Las Entrevistas de El Gráfico

1950. Con ¨Capote¨ en su barrio.

El encuentro con Vicente de la Mata en el potrero de Tablada de Rosario, y su evocación de Gabino Sosa, Central Córdoba, Independiente, la Selección y aquel gol a River en el ’39.

Por Redacción EG ·

24 de abril de 2019

Vicente de la Mata tenía todo dispuesto para viajar a Colombia. Luego surgieron inconvenientes que no sabemos si habrán sido salvados cuando esta nota aparezca. Nosotros quisimos aprovechar la preciada circunstancia de que "Capote" se encontrara en Rosario. Y lo vimos en el mismo potrero del barrio Tablada, de Rosario, donde iniciara su brillante carrera futbolística.

La verdad es que De la Mata, pese al excelente contrato que le ofrecía el Deportivo Santa Fe, de Bogotá, se alejaba de nuestras tierras con mucha tristeza:

—"No me quejo del fútbol—nos dijo — ni de los resultados que de él he obtenido. Al final de cuentas es el mismo fútbol quien me da esta oportunidad de asegurarme un porvenir e breve plazo, Y me alejo de la Argentina con la satisfacción de saber que en los dos clubs a los que presté mi s servicios, Central Córdoba e Independiente, tengo muchos amigos que corresponden al aprecio que yo tengo por todos ellos...".

Imagen Vicente de la Mata y el paraguayo Arsenio Erico, cracks eternos de Independiente..
Vicente de la Mata y el paraguayo Arsenio Erico, cracks eternos de Independiente..
 No nos interesa mucho en esta nota hablar de números y de cuestión pesos. El mismo De la Mata trata de que la conversación no tome ese rumbo. La única aclaración que hace es ésta:

—"Me voy tranquilo a Colombia porque sé que allá se les paga bien a los jugadores y se les cumple lo prometido. En dos años de actuación voy e ganar mucho más de lo que gané en trece temporadas jugando en Independiente. En este club yo firmé nueve contratos con prime anual de 5.000 pesos; uno por 8.000, y en los últimos años con el sueldo básico de 1.500. El mes que gané más en Independiente fueron 2.600 pesos".

 

EL MEJOR ALUMNO DE GABINO SOSA

En efecto, Vicente de la Mata es un futbolista que a todo lo que hace en la cancha le pone un sello personal inconfundible. Derrocha las habilidades que aprendió en los potreros de Tablada y que perfeccionó al lado de Gabino Sosa. No hace mucho tiempo, hablando de Gabino y de De la Mata le contaba a los compañeros de El Gráfico que cuando el primero debutó como internacional en un match entre rosarinos y uruguayos "Capote" todavía no había nacido. Pero en ese entonces ya su padre era ferviente admirador de Central Córdoba y por ende de Gabino Sosa. Pasaron los años, y la maravillosa prolongación de la actividad futbolística de Gabino hizo que en 1936 se produjera el "milagro" de que actuara él, junto con de la Mata, en el primer equipo "charrúa". El "maestro" perfeccionó en esa temporada a "su mejor alumno".

Imagen Vicente de la Mata jugó en Central Córdoba, Independiente y Newell´s Old Boys. En el Rojo jugó desde 1937 hasta 1950, disputó un total de 362 partidos y convirtió 151 goles.
Vicente de la Mata jugó en Central Córdoba, Independiente y Newell´s Old Boys. En el Rojo jugó desde 1937 hasta 1950, disputó un total de 362 partidos y convirtió 151 goles.

Recordando ese debut en primera división nos decía De la Mata:

—"Mi padre no pudo tener esa satisfacción de verme jugar en primera y al lado de Gabino. ¡Cómo le habría gustado, a él que tanto lo entusiasmaba el fútbol! Yo estoy seguro que de haber vivido habría sido igual a lo que fue el padre de Boyé...".

Hay un poco de amargura en sus palabras, más aún porque su progenitor, que fue obrero portuario, perdió la vida injustamente al pasar junto a un lugar donde hubo un tiroteo entre policías y pistoleros. Pero va el padre de Vicente había tenido sus pequeñas grandes satisfacciones con el hijo que veía crecer y que él mismo lo había incorporado a las filas de Central Córdoba. Fue en un campeonato rosarino de 5a. división que se efectuó en el año 1933. Los dos equipos más fuertes eran los de Central Córdoba y Rosario Central, llamando la atención los dos centreforwards, que eran nada menos que Vicente de la Mata en el conjunto "charrúa" y Enrique Hayes — el hijo de Harry — en la escuadra auriazul.

Imagen Socias de Independiente homenajean al equipo y en especial a Vicente de la Mata.
Socias de Independiente homenajean al equipo y en especial a Vicente de la Mata.

Los partidos entre estos equipos de quinta llevaban millares de espectadores. Provocaban admiración De la Mata y Hayes. Y también hubo discusiones y peleas porque había quienes querían establecer la superioridad de uno sobre otro a los golpes. El campeonato lo ganó Central Córdoba y de la Mata obtuvo así su primer título en el fútbol. Después vinieron los ascensos y el momento de jugar en primera. Siguiendo la ruta de Gabino, De la Mata fue designado para integrar combinados rosarinos, mientras su nombre adquiría mayor prestigio, se convertía en figura cotizada y se le incluía finalmente en la selección argentina que participó en el campeonato sudamericano de 1936, que se jugó en Buenos Aires. Fue en ese momento, precisamente, que Independiente obtuvo su pase.

 

RECUERDOS DE ESE SUDAMERICANO

Vicente de la Mata entró en el fútbol grande con goles. Y eso que a nosotros, especialmente a los rosarinos, siempre nos gustó por sus apiladas. Pero cuando fue como suplente a ese recordado sudamericano de 1936 tuvo la virtud de señalar los dos goles que dieron la victoria a los nuestros en el match decisivo con los brasileños, jugado en San Lorenzo de Almagro. El tiempo reglamentario había terminado sin goles y fue en el suplementario cuando entró de la Mata para reemplazar a Varallo. Hizo dos goles que fueron los de su consagración definitiva y que nunca pesaron en su contra ni aun en esas tardes en que prefirió la gambeta en vez de los tiros al arco.

Imagen Sudamericano de 1936: Arriba: Fazio, Guaita, Lazzatti, B. Ferreyra, Blotto, Cherro, J.C Iribarren, Minella, Varallo, Tarrio. Abajo: Peucelle, Colombo, Estrada, Zozaya, Bello, De la Mata, Martínez, García, Emeal, Sastre, Scopelli.
Sudamericano de 1936: Arriba: Fazio, Guaita, Lazzatti, B. Ferreyra, Blotto, Cherro, J.C Iribarren, Minella, Varallo, Tarrio. Abajo: Peucelle, Colombo, Estrada, Zozaya, Bello, De la Mata, Martínez, García, Emeal, Sastre, Scopelli.

—"Estaba predestinado para hacer esos goles — nos dice "Capote", — ya que yo no los busqué, sino que vinieron solos..., vinieron casi servidos...".

—"¿Te acordás cómo fueron? ...".

—"¡Como para olvidarlos!...

En el primero mandó un centro el Chueco García, y cuando vi que iban en busca de la pelota Bernabé Ferreyra y Jurandyr pensé: "ésta viene para mí", y la esperé. Ninguno la alcanzó y la pelota llegó a mis pies, y para mejor con el arco descubierto. No hubo nada más que hacer el gol. Quedé asombrado y seguí jugando como en sueños. A los pocos minutos hubo otro de esos magníficos centros del Chueco, la tocó Bernabé de cabeza y nuevamente entré en posesión de la pelota. Me parece verlo todavía a Jurandyr cómo "bailaba" en el arco tratando de desorientarme, pero yo me mantuve sereno y la puse en un rincón...".

Todos los muchachos del equipo argentino se le fueron arriba a De la Mata. Abrazos, felicitaciones y apretones.

Imagen Aunque sea en el potrero, un crack conserva su línea. Esta fotografía lo demuestra con elocuencia evidente, De la Mata en sus barrios de Tablada, en Rosario, donde pasó casi todo el verano, juega con los grandes y con los chicos. Y vean como gambetea con su estilo inconfundible.
Aunque sea en el potrero, un crack conserva su línea. Esta fotografía lo demuestra con elocuencia evidente, De la Mata en sus barrios de Tablada, en Rosario, donde pasó casi todo el verano, juega con los grandes y con los chicos. Y vean como gambetea con su estilo inconfundible.

"CAPOTE" PARA LOS PORTEÑOS, "GALLEGO" PARA LOS ROSARINOS.

En ese sudamericano también nació lo de "Capote", seudónimo popularizado en Buenos Aires, pero que no logró suplantar el de "Gallego", por el cual se le conoce en Rosario, y que es consecuencia del origen hispano de sus padres. Tanto que en el barrio Tablada Vicente es el "gallego" y su hermano Francisco, el que jugó en San Lorenzo, el "galleguito". Pero eso sí: reconocemos los rosarinos que "Capote" es una palabra que lo dice todo en relación con el ex jugador de Independiente. El del "bautismo" fue Antonio Sastre y su origen exacto el siguiente:

—"En las prácticas del combinado argentino Sastre jugaba de half derecho y yo de insider. Gambeteábamos hasta cansarnos; subiendo y bajando la pelota nos olvidábamos de todos los demás. Después, en el partido contra los peruanos, faltando 20 minutos me hicieron entrar en lugar de Varallo y fue entonces cuando "Cuila" me gritó; "¡Pibe!... Ahora hacemos capote"...

Imagen Vicente de la Mata con su hijo Vicentito.
Vicente de la Mata con su hijo Vicentito.
 

Otros, en cambio, dicen que el nombre viene de aquel gol que le hizo a River en 1939, un gol memorable que ha quedado grabado en el recuerdo de De la Mata hasta en los mínimos detalles.

—"Fue un 12 de octubre. Se aprovechó el feriado para cumplir una fecha entre semana. El campeonato no estaba definido y teníamos que ganarle a River para afirmarnos en la tabla. La jugada de ese gol la inició Bello que me tiró la pelota con la mano. Al primero que eludí fue a Moreno, después a Minella y en seguida me encontré otra vez con Moreno, que se había replegado. Lo volví a pasar haciendo lo mismo con Wergifker y Santamaría, y cuando me salió al encuentro Cuello abrí la pelota a un costado, lo esquivé y tuve que esforzarme para alcanzarla justo sobre la línea de toque, Le paré y vi que entraban pidiéndola Erico y Reuben, Lo más seguro era pasársela a cualquiera de los dos, pero Sirne, que salió del arco, comprendió la intención y se adelantó para interceptarla. Entonces fue cuando decidí patear, el petiso Sirne no pudo retroceder y la pelota le pasó por atrás y fue a pegar en el poste opuesto para entrar luego despacito en el arco..."

—"Un gol de clase estupenda"... — le digo.

—"Más que nada de suerte —me responde, — porque tiro cien veces en igual forma y no lo hago en una ni por casualidad"...

Entonces pienso: el gol de suerte, está bien, pero la jugada previa fue de las que no se empardan,

Digamos de paso que otras jugadas de "Capote" siempre se recuerdan en Rosario. Y que sus amigos y admiradores las sacan a relucir cada vez que se forma una peña futbolística. Y hay que agregar que el "Gallego" tuvo tantos admiradores en su ciudad natal como ningún otro jugador rosarino incorporado a clubs porteños. Con decir que hasta los hubo que por él se hicieron hinchas de Independiente. Eso sí: ellos iban a ver jugar a de la Mata y no al conjunto de Avellaneda.

 

Imagen El Gráfico y la descripción del gol: “Desde el centro del field, con la clase de los grandes rosarinos, zigzagueando como lo hacía Jorge Brown, dejando atrás a Wergifker, a Minella, a Vasini, a Santamaría, a Cuello, el delantero rojo llegó hasta un costado del arco. ¡Y desde allí, en un ángulo imposible, obstruida la visual por Sirne, que cubría la valla, hizo el gol! Más que gol fue milagro”.
El Gráfico y la descripción del gol: “Desde el centro del field, con la clase de los grandes rosarinos, zigzagueando como lo hacía Jorge Brown, dejando atrás a Wergifker, a Minella, a Vasini, a Santamaría, a Cuello, el delantero rojo llegó hasta un costado del arco. ¡Y desde allí, en un ángulo imposible, obstruida la visual por Sirne, que cubría la valla, hizo el gol! Más que gol fue milagro”.
 

 

De esos partidos entre Independiente y Newell's vino la rivalidad con Angel Perucca. Rivalidad de cancha únicamente y que dio margen a este diálogo entre los dos jugadores que ahora actuarán juntos en Colombia:

—" ¡Pero Angel, vos te pasás! ... ¡Alguna vez me vas a dejar una pierna colgando!"

—"Perdoname, "Gallego"... Tenés razón, pero vos sabes que yo te paro a vos y lo paro a todo Independiente"...

No obstante, en una repisa de su comedor tenía una foto, tomada en Chile durante un sudamericano, en la que están él y Perucca. Los amigos, cuando la veían, le decían indignados:

—"Todavía lo tenés a "ese"... Tirala"...

Ha sido satisfactorio comprobar que de la Mata no llegó a eso.

 

Por Juan Pascual. (1950)