Las Entrevistas de El Gráfico

Alberto Lecchi, celeste esperanza

Director de cine y guionista, transita sus últimos meses como presidente de Temperley. La receta para sanear un club que había tocado fondo. El rol de los dirigentes. El compromiso social del plantel. El caso Alexis Zárate. El enfrentamiento con los barras. Y el día que Guardiola lo visitó en su casa.

Por Redacción EG ·

14 de diciembre de 2017
Imagen El presidente en lo alto del estadio, donde se construyen los nuevos palcos vip.
El presidente en lo alto del estadio, donde se construyen los nuevos palcos vip.
“Dirigir un club de fútbol y dirigir cine son cosas muy similares. Entre otras cosas, por el desgaste que generan”, le dice a El Gráfico el presidente de Temperley y reconocido cineasta Alberto Lecchi. Asumió el año pasado en lugar del renunciante Hernán Lewin. El presupuesto destinado al fútbol es, cuenta Lecchi, uno de los más bajos de Primera. Temperley figura entre los pocos que están al día económicamente y cumple la función social que corresponde a los clubes pero que otros desestiman. Ofrece veintidós actividades deportivas, levantó una quiebra, pasó de 2500 socios a 12.000, está a punto de adquirir un terreno para que entrene el plantel de Primera y el año que viene inaugurará un jardín de infantes. Entre los futbolistas hay, además, un compromiso con la realidad argentina que no es común: el plantel fue uno de los pocos que salió a la cancha con una bandera por el caso Santiago Maldonado. Con un balance positivo, Lecchi le dirá adiós a esta función a fin de año.

-Usted es un dirigente que sale de lo común. Es de los pocos que se ha manifestado, por ejemplo, al marchar por Santiago Maldonado.
-Tiene que haber un compromiso con la vida. Represento a una comisión en la que hay gente que piensa de diferente manera. De todos modos, no planteé el tema como una discusión política a favor o en contra del Gobierno, sino como una apuesta a la vida para que no haya más desaparecidos. Tenemos un plantel con personas que estuvieron de acuerdo con apoyar este reclamo. Ante cualquier desaparición, saldría a comprometerme para que haya justicia por alguien que sufra algo similar.

-El plantel tampoco dudó en salir con una bandera a reclamar desde la cancha por Maldonado.
-Me siento orgulloso del plantel que tenemos. Jugadores muy unidos. Hay muchachos que tienen un programa de radio con los que intercambio libros y charlas (Ignacio Bogino y Leonardo Di Lorenzo conducen Final de juego, los martes de 20 a 22 por FM Urbe 97.3, de Lomas de Zamora; antes también estaban sus colegas Gastón Bojanich y Leo De Bortoli). Y otros no tienen programa de radio, pero están comprometidos. No fue problemático tomar la decisión de salir con la bandera. Fue una decisión unánime, y rapidísima.

-¿Fue difícil tocar el tema en el ambiente del fútbol?
-Hay de todo en el fútbol: en el deporte pasa lo mismo que en la sociedad, como en el cine, donde hay directores que se comprometen y otros que no. Hay un director que ganó el Oscar y podría llamar a conferencia de prensa para decir cosas en favor de la industria y nunca lo hizo. Es lo que pasa en todo el país. ¿Cuántos se comprometen con causas sociales? Si hubiese más gente comprometida habría cosas que no sucederían.

-Encima les tocó lidiar con la causa de Alexis Zárate (condenado a seis años de prisión por abuso sexual).
-Por primera vez en mi vida tuve presión: me subió la presión arterial. Fue un momento muy delicado. Si soy facilista, diría que lo mejor es que todo se resuelva y se vaya a la cárcel y listo, no hay más que hablar. Pero hay una sentencia que puede ser revocada. Alexis como profesional y compañero es excelente. Y gran jugador: era titular. No quería que el club lo juzgara, porque ya era juzgado por la Justicia, de la que soy respetuoso. Es un tema sensible, delicado. Un caso que me puso muy mal. Si dentro de seis meses o un año, la Justicia dice que es inocente, el club podría haberlo juzgado equivocadamente. Pero si la Justicia ratifica la condena, habrá que ser respetuoso de eso. Es una situación compleja. Haberlo separado del plantel era lo mejor que podíamos hacer. Preservar al club e incluso a él.

-En este momento no entrena con el equipo.
-No. Está de licencia, en principio hasta diciembre. Sigue en libertad.

 

CLUB DEVASTADO

-¿Con qué Temperley se encontraron cuando asumió la comisión liderada por Hernán Lewin?
-Temperley estaba tocando fondo. Eso genera mucha unión, más allá de que haya gente que sepa cuestionar. Lewin tenía un concepto muy de empresario, cosa que yo no tengo. Y empezamos a dividir los roles. El club comenzó a crecer. Mucho trabajo, buena gestión, mucha austeridad. No se podía gastar más de lo que entraba y es el día de hoy que seguimos así. Fuimos previsores, además. También tuvimos suerte. Cuando asumimos no pensábamos ascender. Al llegar casi no había divisiones inferiores. En el club había ratas del tamaño de los gatos. Hoy tenemos 22 actividades, tres con gente en espera. Inauguraremos un jardín de infantes, hicimos una oferta por un predio en Guernica para que vaya el fútbol. La idea es que quede hockey en el club, que es una de las actividades que más creció. El ascenso nos facilitó recaudar más de lo que esperábamos; entonces, pudimos llegar al superávit. Pero no es fácil, porque si la pelotita no entra…

-¿Mantenerse en Primera es fundamental?
-Bajar al Nacional B hoy implica una diferencia económica abismal, que nos hubiese imposibilitado hacer obras. Tenemos que ser consecuentes y conscientes de lo que uno puede tener. El fútbol es particular: vos le decís a la comisión que no hay plata y te pueden decir, por ejemplo, que viene Riquelme por 200.000 pesos al mes, que es muy poco. Pero si te va mal, en un año se perdieron dos millones de pesos. Esa pérdida se agranda y sonaste. Es un orgullo tener el club al día, no haber dado jamás un cheque sin fondos, que se sigan haciendo obras todo el tiempo. Ahora estamos haciendo un vip arriba de las cabinas de transmisión, cerrando un palco para visitantes y vestuarios nuevos. Para el próximo ciclo lectivo abriremos el jardín de infantes, con la idea de, en un futuro, tener una escuela.

-¿Su alejamiento en diciembre es irrevocable?
-Sí, pero seguirá la misma comisión. No puedo seguir. Mi pareja me reclama que se enamoró de un director de cine y no de un presidente de club. Que si perdiera el mismo tiempo del club en hacer guiones, debería tener hechos al menos cinco; y tiene razón. Lo de Zárate me afectó muchísimo. Me comí el problema de Lewin con la barra, un paro de jugadores, que son trabajadores y tienen derecho a cobrar (había una importante deuda económica por parte de la AFA). Lleva mucho tiempo estar al frente de un club. Se entra en nerviosismo. El presidente de otra institución me contó que todas las mañanas se levanta y ve con el contador qué cheques rechazan. Yo no podría dormir en ese caso. Hay cosas simples que afectan mucho. No tengo redes sociales, pero tengo dos hijos que me cuentan. Y cuando te enterás de algunas cosas que se dicen, duele. Por ejemplo, el jardín de infantes se hizo sin que el club ponga un peso. Los socios donaron como 54.000 dólares. La Municipalidad (Lomas de Zamora), 700.000 pesos. La rifa de un auto dio 250.000 pesos. Fuimos al corralón y arreglamos canje por una publicidad. Así hicimos un jardín de infantes que es del club, en el que los socios tendrán un descuento muy grande. Pero a veces te sale un tipo diciendo “trae un 9 en vez de hacer un jardín”. O dicen “están robando”. Como presidente de un club, perdés tiempo en la cabeza y no ganás plata.

-Se va más que conforme, ¿no?
-Claro. Sólo me voy por desgaste. Pero si la comisión que queda sigue haciendo las cosas como hasta ahora, todo va a estar bien. Hace un año que asumí y entonces era un desafío. Si me iba con Hernán, lo hacía con el club en Primera y saneado. O sea, era comodísimo. Pero quise asumir el riesgo. Hoy el club está con más dinero que hace un año, hay proyectos y sigue en Primera. Si no estuviésemos en Primera, diría lo mismo. Por más que Temperley descienda, ascenderá rápidamente porque está muy fuerte. Lo importante es tener un club sólido.

-¿Son una isla?
-Hay muchos clubes que están bien. Lo que pasa es que hay como una concepción de que todos los dirigentes de clubes de fútbol son chorros. Y no es así. El presidente de Argentinos Juniors (Cristian Malaspina) ¿pensás que es chorro? ¡Si no tiene nada! ¿Qué va a robar? Es un tipo que ama al club y que asumió a pesar de las deudas. Sarmiento y Atlético Rafaela también están al día. Hay corrupción y es difícil cambiar eso. Pero quienes asumen deben darse cuenta de que hay que cambiar esa concepción de que somos todos chorros.

-Hay que ser frío para equilibrar pasión con economía.
-No hay ningún lugar del club que no se haya hecho a nuevo o que no esté refaccionado. Cuesta gestionar un club. Uno sabe que si el fútbol va bien, todo se hace más fácil. Si descendíamos, para mí no era una catástrofe. Tengo en claro que Temperley en el fútbol argentino no está entre los 22 de Primera. Pero lo disfruto. La cuota social debe ser de las más bajas: 250 pesos. No la aumentamos porque sabemos cómo está el país económicamente.

-¿Qué presupuesto destinan al fútbol?
-Cuatro millones de pesos mensuales. Es el más bajo de Primera. Incluye técnicos, kinesiólogo, viajes, hoteles, inferiores. Tenemos la concentración en el club, por suerte.

-¿Cuesta convencer a los jugadores para que se queden?
-Mucho. Con Mauro Guevgeozián, que se fue a Newell’s, no pudimos. Era importante en el plantel. Le quisimos dar lo mismo que le daba Newell’s. Pero por más que cobren al día, saben que pelean el descenso. Los entiendo. La presión del descenso es tan grande que los jugadores no quieren pasarla. Si este año no descendemos, que espero que no, Temperley quedará muy bien en el promedio, por lo que algunos jugadores van a estar más relajados.

-¿Cuánto y cómo pesan las diferencias con los presupuestos de los clubes grandes?
-Un ejemplo: en la primera fecha, contra River, debutaron Matías Nani y Williams Riveros, que venía de Flandria y le tocaba marcar al jugador (Lucas Alario) que en ese momento se vendía en 24 millones de dólares. ¿Entendés? Entonces, lo nuestro más que filosofía es una cuestión de lógica. En cine pasa lo mismo: cuatro empresas que son las grandes dominan todo y los chicos que saldrán de la escuela de cine no podrán producir, excepto la hija de Macri (Agustina, directora), que hará su película. Acá es lo mismo: tres o cuatro equipos con plata y el resto peleándonos para no descender.

-¿Cómo fue lidiar con barrabravas?
-Cuando asumimos, nos juntamos y les dijimos “chicos, no sabemos cómo era antes, pero este es un club de familia y queremos sacarlo adelante. Si quieren eso, se arreglan por su lado”. Y así fue. Hasta que un día sale de la cárcel un muchacho hincha de Boca, al que le decían El Payaso (Víctor Rodríguez, tiroteó la sede del club y se disparó con policías; hoy está detenido), y dice que es el jefe de la barra. Se hace el dueño y pide hablar con nosotros. No lo atendemos. Contra Independiente se suben tres o cuatro al alambrado y paran el partido diciendo que si no los atendemos, no se juega. Los atendimos. Pidieron cosas increíbles: dinero, porcentajes de los jugadores de divisiones inferiores, ropas, entradas. ¡Increíbles! Por supuesto que Hernán y todos los demás dijimos que no. Hernán estaba en un momento muy particular en lo personal, por lo que decidió dar un paso al costado. Lo íbamos a dar todos, pero era dejar al club acéfalo totalmente. Tuvimos un gran apoyo del intendente Martín Insaurralde y de Juan María Viñales, que nos pidieron que siguiéramos. Además, la policía actuó. Este muchacho está preso de nuevo, todo volvió a la calma y el club volvió a ser el que era.

Imagen Se hizo de Temperley por su abuelo, Gregorio Muñoz, arquero del celeste en los años del amateurismo.
Se hizo de Temperley por su abuelo, Gregorio Muñoz, arquero del celeste en los años del amateurismo.
FUTBOL Y CINE

-¿En qué se parecen el cine y el fútbol?
-El cine es desgastante porque estás dos años con un proyecto y estrenás el jueves a la 13 y a las 13.15 ya sabés si es un éxito, un fracaso o un empate. Y si es un fracaso, al jueves siguiente no estás en cartel. En fútbol pasa lo mismo: hacés todo bien, pero te vas al descenso y listo. Son dos actividades muy pasionales. Soy un afortunado en seguir laburando. Soy uno de los pocos de mi generación con continuidad. Este 2 de noviembre estreno una película (Te esperaré, con Darío Grandinetti, Blanca Jara, Inés Estévez, Juan Echanove, Luisina Quarleri y Juan Grandinetti). Es posible que empiece también una serie de televisión. Y con el club, habernos mantenido en la A me da mucho orgullo. En lo personal, tengo dos hijos fanas de Temperley y juntarme con ellos cada día de partido es un placer. Con ellos viví una de las más grandes emociones al abrazarnos, llorando, el día que ascendimos.

-No había, para sus hijos, otra chance que ser de Temperley.
-No fue fácil, porque nacieron en Núñez y se hicieron de Temperley rodeados de hinchas de River, Defensores de Belgrano y Platense. Vivíamos cerca de Platense. Soportaron eso. Se llaman Agustín y Alejo; por Alejo Escos, un gran jugador que tuvimos.

-Es de los que creen que el fútbol une.
-Totalmente. Los hijos empiezan a crecer y se van. Entonces, sé que hay una vez por semana que estaré con ellos, y solos: sin parejas, sin mujeres. Comemos antes o después de cada partido. Es un momento glorioso. También lo hacemos con las familias, porque soy familiero. Pero acá pasa todas las semanas. Es una cosa que se acabará en diciembre, pero que en estos años fue genial.

-¿Cuál recuerda como la mejor vivencia como padre en una cancha?
-La del día que ascendimos por penales al Nacional B (2014). Fue muy emotivo. Faltaban tres minutos, creo. Recuerdo una secuencia: la policía empieza a sacar a los directivos de Platense y abajo de donde me siento, que es mi platea de toda la vida, dos hinchas se suben como para entrar a la cancha. Mariano Campodónico, hincha de Temperley, los baja. Y desde ese lugar saca y un chico de inferiores hace un gol (Ariel Rojas), sobre la hora. Estaba con mis amigos. Mis hijos andaban en otro lado. Uno de ellos en el espacio que hay entre la platea y el pasillo, fuera de la cancha, para no ver los penales. El otro se queda debajo de la entrada, entre la platea, como mirando, pero también desde afuera. Vienen los penales y ascendemos. Mis hijos lloran. Agustín me cuenta que debajo de la platea había por lo menos 50 tipos arrodillados, sin mirar la definición por penales. Una imagen increíble. ¡50 tipos que no ven los penales, arrodillados! Eso ni en una peli lo ves. Ese abrazo con ellos no lo olvido más.

-¿Qué rol juega Temperley en sus películas?
-No sé si en todas, pero en casi todas pongo algo del club. En Te esperaré, la que se estrena este mes, el personaje de Juan Gradinetti, el hijo de Darío, vive solo, es soltero y en su departamento tiene camisetas de Temperley. Eso era innegociable. Es gracioso: cuando Temperley gana un partido más o menos importante, el primero en mandarme un WhatsApp es Viggo Mortensen. Hay muchos actores que se divierten con Temperley. Siempre les digo que Temperley es droga: lo ves una vez y ya no podés dejar de verlo. Además, llevé a muchos actores a la cancha, como Gastón Pauls, el Puma Goity... Una vez me hicieron una nota para el diario Marca, de España. ¡Temperley en Marca! Cosa rara...

-¿Por qué es de Temperley?
-Porque mi abuelo, Gregorio Muñoz, fue arquero de Temperley en los años 30 (N. de la R.: ya jugaba en 1925). Cuando se hace profesional y lo quieren vender a Racing, se enoja, deja el fútbol y no va más a la cancha. Pero mi abuela Desideria me lleva igual, porque ella seguía yendo. Recuerdo unos bancos al lado de la platea, a los que ella iba siempre con otra viejita. Después empecé a ir de visitante con mi papá, que era de River. O sea, de local con mi abuela y de visitante con mi papá. De más grande, un compañero del secundario y su papá, que eran de Temperley, me empezaron a llevar cuando éramos visitantes.

-¿Cuál es el peor recuerdo relacionado con Temperley y cuál el mejor?
-El peor momento puede haber sido el de Alexis Zárate. Sufrí mucho. Y el mejor cuando a mis 16 años lo vi campeón por primera vez, en Junín. Volvimos a la cancha como a la una de la mañana para festejar. Al entrar, sentada en el banco, estaba mi abuela, Desideria. ¡Era la una de la mañana y ella estaba ahí!

-¿Es cierto que tomó mate con Pep Guardiola en su casa?
-Soy amigo del director español David Trueba, quien, a su vez, es muy amigo de Guardiola. Trueba vino a comer a casa una noche y hablamos de muchas cosas, entre otras que estaba de visita en el país acompañando a un amigo, pero no me contó mucho más. El tema es que se olvidó el celular y al otro día a la mañana vino a buscarlo con este amigo, que era Guardiola, a quien yo conocía de nombre, como jugador del fútbol español y no mucho más. No tomamos mate; tomamos una cerveza. El encuentro duró una hora, en la que me contaron que el viaje a Argentina era porque él iba a ser director técnico y quería entrevistarse con Menotti, Bilardo y Griguol. Al otro día se iban a Rosario para ver a Bielsa, y me invitaron. No fui. Pero queda la anécdota, graciosa si se quiere, de que estuvo en mi casa tomando cerveza nada menos que Guardiola, quien poco tiempo después sería el técnico más reconocido del mundo. Pero él ni se debe acordar…

Perfil
Nacido en Lomas de Zamora en 1954, Alberto Lecchi es un reconocido director y guionista. En cine, algunos de los films en los que intervino son Perdido por perdido, Operación Fangio, Apariencias, Déjala correr, Nueces para el amor  y Territorio comanche. Este mes se estrena Te esperaré.
En televisión, dirigió Epitafios I y II, Mujeres asesinas, Variaciones, Maltratadas y En terapia, entre otros.
Es el presidente de Temperley desde noviembre de 2016, tras la renuncia del titular, Hernán Lewin.

Por Alejendro Duchini / Fotos: Photogamma

Nota publicada en la edición de Noviembre de 2017 de El Gráfico