Las Entrevistas de El Gráfico

1984. Lauda, más grande que nunca

Moralmente herido, se recuperó y ganó un segundo campeonato. Retirado volvió y logró en Portugal su tercera corona. No solo es un fenómeno de capacidad y cálculo, sino también un milagro automovilístico.

Por Redacción EG ·

21 de marzo de 2020

Jueves 4 de octubre de 1984, cinco de la tarde. Anochece en medio de la suave neblina que tiende a cubrir los montes Eiffel. Habla llegado a Nurburgring ese mismo día a la mañana. En el For0 Sierra alquilado a Avis cumpila con un ritual que me había impuesto antes de salir de Buenos Aíres: recorrer el viejo trazado de Nürburgring y detenerme especialmente en esa curva maldita que casi volatiliza a un grande: Niki Lauda. Por eso estoy en la zona del Bergwerk, en la parte de arriba del circuito de 22 kilómetros, alejado de la sede actual del nuevo y seguro autódromo donde se disputará el Gran Premio de Europa. Muy poco tránsito, apenas algunos Mercedes o Ford Granada arrastrando casas rodantes en dirección a las tribunas.

Silenciosamente, un Mercedes Benz 190 pasa a mi lado y se detiene. Cien metros más allá bajan dos hombres, a uno lo reconozco enseguida. Es precisamente Niki Lauda. El otro, Willy Dungl, su fisioterapeuta. Me dan la espalda y se dirigen exactamente hacia el punto interno de la curva abierta del Bergwerk, poco antes del sitio en que la Ferrari descontrolada se cruzó el 1° de agosto de 1976 para dar nacimiento a una leyenda, a un milagro del más extraordinario contenido humano.

 

Imagen Lauda a bordo de su McLaren.
Lauda a bordo de su McLaren.
 

Estaba por irme. Me quedé. Lauda, la "computadora", el hombre de mente helada, estaba allí en silencio, mirando el lugar que afectó profundamente su vida y su psiquis. Cinco minutos paseó por esos metros que casi lo proyectan al más allá. ¿Oraba? ¿Pedía al Nürburgring que al día siguiente le permitiera ser campeón? No me atreví a preguntárselo. Veinticuatro horas más tarde la respuesta de esa zona llena de embrujos era negativa. Pero el Gran Premio de Portugal, dos semanas más tarde, entregaría la definición.

Campeón en 1975, moribundo en agosto de 1976, derrotado tras el Gran Premio de Japón en Fují ese mismo año, campeón en 1977 otra vez con Ferrari, retirado en 1979 y regresado —a la edad en que otros se retiran— a correr con Mc taren en 1982. Fue otra vez ganador. Con el motor aspirado Cosworth y a pesar del dominio de los motores turbo. Y recuperó toda su dimensión, acrecentándola, contra muchos agoreros que dudaban de su idoneidad. Lo de Lauda no fue un solo milagro —el de su supervivencia tras quemarse parte de los pulmones en Nürburgring— sino también el de su recuperación y engrandecimiento como piloto de competencia. Escuchemos lo que dice:

¿Suerte? Existe. Pero uno debe estar preparado para aprovecharla cuando viene y en eso consiste gran parte de la tarea de un piloto profesional. En 1972 y 1973 pasé años críticos. Tomé dos enormes préstamos para poder correr, primero con March y luego con BRM. Era demasiado optimista y la apuesta muy alta, tan alta y con tantas probabilidades en contra, que sólo podía ganar si algo extraordinario sucedía. En el verano del '73, mi primo Jenzy, cuya oficina yo utilizaba en Salzburgo, me recibió con lo que yo creí era una broma: 'Llamaron de Ferrari'. En cuanto miré su expresión por segunda vez, me di cuenta de que hablaba en serio. Empezaba a ganar la apuesta." Una vez en Ferrari no todo tenía que ser fácil: desprenderme de la opción que había firmado a favor de BRM me costó muchos dolores de cabeza. Ese es el problema con los pilotos jóvenes, sin dinero y con cierto talento. Para correr sin pagar o poniendo poca plata deben comprometerse por tres o más años y eso puede ser decisivo para el buen éxito de la carrera."

 

“Lo primero que aprende un novato que ingresa a un equipo grande es a perder y de la manera más dura. Con la Ferrari, en 1974, fui primero en pruebas de clasificación y punteé carreras (Sudáfrica y Mónaco), pero tuve inconvenientes. También aprendí a ganar y a capitalizar mis errores. Ese año sirvió para fortalecerme y prepararme para grandes cosas."

Imagen Niki Lauda y su McLaren preceden al Williams de Jacques Laffite. En varias ocasiones el austríaco luchó a brazo partido para superar al francés. En Portugal se consagraría campeón.
Niki Lauda y su McLaren preceden al Williams de Jacques Laffite. En varias ocasiones el austríaco luchó a brazo partido para superar al francés. En Portugal se consagraría campeón.

“No me gustan las ceremonias ni las cosas complicadas. Tampoco el excesivo palabrerío. Lo mejor del verano de 1975 no fue para mí ganar el título sino los breves viajes, a hurtadillas, que hacíamos con Marlene Knaus entre el continente e Ibiza, donde vive su familia. Después de Monza, con el título en el bolsillo, una conclusión: `Ahora debo revisar mi valor de mercado'. Nada de festejos multitudinarios. Apenas un brindis entre nosotros dos. En cuanto a la cotización, deben pagarme un treinta por ciento más."

 

"Sólo una vez quisieron apretarme en Ferrari para que aceptara perder. Fue en Long Beach, en 1976, cuando Danielle Audetto, muy amigo de Clay Regazzoni, quiso que lo dejara ganar. 'Está loco —le dije—, esos puntos los necesitaré después para ganar el campeonato'. Jamás, después alguien me pidió una jugada de ese tipo. En McLaren acordamos que cada uno correría para sí. Jamás soñé con pedirle a Prost que me dajara ganar. Ni yo lo iba a hacer por él. Por eso jamás hubo un sólo problema entre nosotros."

 

“Marlene estuvo en el podio besándome en Portugal. Casi nunca aparece por las carreras, pero esta vez hicimos una excepción. Ella es totalmente diferente a mí, alegre, comunicativa, pone alegría en todo lo que hace y me alegra tanto a mí como a mi familia y a la suya. Sabe poco y nada de carreras. Y eso está bien. Después del accidente en Nürburgring, dejó de venir a fas carreras. Iba a sufrir demasiado en los boxes. Llevamos pasados ocho felices años."

Imagen La vida que más le gusta: la del hogar, junto a Marlene y sus hijos en Ibiza.
La vida que más le gusta: la del hogar, junto a Marlene y sus hijos en Ibiza.

“No recuerdo nada del accidente en Nürburgring. Sólo el rateo de las palas de un helicóptero. Y después un gran cansancio y oscuridad. Tubos que entran y salen de mi cuerpo. Reconozco una palabra: 'Fittipaldi'. La voz, la voz es la de Rafael Grajales, médico personal de Emerson. Ahí me di cuenta de que estaba consciente. Y que quería vivir. Me prendí a esa voz y enseguida, la de Marlene, no la puedo ver, no puedo hablar pero comprendo lo que me pasó... los problemas con los pulmones, que tendrán que ser limpiados y eso seguramente me dolerá. Estoy vendado, ciego y atontado. Aparece alguien, entiendo que es un sacerdote, que habla en latín de a ratos. Me repite que puedo morir por lo sucedido. No recibo una palabra de aliento, ni una mención a la posibilidad de que pueda recuperarme..."

Imagen Su trágico accidente el 1 de agosto de 1976 en el circuito de Nürburgring.
Su trágico accidente el 1 de agosto de 1976 en el circuito de Nürburgring.

“Me acostumbré enseguida a mi nueva cara. Jamás presté demasiada atención al nuevo aspecto que parecía horrorizar a tantos. Ahora ya nadie me mira dos veces. Se han acostumbrado como yo. Reconozco que el lado derecho de mi rostro es muy particular, después de todo parte de mi muslo derecho está allí...”

 

“En Ferrari se pusieron furiosos por mi decisión de abandonar en Japón. No obstante, renovamos el contrato. Cumplí, ganamos otro campeonato. Pero después de cuatro temporadas quería cambiar de atmósfera. La reunión con Ferrari fue tormentosa. Me ofrecieron una buena suma para renovar. Le expliqué que no deseaba nada, simplemente irme en paz. Allí terminó esa época de mi vida. No importa que una semana después Ferrari, en una declaración a la prensa, haya dicho 'Lauda es peor que Judas: se ha vendido por treinta salchichas a nuestros rivales'."

 

“Las dos temporadas con Brabham fueron más tranquilas, aunque no logramos buenos resultados. Tenía demasiados problemas con mis negocios y debía estar al lado de mis hijos y Marlene. Tampoco me sentía demasiado motivado, lo confieso. Los autos de efecto suelo no eran muy 'humanos', matan la sensibilidad del piloto. Por eso dejé..."

Imagen Lauda ganó tres campeonatos de Fórmula 1. Con Ferrari en 1975 y 1977, el restante en 1984 con McLaren.
Lauda ganó tres campeonatos de Fórmula 1. Con Ferrari en 1975 y 1977, el restante en 1984 con McLaren.

“EI plan de McLaren estaba bien organizado desde el comienzo: McLaren tenía un excelente chasis que ayudé a desarrollar. Hizo los contactos con Porsche y el director de TAG, Mansour Ojjeh, contribuyó en un 70% al financiamiento del nuevo motor. Con semejantes nombres y tan buenos recursos, no hay excusas si no se gana. En 1986 seguiremos teniendo en exclusiva ese motor, por eso he decidido seguir con McLaren."

“Me preguntan si soy feliz con este tercer campeonato (1975, 1977 y 1984). Estoy contento por haberlo ganado, por haber trabajado bien. Pero de los anteriores ya me olvidé. El pasado no significa nada. La mejor carrera es siempre la que se está por correr. Tampoco me pregunto demasiado si soy o no feliz. Trato de hacer todo aquello que me gusta y hasta ahora lo he logrado siempre. Por suerte..."

 

 

Por ORLANDO RIOS (1984).