Las Entrevistas de El Gráfico

1981. El Toro Salvaje

Jake La Motta fue a Italia de visita. El hombre que tan bien caracteriza De Niro – Oscar al mejor actor por ese papel – tiene 61 años, seis hijos de cinco matrimonios y recuerdos que escaparon al libro de Scorsese.

Por Redacción EG ·

24 de abril de 2020

Sí, este sesentón que fuma un voluminoso cigarro, bebe un vaso de naranjada y parece un tranquilo y satisfecho hombre de negocios norteamericano es el "Toro Salvaje". O, mejor dicho, Jake La Motta, uno de los más violentos y despiadados boxeadores que haya subido jamás a un ring. Parece imposible identificarlo mientras firma autógrafos o responde lentamente a los periodistas que lo asedian, en este soleado "lobby" de un hotel milanés. Sólo la nariz, esa nariz aplastada, traiciona su aspecto sosegado y sereno. Y Nino Benvenuti, el legendario Nino, que lo ha seguido a todas partas durante su visita a Italia y que ahora está sentado a su lado, solícito y generoso... Sí, este sesentón apacible y ocurrente es Jake La Motta, ex campeón del mundo de los pesos medianos y protagonista de las más tremendas batallas con Ray Sugar Robinson. Jake La Motta, cuya leyenda un increíble Robert De Miro devolvió a la fama en un filme que es un éxito mundial espectacular...

El Toro del Bronx por dentro

¿Quiere que le haga una confesión? Me siento campeón otra vez, gracias a este bendito filme. He vuelto a sentir las mismas sensaciones de cuando tuve la corona, entre 1949 y 1951...

Habla con su voz de papel de lija, con un florido inglés del bajo fondo de Brooklyn, matizado con alguna expresión italiana (su padre, siciliano, sigue viviendo en Gorizia). Tiene en las manos su libro, convertido en best-seller, que escribió hace diez años cuando se le ocurrió contar su parábola que lo llevó del infierno al cielo y viceversa. Y pide otra naranjada, guiñando el ojo derecho con gesto cómplice:

—Durante años, me tomé todo el alcohol del mundo. Pero dejé. . . Ese día, cuando me sentí con la fuerza de voluntad para decir basta, me di cuenta de que podía volver a vivir. . .

 

Imagen En el filme se ve un excelente trabajo de producción: La Motta (De Niro) entre Joe Louis y su hermano Joey (Joy Pesci) la noche en que gana el título ante Marcel Cerdán.
En el filme se ve un excelente trabajo de producción: La Motta (De Niro) entre Joe Louis y su hermano Joey (Joy Pesci) la noche en que gana el título ante Marcel Cerdán.
 

Siempre así. Bromeando sobre las desventuras y contratiempos de su vida. “Tuve cinco mujeres y me divorcié de todas; ahora vivo solo. Es duro mantener tantas ex esposas. Tengo seis hijos, uno de los cuales, Jackie, hijo de Vicky, es este buen mozo que me acompañó desde los Estados Unidos.”

 

Imagen La escena auténtica. En julio de 1949, en Detroit, La Motta le ganó el campeonato a Cordón. Con su flamante cinturón aparece flanqueado por Louis y su hermano y manager Joey.
La escena auténtica. En julio de 1949, en Detroit, La Motta le ganó el campeonato a Cordón. Con su flamante cinturón aparece flanqueado por Louis y su hermano y manager Joey.
 

Tratando de pasar a un segundo plano al boxeador, para jerarquizar al hombre, pese a sus errores, a sus padecimientos, a sus miserias ("Estuve seis meses en la cárcel, en una celda de cuatro por cuatro por aquel asunto de la menor encontrada por la policía en el night club que había abierto en Miami y cuya historia se cuenta en el filme. Una experiencia alucinante, brutal"). Pero sin poder evitar que el ex campeón del mundo asome de la galera, como después del pase maestro de un caprichoso prestidigitador:

—Fui campeón durante veintidós meses, luego de haber conquistado el título contra Marcel Cerdán, el 16 de junio de 1949, en Detroit. Lo defendí tres veces, contra Tiberio Mitri (dos) y contra Laurent Dauthulle. Pero todos se acuerdan de mí por aquellos seis combates contra Sugar Robinson. Gané uno solo, pero el balance debería ser parejo, pues dos fallos fueron virtualmente regalados a Ray...

—¿Robinson era mejor que usted?

—Sin duda, Sugar fue el mediano más grande de toda la historia del boxeo. Después, ubicaría a mí gran amigo Nino Benvenuti y a Marcel Cerdán. Otro grande fue Joe Giardello. Y de la época moderna, sin ninguna duda, el mejor fue Carlos Monzón...

—¿Y Jake La Motta?

—Yo era uno que pegaba y nada más. Como otro amigo que el boxeo me regaló: Rocky Graziano. Tal vez por esto, porque era un peleador con grandes limitaciones, siempre admiré a los boxeadores técnicos...

—¿Qué opina del boxeo de ahora?

—Oh, un deporte de señoritas. Algunos han protestado por algunas escenas sangrientas del filme. Pero no saben nada. En mis tiempos, la sangre bañaba a los espectadores que estaban en la segunda y hasta en la tercera fila del ring-side...

 

Imagen Chicago, 15 de febrero de 1951. Robinson ataca, La Motta se defiende. Esa noche, Sugar Ray le quitó el campeonato mediano dándole un gran castigo. Pero Jake terminó de pie.
Chicago, 15 de febrero de 1951. Robinson ataca, La Motta se defiende. Esa noche, Sugar Ray le quitó el campeonato mediano dándole un gran castigo. Pero Jake terminó de pie.
 

Una leyenda en la pantalla

Martin Scorsese, Robert De Niro… Un encuentro que engendró esta película despiadada, cruel, pero impregnada de una tremenda humanidad. En Nueva York, en Londres, en París, en Milán, en todas partes, La Motta ha contado los entretelones de la filmación hasta en sus más mínimos detalles. Ahora los repite, sin asomo de hartazgo en los ojos:

—Durante tres años viví con De Niro. Día tras día. Le enseñé a boxear. Habremos disputado en todos esos meses casi dos mil rounds. ¿Sabe una cosa? Boxísticamente, De Niro es un superdotado. Si quisiese, podría hacerse profesional y ubicarse, rápidamente, entre los primeros treinta pesos medianos del mundo...

—¿También el La Motta gordo y envejecido, que De Niro interpreta en el filme, era así, como lo muestra la pantalla?

—Fui yo el que lo ayudó a engordar. Le preparaba las comidas más ricas en grasas en la cocina de los padres de Scorsese. Aumentó treinta kilos. Cuando lo vi, después de un viaje por Europa donde se la pasó comiendo en los restaurantes más famosos, me quería morir. Me avergoncé. Le pregunté si yo era así. Y Robert me contestó: "Sí, Jake, eres así". Entonces me puse a dieta y perdí 20 kilos. Ando en 77. Un peso aceptable para quien, como yo, mide 1,70 de estatura...

—¿Le gustó el filme?

—Me vi bien reflejado en el impecable trabajo de De Niro. Pienso que no sólo es una buena película de boxeo, sino una buena película en general...

—¿Ganó mucho dinero con ella?

—Bastante. Incluso, tengo esperanzas de poder hacerme rico...

—¿No podría haber un "¿Toro Salvaje Número dos”, como sucedió en “El Padrino”?

—Quizás. "Toro Salvaje" abarca menos de veinte años de mi vida. Se podría llevar al cine lo que me pasó antes o después. Estoy seguro, sería otra historia fascinante...

 

Imagen Robert De Niro vivió junto a La Motta, aprendió su técnica boxística y ganó el Oscar como el mejor actor del año por su labor.
Robert De Niro vivió junto a La Motta, aprendió su técnica boxística y ganó el Oscar como el mejor actor del año por su labor.
 

"No me arrepiento, de nada"

Una vieja fotografía que todavía está archivada en las agencias fotográficas italianas lo muestra en vísperas de una de sus peleas contra Tiberio Mitri. Exuberante, está tirándole el cabello a su esposa (la despampanante rubia Vicky del filme) y a la actriz italiana Fulvia Franco. Ambas calzan guantes de boxeo. La escena es de una vulgaridad patética. Evidentemente, en aquellos tiempos Jake La Motta no tenía el refinamiento necesario para distinguir dónde terminaba el espectáculo y comenzaba el mal gusto. Le da una palmada en el hombro a Nino Benvenuti, como haciéndolo cómplice de su confesión, y dice:

—A los ocho años peleaba por pocas monedas en un club donde se apostaba. Cinco o seis combates por noche. Otros cien los hice en el reformatorio. Y ni contar las veces que me peleé por la calle, con gente mucho mayor que yo. En el camino al título me ayudó mi hermano Joey. Las estructuras del boxeo eran mucho menos limpias que ahora. Pero yo sólo vendí una pelea: fue en 1947, contra Billy Fox. Mi peor combate fue contra Mitri, a quien habían elegido como desafiante después que Cerdan murió en un accidente aéreo. Me pasó lo que después me sucedería tantas veces: terribles problemas para entrar en el peso. Quise recurrir a la técnica, yo que no sabía, y salió un combate horrible. Perdí el título el 14 de febrero de 1951, contra Robinson, por nocaut técnico en la vuelta 13, en Chicago. El culpable fue otra vez el peso. Pero no me arrepiento de nada. Gané dos millones de dólares y los tiré como quien regala maníes. Después de la triste experiencia de la cárcel, estudié en una escuela de teatro y entré en el mundo del espectáculo. Cortos televisivos, filmes publicitarios, shows... Me defiendo económicamente bastante bien. Sí, volvería a ser "Toro Salvaje". Claro, sin algunas locuras. Porque de haberme cuidado como es debido podría haber seguido peleando hasta los cincuenta años. Como hizo Archie Moore. O el mismo Robinson...

 

Imagen Milán, Italia, 1981. Dos grandes de la historia de los medianos: Benvenuti y La Motta. El Toro del Bronx viajó para reencontrarse con sus familiares y presentar su autobiografía.
Milán, Italia, 1981. Dos grandes de la historia de los medianos: Benvenuti y La Motta. El Toro del Bronx viajó para reencontrarse con sus familiares y presentar su autobiografía.
 

Jake La Motta. El Toro del Bronx. Uno de los hombres más violentos y despiadados de la historia del boxeo. El mismo que hace treinta años, con el rostro destrozado e irreconocible, convertido en una máscara de sangre, se acercó a Robinson después que el árbitro suspendió la pelea y le quitó el título mundial para gritarle en la cara, como un alucinado: "Ganaste, pero no me pudiste voltear. Nadie ha podido voltear a Jake La Motta".

BRUNO PASSARELLI (Corresponsal en Italia)

Fotos: GUERIN SPORTIVO y AGENCIA ANSA