Las Entrevistas de El Gráfico

EL GRAN CAPITÁN FUI YO

En El Gráfico vivimos la carrera de Diego Maradona metro a metro, gol a gol, En está nota, el gran referente de la era Bilardo y la Seleccioń Argentina destapaba los detalles ocultos de su relación con Daniel Passarella. Un testimonio imperdible. ETERNO.

Por Redacción EG ·

25 de noviembre de 2020

La charla comenzó cuando Diego abrió el libro de los 80 años de EL GRAFICO y vio la foto de Daniel Alberto Passarella saltando junto a Sócrates en el Mundial ’82.

–Así que Passarella fue El Gran Capitán, pero por favor...

Y la dejó ahí, picando. Pero enseguida el tema volvió a convertirse en el centro de la escena.

–Diego, la foto de la vuelta olímpica del ’86, con la Copa en alto, ¿es el registro de  tu mayor orgullo como futbolista? Te lo pregunto porque en esta edición de la revista vos vas a ser tapa una vez más, junto a Passarella, levantando la Copa en el ’78.

–Fue un orgullo gigante. Por lo deportivo, porque esa Selección ganó invicta en un Mundial muy complicado, con equipos muy fuertes.

–¿Como capitán influiste mucho en el grupo?

–Para mí fue muy importante haber sido el capitán de ese equipo. Porque siempre consideré a la cinta como un motivo de emoción y pleno orgullo. Yo saqué la bandera argentina por el mundo. Y a diferencia de Passarella, llevé todo lo que transmite esa cinta al exterior. Passarella fue un buen capitán, yo fui El Gran Capitán. Por eso me dolió que en el libro de EL GRÁFICO se lo nombrara de esa forma.

Imagen Maradona a pleno, en su momento de gloria. La mirada clavada en la pelota, la decisión para llegar al increíble gol contra Inglaterra en México. Un recuerdo imborrable. Una emoción que perdura.
Maradona a pleno, en su momento de gloria. La mirada clavada en la pelota, la decisión para llegar al increíble gol contra Inglaterra en México. Un recuerdo imborrable. Una emoción que perdura.

–Pero Passarella tuvo una trayectoria profesional muy importante.

–Lo digo sin soberbia. Porque cuando Passarella no quiso jugar el Mundial ’86 por diarrea, todos nosotros meábamos por el c...  Que la gente saque sus conclusiones, pero si yo hubiera sido el capitán en el ’82 hubiera traído a todo el equipo a dar la cara a Buenos Aires después de la derrota. Creo que solamente volvimos nueve o diez, los demás se quedaron en Europa.

–Muchas veces se habló de tu relación con Passarella. ¿Vos, antes del Mundial ’86, eras amigo de él o simplemente un compañero más?

–Viví un momento duro cuando Menotti me dejó afuera en el ’78 junto a Bottaniz y Bravo. Esa noche, cuando me iba de la quinta Salvatori, donde concentraba el equipo, lloré muchísimo. Pero no dejé de ser argentino. Salí a festejar con el furgón de mi suegro cada triunfo. Como lo voy a hacer cada vez que la Selección gane algo.

–¿Pero cómo estabas con Passarella en ese entonces?

–Passarella tenía fama de pegarles a los pibes en las prácticas. Bah, te partía al medio. En los corners no sabías por dónde te la iba a dar. No le podías ni pasar cerca. Hasta que un día Menotti armó un trabajo de delanteros contra atacantes...

–¿Y qué pasó?

–En la primera jugada, el Loco Houseman lo encaró a Passarella, que salió para partirlo en una pelota que no llegaba, y se la tiró de taco por arriba de la cabeza. Lo dejó en un ridículo tan grande que El Gran Capitán no supo dónde esconderse, se puso más colorado que la camiseta de Independiente...

–Pero Menotti en el ’82 lo eligió a él como capitán.

–Nunca juzgué esa decisión. El venía de ser campeón del mundo, estaba en su derecho. Pero él no se bancó que Bilardo me diera la cinta a mí.

–¿Cómo te enteraste de aquella decisión?

–Un día estaba corriendo, me acuerdo que venía de una hepatitis muy complicada y estaba desesperado por volver. De repente, Bilardo se me acercó y me preguntó: “¿Sabés quién va a ser el capitán?”. Le contesté que si lo elegía a Passarella iba a estar bien. Entonces me miró y me dijo que iba a ser yo. En ese instante paré de correr y me puse a llorar como un chico. Para mí fue como que me dijera que iba a tener dos hijas mujeres y que se iban a llamar Dalma y Giannina.

–¿En ese momento pensaste en Passarella?

–No, pero Claudia me hizo la misma pregunta. Le dije que no me importaba, pero que creía que iba a entender.

Imagen Diego se apasiona con los recuerdos que extrae del libro de los 80 años de EL GRÁFICO. Incluso, se sintió dolido por un título: “Así que Passarella fue El Gran Capitán, pero por favor...”
Diego se apasiona con los recuerdos que extrae del libro de los 80 años de EL GRÁFICO. Incluso, se sintió dolido por un título: “Así que Passarella fue El Gran Capitán, pero por favor...”

–Diego, antes de que comenzara el Mundial de México vos realizaste junto a Passarella una foto para EL GRAFICO. Fue la tapa de esa edición con ustedes dos con sombrero mexicano. Hoy, Aldo Proietto, director de la revista, recuerda que vos estabas de mucho mejor humor que Passarella. ¿Pasaba algo raro?

–Me acuerdo como si fuera hoy. Adidas presentaba la pelota del Mundial y Angelito Coerezza nos había pedido que nos sacáramos la foto para EL GRAFICO. Ese día habíamos realizado una práctica bárbara, sin Passarella, porque no estaba en el equipo.

–¿Su mal humor se debió a eso solamente o hubo otra cosa?

–Ese día nos presentaron una factura de teléfono de dos mil dólares de la que nadie se hacía cargo. Por eso hicimos una reunión en la que acordamos pagarla entre todos los jugadores. Pero de repente apareció la factura con el detalle de los llamados. ¿Sabés a quién correspondía la mayoría? Sí, a Passarella, que no se hizo cargo de nada... Por eso las cosas hay que decirlas. Y si quiere hablar de droga voy a la cancha de River y lo espero ahí. Pero que no se olvide que jugó la Copa Libertadores.

–¿Lo decís porque en esa época no había control antidoping?

–Que no se olvide y listo... Que no hable de droga porque el que te habla le dio una mano muy grande.

–Pero también ustedes, es decir, el resto del grupo del ’86, se sintió muy dolido por una foto que salió de Passarella en una playa de Acapulco, en plena Copa del Mundo.

–Sí, creo que estaba con su señora, su novia o amante. A mí no me importa. Pero me acuerdo que Bilardo lo dio de ejemplo en una charla como lo que no había que hacer. Las cosas hay que decirlas. Y yo si quiere le recuerdo que fui el capitán en el ’79, en el ’86 y en el subcampeonato del ’90.

–¿Alguna vez trataste de acercarte a él?

–Cuando ocurrió el accidente de su hijo. Con Claudia nos cansamos de llamarlo y jamás contestó. Eso me destruyó. Hoy le deseo mucha suerte en el Uruguay. Lo digo como argentino, pero no entiendo a Enzo y a Paco Casal por haberlo contratado...

Con una mirada cerró el tema. Esa fue la última pregunta. Pero aquella emoción de México lo entusiasmó y se enganchó con los recuerdos. Rememorar buenos momentos es grato para cualquier mortal. También para Maradona.

–Dale, hablemos del ’86.

–Bueno. En una nota con EL GRAFICO Jorge Valdano dijo que después del 2-2 con Alemania, en la final de México, te miró a vos y se dio cuenta de que no podían perder.

–Porque ellos estaban muertos. No podían más. ¡Sabés cómo tenía uno de los gemelos Briegel! Yo tenía la sensación de haber llegado a la meta. En ese momento ya estaba pensando en el gol del triunfo, el que hizo Burru.

–¿Te hubiera gustado meterlo vos, marcando el cierre de un Mundial brillante?

–Quería ganar, levantar la Copa. Por eso cuando Arpi filho pitó el final, sentí una enorme sensación de desahogo.

Imagen Sale Diego al Azteca, al frente de la Selección, para enfrentar a Alemania. “Yo saqué la bandera argentina por el mundo.”
Sale Diego al Azteca, al frente de la Selección, para enfrentar a Alemania. “Yo saqué la bandera argentina por el mundo.”

–Valdano también confesó que hablaba mucho, hasta que aparecía Maradona y entonces se callaba.

–Valdano me hacía reír mucho. Entrabas a la habitación y parecía una biblioteca. ¡Era más raro ese Valdano! Todos comíamos asado con un poquito de vino o gaseosa –que nos costaba un montón que Bilardo aflojara– pero venía Jorge y pedía agua. Abandoná Valdano, si sos argentino no podés comer asado con agua.

Vuelve a abrir el libro de EL GRAFICO. Mira página por página de atrás hacia adelante. Elogia a Hugo Gatti y a Ubaldo Fillol, critica a Ramón Díaz. Y entonces se encuentra a sí mismo. La doble página fotográfica lo muestra gritando un gol con la camiseta argentina. Parece suspendido en el aire como cuando Michael Jordan hacía una volcada. La escena es de uno de sus regresos. Se queda mirando la foto varios segundos, lee el texto y gesticula como recordando cada instante de ese momento. Esa es una particularidad de Diego: tiene una memoria impresionante. Cada instante, cada segundo de su vida futbolística está almacenada en su cabeza.

–De chico ya me acordaba de todo. Hoy me pasa con lo que veo por televisión. Siempre me quedo pegado cuando hay fútbol en la pantalla.

–¿Hay algo que te sorprenda?

–Sí, lo caro que se venden los jugadores hoy en día. Se ha inflado tanto todo que no se entiende. El pase de Vieri marca lo que digo. Parma pidió cincuenta millones de dólares por Thuram. ¡Por un defensor!

–Mejor para los jugadores, los porcentajes son más altos.

–Tenés razón, a mí qué me importa que cobren más, mejor para ellos.

Imagen Con la cinta de capitán, la que lo acompañó en todo el ciclo Bilardo. “Cuando me dijo que iba a ser capitán me puse a llorar.”
Con la cinta de capitán, la que lo acompañó en todo el ciclo Bilardo. “Cuando me dijo que iba a ser capitán me puse a llorar.”

Y grafica sus dichos con un gesto elocuente, irrepetible. Mira a su alrededor y sólo ve a unos pocos interlocutores. El vestuario visitante de Estudiantes es amplio, confortable. Se nota que fue reconstruido hace poco tiempo. En la cancha, Verón y sus amigos siguen con el ritual del partido a beneficio. Como siempre, Diego acudió al llamado de un amigo tan querido. Sí, la relación entre Verón y Maradona data de la era Bilardo, el viaje de Boca a Amsterdam y la gira por Corea. En algunos aspectos están tallados por la misma madera.

–A la Brujita hay que dejarlo vivir en paz. No jodan más, qué país careta. Acá no se puede marcar a un pibe porque sale cuando está de vacaciones. En algunas cosas somos increíbles los argentinos.

–Pero también tenés una buena: llegó la absolución de Guillermo Cóppola, tu mejor amigo.

–Eso fue bueno. Ahora vamos tras Bernasconi, que dijo que no iba a renunciar. ¿Qué tiene que pasar para que se vaya? Pero por favor... Te digo: para mí, sentir que Guillermo es libre me provoca ganas de trabajar, de volver. Por eso voy a volver a entrenar. El estuvo dos años y medio con este lastre, ahora hay que trabajar.

–¿Volvés?

–Vuelvo. Quiero sentirme bien. El otro día me moría de ganas de jugar y no pude. Por eso empiezo. Voy a ponerme a tono y tratar de hacer algo como lo que hace el Checho Batista en All Boys. Eso sería bueno. Porque también me siento técnico y esa opción es buenísima.

–¿Te lo debés? ¿Es un desafío?

–Se lo debo a Dalma. Ella va a ser la gran responsable de este regreso. Quiero ver feliz a la gente que me quiere bien.

 

 

Por Matías Aldao (1999)

Fotos: Pablo Gómez y Archivo El Gráfico.