Las Entrevistas de El Gráfico

1977. Detrás de la marca vive este hombre

Rubén Galván recibe a El Gráfico a los 25 años. Nacido en Comandante Fontana, Formosa. A los 14 se vino a la Capital. A los 19 debutó en primera. La familia, su vida, su intimidad, sus sueños.

Por Redacción EG ·

01 de abril de 2019

"A los cerros tucumanos, me llevaron los caminos y me trajeron de vuelta, sentires que nunca se harán olvido..."

Ni el vidrio del amplio ventanal contenía la voz. El rasguido melancólico de la guitarra hacía mirar hacia adentro de la casa a los vecinos indiscretos que caminaban por la vereda. Nicolás Roberto andaba con sus tres añitos a cuesta jugando a ser hombre: "Yo quero cantal; papito". Su madre le ponía el toque de ternura a la escena. Colgado a su encordado y galopando en la letra de una zamba, papá Rubén, recorría otras huellas. Lejos de ese mundo de goles y gambetas, marca y sacrificio, donde ya lo conocemos tanto.

—¿Sabés? La guitarra es mi mejor amiga. Mi remedio. La que me saca las mufas y las tristezas. Con ella en las manos hallo paz. Me encuentro conmigo. No me voy a olvidar nunca de lo mucho que me ayudó el año pasado. Fue después del partido contra Ferro, cuando me fracturé. No podía creer que estaba lesionado, que me perdía la gira con la selección a Rusia, a Hungría, a casi toda Europa. Me dolía más el alma que la pierna. Tenía odio contra todo. Dejar al "Flaco" y a los muchachos en la parada. Me quería morir. Cuando me trajeron a mi casa, agarré la guitarra y canté hasta la madrugada. Santo remedio. Se me pasó hasta el dolor. Después cantando festejé también las victorias en Kiev y en Hungría. No podía ser de otra manera. Entre yeso, zambas, chamamés y boleros pasé siempre los malos y los buenos momentos. Es un sedante, te juro.

 

Imagen La guitarra, mi amiga. Mi hijo mayor.
La guitarra, mi amiga. Mi hijo mayor.
 

Y la guitarra va quedando olvidada en el cálido dormitorio de esa sobria casa, allá en Avellaneda ("Yo no vivo acá, ésta se la regalé a mis viejos. Es lo menos que podía hacer por ellos, ¿no creés?") Y ahora es sólo su voz, sin canto ya, la que comienza a desgranar la historia. Mientras la familia se va acercando a la extensa mesa.

—¿Ves ése? Es mi hermano Alejandro. Es mayor que yo dos años. Tiene 27 y fue el culpable de que yo ande por Buenos Aires. Es un crack y ahora para sacarse el vicio se entrena con nosotros. Él se vino solo. Jugó en El Porvenir, después se conectó con la gente de Independiente y me convenció para que viajara. Llegué en el 68' como muchos chicos del interior: una valija y unas pocas ropas. Eso sí, lleno de sueños. Vivía del viático que me daba Independiente y de algún que otro pesito que me giraban los viejos. Pero me sentía mal, muy mal. La soledad no me la quitaba ni la guitarra. Por esos muchas veces me fugué a Formosa. Recuerdo un día que me levanté llorando. Mi hermano me dijo que me esperaba a almorzar. Le contesté que ya iba. Cuando salió para el restaurante, metí dos camisas en un bolso y comencé a caminar. Encontré un amigo por el camino y le pedí prestados 700 pesos. Compré un pasaje a Formosa. No iba a volver más. Pero llegó un telegrama de Independiente, mis padres me prometieron viajar pronto y regresé... Por eso cada vez que salgo a la cancha y pienso en mi vida pasada no puedo negar que tuve suerte, que con el fútbol me saqué la lotería. ¿Y qué lotería! Cuatro Copas de América, una Intercontinental, tres Interamericanas, campeón con los rojos y ahora se me viene el Mundial... ¿Fue la lotería o no?

 

Imagen La familia unida. Rubén nunca olvidó sus orígenes.
La familia unida. Rubén nunca olvidó sus orígenes.
 

 

Independiente y la Selección

 

Imagen Una gloria de Independiente, donde ganó once títulos.
Una gloria de Independiente, donde ganó once títulos.
 

De los cuadros de EL GRAFICO que adornan las paredes se va cayendo la historia. Aquel Independiente copero, la Selección "Fantasma" de Bolivia. El paso previo al Mundial de Alemania. Este Independiente de hoy. Menos ilustre pero continuador de aquella tradición de amistad y asados...

—Es algo que se hereda. Yo lo aprendí de los mayores y ahora se lo inculco a los pibes. Por eso lo de la "familia roja" no es grupo. Estoy seguro que ayer, hoy o mañana Independiente será siempre el mismo, que costará mucho arrancarle el hábito de la convivencia del plantel. Es que el Independiente de las Copas fue brillante precisamente por eso. Por los grandes momentos que pasábamos juntos, tan lindos que no nos queríamos separar nunca. Siempre con nuestras familias en la casa de uno u otro jugador. Jamás separados. Si hasta en las concentraciones después de los partidos preferíamos meternos en la habitación de Pancho y guitarreada hasta la madrugada en lugar de salir a caminar. Aquello fue como si mutuamente nos enseñáramos a vivir. Nunca un problema. Jamás. Recuerdo permanentemente cuando viajamos a Italia para enfrentar al Juventus. Nadie nos fue a despedir. No creían en nosotros. Pero allá en el Estadio Olímpico de Roma, antes de salir al campo, nos juramos ser campeones y regresar con la Copa. Y ganamos. Cumplimos. A la fuerza les habíamos obligado a todos a creer en nosotros. Igual que aquel día frente a Cruzeiro que salimos perdiendo tres a cero, porque teníamos que ganar por tres goles de diferencia... Y también ganamos... ¿Sabés cuál era el mayor secreto? Que nos hablábamos dentro del campo. Que nos protegíamos. Que siempre había uno a nuestras espaldas y que nadie, nadie, bajaba los brazos. Ese era el secreto. Ese y las ganas de vencer siempre...

—¿Y este Independiente?  —Va por igual camino que aquél. Claro que ahora tenemos jugadores con menos experiencia, pero si este proceso continúa podemos ser rivales para pelear la punta. Yo respeto mucho a River y Boca, pero después nosotros. Si antes teniendo menos habilidad ganábamos, ahora apenas nos conozcamos un poco más tenemos que golear. Somos uno de los pocos equipos que juegan con cinco delanteros, porque no me van a decir que Larrosa y Bochini son volantes... No, ellos juegan de la mitad para arriba. A este Independiente le falta lo mismo que a la Selección...

Imagen "Desde niño soñé con lucir esta camiseta sobre mi cuerpo. Es la satisfacción más grande que puede tener un futbolista. Ahora sólo espero que el 25 de junio del año que viene Menotti me diga: Rubén, entra usted en la final del Mundial".
"Desde niño soñé con lucir esta camiseta sobre mi cuerpo. Es la satisfacción más grande que puede tener un futbolista. Ahora sólo espero que el 25 de junio del año que viene Menotti me diga: Rubén, entra usted en la final del Mundial".

—¿Qué le falta a la Selección? —Mantener la dinámica durante los 90 minutos o en una serie continuada de partidos. Lograr el equilibrio. Hoy, por ejemplo, podemos hacer el partido más brillante de nuestra vida y a los Cuatro días el más horrible. Esa es la razón, la falta de equilibrio, la falta de experiencia. La falta de partidos. Pero es todo por nuestro fútbol o por la manera que se trabajaba antes de Menotti. Yo tengo 25 años. Debuté en la Selección a los 19. ¿Sabés cuántos partidos internacionales tengo? SEIS. Sólo seis. Eso es demostrativo. Un jugador europeo que haya debutado a mi edad, a esta altura anda por los 50 internacionales sobre sus espaldas. Nos falta competir. Jugar seguido. Menotti ahora presentó un plan para que no perdamos el ritmo después de la serie internacional, pueda ser que lo aprueben ya. No debemos parar por ningún motivo. Creo que la Selección después de Francia comenzó a estabilizarse fisica, técnica y síquicamente. Pero muy pronto se nos terminaron los rivales. Debemos comenzar a jugar mañana mismo si fuera posible. Es la única forma de que lleguemos a campeones. Sí, que nadie se extrañe, a pesar de todas las contras, esta Selección está para llegar a la final. Claro, si las cosas continúan con la seriedad que Menotti ha impuesto. Antes de la serie decían que los europeos tenían la velocidad de un avión y la fuerza de un tractor... Que nos pisaban. Quedó visto que no es así, que apenas les tomemos la mano no nos ganan... Pero para eso, te repito, hay que jugar...

 

Un sueño, de Campeón

Nicolás Roberto con sus manitos le vuelve a arrancar acordes a la guitarra y obliga a papá Rubén a internarse nuevamente por otros caminos. Y antes de que su voz se haga canto agrega...

—Desde que era chico y jugaba con los del otro lado de la vía, porque a mi pueblo lo corta el ferrocarril, soñaba con integrar la selección de mi patria. Ahora que estoy en ella, lo único que le pido al fútbol es que me dé el título del Mundo. Si ese día me toca entrar dejo el alma en la cancha. Gritando, marcando, corriendo. Un día del 71' —no lo voy a olvidar nunca— me desperté en un hotel gritando. Me paré en la cama y pensé: soñaba que jugaba en la primera de Independiente. Después sentí un dolor en una pierna. No había soñado, esa tarde había debutado frente a River. El dolor me lo decía. Estaba repitiendo el partido en mis sueños. Ahora quiero, un día de junio del 78; despertarme de la misma manera, pero soñando que soy campeón del mundo...

"Mirando correr el río, le dije casi en silencio vas a tener que andar mucho para ganarle a mis sueños..."

 

ENRIQUE ROMERO (1977)

Fotos: CARLOS FLORES Y VOGLIANO