Las Entrevistas de El Gráfico

1935. Beristain, el rey del taquito. Por Borocotó

Una charla con el destacado wing izquierdo Tomás Beristain, que brillara en Platense en los años ‘30. Criado en Mataderos “ande entoavía s'escucha el hopa, hopa, que va arriando hacienda”.

Por Redacción EG ·

10 de marzo de 2020

Tomás Francisco Beristain, para servir a ustedes y al fútbol criollo, nació en el barrio La Mosca, el 11 de septiembre de 1910. ¡Lindo barrio aquél! Allí era donde se decía: "Prestame una cicatriz que quiero ser guapo". Y los taitas del pago recomendaban a los iniciados: "Tomate un medio litro bien helao cuando estés sudao, y verás que te venís ronco, te venís". Y siendo ronco, ya se era algo malo. Pero de aquel lugar no tiene recuerdos el Rey del Taquito. Apenas comenzó a mover las gambas para hacer equilibrio y piantarle a la edad del gato, lo llevaron para Liniers, y de ahí para Vélez Sarsfield y de allí para Mataderos.

 —No tengo barrio — dice; —pero en Mataderos me hice jugador.

¡Mataderos! Refugio de los últimos troperos, lugar en que aún queda algún palenque recostado a una pulpería, pagos en los que de tanto en tanto se ve pasar algún gaucho de verdad, no de esos que aparecen en los escenarios con chiripá bordao y calzoncillos cribaos y que hablan como nunca hablaron los gauchos o que imitan gauchos que nunca existieron. Allí, ande entoavía s'escucha el hopa, hopa, que va arriando hacienda, Tomás Francisco Beristain, para servir a ustedes y a la de gajos, se mandó sus primeros taquitos con éxito.

 —No vayas a creer que antes me salían tan bien. Cuando caí en Platense tenía dos condiciones: velocidad y shot. Pesaba 61 kilos; luego, con la gimnasia que me ordenaba el entrenador Palomino, llegué a pesar 72 y a moverme a gusto. Conseguí una gran agilidad aunque el aumento de peso me haya restado velocidad. La condición adquirida con la gimnasia fue la que me permitió realizar esos juegos de ta-te-tí y mandarme los taquitos con mayor eficacia.

Imagen Tomas Francisco Beristain, el Rey del Taquito, con su pinta de niño bien, tras la cual se esconde el futboler que aprendió a jugar por los potreros de Mataderos.
Tomas Francisco Beristain, el Rey del Taquito, con su pinta de niño bien, tras la cual se esconde el futboler que aprendió a jugar por los potreros de Mataderos.
 ¿Quién es capaz de recoger una pelota con el taco sobre la línea y fajarse el pase tal como lo efectúa Beristain? A la carrera suele recogerla y seguir con la guinda mientras el half se persigna pensando en cómo lo hizo. Y unido a esa característica tiene otra más: la del pase cruzando la pierna que impulsa la pelota por detrás de la vecina.

 —A veces de derecha la tiro así porque no puedo patear bien con esa pierna. Tengo el tobillo medio estropeado y si pateo fuerte me duele. Debería usar tobilleras, pero no puedo acostumbrarme. Me pongo las medias y los botines, y ¡dale a la que criaste! Hasta la liga me molesta.

--¿La liga chica o la liga con mayúscula?

—Las dos. ¡Hay que ver los líos que han hecho con el profesionalismo! Pases que se dan, pases que no se dan, firmas por un añolas hacen valer por cien, en fin, el mundo está loco y la gente de fútbol dos veces loca. Pero no hay que hacerse mala sangre.  Lo juicioso es tomar las cosas como vengan. Si te enojás, se te arruga la cara y las muchachas no te miran.

—A mí hace rato que dejaron mirarme.

Señas de as de bastos por un lado, mus por otro, y se sigue tallando.

—En 1931, a poco de estar en Platense, River me mandó a buscar. Me preguntó si quería jugar por su primer team. Contesté que sí. Me informaron que con Platense ya estaba todo arreglado y que sólo faltaba mi parte. Me causó gracia porque días antes un dirigente de mi club me había expresado que no me negociarían. ¿Y sabés cuánto se llevaba Platense? Nada menos que quince mil pesos. Por cuatro meses que me tenía se iba a llevar quince mil pesos. No había derecho y por eso me negué. Pensaba yo, en ese entonces, cuánto se merecía Ferrarita por haberme hecho jugador. Platense me había tomado dándome 500 pesos de prima, yo había progresado actuando en ese club, pero no era la institución la determinante de mi progreso. Quien colaboró en ello fue el insider Ferrara. De diez pelotas que agarraba, con seguridad ocho venían para mí. La iba a buscar, la traía, me sacaba al half de al lado y luego me la daba. Su juego era siempre con el winger y con el otro insider. De tanto en tanto, cuando el centro se cortaba, allí dirigía el pase Ferrarita: pero mientras se venía organizando la carga, era conmigo y con el otro entreala con quienes se entendía. A veces, en los momentos apremiantes, cuando advertía yo que el half y el back me cerraban el paso, me bastaba taquearla.  Ferrarita comprendiendo mi situación, venía detrás esperando el pase. Así compusimos un ala buena. ¡Lástima que no pudo seguir! Desde el día que se fue Ferrara, me cambiaron como diez insiders y nunca más tuve uno con quien entenderme. Eso es  terrible. Hay  que ver lo que significan quince o veinte minutos corriendo, colocándose para recibir el pase del insider, y que no venga.  Hago dos o tres piques entro en calor, luego me enfrío,  y cuando me vuelven a poner en juego, ya no puedo. Por eso he pedido actuar de insider. Quiero demostrar que puedo hacerlo mejor que muchos y que del insider depende la actuación del puntero. Entiendo que un winger no precisa nada más que velocidad, buen shot y saber cabecear. Con esas tres condiciones bastan, y si el hombre agrega alguna más, tanto mejor. Pero, ¿cómo quieren que haga centros en Platense, si los centrales son bajitos y los backs contrarios no encuentran ninguna dificultad para aventajarlos en el juego de alto? Campilongo es una máquina de hacer centros. En todos los partidos los sirve a voluntad. ¿Me quieren decir cuántos son los goles que Platense marca con remates de cabeza? El trabajo de Campilongo se desaprovecha. Además, creo que ya se pasó el momento en que se metían muchos goles con la cabeza. Ahora las defensas juegan bien de alto y superan en eso a los forwards. Por eso es que cabeceadores famosos dejaron de ser scorers.

Imagen Beristain en la Tapa de El Gráfico en 1931. Edición 638.
Beristain en la Tapa de El Gráfico en 1931. Edición 638.
 Desde que se fue Lauchita anda solo. No tiene compañero de ala ni para fuera de la cancha. Siempre solo. Es un Vito Dumas (famoso navegante solitario)  en tierra. Nada le arrastra. Ni siquiera el fútbol como espectáculo. No concurre a ver partidos. Gusta de jugar y nada más. Se mezclaría en cualquier picado de potrero  ¿pero ver un match?... Uniicamente que lo agarren en la cancha y le digan que no puede jugar. Entonces es probable que se quede. Pero nunca será hincha,  jamás irá integrando el racimo humano colgado de un ómnibus, para después de la atropellada  en la boletería y  la puerta, aparecer allá en los tablones , justito para que el vecino le plante el pie sobre el ojo de gallo. Beristain no hará eso Anda solo y le pianta a la gente. A veces, cuando quiere hacerse una  garufa , se compra veinte de manises, saca una completa en un cine después de tres horas de achatarse contra la silla se pasa se va, dejando el suelo lleno de cáscaras.

 Tiene otro entretenimiento: la Colonia de Niños Débiles "Los Perales". Es del barrio y allí trabaja un hermano suyo. Beristain va con frecuencia. El director, Jack Denkberg, es amigo suyo, y junto con él los 810 pibes del establecimiento. Entre ellos, el winger de Platense se siente feliz. Los hace hacer gimnasia, actúa de referee en los matches en que intervienen los 12 teams de purretes y nadie le discute un fallo, aunque se equivoque.

—Es un buen muchacho — asegura el director Denkberg. — Todos lo quieren.

¿Cómo no lo van a querer si es crack de fútbol y les hace taquitos?

—Mirá cuánta semilla crecida — me dice Beristain.

— De aquí van a salir los Ferraritas del mañana.

Imagen Haciendo un taquito en presencia de algunos pibes de la Colonia de Niños Débiles "Los Perales", lugar a donde concurre con frecuencia y en donde actúa como referee de fútbol... porque son chicos y no pueden cascarlo.
Haciendo un taquito en presencia de algunos pibes de la Colonia de Niños Débiles "Los Perales", lugar a donde concurre con frecuencia y en donde actúa como referee de fútbol... porque son chicos y no pueden cascarlo.
 Otro recuerdo al insider. No lo olvida. ¡Qué ala, compañero, formaban esos dos! Taco para un lado, moña para otro, zaranda para aquél, baile para el otro. "Pasámela, Ferrarita". "Tomala, Bere". "¡Ablandámela como a una naranjal..." "¡No gambetiés más, que se está arrugando!" "Cortate... ¡Shot!... ¡Gol!..."

 Tiempos que se fueron. Sin embargo, para Beristain podrán volver. Tiene veintitrés años y está sanito, salvo ese tobillo medio en falsa escuadra. De usar tobillera, podría arreglar la cosa, pero no lo hace. Grave error suyo. La costumbre se adquiere pronto y el futboler debe cuidar su "empleo". Protectores para tobillos y canillas no deben faltar en ningún equipo do jugador. Es como el casco para el motociclista. Puede muy bien no lastimarse, pero está expuesto al golpe y cuesta menos prevenir que curar. ¿Entendiste, che, rey del taquito? A ver si algún día recibís un mamporro fuerte y después del viaje por la estratosfera salís diciendo: "Este Borocotó es un pájaro de mal paragüero".

En cuanto a su juego, ¡vaya a saber si tiene razón! Lo clásico era el centro. Mediante él se obtenían buenos remates. Los arqueros tenían la costumbre de estar entre los palos. Vino más tarde un cambio de táctica, acaso como influencia de Zamora. Los goalkeepers comenzaron a salir y a cortar centros. Por lo demás, se advirtió un progreso en las defensas. Chito Garibaldi, famoso back boquense de hace más de diez años, me decía vez pasada que ahora todos, los backs y los halves cabecean bien, mientras que en su tiempo no se utilizaba tanto la cabeza.

 

Imagen En 1937 sería transferido a San Lorenzo de Almagro
En 1937 sería transferido a San Lorenzo de Almagro
 

A esos detalles agreguemos que los hombres de defensa son, por lo general, más altos y recios que los de ataque. Están, pues, los forwards en desventaja. Y será por todo ese cúmulo de razones que hombres como Cherro,  han dejado de ser scorers y hasta de representar el peligro que antes encarnaban. A mi juicio, el tipo ideal de winger es aquel que sabe hacer las dos cosas. Orsi centreaba y remataba. De ahí su éxito. Guaita hacía lo propio. En cambio, elementos como Perinetti y Canaveri han obtenido triunfos para sus teams concretándose a centrear. Habría que considerar si la época de éstos era más propicia para ese juego o si el arte de ellos, con los centros que iban derechito a las cabezas de sus compañeros, encarnaba la eficiencia. Honestamente creo en las dos cosas: época favorable y centro preciso. Mas al haber variado mucho el fútbol, mejor será ajustar el juego al momento. Centrear si hay posibilidades de éxito y shotear cuando hay ocasión para hacerlo con chance. Pero el caso de Beristain merece una distinta contemplación. Si los forwards son de escasa talla, el centro será poco fructífero. Por eso no le quitemos la razón. Ahora bien; convengamos en que a veces el winger citado se excede en el remate, haciéndolo desde posiciones completamente difíciles. Lo he visto shotear contra los palos; sólo que, la violencia de su tiro suele decretar el goal aun cuando el arquero cierra la valla.

 Vez pasada lastimó seriamente una mano a Bosio, hecho que fue muy comentado y que se recuerda porque está fresco en la memoria de los hinchas. Oigamos la explicación de Beristain:

—Una de mis jugadas consiste en tirar la pelota por un costado del half y correrme por el otro haciendo una media luna. Como el half está de frente y yo tengo velocidad, a veces me resulta. Una cosa parecida ocurrió con Rusciti. La pelota fue larga y el half tuvo tiempo de correr. Yo iba detrás de él. Rusciti amagó darse vuelta para un lado, conseguí la pelota y tiré con fuerza. El shot sorprendió a Bosio, pegándole la pelota sobre una mano que en ese momento apoyó sobre el pecho. Bosio no pudo ver la pelota y realizó el movimiento por instinto. De no ser así habría yo conquistado un golazo. Pero lo más lindo de mi serie, o por lo menos aquel del cual no me olvido, fue en el primer match contra Ferrocarril Oeste, en 1932. Jugaba Santoro en el arco. Habíamos comenzado bien, pues cerramos el primer tiempo con 3 a 0. Sin embargo, Ferro nos empató. Así estábamos cuando Cerviño hizo un fuerte rechazo. La pelota llegó hasta mí. Eludí a Calócero y a Noceda, pero éste me corría de atrás. Me tocaba los pies y yo me iba cayendo. Antes de quedar en el suelo largué el shot desde casi la raya. Hasta ahora no sé cómo entró. Lo que me consta es que con ese tanto ganamos el partido.

  

Imagen Le gustan los purretes y en la citada Colonia tiene 810. Algunos son preferidos suyos y con éstos quiso fotografiarse. Dice que de ese lugar saldrán los Ferraritas del mañana.
Le gustan los purretes y en la citada Colonia tiene 810. Algunos son preferidos suyos y con éstos quiso fotografiarse. Dice que de ese lugar saldrán los Ferraritas del mañana.
  

Después me contó su peor performance:

 —El año pasado, en el match contra River Plate, todavía tenía de compañero a Ferrara y nos marcaba Santamaría. Estimo que éste es el mejor half derecho que conozco, pero para mal nuestro, el half es amigo y el temor de lastimarlo o ser muy recio con él hizo que aumentara nuestro fracaso. Nos paró todas las veces y nos gambeteó a gusto. Yo no recuerdo haber jugado peor. Para el siguiente encuentro Platense nos concentró en el Delta del Paraná. Como fueron nada más que cuatro días, River nos hizo cuatro goles; si hubiéramos estado un mes concentrados habríamos perdido por 30 a cero. Por suerte para mí, en ese partido no jugué porque estaba suspendido. Belvidares fue el mejor hombre de Platense, precisamente el que nos había dado River porque a él no le servía. ¡Lástima que este muchacho se lesionó de unarodilla! De lo contrario, hubiéramos siempre contado con ese buen elemento.

 — ¿Cuál es el mejor arquero?

 —Yo los veo poco porque no soy espectador. Veo nada más que aquellos que actúan contra Platense, y la escasa cantidad de veces que observo sus actuaciones no me da derecho a opinar. La generalidad son buenos y Bosio siempre ha hecho excelentes atajadas contra mi cuadro. Confío mucho en Gualco. Creo que volverá a jugar bien. En Platense tuvo algunos líos que le hicieron perder entusiasmo. Recobrado ese deseo de actuar bien, tornará a ser el goalkeeper que todos hemos apreciado.

Y para terminar me contó algo que ocurrió en Santa Fe, en el Hotel España cuando Platense fue a jugar un match nocturno.

—Tenía que ver. Parecíamos indios. Andábamos con las colchas de chiripá. Hacía un calor insoportable. Santamaría, Sánchez y Gualco regaban a todo el mundo con una manguera. Se subía uno encima de otro y largaba agua por las banderolas abiertas. Al que le agarraban la ropa se la tiraban. Date cuenta que Cerviño le metieron los zapatos en una tina de agua y le pusieron dos ladrillos arriba. Dos días quedaron los zapatos sumergidos... y nadie pudo saber quién fue.

—Dale, decilo...

—No sé... ; te aseguro que no me enteré.

—Fusilalo.

—Este Huesito Sánchez tenía cada cosa...

 

Voy a tratar un aspecto de Beristain. Dejemos de lado el jugador del violento shot. ¡Lástima es que no tenga mucha dirección! Dejemos al endiablado Rey del Taquito, que de pronto hace cosas maravillosas, malabarismos imposibles. Todo eso está más o menos dicho a lo largo de esta nota. Pero existe otra característica no tratada. Ella es la del espectador en el match que disputa.

 A menudo se le ve mirando la cancha con una cara tal de distraído que nos da la impresión de haberse colado, de no estar en el juego. Mira hacia un lado y otro como asombrado, como aquel que cae en un lugar desconocido. Parece que dijera: ¿qué pasa aquí? ¿Por qué se encuentra esta multitud reunida y esos chitrulos de pantalón corto corren de un lado a otro detrás de una vejiga? Observa las tribunas, vuelve la vista al campo y siempre con la misma indiferencia, como si él nada tuviera que ver con el espectáculo. De pronto, todo cambia. Sufre una modificación fundamental, un cataclismo y aquel espectador indiferente aparece siendo primer actor. Toma la pelota de taquito sobre la raya, amaga para un lado, la peina, la viste, le pone polvo y hasta rouge, y sale como loco disparando, como si lo corrieran de un lugar en que entró sin pagar la entrada.

¿Por qué es así?  Vaya uno a saberlo. Por lo mismo que anda solo, que mira sin mirar. Se me ocurre que deja la punta de la madeja de sus pensamientos atada en algún lugar y que luego de dar unas volteretas vuelve a recoger el hilo y se marcha al lugar en que estaba tirando del invisible hilo de su intangible aparejo. O es uno de esos aparatos eléctricos que de repente se ven sorprendidos por el golpe de corriente y luego vuelven a su anterior inactividad sin dejar rastros da aquel instante vertiginoso y sorpresivo.

 ¡Quién sabe lo que lleva adentro y que a nadie descubre! Es probable que junto a algún portal de esos que en otros tiempos alumbró débilmente un vacilante quinquéTomás Francisco Beristain desgrane el rosario de sus inquietudes, abra una ventana en su pecho para que Ella mire...

Borocotó (1935)

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