoy seguro, jaja.

9 ¿Cómo puede ser que el estadio lleve tu nombre y vos no tengas una camiseta?

Porque nunca salí campeón, en Bahiense sólo te regalaban la camiseta cuando conseguías un título. El año que ganamos, justo me había ido a La Rioja, así que no pude estar.

10 ¿Te jodía mucho no ser campeón?

Muchísimo. Ni con la Selección de Bahía podía ganar. Y eso que en esos Provinciales, Bahía ganaba siempre caminando o, al menos, partía siempre como favorita. Bueno, ni eso. Mi camada era débil. Con Bahiense salíamos segundos o terceros, nunca podíamos conseguir títulos. Era desesperante: hasta que me fui a Italia no gané absolutamente nada.

11 Sí, un título en handball…

Uhh, sí, un intercolegiales, tenía 13 años. Pero no en básquet. El ascenso con Reggio Calabria, por ejemplo, fue un gran logro; no obstante, tampoco fue un título. Mi primer campeonato real llegó con la Copa Italia, en Kinder.

12 Pepe cuenta que te la pasabas en el piso, pero que nunca te amedrentabas.

Yo vivía en el piso porque físicamente era una tristeza. Jugaba en Primera midiendo menos de 1,80 y apenas pasaba los 60 kilos. Pero igual me mandaba. Caradura y corajudo fui siempre. En la NBA me pasó mil veces. Me acuerdo de una serie con Seattle, en 2005; parecía que pegarme era una estrategia del rival. Yo penetraba y pum, me la daban. Así, una y otra vez. Y nunca dejé de atacar el aro.

13 ¿Tozudo, tal vez?

Para mí, tener huevos no es levantarse y pelearse, sino levantarse y seguir jugando.

14 Andino de La Rioja...

Mi primer contacto con el profesionalismo. Me sentía en el cielo. La plata me importaba muy poco.

15 En tu debut en la Liga, Huevo Sánchez, tu DT, te confundió con tu hermano y gritó: “Sepo, a la cancha”. ¿Cierto o no?

He oído esa anécdota, pero no me acuerdo. Yo estaba en una nube de pedos y sé que me miró y arranqué. No lo escuché en todo el partido a Huevo, pobre. Me encontraba en otra dimensión. Estaba enfrentando a tipos como Richotti, Campana…

16 Huevo afirma que en esa temporada, con tu amigo Jasen, lo visitaban con algunos intereses…

Ibamos a leerle el diario, nos comíamos un asadito y, luego, nos retirábamos, jaja. No teníamos un mango. La pasábamos bien, éramos chicos…

17 ¿Te dolía jugar poco al pasar a Estudiantes?

Me frustraba, sí, pero sabía que ya se me iba a dar. Para ese momento lo tenía claro.

18 ¿Esa etapa en Bahía marcó el primer gran despegue de tu carrera?

Sobre todo la segunda temporada. En el 97, después del Mundial Sub 22, hice un clic. Empecé a producir cosas distintas en la cancha. Me sentía más maduro, quería ir a volcar todas. Psicológica y físicamente di un salto de calidad.

19 Tu hermano Leandro destaca que en esa temporada ya no te podía ni agarrar.

Cuando me consolidé y empecé a meter una tonelada de puntos, pasé a tener otra confianza.

20 ¿Casi te desnucás en Bahiense, en un amistoso jugando para Estudiantes?

Sí, yo era un kamikaze. No me interesaba nada. Iba a volcarla siempre. No me importaba si estaba Oberto enfrente. Y Oberto ha estado enfrente y me ha estampado contra el piso (risas). Esa vez la volqué y el que me estaba defendiendo me tocó abajo. Caí de cabeza. Así que me internaron y salí con cuello ortopédico, un desastre. Fue uno de los pocos partidos al que me fue a ver mi vieja a la cancha.

21 ¿Y cómo lo tomó?

Se pone tan nerviosa que ni siquiera quiere ver los partidos, siempre me pide que tire de afuera, que no penetre contra los grandotes.

22 ¿En qué te cambió el paso por Italia?

Mi primera temporada fue de estudio. Quería saber dónde estaba parado. Cuando arrancó la Liga, la A2, me di cuenta de que podía jugar y al mes empecé a compararme con los de la A1. Me fijaba cómo jugaba tal, cómo penetraba o tiraba tal… Para dar el salto, debía primero ascender con Reggio. Y no fue sencillo.


Imagen GRAN FESTEJO, luego de ganar la medalla dorada en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, la gloria máxima.
GRAN FESTEJO, luego de ganar la medalla dorada en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, la gloria máxima.

23 De hecho, hasta los apretaron.

Sí, igual no fue grave. Habían puesto un montón de guita y el único objetivo era subir. El que terminaba primero ascendía derecho, nosotros no pudimos, entonces tuvimos que jugar Playoffs y en un momento surgieron un par de apretadas, nos vino a ver el dueño del equipo al vestuario, la gente puteó un poco, pero tranquilo.

24 ¿El retiro de Danilovic apenas llegaste a Kinder fue un golpe de suerte?

Yo había ido para otro rol. Iba a ser sexto hombre y la idea era que tomara experiencia con Danilovic, que en ese momento era uno de los mejores de Europa. Y el día de la presentación del equipo me empezaron a tirar indirectas del estilo: “¡Qué suerte tuviste, justo ahora se viene a retirar!”. Yo no sabía nada. Hasta que leí el anuncio de que dejaba el básquet. Una locura. Me había mentalizado para otra cosa y además quería aprender con él. Al menos en el primer año.

25 Pero significó un quiebre.

Yo había jugado unos torneos amistosos antes de que él se sumara. Y me había ido bien. Pero estaba claro que cuando volviese Danilovic, mi rol iba a modificarse. Me terminó saliendo redondo porque ganamos todo y yo pude destacarme. No obstante, muchos piensan que salí a festejar cuando se bajó, y nada que ver. Tenía tres años de contrato, y de hecho debí asumir responsabilidades desmedidas para un chico de 23 años. Salió bien como podría haber salido mal.

26 ¿Qué estabas haciendo la noche en que te draftearon para la NBA?

Dormía, jaja. Estaba concentrado con la Selección en Macapá, un lugar de Brasil que vale la pena buscar en Internet. La vez pasada le contaba a mi compañero Tiago, el brasileño de los Spurs, que había pasado por ahí y no me creía. Un lugar rarísimo, sin rutas. Yo no sabía que el draft era esa noche. Terminé de comer y me fui a acostar. A la mañana siguiente, me levanto, viene uno y me cuenta que me habían elegido de San Antonio.

27 ¿Qué le contestaste?

“Estás loco, rajá de acá”. No le creía. Tardé en caer.

28 ¿Cuándo te diste cuenta de que le ganaban al Dream Team en el Mundial de Indianápolis?

Luis (Scola) dice que él siempre creyó que le podíamos ganar. Yo nunca leí esas notas. En mi caso estaba un poco más escéptico, sabía que íbamos a rompernos el alma, pero nada más. No quería pecar de iluso. Sin embargo, cuando en un momento le sacamos 14 y veía que ellos jugaban mal y nosotros cada vez mejor, me dije para adentro: “Los tenemos”.

29 ¿Qué sentiste?

Me queda una imagen de cuando faltaban tres minutos. Me miré con Pepe, los dos con piel de gallina. Los festejos fueron un gran desahogo.

30 ¿Pudiste disfrutar el segundo puesto?

Es espantoso el recuerdo: no pude disfrutar de la final del mundo. Incluso, después, en la entrega de medallas, me senté a un costado, amargado. El día previo, el médico de la Selección me decía: “Vas a llegar”. Y yo me miraba el tobillo y tenía una berenjena. Había entrado en la disyuntiva: no quería pasar por miedoso y perderme el partido, pero por otro lado, no me podía mover. Así que forcé la situación y pedí jugar unos minutos. Quise hacerme el héroe y ayudar desde el aspecto psicológico, pero ese plantel no lo necesitaba. Al final jugué unos 15 minutos.

31 ¿Qué le dijiste a tu viejo después de presentarte en San Antonio?

“Si acá no rindo, me van a pegar una patada en el trasero y me devuelven a Bahía”. Yo confiaba en mí, aunque había dudas también. No es que llegué pensando “Voy a jugar un All Star Game”. Yo fui a ver cómo era la cosa, sabía que antes habían ido otros grandes jugadores y habían fracasado. Siendo perimetral y con 90 kilos, no derrochaba físico. Los primeros cuatro meses fueron complicados: no me terminaba de recuperar de la lesión y no entraba en sintonía. Tuve dudas.

32 ¿De qué tipo?

Que no iba a tener la posibilidad. Sentía, a veces, que no creían en mí, que no aparecía la chance de poder demostrar. Y dudaba de poder ganarme la confianza de Popovich.

33 Hace poco reconociste que en 2003 estabas irascible. ¿Te descolocó la popularidad?

Sí, después del primer anillo de la NBA me empezaron a pasar cosas a las que no estaba acostumbrado y me puse sensible. Atraía atención y no estaba preparado. Lo único que me interesaba era jugar al básquet y estar tranquilo con Marianela y mi familia. Y todo lo que me rodeaba era un caos.

34 ¿Para tanto?

Para colmo, la preparación con la Selección había sido un desastre. Tuvimos que ir a México, largos viajes, todo un quilombo. Estaba podrido, con muy mala onda. De hecho, ese Preolímpico no lo pude disfrutar. Cuando volvimos, me replanteé todo porque no podía seguir jugando así.

35 ¿Pepe o tu hermano Sebastián, como base de tu equipo?

(Piensa) Con Sepo tuve toda una temporada en la que nos encontrábamos muy bien. Con Pepe fue distinto. Nunca disfrutamos la química del día a día. Pero en torneos cortos él siempre supo darme juego. Y te agrego a Pablo (Prigioni) porque, si bien jugué sólo dos torneos con él, es de los bases que te dicen “Ponete ahí” y la pelota te llega. Con un gesto o una mirada.

36 La máxima locura de un fan.

Uno le puso Ginóbili al hijo. Una barbaridad. Si le hubiera puesto Manu o Emanuel, vaya y pase, pero le puso mi apellido. Después recuerdo otros dos que se tatuaron. Uno se puso Ginóbili en el brazo y el otro copió un autógrafo. También me acuerdo de un tipo en Japón que me corría. En Japón y China me pasaron cosas bizarras: gente que parecía que me conocía de 20 años atrás. Muy generosos: me querían dar regalos, rarísimo.

37 ¿Cómo fue tu “no encuentro” con Jordan?

Muy triste. Yo era un fanático mal de Jordan. Mi pieza estaba toda empapelada con fotos de él. Así que esperé ese momento durante mucho tiempo. En 2002/03 todo el mundo sabía que jugaba su última temporada con los Wizards. Era ese año o nunca. Lo enfrentamos dos veces: en la primera no jugué porque estaba lesionado, por lo tanto me mentalicé y no lo sufrí. En el segundo choque, en cambio, estaba desesperado por entrar. Y jugué solamente 7 segundos, que encima fueron cuando él estaba en el banco. Veía cómo iban pasando los cuartos y me indignaba. No se lo perdoné nunca a Popovich.

38 ¿Es cierto que Huevo Sánchez te hizo una parecida?

Fue terrible (risas). Jugábamos con Andino en Bahía. Había hecho ir a toda la familia a la cancha de Estudiantes, hasta a mi abuelo, a quien le costaba mucho movilizarse. Todos mis compañeros de secundaria, mis amigos… Yo venía jugando, no es que no entraba nunca. Así que hice que fueran todos. Y bueno, en el final del primer cuarto, Huevo me puso para que defendiera a Martín Ipucha. Era la última posesión del cuarto. Lo defendí, terminó el cuarto y no entré más. No toqué la pelota. Estuve en cancha un total de 17 segundos. Un papelón.

39 ¿No temiste morir aplastado tras el doble agónico a Serbia en los JJ.OO. del 2004?

Sííí, casi me asfixian. En un momento estaba sufriendo mucho. No podía respirar. Y no exagero, eh.

40 Lo tuyo no era alegría, era dolor.

Era dolor, totalmente. Primero cansancio y éxtasis, pero después desesperación. No era joda, tipos pesados. Apenas se me empezaron a tirar todos encima, metí los codos abajo para poder tomar un poco de aire. Fue una locura (risas).

41 ¿Cuál de los dos triunfos sobre el Dream Team valorás más?

Por importancia, el de Atenas. El de Indianápolis es valioso por cómo se dio, por ese momento en el que te mirás con otro y decís: “Puta que lo parió, les vamos a ganar a estos tipos”. En 2004, en cambio, ya era un objetivo más concreto. Estábamos en semis y queríamos la medalla. Además, fue otra cátedra de básquet, jugamos brillante.

42 ¿El oro o tus anillos de NBA?

El anillo de 2005 fue espectacular, la forma en que se logró, la presión que viví en ese último partido contra Detroit. Pero un oro olímpico es distinto a todo. Además, por el contexto del torneo vale más. Si vos le preguntás a Kobe Bryant por su oro en Beijing, él te va a decir que está contento y nada más. Tenía que ganar ese título, Estados Unidos no tenía otra alternativa. Lo nuestro en Atenas, en cambio, era muy diferente. Nadie en la Argentina soñó un primer puesto así, jamás.

43 Lástima que el festejo quedó opacado cuando te olvidaron en el estadio.

La calentura que tenía ese día no te la puedo explicar. Ganamos el oro, todos felices, cantos, saltos, camisetas volando, premiación, emoción… Y en un momento, mientras hablaba con algunos periodistas, me pasaron con mi viejo. Era como una conexión puente. No se escuchaba nada. Yo estaba a los gritos y me empecé a alejar un poco del colectivo del equipo para tratar de entender algo. Debo haber caminado 20 metros, nomás. Cuando me di vuelta, se habían ido todos.

44 ¿Cuál fue tu primera reacción?

Estaba verde. Solo, afuera del Oaka, golpeando puertas, desesperado. Después me llevó uno de la organización, creo, y los alcancé cuando entraban a la Villa. Lo cierto es que sí, me dejaron a pata. Y encima me perdieron la pelota.

45 ¿Cómo te la perdieron?

De entrada consideré que la había perdido Hugo (Sconochini), que era mi compañero de habitación. Estuve tres años buscando respuestas a esto y un día, creyendo que había cicatrizado mi herida, me contaron bien lo que pasó. Yo había cambiado una camiseta mía por la pelota ni bien terminó la final, y cuando llegamos a la Villa, antes de salir a festejar, la dejé con mis zapatillas en un bolso, al lado de la cama. Cuando volvimos, no estaba más. Lo caliente que estaba… Parece ser que Chapu (Nocioni) retornó un poco pasado de revoluciones, por decirlo de una manera mesurada, se metió en mi pieza con otros cómplices y la tiró a la miércoles. Teníamos enfrente el campo de arquería, debe haber quedado por ahí.

46 ¿Por qué dijiste que Scola es más imprescindible que vos en la Selección?

Creo que la Selección sin mí es un mejor equipo que la Selección sin Luis. Yo tengo en el puesto a Carlitos (Delfino), que es un escolta de la puta madre. En cambio como Luifa no hay nadie, no hay un jugador como él. Ni en la Argentina ni en el mundo. No vas a encontrar en FIBA tipos que te garanticen 20 puntos y tantos rebotes. Están Pau Gasol y él. Es imprescindible. Más que yo.

47 ¿A Magnano se le iba la mano con la disciplina?

Era su estilo. Estricto. Nosotros, en 2004, ya teníamos nuestra madurez en comparación a cuando nos agarró en 2001. Por eso, con algunas cosas estaba en desacuerdo. Pero no es que aparentaba ser duro. El siempre fue así. No se le puede recriminar mucho. Para nuestros inicios fue ideal. Hoy ya no lo sé.

48 Tus tres mejores entrenadores.

Primero Zeta Rodríguez, de Estudiantes; después Ettore Messina, en Kinder; y Gregg Popovich.

49 ¡¿Zeta?! El dice que no tuvo ninguna incidencia en tu crecimiento.

El no fue un gran profesor para mí, pero me dio total libertad cuando era exactamente lo que necesitaba. Y me regaló su confianza.

Imagen MINI MANU. En su club, Bahiense del Norte, cuando daba sus primeros pasos con la pelota naranja.
MINI MANU. En su club, Bahiense del Norte, cuando daba sus primeros pasos con la pelota naranja.

50 ¿Cómo es Popovich fuera de la cancha?

Hay que conocerlo para entenderlo. Es un fenómeno con todas las letras. Nunca pensé que pudiese existir un tipo tan estricto y hasta irascible en la cancha que al otro día venga y me pregunte por mis viejos. Es generoso, comprensivo, honesto. Tengo una superrelación con él, lo estimo, más allá de que me cambie mañana. No voy a dejar de elogiarlo. Y eso que he estado en desacuerdo con mil decisiones suyas.

51 ¿Te costó ganarte su confianza?

Bastante. El tenía un esquema de juego estricto, que de a poquito fue ablandando por mi culpa. Me ha ayudado mucho en varias ocasiones.

52 ¿Comprendés el odio de los argentinos por Tony Parker?

Puedo llegar a entenderlo porque yo siempre fui el niño mimado de los argentinos en la NBA y la gente pretendía que tirara la pelota en todos los ataques. Pero es una gran pavada. Imaginate si ahora mismo, el chico de Letonia que seleccionó San Antonio en el draft viene, empieza a jugar bien y la gente de Letonia me odia porque no se la paso. Se potenció demasiado lo de Parker. A escalas insospechadas.

53 A veces peca un poco de egoísta.

Hay críticos, como mi hermano, que piensan que el base tiene que llegar al ataque y pasar la pelota. Eso ya pasó. Hoy el básquet es distinto. El mejor base de la NBA es Derrick Rose, que tiene un estilo completamente ofensivo. Igual, cada uno tiene su opinión y hay que respetarla.

54 ¿Te dolió que te castigaran por tus renuncias a la Selección?

Dolió, porque a nadie le gusta que lo critiquen. Lo que siempre me dejó tranquilo es que la gente que aprecio supo comprenderme. No todos saben lo que pasé para estar en Beijing. Mi físico ya no aguanta tanto. Por eso, considerando que me interesaba mucho jugar este Preolímpico y los Juegos de Londres, decidí bajarme del Mundial. Lo expliqué mil veces.

55 Pareciera que no alcanza...

(Se ríe resignado). El que no me quiera creer, que no me crea. Y que siga pensando que soy un pesetero.

56 Interés por el fútbol, de 1 a 10.

En partidos de la Selección, 6; en campeonatos de AFA, 1. Con la Selección todavía me intereso. Por ejemplo, lo de la Copa América lo sufrí. Me pegó que criticaran tanto a los jugadores. Me pongo en la cabeza de tipos como Messi, sobre todo, y me indigno. Quiero que les vaya bien por los jugadores, nomás.

57 ¿Te bancás un partido entero?

Nooo, me aburre muchísimo. Lo único que me atrae es la Selección, por el sentimiento, pero el juego en sí, no me interesa. Prefiero ver tenis.

58 ¿Se puede decir que el tenis es tu segundo deporte?

Para ver, sí. Cuando estoy de vacaciones, incluso, intento jugar.

59 ¿Cómo te definirías?

De mediocre para abajo. Dueño de un drive aceptable, mal saque, mal revés, buenas piernas y facilidades para llegar sólo por mi longitud. No existo.

60 Juan Pablo Varsky dice que tu historia no es la de un elegido, ¿coincidís?

Lo leí y coincido totalmente. Un elegido es LeBron James o Kobe, que cuando tenían 18 años ya todos sabían que iban a llegar a estar entre los mejores del mundo. Intentá encontrar a alguien, incluso en Bahía, que te diga que yo, a los 17 años, iba a terminar jugando en la NBA. Ni mi familia…

61 ¿Y cómo diste vuelta el destino?

Lo mío fue gradual, cada paso me salió bien. No me quedé estancado nunca, cada temporada di un saltito de calidad. Eso me hizo muy bien para vivir lo que estoy viviendo con más serenidad y poder disfrutarlo.

62 ¿Qué te gusta de la sociedad estadounidense?

Que son muy respetuosos. En general, el argentino es más irrespetuoso e impaciente, y tiene menos apego por las reglas.

63 ¿Y que no?

Son cosas políticas, no sociales.

64 Cuando venís a la Argentina y ves que gente cercana está estancada, ¿sentís algo de culpa?

Pasé por todo: en 2002 y 2003 fueron los peores años porque estaba pasando a vivir como un rey, en una nube constante, y acá el país se caía a pedazos. Fue mi peor momento. Me sentía culpable en un punto. Después, de a poquito, la situación fue mejorando, yo fui creciendo y el escenario cambió. Hoy, el optimismo de la gente es otro. Las personas tienen otra cabeza.

65 ¿Ese escenario inicial te llevó a crear tu fundación?

Un poco, sí. Después, allá, es como que incitan al deportista famoso a hacerlo. Entonces fui aprendiendo y un día tomé la decisión de armarla.

66 ¿Cómo decidís a quién ayudar?

Es difícil. Hay un filtro grande. No se puede ayudar a todo el mundo. Me vienen con pedidos muy variados: desde un laboratorio a una cancha de básquet en Formosa pasando por un horno en Tierra del Fuego. Decidimos por lo que nos impacta, por lo que nos conmueve. Tratamos de marcar una diferencia y ser justos. Nada más.

67 ¿Te ves como político, cuando te retires?

A veces pienso que puedo llegar a serlo y otras que ni ahí. Cuando escucho y veo cómo se mueven los políticos digo “Ni loco me mando en esto”. Y otras veces me sale el idealista de adentro y me digo a mí mismo que puedo, que soy transparente, que no voy a cagar a nadie y que quiero ayudar. Pero son más las veces que gana el no.

68 ¿El hecho de que te hayan dado tantas vueltas con el estadio que querés construir en Bahía influyó para este desapego?

Es más lo que escucho en la calle todos los días. Cuanto más contacto tengo con gente de peso, más me alejo de pensar mi futuro en ese ámbito. Lo del estadio es una cosa más. Y me pega de cerca porque le dediqué muchísimas horas, reuniones, fotos, planos, esfuerzo… Y nada. Cinco años después seguimos en veremos.

69 Estás como desilusionado con los políticos.

Estoy desilusionado con el entorno. Es largo. Gente que tendría que haber ayudado y no ayudó. Presenté todo: planos, proyectos, documentos, y siempre falta algo. Me pone un poco triste este tema.

Imagen ABANDERADO en los Juegos de Beijing 2008. Le tocó ser el máximo representante de la legión argentina.
ABANDERADO en los Juegos de Beijing 2008. Le tocó ser el máximo representante de la legión argentina.

70 ¿Nos contás por qué Wolkowyski apareció corriendo desnudo por los pasillos de un hotel japonés?

(Se agarra la cabeza). Fue lamentable. Pleno Mundial 2006. Yo estaba en mi pieza con la notebook y de pronto empezamos a sentir movimiento. Jamás había vivido un terremoto. Así que cuando fue la vibración pensé que era un tren. Y cuando subió la intensidad se me abrieron los ojos. Duró tres segundos nomás y salimos todos asombrados de nuestras piezas a ver qué había pasado. Y ahí lo vi al Colo, medio desbordado, con espuma en la cabeza, enjabonado y semidesnudo. Una imagen fuerte.

71 ¿La semi perdida contra España en el Mundial 06 fue tu peor derrota en la mayor?

Como dije antes, en su momento, la final con Yugoslavia en 2002 también me mató. Fueron las dos peores. Hubieran significado, para mí, dos medallas de oro. Pienso que si le ganábamos a España ese partido, éramos campeones. La de Yugoslavia me dolió más porque no pasó por nosotros: influyó el arbitraje. Ante España tuvimos el tiro del final, al menos.

72 ¿Te arrepentís de no haber tirado esa última pelota?

Cuando se juega uno contra uno, no se busca solo tirar. Pero yo iba para el aro en esa acción. Hoy tal vez hubiese intentado algo distinto, el freno con pasito para atrás o alguna otra arma que cinco años atrás no tenía. Igual, no estoy arrepentido de mi decisión.

73 ¿Qué se siente ser abanderado de la delegación argentina en un Juego Olímpico?

Fue gradual la digestión. En el momento en que me lo comentaron, dije: “Mmm, me parece que prefiero ir con los chicos atrás cagándome de risa, sacando fotos y saltando”. Lo debatí con amigos porque no estaba seguro. Pero después fue un momento inolvidable: recibí el afecto de toda la delegación que venía detrás de mí y me cayó la ficha de que estaba siendo la cara de mi país en un evento que miran millones de personas. Me acuerdo de que en la previa, antes de entrar, estábamos todos cantando, eufóricos: un momento muy fuerte. Y cuando salimos al estadio ese, gigantesco, imponente, me marcó.

74 ¿El partido por el bronce fue el que más te hubiera gustado jugar de los que no pudiste?

Puede ser. Pero por cómo se dio el desarrollo, hoy te digo que hubiera preferido estar sano en la final de Indianápolis. En aquel choque por el bronce, apenas comprobé la actitud del equipo, todo lo que me estaban transmitiendo, no me interesó no estar. Tengo grabado en mi mente ese partido como algo fenomenal.

75 Dice Oveja Hernández que tu llanto en la previa fue mejor que cualquier palabra de motivación. ¿Exagera?

No sé cómo lo vivieron los demás. Hasta el momento de la charla técnica lo venía digiriendo bien. Me había mentalizado. Pero cuando arrancó a hablar Oveja y se empezaron a dar ánimos y mis compañeros gritaban, me quebré. No pude disimular el llanto. Me quebré como un nene.

76 ¿Qué te lleva a seguir en la Selección?

Que la paso muy bien. Uno siente una responsabilidad con el de al lado, que no sentís en otro equipo. Hay afecto, ganas de que le vaya bien al otro, compromiso. Es un grupo muy especial a pesar de que ha ido mutando con los años. Yo fui campeón en Europa y en la NBA, pero con la Selección me siento distinto. No sé qué es lo que me mueve tanto, pero bueno, me moviliza.

77 ¿Y en lo deportivo?

El desafío de estar en otro Juego Olímpico, que para mí es lo máximo que viví como deportista.

78 ¿No estás podrido de que te pregunten por el recambio generacional?

Es una pregunta más. No sé cómo será, pero no puede resultar tan difícil. Uno no es un ganador por conseguir la medalla de oro. Para mí, ganador es el que, dentro de sus posibilidades, logra superar las expectativas. ¿Quién no valoró el quinto puesto alcanzado en Turquía? Transmitir conducta, valores, esfuerzo y solidaridad va a ser más importante que cualquier medalla.

79 ¿Te molesta que se hable de la guita que ganás?

En 2004 intenté que no se hiciera público mi contrato. En Estados Unidos es normal hablar de plata; pero acá, no. Argentina estaba en un momento delicado; de hecho, un año antes habían intentado secuestrar a mi hermano Sebastián. Pero fue inevitable y mis números salieron en las tapas de los diarios. Ahora ya me acostumbré. Además, mi salario figura en los sitios de internet.

80 ¿Cuál de los dos All Star disfrutaste más?

En el primero no podía creer lo que estaba viviendo en cuanto al entorno. Yo no quería sentirme una estrella, pero estaba en el All Star, todos me preguntaban por eso y era inevitable no sentir cosquilleo. Tardé en asimilar el rótulo. Desde ese aspecto, fue más especial el primero, en Denver. En el de Los Angeles estaba más tranquilo y disfruté mejor el partido.

81 Pero da la sensación de que no termina de llenarte.

No me enloquece. Tanta foto, presentación, gente, alfombra roja. No es mi estilo todo ese circo.

82 ¿Cuál fue el elogio que más te llegó?

Los elogios de los entrenadores son los que más respeto, porque son ellos los que miran horas y horas de video. Me acuerdo uno de Jerry Sloan, ex DT de Utah, que habló bien de mí sin que se lo preguntaran. Ese tipo de comentarios, cuando no son forzados, me halagan mucho.

83 ¿Como los de Charles Barkley? Parece tu manager.

Ahora ya estoy acostumbrado a que me tire flores. Ha montado como un personaje defendiéndome. Pero cuando arrancó y yo estaba en mi primer año, me hizo muy bien.

84 ¿Te ves jugando hasta los 39 años como tu hermano Sebastián?

No. Tuve un poco más de desgaste que él en mi carrera. Físicamente ya me está costando ahora, imaginate a los 39. Cada vez me duelen más cosas y todo tarda más en curarse. No sé si mi pasión por el juego podrá superar los dolores y frustraciones. No me veo.

85 ¿Seguís decidido a instalarte en Bahía, una vez que te retires?

Lo tengo relativamente claro. Siempre quise volverme. Llegado el momento veré la situación del país y qué quiero hacer de mi vida. Hoy te digo que vuelvo.

86 ¿Qué es lo que más te molesta del periodismo?

Las cien preguntas, jaja. No, hincha cuando tienen que llenar espacio con algo y ponen cualquier cosa. En los Playoffs pasa mucho. Terminan hablando boludeces. Con la Selección de fútbol, por ejemplo, me terminé violentando en la Copa América. Decían barbaridades. Cuando se le busca la quinta pata al gato terminan jodiendo al protagonista, al que lo mira, y es hasta contraproducente con los propios periodistas. Al margen de todo, en general, soy muy respetuoso. No es mi pasión dar notas, prefiero estar en mi casa con mi mujer, es obvio, pero forma parte de lo que me toca.

87 ¿Alguna vez escuchaste a Leandro en su versión de comentarista?

Lo vi en el Mundial de Turquía por primera vez. Leandro es así, hincha pelotas. Tal vez los demás integrantes de la familia somos un poco más políticos (se ríe). Es su naturaleza, dice lo que piensa sin filtro y, bueno, creo que le da valor a las transmisiones, porque después hay otros dos periodistas más serios que compensan.

88 ¿Cuál es tu principal vicio?

Internet. Hay veces en que es Twitter, otras veces el chat, otras veces la lectura, facebook, juegos, lo que sea. Ya no concibo mi vida sin ese acceso a la información. En la parte alimenticia, me encantan el salame y las papas fritas. Son mi gran debilidad.

89 ¿Temas musicales?

“Alta Suciedad“ de Andrés Calamaro, “Desconexión Sideral“ de la Bersuit, “Bicho de la ciudad“ de Los Piojos, “Giros“ y “El amor después del amor“ de Fito Páez, “Prohibido“ y “Una nueva noche fría“ de Callejeros, “Balada del diablo y la muerte“ de La Renga. Tengo varios.

Imagen MESURA. En la vida cotidiana es un tipo tranquilo, pero cuando entra a la cancha se transforma. Un gigante.
MESURA. En la vida cotidiana es un tipo tranquilo, pero cuando entra a la cancha se transforma. Un gigante.
90 ¿En qué lugar se esconde tu ego?

Mi ego no va en las declaraciones. Lo mío pasa por sentirme fuerte en el momento de competir. A mí no me importa tener enfrente a jugadores mejores. Cuando me toca enfrentarlos, quiero ganarles. Y creo que puedo ganarles. Junto con mis compañeros, obvio.

91 En ese sentido, en la NBA sos una especie de bicho raro.

Sí, soy muy distinto a la media de la NBA, que cree que merece todo lo que tiene, y a los tipos que creen estar una cabeza arriba del resto. Yo nunca voy a andar diciendo que soy el mejor, que gané esto o lo otro. Nunca voy a plantear tampoco celos de por qué le pagan a otro más que a mí. Son boludeces. No lo siento.

92 ¿En algún momento sentiste haber metido la pata con alguna actitud?

Entre 2003 y 2005 tuve reacciones a veces malas, no sé si hoy me comportaría igual. Por ahí he estado sobrepasado, y en un punto es comprensible. Nadie te enseña a afrontar cambios tan fuertes ni a asimilar de un día a otro el tema de la fama, la plata, el reconocimiento o la popularidad.

93 ¿Por qué varios clubes de la Liga Nacional tienen tantos problemas?

Un poco por el contexto. Pasa en todos lados, con todas las disciplinas. Son muy pocos los lugares en el mundo en los que el deporte es redituable. Salvo en Estados Unidos, donde la gente consume mucho. Creo que se tiene que dejar de buscar como único objetivo ganar el domingo, y apostar a entretener a la gente, darle un show, tranquilidad, comodidad. Hay que aprender a apreciar al fan que, al fin y al cabo, es el que paga la entrada.

94 Un poco lo que está haciendo Pepe Sánchez con Estudiantes, digamos…

Pepe apunta, además, a un modelo de gestión. A ser ordenado, respetuoso: a profesionalizar la dirigencia. Está dando pasos interesantes. Su primera medida no fue salir a contratar jugadores sino mejorar el estadio. No lo ves con frecuencia. Acá primero se contrata a la figura y después se analiza si los tableros andan. En la Liga está todo por hacerse: prensa, árbitros, reglas... La gente se está dando cuenta de eso, y los dirigentes no son boludos. Veo que nos encaminamos lentamente a un cambio positivo.

95 Tu peor partido.

Contra Cleveland, el tercer punto de la final de 2007. Jugué espantoso, hice tres puntos y erré todo. Pero ganamos, pasó desapercibido. La final de Indianápolis también fue pésima, más allá de que estaba lesionado. Tiré como si hubiera estado bien y no aporté nada. Fui nocivo para el equipo.

96 Si el lockout se extiende, ¿qué postura vas a tomar?

Por ahí me voy un par de semanas a entrenarme a San Antonio. Allá trabajo de otra manera. Hay otras facilidades y más tranquilidad. Pero mi idea es estar acá hasta que se arregle el conflicto.

97 ¿Descartás ir a jugar a Europa, entonces?

Hoy por hoy, sí. Trataré de estar en forma, me entrenaré con Estudiantes, pero no hay muchas opciones. Yo ahora tengo mellizos, no me voy a ir a Turquía, viste. Mirá si arreglo y a las tres semanas se soluciona todo y me tengo que volver a Estados Unidos… Sería una locura. Por ahí, en diciembre cambio de opinión, tomamos el desafío con mi familia y nos vamos. Pero ahora mismo digo que no.

98 Montecchia y Jasen dicen que sos pésimo manejando. ¿Mienten?

Al Puma lo llevé un año entero a entrenar, es un irrespetuoso. No quería manejar y andaba conmigo para todos lados. Te reconozco que a los 21 yo era más loquito y manejaba medio rápido. Cuando estaba en Bahía con Jasen era la etapa en la que recién había sacado el carnet. Iba con el Regatta de mi viejo y, a veces, me comía un badén. Pero allá en Estados Unidos no se puede boludear. Es imposible ser malo manejando. Las reglas son tan claras y la gente es tan respetuosa que te adaptás o te adaptás.

99 ¿En qué te cambiaron tus hijos?

Ahora pongo al básquet en un lugar más correcto. Antes era primordial en mi vida y eso cambió un poco. Ejemplo: el día después de la última derrota con Memphis, que significó nuestra eliminación en esta temporada, me levanté y estaban ahí los mellis, que no sabían si había ganado o perdido, con la misma sonrisa de siempre. Igual en la victoria, eh. Es un cable a tierra.

100 ¿Hasta qué punto manda “la que manda”?

(Risas) Y, en vacaciones manda ella. Toma las decisiones. Durante la temporada tengo mis rutinas y mis horarios fijos y ella es la que debe adaptarse a mí. Ahora tiene más voz cantante. Igual, casi todo es consensuado. Marianela es muy flexible, todo le viene bien.

Por Germán Beder (@gbeder)