Las Entrevistas de El Gráfico

Guillermo Coria, en primera persona

A los 28 años, el Mago hace un repaso de su carrera y dice que no tiene cuentas pendientes. Sus primeros pasos en el tenis, el origen de su apodo, su regreso y su relación con Davín y Gaudio.

Por Redacción EG ·

10 de agosto de 2010
Imagen DISTENDIDO Y FELIZ, el Mago trabaja duro en sus nuevos proyectos y también colabora con la Asociación de Tenis.
DISTENDIDO Y FELIZ, el Mago trabaja duro en sus nuevos proyectos y también colabora con la Asociación de Tenis.
Nota publicada en la edición julio 2010 de la revista El Gráfico

VENI, VENI, JUGA CONMIGO. Apenas empecé a caminar jugaba al tenis y al fútbol. Mi viejo, Oscar, era profesor de tenis en el club Centenario de Venado Tuerto, un lugar gigante para correr con el cochecito por todas partes dentro de un parque muy, pero muy grande. Vivíamos prácticamente allí y cuando terminábamos de comer, con mi mamá, Graciela, y mi hermano Román, dos años menor que yo, íbamos a ver a papá. Así, con las enseñanzas de él empecé a pegarle a la pelotita contra el frontón. Contra esa pared aprendí cómo se debía manejar la raqueta para que la pelota se despidiera con potencia y dirección. Iba creciendo y cada vez me gustaba más el tenis, pero igual no perdía mi interés por el fútbol, que es un deporte que me apasiona de verdad. Por eso, me anoté en el equipo que participaba en la Liga de Venado Tuerto. De aquellos chicos futbolistas sigo siendo amigo de varios y además, cuatro de ellos todavía juegan conmigo, porque ahora que tengo más tiempo me encanta hacerlo. ¿Mi puesto? delantero, pero me gusta más dar pases y tratar bien la pelota que hacer goles, aunque la primera vez que salí en la tapa de un diario fue en Venado y por ser goleador. La comparación con Boselli que me hacés es muy exagerada pero me cae bien y, salvando las grandes distancias, ese es el tipo de delantero que me gusta: sabe con la pelota, puede hacer un gran pase y también pegarle bien a la pelota.

SIEMPRE HAY QUE ELEGIR. Cuando tenía 13 años salimos campeones de fútbol y fue lo último que jugué. Recibí un par de golpes que me perjudicaban para mi carrera en el tenis ya que era el momento del despegue. Tenía que elegir y lo hice, ahí empecé a darme cuenta de que siempre en la vida hay que optar por una cosa o por otra. Además, al ser el tenis un deporte individual dependía todo de mí. También influyó que me crié en el club con una raqueta en la mano. Conservo una de los primeros tiempos, una Prince junior; si hasta las tortas de cumpleaños tenían forma de raqueta. A los 4 años jugué mi primer Provincial en Rosario. Cuenta mi viejo que yo preguntaba cómo había salido en cada uno de los partidos, yo en realidad no me acordaba y era lógico, pero ya estaba la ansiedad de ganar. Tengo lindas fotos de muy chiquito, cuando empezaba a dar los primeros pasos y ya tengo agarrada una raqueta. El primer torneo Nacional lo disputé a los 7 años en Chascomús y de eso sí tengo recuerdos muy gratos.

SER RESPONSABLE Y RESPETAR. Los sponsors no te prohiben hacer deportes de alto riesgo en paralelo con el tenis, pero eso tiene que ser una cuestión de respeto de cada uno. Por eso seguí con la raqueta y dejé de lado los botines. Porque cualquier lesión, en un deporte colectivo y riesgoso como el fútbol, no solo te puede perjudicar a vos sino que le causa un perjuicio a quien te patrocina por una actividad determinada, que nada tiene que ver con la otra.

Imagen EL ORGULLO de construir para el futuro. Coria en su magnífico complejo rosarino.
EL ORGULLO de construir para el futuro. Coria en su magnífico complejo rosarino.
MAGO SE NACE Y SE HACE. El apodo de Mago me lo puso un periodista de La Nación, que ahora trabaja en Petrobras, Alfredo Bernardi. Estábamos en Roland Garros con David Nalbandian, en un momento muy bueno de los dos en juveniles. Yo tenía 17 años, y creo que el sobrenombre surgió por el hecho de tirar drops y hacer algo diferente. Nunca se lo pregunté, pero creo que fue por eso. El drop es un golpe que sale, no se aprende. En general, uno lo tira para desorientar al adversario que ante ese tipo de devolución no tiene tiempo, salvo los fenómenos, de recomponerse para devolver la pelota. La magia se lleva adentro y en realidad uno disfruta cuando ese tipo de variantes tiene éxito. Al mismo tiempo, uno sabe que del otro lado también puede esperar algo igual, pero son las reglas del juego. De aquella gira, además del pseudónimo, me acuerdo lo bien que nos fue con David, llegamos a semifinales en Wimbledon, fuimos campeones en el dobles. Cuando jugamos la final que tuve la suerte de ganar, los dos entramos juntos en calor, dormíamos en la misma pieza. Crecimos juntos y llegamos los dos bien arriba. Por suerte, él todavía tiene chances de pelear entre los grandes.

HAY QUE SER AGRADECIDO. En aquel tiempo de crecimiento, la Asociación nos ayudó mucho, nos bancaban viajes y estadía. Está bien que con los resultados favorables todo se hacía más fácil, pero lo cierto es que el primer respaldo vino por parte de ellos, aunque no sabían cómo nos podía ir. Por eso, cuando me pidieron que fuera capitán del equipo que participaría de los Juegos Odesur, en Colombia, fue una alegría muy grande para mí y también acepté como retribución por lo que la Asociación de Tenis me había dado en su momento. Hay que ser agradecido, no olvidarse de los principios y además ser honesto.

GUARDA CON LAS REACCIONES. Cuando uno está arriba, a mí me pasó y por eso lo confieso, se lleva el mundo por delante, se es muy pendejo y por eso es bueno bajar a la realidad, poner los pies sobre la tierra, y sobre todo contar con buenos amigos como los que yo tenía en Venado Tuerto. Si uno se cree que todo es hoteles cinco estrellas y autos de lujo está listo, se escapa del mundo real. Es importante la educación y ser bien educado. A mí en muchos partidos se me salía la cadena (N de la R: Gaudio en Viña del Mar, 2001; Hewitt, Copa Davis 2005, por ejemplo) y cuando llegaba al hotel ya reconocía que me había comportado mal y lo bueno es que quienes estaban conmigo me hacían notar los errores y las fallas de conducta, poniendo el acento con palabras como “Che, fijate en esto y en aquello, te equivocaste feo”.

EQUIVOCARSE ES HUMANO. Reconozco que por ahí no tuve suerte en elegir a ciertos entrenadores. Mi papá, como dije, me formó desde pibe y de hecho queda al margen. También pongo en el podio de los buenos a Tito Vázquez, muy sabio, muy claro y contenedor. Tal vez a Monachesi no lo respeté como se merecía. El era el coach de Davin y yo quería que me diera más apoyo a mí. Tomando este ejemplo mío, yo les digo a los chicos que vienen a preguntarme o pedirme apoyo por mi experiencia, que le deben dar bolilla a los profesores que uno designa porque yo les puedo enseñar cosas, pero no puedo estar siempre en todos lados junto a ellos. Por eso ahora, en el centro de tenis que estoy formando, traté de seleccionar buenos profes como Matías Marín, que jugaba conmigo, y Jorge Trevisán, un tipo bárbaro que estuvo, además de orientarme a mí, con Luli Mancini, Nalbandian y Mercedes Paz; es muy respetado y conoce de otros deportes como rugby y hockey. Por eso me quiero armar bien, para no tener problemas en el futuro y no perjudicar a nadie y mucho menos a los chicos que buscan su mejor porvenir.

ENTRE EL REGRESO Y LOS PROYECTOS. Cuando dejé de jugar lo hice porque consideré que no tenía sentido seguir haciéndome daño. Cuando la cabeza trabaja demasiado se pierde concentración y eso es clave para que uno desvíe el foco en los partidos. Lo psicológico siempre juega un factor importante y también puede provocar, de hecho lo hace, muchas lesiones. Puede ser que vuelva a jugar porque creo que a los 28 años todavía se está a tiempo; pero eso sí, si llegó a los 30 sin volver a empuñar la raqueta, ahí se acabó el Coria jugador, porque a partir de esa edad el regreso es durísimo. Por ahora mi mente está ocupada en el Coria Tenis, mi gran proyecto, que ya es casi una realidad, en el barrio de Fisherton, en Rosario, mi ciudad adoptiva. Ahí tenemos un complejo que es un orgullo y para lo cual tuve el apoyo de mucha gente, también de la Asociación con el Bicho Romani a la cabeza, e incluso de mi familia; mi hermano Román, de 26 años, diseñador industrial, me dio una mano enorme con los diseños. Quiero que este lugar sea una verdadera escuela formativa, que los chicos, tanto varones como mujeres, puedan desarrollarse plenamente como deportistas y como personas. Y eso no es todo porque también estoy pensando en un gran complejo inmobiliario también en la zona y con Megatlón estamos viendo de armar otro lugar de entrenamiento fabuloso con tres piletas de natación y gimnasios ultramodernos. En fin, he vuelto a ser feliz, y aunque no descarto volver a jugar, ahora me siento pleno, miro el cielo y estoy recontento.

Imagen TIEMPOS de magia. Coria en acción, todo un top ten en 2004.
TIEMPOS de magia. Coria en acción, todo un top ten en 2004.
EL CLICK NECESARIO. Hay victorias que marcan un quiebre favorable en la carrera profesional y también hay actuaciones que aunque no terminen en triunfo, significan un click muy importante y necesario. El 6-0 y 6-0 a Youzhny en Sttutgart en 2004 y antes el 6-1 y 6-3 a Ferrer fueron una motivación enorme. También haberle ganado a Agassi en 2003 en Roland Garrros, que se volvió loco con los drops y el revés paralelo, me sirvió para ganarme el respeto de grandes rivales y provocar un lógico crecimiento. El que lo tiene bien claro es Nadal, que ha vuelto a demostrar la fiera que es, muy, pero muy difícil de vencer. Logra dos o tres games al principio y después te gana con la camiseta. Yo jugué una final memorable con él en Roma y tal vez no supe valorar lo que hice en toda su dimensión, jugué casi cinco horas y llegué a un final muy apretado. A pesar de venir de una operación en el hombro y en el bíceps, me jugué entero. Ojalá  hubiera podido tener antes ese nivel. Pero no tuve nada que reprocharme. Llegué al hotel muy dolorido, a las 3 de la mañana, pero no tuve tiempo de descansar, porque antes no te daban turno adelantado, y a las 5 ya estaba saliendo para Hamburgo para enfrentar nada menos que a Vincent Spadea.

LAS RELACIONES PELIGROSAS. Con Franco Davín no tengo relación. Viví momentos complicados y duros. Terminamos mal, pasaron muchas cosas que me afectaron y no fue por Gaudio. Gaudio quedó de lado. Yo había sufrido antes muchas cosas con el entorno. Mi relación con El Gato no pasa de un "hola". Yo siempre lo ignoré, él no me banca a mí ni yo a él. No pensamos igual. El siempre salió a matarme en la prensa y con todo el mundo y antes de aquella final en París también. Más allá del tenis, no comparto nada con él. Duele ver cómo te matan y te ves escrachado en la tapa de los diarios. Molesta eso, estresa, hincha las pelotas. Yo creo que influyen los entornos, que trabajan sobre el oído de tu rival para perjudicarte. Es increíble, pero cierto.

NADA DE DOPING. Aquella acusación, en 2001, me afectó mucho porque no tuve nada que ver, sencillamente ocurrió que había tomado un complejo vitamínico que estaba contaminado y no fue culpa mía como quedó demostrado en la causa judicial que se instruyó posteriormente. Jamás pensé en sacar ventaja deportiva alguna.

APOCALIPSIS, NO. No fue tan dramática aquella final de 2004 en Roland Garros. Me afectó, como es lógico; es más, aquella vez dije, y lo sostengo, que si ganaba el título por ahí dejaba el tenis a fin de ese año. Con una victoria como ésa frente a Gaudio todo hubiera sido más sencillo. El partido se presentaba muy fácil, un 6-0, 6-3 en menos de una hora daba para creer en una victoria y encima creo que él pensaba lo mismo. Por eso es increíble que se haya afirmado que yo fingía los calambres. Esas lesiones sobrevienen como consecuencia de lo mental y perjudican notoriamente. Además, si hubiera simulado eso sería un tarado.

Por Carlos Rodriguez Musso / Foto: Emiliano Lasalvia.