Las Entrevistas de El Gráfico

1934. El “Ómnibus” Evaristo Barrera

Por Borocotó . Quien resultó ser un goleador importante de Racing, y luego en Italia, era toda una incógnita en sus inicios como profesional. Pasaba de ser aplaudido a silbado, y viceversa, de un momento a otro.

Por Redacción EG ·

16 de julio de 2019

No hay jugador más desconcertante para el cronista que Evaristo Barrera. No repite sus performances, sean éstas buenas o malas. Dentro del mismo match se le advierten jugadas de crack y de novicio. De pronto acierta al arco tiros perfectos desde posiciones dificilísimas tal como el que abrió el score frente a Boca en el partido jugado en Racing; y en otras oportunidades, más factibles para la obtención del tanto, erra lamentablemente. Suele vérsele haciendo goles de calidad, en los que la pelota, impulsada con un "cachetazo", halla la red por un rincón; y en otras ocasiones, frente al arco casi desguarnecido y cuando la tranquilidad es el agente de la conquista, Barrera tira con suma violencia levantando el shot. Recuerdo que cuando apareció este player en nuestro escenario, Natalio Perinetti me lo definió en estas pocas palabras: "Es un jugador a quien se le aplaudirá mucho y se le silbará mucho. Tendrá jugadas excelentes y otras desconcertantes." Este juicio del veterano winger se ha ido afirmando a través del tiempo y hoy puede emitirse sin que la actualidad le reste exactitud. Carece el juego de Barrera de lo que podríamos denominar equilibrio o regularidad. Lo saben sus mismos partidarios más fervientes, quienes ante un golazo del citado olvidan de inmediato las censuras hechas momentos antes y que están prontas a manifestarse en un nuevo yerro de Barrera. No olvido nunca un encuentro contra Lanús, en la cancha de éste, cuando Racing ganó por cuatro tantos a uno. El último de ellos se debió a una jugada maestra del mencionado centre forward. Esquivó a un hall; eludió a un back y se fue desplazando hacia un costado, pero ya muy cerca de la valla, de manera tal que, al arrojársele el arquero, necesitó un nuevo esquive maestro. Hecho lo expuesto, remató aquella jugada magistral con un tanto de cachetada. Quien hubiera visto a Barrera en ese único partido, habría gastado los más brillantes adjetivos. Estoy seguro que un hombre interesado en la compra de un centre forward para llevar al extranjero, habría pagado una suma exorbitante por el Ómnibus si es que para la adquisición se hubiera circunscripto a esa única performance y careciera de antecedentes. Yo mismo, que en ese entonces lo había visto en contados matches, debí decir en El Gráfico que Barrera era una incógnita. Tan desorientado quedé de aquella actuación.

 

Imagen En cuanto agarró unos pesos se compró la voiturette colorada. Ahora la pobre ya es borra de vino; Por más que la lave, la pintura no vuelve.
En cuanto agarró unos pesos se compró la voiturette colorada. Ahora la pobre ya es borra de vino; Por más que la lave, la pintura no vuelve.
 

No era el caso ir a la búsqueda de puntos flojos y fuertes. Existen jugadores a quienes basta ver una vez para ya advertir en donde residen sus valores y sus defectos. Quien era capaz de hacer aquella jugada, tenía que poseer, indiscutidamente, la calidad de un Gabino Sosa. Volví a verlo con el propósito de cerciorarme, con la esperanza de aclarar aquella confusión mía. Me defraudó. No pude ver en ningún momento al hombre que se había insinuado en aquel partido con Lanús. Y es que Barrera no admite juicios en una actuación ni en varias de ellas. Para saber si vale o si progresa es preciso confrontar un año con otro. Haciéndolo así, sale en ventajas. El Barrera de 1934, sin haber cuajado todavía en el forward que desean ver en él sus partidarios, es muy superior al de 1933. He aquí algo interesante para destacar y que es uno de los móviles de esta nota. Acordémonos del Ómnibus de la temporada anterior. Arrasaba con lo que tenía por delante, tiraba puntazos al azar, era un jugador irritante que provocaba, de tanto en tanto, un aplauso admirativo. Ahora tiene un mayor sentido del pase, facilidad de desplazamiento y, los aplausos, se producen con mayor frecuencia. Puede decirse que su standard de juego ha mejorado en un cien por cien; dicho con otras palabras más sencillas, el Barrera de ahora es el doble como jugador de lo que fue en 1933.

 

Imagen Evaristo Barrera, su señora esposa y la hijita frente a la lámina de El Gráfico, en la que apareció el primer team de Racing de 1933.
Evaristo Barrera, su señora esposa y la hijita frente a la lámina de El Gráfico, en la que apareció el primer team de Racing de 1933.
 

SU JUVENTUD

Nacido el 30 de diciembre de 1911, está por cumplir los 23 años. Si tal progreso se ha experimentado en una temporada, su edad, su físico y su misma voluntad permiten esperar la llegada a ese standard de juego en donde quisiéramos verlo ubicado. Es un diamante en bruto, que se va puliendo lentamente y que, acaso, consiga brillar de firme. Esas mismas fases de su juego, en donde asoma a veces una calidad de positivo crack y un error de novicio, si bien desorientan al crítico, dan derecho a suponer que bien podría volcarse todo hacia el lado que más conviene. Por lo pronto, ya no se está en condiciones de repetir juicios que mereció meses atrás. Ahora bien: no vaya a suponerse que mis opiniones, las de Chantecler o de Fraseara, fueron apresuradas. Se nos presentó a Barrera como al émulo o, posiblemente, eclipsador de Bernabé Ferreyra. Tomado este punto de referencia, aquellos que estamos obligados a decir la verdad, o lo que entendemos por verdad, declaramos abiertamente que Barrera distaba mucho de ser un Ferreyra, que no era posible de manera alguna el cotejo y, por lo mismo, cargamos contra él mucho más que contra cualquier otro que hubiera llegado a Buenos Aires sin ninguna fama. Aclaremos esto.

 

Imagen Evaristo Barrera, discutido centro de Racing, aquí en una de sus típicas atropelladas
Evaristo Barrera, discutido centro de Racing, aquí en una de sus típicas atropelladas
 

El Ómnibus tuvo y aún tiene en su contra, los 22 mil pesos que se pagaron por su pase a Nacional de Rosario. Ninguna culpa de ello corresponde al propio Barrera. Ni siquiera es el culpable de los elogios que apresuradamente se le dedicaron con rara generosidad. Le llovieron los adjetivos; se repetía con insistencia lo que había costado su pase y, cuando llegó el momento de rendir en la gramilla, Barrera no respondió. De haber llegado ausente de bombo, acaso se hubiera dicho: "Es un muchacho joven, de buen físico, de algunas condiciones y que con el tiempo..." Pero no. Si nos habían dicho que era tanto o más que Bernabé, esas palabras no pudieron emplearse. Había que deshacer el engaño y decir con claridad, sin reticencias. Y es este el momento en que me pregunto acerca de quiénes le habrán hecho mal a Barrera: si los que dijeron que era un fenómeno o los que dijimos que no podía considerársele de primera. Dejo a los hinchas para que analicen y emitan su juicio.

BREVE RELATO

Vilera de todo esto, es necesario preguntarse: ¿por qué ha progresado Barrera? Dejémoslo que conteste. Luego haré algún agregado.

—Nací en Rosario, pero a los ocho años de edad me llevaron a Cruz del Eje, porque mi padre es maquinista del Ferrocarril Central Norte y lo trasladaron a aquel lugar. Allí comenzaron mis primeras prácticas futbolísticas, en canchas sin césped. Cuando andaba cerca de los veinte años me fui a jugar a Deán Funes, lugar en donde el señor Modesto González era el alma máter del team que yo integré. Este señor hacía venir con frecuencia los teams de Córdoba, a los que les ganábamos. Esas relaciones con los de Córdoba me dieron a conocer y pronto se extendió la voz de que yo poseía un shot muy potente. Llegado el momento de hacer la conscripción me enrolé en Instituto y, mientras estaba allí, tuve una propuesta para jugar en Boca Juniors. En esos días se había ya formalizado el profesionalismo y yo había dado palabra de ir a Nacional de Rosario. Mi jefe del regimiento quería a toda costa que yo viniera para Boca y hasta me amenazó, en broma, con meterme en el calabozo. Pero me negué. Y no fue porque me disgustara la idea de actuar en Boca, sino porque le temía. No me animaba a jugar en Buenos Aires. Prefería ir a Rosario y con la esperanza de poder llegar, algún día, a la capital federal. En el tiempo que jugué en Córdoba, que fue muy poco, seguí actuando en canchas más o menos peladas, aunque no tanto como aquellas en las cuales me había iniciado. De manera que los seis meses que estuve en Rosario, también en canchas de escaso césped, no me permitieron acostumbrarme a la gramilla. Así que lo que más extrañé en Buenos Aires fue el césped. No me podía afirmar, los tiros me salían casi siempre desviados y, además, todo el mundo esperaba ver en mí un fenómeno. Yo no tengo la culpa de lo que se haya pagado por mí ni de lo que se hayan imaginado que yo era. Yo era como era, y sólo podía demostrar buena voluntad. De la mañana a la noche no iba a salir siendo un crack. Además, pesaba 89 kilos. Tenía diez más que ahora. Eso también influyó mucho, pues al terminar los partidos quedaba deshecho, todo dolorido, sin ganas ni de reírme. Otra cosa hallé de diferencia: el juego. Tanto en Córdoba como en Rosario tirábamos la pelota para adelante y no nos entreteníamos en ninguna jugada. Aquí ese juego es muy fácil para los halves, que tienen mayor experiencia, por lo que yo me encontré de pronto en que todo lo que pensaba hacer lo salía adivinando el contrario. Como se comprenderá, no es fácil hacerse al cambio. Necesita tiempo. A veces los compañeros de línea me salían con combinaciones que yo ni las esperaba ni sabía que existían. Así se me juntaron en la cabeza tantas cosas que quedé boleado, sin saber para dónde ir. Consejos de un lado, críticas de otro, en fin, ni sé cómo estoy aquí. Pero tengo que decir una cosa: que los simpatizantes de Racing fueron amables conmigo. Me alentaron bastante, aun en los malos trances, y es mi deseo de hacer cuanto esté a mi alcance para satisfacerlos. Ya soy como ellos: hincha. Hace dos años que soy socio de Racing y mi señora lo es desde niña. En estos días voy a asociar a la nena.

 

Imagen Foto del 7 de febrero de 1938. Evaristo Lleva en andas a un diminuto personaje reconocido de la época. Poco tiempo le quedaba en Argentina al goleador del Racing club.
Foto del 7 de febrero de 1938. Evaristo Lleva en andas a un diminuto personaje reconocido de la época. Poco tiempo le quedaba en Argentina al goleador del Racing club.
 

Agreguemos a esas explicaciones algunas otras. Los cambios de cancha, el estado físico, todos son factores importantes, pero hay otros: Barrera aprendió a patear sin ser de punta, aunque a veces emplea el puntazo. Domina algo más el pase; no obstante, sigue siendo un poco atropellado y en eso reside uno de sus peores defectos. Algunas veces en que puede avanzar tira desde lejos por precipitación. Si pudiera detenerse un instante en los momentos en que tal cosa es factible, si una mayor tranquilidad lo llevara a abarcar con una mirada la situación, podría en muchas ocasiones ser más productivo, ya que cuenta con la buena condición de no ser egoísta.

—No me interesa hacer el goal — me ha dicho. — Lo que yo quiero es que gane el cuadro. Pero las cosas no siempre salen como uno desea. En los sábados de concentración, Zito sueña. Desde la cama, dormido, hace unos partidos bárbaros. Me pasa cada pelota extraordinaria y yo me canso de hacer goles. Eso es el sábado a la noche. Llega el domingo y las cosas cambian...

Vino la parte en broma. Esta referencia a Zito, tan graciosa, la desconocía. Entonces supe que en una oportunidad en que gritó "¡gol!", se encontró en el suelo y mojado. Y en otra ocasión en que Barrera soñaba con Greta Garbo, Zito gritó: "¡Tuya!"

Ahora el Ómnibus se ha comprado una guitarra. Es su pasión. Quiere cantar y acompañarse. Está aprendiendo... a tocar, porque a cantar no aprenderá nunca, aunque se haya criado en la provincia del cantito al hablar. Otro proyecto suyo consiste en ponerle música a los sueños de Zito. Así, cuando el insider hace jugadas, goles, apiladas, calesitas, Barrera lo acompaña con la guitarra. Lástima que Bottaso no lo quiere ayudar, y eso que Cortina toca bien. Lo que nunca hizo fue cantar. Dicen que cuando abre la boca se le ven las medias...

Tiene una característica curiosa el Ómnibus. Su puesto inicial fue el de insider derecho, aunque le gusta ser centre forward. Sin embargo, patea mejor con la zurda. Es con la pierna que tiene más dirección y potencia. Pero siempre con pelota en movimiento.

—Con pelota parada no estoy muy bien. Por lo general, la levanto. No sé cuál es el inconveniente. Se me ocurre que le pego muy de abajo.

Aprovechando esta vuelta al fútbol, le pregunté acerca de su mejor goal, y me contestó:

—En el partido que le ganamos a Lanús por seis a cero en la cancha nuestra, match que fue por la Copa Beccar Varela, el cuarto tanto me dejó un buen recuerdo. Salió un back y lo anulé pasándole la pelota por arriba de la cabeza; después hice lo mismo con el arquero y, finalmente, agarré un voleo tan lindo que la incrusté en la red.

 

Imagen Foto del 4 de noviembre de 1938. Barrera luce la casaca del Racing Club. Habiendo sido goleador de los campeonatos de 1934 y 1936, el jugador partiría a Italia, para ser parte de la Lazio.
Foto del 4 de noviembre de 1938. Barrera luce la casaca del Racing Club. Habiendo sido goleador de los campeonatos de 1934 y 1936, el jugador partiría a Italia, para ser parte de la Lazio.
 

Ese fue el tanto más brillante; pero tiene uno de mayor trascendencia. Fue aquel con el cual por la Beccar Varela abrió el score en el encuentro con Boca, disputado en la cancha de Independiente. Resulta que una zapatería había ofrecido un par de botines al jugador que hiciera el primer tanto. Le correspondía el premio a Barrera. Sin embargo, pasaron los días sin que fuera a buscarlo; pero ante la insistencia de sus amigos concurrió. "Tiene que traer la orden", le dijeron. "¿Pero usted no me conoce? Supongo que no me va a confundir con el ruso González..." Tuvo que ir con la orden. Al llegar a la zapatería le dio por estudiar la vidriera. Los zapatos -más caros valían siete pesos cincuenta. "Adentro los habrá mejores — se dijo Barrera. —Yo no le digo que voy con el vale. Me pruebo unos lindos, de precio, y, cuando llegue el momento de pagar, le entrego el vale", Entró. Escuchen el diálogo:

—Un par de zapatos, de los buenos.

Le trajeron unos.

—¿Cuánto cuestan?

—Cuatro cincuenta.

—¿No tienen más finos ?

Le trajeron otros.

—¿Cuánto valen

—Seis pesos.

Barrera quería gastar más y, al final, tuvo que salir con los de la vidriera, los de siete cincuenta y que no le gustaban. Y ya en la puerta, con bronca, dijo:

—Si sabía, le pasaba la pelota a Conidares para que lo hiciera él.

Estas cosas son muy de Barrera. Algunas ingenuidades se le escapan. Y es que tiene una pasta tan buena, que hasta duele haberle pegado algunos brulotes. Quien lo conoce, le desea que le vaya bien, que llegue a mucho, puesto que se lo merece. Ausente de pretensiones, generoso en el juego y en la vida, jamás tuvo un mal gesto ni para aquellos que lo censuramos. Aceptó siempre lo que se le dijera y hasta me confesó:

—Agradezco a todo aquel que me, indique un defecto y la manera de corregirlo.

Y le señalé algunos, así como también me he referido al progreso experimentado en su juego. No obstante, dejo establecido que aún no es crack. Puede mejorar mucho si nos atenemos a su progreso y a su juventud. Y ojalá que llegue.