Las Entrevistas de El Gráfico

Fernando Gamboa 100 x 100: "El fútbol no te prepara para el día después"

Confiesa que vivió una gran depresión luego del retiro y enciende un alerta. Tras un promisorio arranque como DT en Newell‘s, desmenuza su estilo influido por Bielsa, Menotti, Bilardo, Tabárez, Gallego y Pastoriza.

Por Diego Borinsky ·

17 de junio de 2009

Nota publicada en la edición mayo de 2009 de la revista El Gráfico.

1 ¿Quién es Fernando Andrés Gamboa? Un ser humano frontal y honesto que detesta la mentira y la traición. Me considero una buena persona. Soy un tipo sensible, que me movilizo por el afecto y vivo a corazón abierto. Es lo que me pasa con mis jugadores y por suerte lo pude lograr cuando me tocó dirigir.
2 ¿Sos un cordobés trucho? No tenés ni acento. Absolutamente trucho. Yo viví hasta los 11 años en Inriville, Córdoba, cerca del límite con Santa Fe. Había nacido en Marcos Juárez, también en Córdoba, porque a mi vieja la atendían ahí, sólo por eso; y a partir de los 11 viví en Arteaga, en Santa Fe, por el laburo de mi viejo, así que nunca tuve acento cordobés.
3 ¿De qué laburaba tu viejo? Era obrero metalúrgico. Cuando yo tenía 10 años, empezaron a llevarme a jugar a la pelota al club Arteaguense, en Arteaga. Y justo en el momento que estaba por cerrar la fábrica de Inriville, le preguntaron a mi viejo si nos podíamos trasladar. Nos daban una casa y trabajo para él en una fábrica, con la condición de que me ficharan; así que el fútbol nos dio una mano. Y mudé a toda la familia.
4 Pero duraste poco en Arteaga. Sí, porque a los 14 años me fui a vivir a Rosario. Todo se atrasó un año, en realidad. Griffa me había visto y quedé en Newell’s, entonces la gente del Arteaguense quería que aunque sea jugara un partido en la primera del club por si alguna vez llegaba al fútbol grande. Mi viejo no quería saber nada y estaba como loco, tenía miedo de que me lastimaran. Yo tenía 13 años y había rivales de 20, 35 y 40, una especie de Argentino “C”. Fuimos a Beravú, un pueblo cercano. Y me pusieron de cuatro. Duré 20 minutos.
5 Se cumplió la presunción de tu viejo. Exacto. En una de las primeras jugadas, me pasaron la pelota, la paré, enganché, fui a patear y un tipo de 30 años se me tiró con todo: fractura de tibia. Fue mi primer y único partido en el Arteaguense. Y se demoró un año mi ingreso a Newell’s.
6 ¿Cómo fue tu infancia? No pasé hambre ni viví en piso de tierra, pero tampoco tuve casa propia, siempre alquilábamos o estábamos en casa prestada. Las zapatillas Adidas las conocí a los 14 años: me la dieron de premio la gente de Artega cuando fui a Newell’s. Yo andaba con las Flecha: se me salían los dedos por arriba. El sábado las usaba para ir a la Iglesia y el domingo para jugar en la plaza. Ver las tres tiras era tocar el cielo con las manos. Y suéter tenía uno solo. Recuerdo con gran nostalgia mi infancia. Me sirvió porque eso me permitió valorar después lo que conseguí. El fútbol me dio la posibilidad de disfrutar de cosas impensadas y eso trato de transmitírselo a mis hijos, Tomás (14) y Mateo (8), que son lo más grande que tengo, con mi esposa.
7 ¿Te da bronca que la tengan tan fácil? Les recalco que la vida que ellos llevan no es la real, que hay otro tipo de vida, que deben valorar lo que tienen y no estar todo el tiempo pidiendo más. Eso me fastidia. Y se lo puedo transmitir porque lo viví. Lo normal no es nacer con la Play 3.
8 ¿Cuáles eran tus juguetes? Mi único juguete era la pelota. Y sólo llegaba en Navidad. Yo creo que, como padres, tenemos la obligación de contarles cuál es la verdad a nuestros hijos. Por suerte siempre me acompañó mi esposa. Nosotros somos privilegiados, pero en el país hay 15 millones de pobres.
9 ¿De qué trabajaste de pibe? En una agencia de quiniela: salía con la bici a golpear las puertas de las casas, pero la mayoría me limpiaba, me pedían que pasara después. Ya habiendo debutado en la primera de Newell’s, fui a fundir a la metalúrgica con mi viejo para ganarme unos mangos.
10 ¿Qué recordás de la pensión de Newell’s? Que éramos 12 y vivíamos debajo de la tribuna del estadio. Ni siquiera eran habitaciones, te asomabas y veías a tus compañeros. Estaban el Gordo Bati (Batistuta) y el Pitufo Grioni, a veces venía a comer Berizzo. Nos trataban bien y nos daban la comida. Nosotros llevábamos nuestras toallas y sábanas. Y al principio la ropa quedaba en el bolso hasta que en un momento nos hicieron un armario.
11 ¿Alguna travesura? Era bastante manso y sabía que si me mandaba alguna me comía un garrón terrible en la oficina de Griffa. O directamente te mandaban a tu casa.
12 ¿Te costó mucho? Sufrí el desarraigo. Tenía 13 años y un día le dije a Griffa que me iba. Me pidió que me tomara una semana, lo hice y volví renovado. Por suerte, enseguida me convocaron para la Selección Sub 15 de Pachamé, y ahí vi más claro el futuro. Al Gordo Bati le pasó lo mismo. Se fue sin decir nada y Griffa lo fue a buscar y lo convenció.
13 ¿De quién eras hincha? De Boca, por mi viejo. La única chance de ver a esos jugadores era cuando iban a Rosario a jugar contra Newell’s o contra el otro. Se juntaba un grupo, poníamos para la nafta e íbamos. Después, en la pensión empecé a mamar lo que era Newell’s: abrir la ventana y ver al Negro Almirón, a Theiler, Martino o Scoponi era tremendo. Y me hice fanático.
14 ¿Por qué “el otro”? Para mí es así: está Newell’s, mi equipo del alma, y el otro. Clarito.
15 Explicale a un turista japonés qué es el clásico rosarino. Es único, más intenso que el Boca-River. Veinte días antes, a la gente no le interesa nada: sólo te piden que ganes el clásico. Y el post no dura 30 días, sino hasta el clásico siguiente. En cada club te hacen mamar el clásico desde chiquito. Y entonces, en Primera termina siendo un partido entre hinchas de Newell’s y del otro. Lo que se vive emocionalmente ahí es incomparable.
16 ¿En Rosario podés caminar por la calle? Sí, por ahí pasan en una moto y te gritan “Negro puto”, y te la tenés que bancar. Durante los seis meses que fui técnico de Newell‘s, viví adentro del hotel. Ya estaba en otro lugar, y como tengo mi carácter, no podía correr el riesgo de salir a la calle y reaccionar a una puteada.
17 ¿No te veías un poquito ridículo con las trencitas que te dejaste a poco de debutar? Fue una ocurrencia de vacaciones que duró 20 días. Justo en esos días hicimos la tapa de El Gráfico con Latorre e Higuaín, pero apenas volví al club me las saqué, porque jugando sí me iba a sentir un ridículo. Es como les digo a los jugadores: hay tiempo y lugar para todo.
18 Los mejores amigos del fútbol. El fútbol te une y te separa todo el tiempo, es muy difícil hacer amigos. Un amigo del alma es Juanjo Borrelli, lo conozco desde los 14 años y sé que siempre va a estar. Otros amigos son Boldrini, Vivaldo, Pena, Mignini. En River y en Boca es más complicado hacer amigos. Y después, está Armando, claro. Y lo digo sin ponerme colorado porque él un día me dijo que se consideraba mi amigo, si no jamás diría que es mi amigo.
19 ¿Quién es Armando? ¡Maradona, papá! Nos conocimos en Boca, jugamos un año y medio juntos, pero la amistad se forjó en el Showbol. Un día, charlando, le dije así. “¿Cómo?”, me preguntó. “Armando, ¿está mal? ¿No te gusta?”. Se reía. “Está bien”, me dijo. “Todo el mundo te llama Diego, para mí sos diferente y siento la necesidad interior de hacerte diferente para mí”. Y quedó Armando. Siempre lo llamo así.
20 Tu retiro fue en puntas de pie ¿qué te pasó? Había firmado por un año en Argentinos, pero me agarró una pubalgia y apenas pude jugar 4 partidos. Le pedí perdón al presidente y me fui a los 8 meses. Igual quise recuperarme. Mirá lo que es la vida: al toque conocí a Jorge Di Lorenzo y en dos semanas me curó. Me buscaron un par de clubes del país, pero era una apuesta de riesgo porque peleaban el descenso. La verdad, después de 20 años de carrera, no quería terminar con un descenso. Y de repente pasaron dos meses y me di cuenta de que se había terminado todo. Fue durísimo. La pasé muy mal.
21 ¿Por qué? Estuve un año debajo la cama, literalmente debajo de la cama, con depresión. Y si cuento esto es para que los jugadores estén preparados. El fútbol no te prepara para el día después. Es tanta la vorágine que se olvida. Vos podés tener al mejor entrenador, al mejor dirigente, pero son los psicólogos los que estudian durante años para arreglar la cabeza de las personas. Para mí son necesarios. Y no sólo en el fútbol juvenil, como hoy existen en muchos clubes. A mí se me produjo un vacío enorme en el corazón que no podía llenar con nada, tenía la sensación de que se terminaba de un día para el otro todo lo que sabía hacer y para lo que me había preparado desde los 5 años.
22 Pero vos ya eras grande. Sí, pero cuando jugás al fútbol y te sentís bien, da lo mismo 28 años que 34. Yo sabía que se terminaba pero me saltaba el diablito y me decía: “Vas a jugar hasta los 50, olvidate”. Disfrutaba el día a día y no pensaba. Entonces cuando caí, me encerré en mi casa y no existía nadie. Fue un duelo muy grande, había una herida muy muy profunda que en lugar de cicatrizar se agrandaba. Intentaba jugar con mis hijos pero mi cabeza estaba cegada y me costaba conectarme con ellos, no podía entender cómo no podía llenar ese vacío, me preguntaba todo el tiempo por qué me habían quitado el fútbol. Vivía colgado. Por ahí miraba la tele y me quedaba dos horas llorando. Me duró un año largo.
23 ¿Cómo saliste? Hice terapia y me ayudó mucho. Silvina, mi esposa, me bancó a morir. Gracias a ella soy entrenador. Me sacaba de casa, cerraba con llave y me dejaba en el palier. Me decía: “Andá a hacer el curso”. En ese momento no sabía qué quería. En realidad sí sabía: quería recuperar algo que no se podía recuperar. Entonces iba al curso, me entretenía tres horas y volvía a casa a encerrarme. Hasta que apareció el Showbol y terminé de salir.
24 ¿Quién te eligió para el Showbol? Con Armando había tenido una buena relación en Boca, de respeto y admiración de mi parte. Después, nada más. Un día me llamó Mancuso y me contó que estaban armando esa historia con Armando. El Showbol no era un equipo de fútbol, era un grupo de amigos elegidos antes que nada por ser buena gente, que disfrutábamos de jugar a la pelota a morir y después compartíamos una comida y lindas charlas. Se dio una relación muy fuerte. Y de a poquito eso me fue sacando. En un momento, Armando me dijo: “Quiero que sepas que podés contar conmigo para lo que necesites, yo te considero mi amigo”.
25 ¿Cuánto influyó Diego para que empezaras como DT en las Inferiores de Boca? Un tiempo después de esa charla, le dije: “No quiero dejar el Showbol, es maravilloso, pero ya no me alcanza”. “¿Qué necesitás?”, me pregunta. “Quiero empezar a dirigir y saber si me podés dar una mano con la gente de Boca”. El jueves siguiente estaba Pompilio en la casa de Mancuso. Me dijo que no había problemas y me armó una reunión con gente del fútbol amateur. Tres meses después empezaba en la Quinta de Boca. Sólo lamenté tener que abandonar el proyecto que tenía.
26 ¿Qué proyecto? Armar escuelitas de fútbol con respaldo psicológico para jugadores que quedan en el camino de la Primera y que esos jóvenes a su vez les enseñaran a chicos de la calle. Después, la persona que me ayudaba y tenía contactos con los municipios para conseguir algún predio, se fue. Una pena, pero sigo teniendo el sueño de concretarlo alguna vez.
27 ¿Qué pasó ahora con el Showbol? Van a seguir jugando, pero claro, la realidad es que el que convocaba y nos arrastraba a nosotros mismos, ya no está más.
28 ¿Se generó algún recelo con la salida de Diego, Mancuso y vos? Para nada. Quedó claro de entrada que todos teníamos la libertad de agarrar un laburo si salía algo. No había ninguna obligación. La única obligación era entrenar y jugar de verdad, sin cometer ningún error, porque teníamos una camiseta parecida a la de la Selección, y a la cabeza iba Armando.
29 El mejor DT que tuviste. Tuve grandes entrenadores: a Menotti, Bilardo, Tabárez, a Gallego, al Pato Pastoriza, una persona que quiero con mi alma por su manera de ser. Pero uno se deja llevar por las enseñanzas y el que más me enseñó a mí fue Marcelo Bielsa: lo tuve entre los 14 y los 22 años. Con Marcelo no sólo entrabas a la cancha sabiendo si el 9 era zurdo o derecho, sino si enganchaba para acá o allá, sabías que con parietal izquierdo se la bajaba a otro y con el derecho le daba al arco, esas cosas.
30 ¿Hablaste con Bielsa alguna vez desde que se fue de Newell’s en 1992? Nunca más. Intenté comunicarme con él un par de veces pero no lo ubiqué. Yo soy un desastre con el celular: no lo escucho, no lo atiendo, nada. Pero no tengo ningún problema con él, a pesar de algunas cosas que se dijeron; Bielsa y Griffa fueron como mis viejos.
31 ¿Cuál fue tu primera impresión el día que lo conociste? Tenía 14 años. Nosotros veníamos cada uno de su pueblo, donde el técnico es el verdulero y te da una sola indicación: dónde pararte. Y de repente me llamó la atención la efusividad con que transmitía sus ideas y cómo laburaba. Lo mirábamos y decíamos: “¡Mierda!".
32 ¿Está un poco loco o sólo parece? Loco no, es un obsesivo del fútbol. Llegaba un momento en que, con el paso del tiempo, te saturaba. “¿Sabe cuál es el problema, Profe? –le decía, porque lo llamaba así-, que usted vive 25 horas del día por el fútbol y nosotros tenemos otra vida aparte del fútbol”. No pretendo juzgarlo, pero sentía que no nos daba respiro. El mismo creo que cambió: después, ya en Vélez, declaró que no podía estar más de un año en un club por su manera de ser.
33 ¿Es casualidad que hayan salido tantos técnicos de aquel Newell’s 90/92? Para nada, teníamos la marca de Bielsa, la pasión con que nos transmitía el oficio. Ahí están Berizzo, Pochettino, Franco, Berti, Lunari, Martino, Domizi.
34 Varios ex Newell’s, como Bielsa y Martino, dijeron que nunca dirigirían al club con López, ¿vos no dudaste? En ningún momento tuve dudas por López; sí por el respeto hacia la gente de Boca que me había contratado. A Eduardo lo conozco desde que tenía 22 años y quedé libre. en Newell‘s. Yo pretendía un resarcimiento que el club no me quería dar. “Algún día voy a ser el presidente, esta plata es para vos”, me dijo. También cuando volví de España sobre el cierre del libro de pases, en 1999, levanté el teléfono y lo llamé. Y me abrió las puertas del club. Esas cosas, yo no las olvido.
35 ¡Pero dejó el club hecho pelota! No voy a negar que Bella Vista estaba mejor en mi época, eso es real, pero cada presidente elige qué clase de club quiere. Eduardo quería un club dedicado al fútbol y que saliera campeón y afortunadamente logró darle una estrella más a Newell’s.
36 No hubo elecciones en 14 años. De eso no puedo hablar, porque la verdad es que no conozco. Sí sé que se trata de un tipo que ama profundamente a Newell’s, que puso dinero y que jamás trataría de dañarlo adrede.
37 ¿Cómo viviste la final Boca-Newell’s del 91 mientras jugabas la Copa América? Terminé escuchando la definición por el handy del Chavo Fucks en una platea, porque jugaba un rival de la Selección y el Coco nos llevaba al estadio. Con Franco festejamos a lo loco y por supuesto hubo gastadas a Latorre y al Gordo Bati.
38 Describí el vestuario tras el 0-6 con San Lorenzo en el debut de la Libertadores 92. Estábamos destrozados, ese día Bielsa no dijo nada, al otro nos juntó en un rincón de la cancha y nos mató. Nos dijo lo que habíamos sido.
39 ¿En casos así mejor no hablar en el momento, no? El cabeza de grupo sabe cuándo cabe algo y cuándo no. Como entrenador, uno debe tener inteligencia no sólo para plantear un partido y hablar de táctica, sino para conducir y manejar un grupo. Hoy es lo más importante.
40 ¿Lloraste alguna vez por el fútbol? Muchas, yo soy un tipo muy pasional, ya te lo dije; y cuando las cosa no salen, toda esa pasión y esa rebeldía las canalizo por el llanto.
41 La vez que más lloraste. La del Morumbí, lejos, la noche que perdimos la final de la Libertadores por penales con el San Pablo. Ahí lloramos todos, dos días seguidos. Nosotros éramos chicos, pero era tal la claridad con que nos transmitía Bielsa las cosas, que recuerdo que en las duchas, con el Toto Berizzo decíamos: “Esto no lo vamos a vivir nunca más”. Y fue así. No lo vivimos nunca más. Ni yo, ni él, ni Bielsa, ni Newell’s. Y eso que jugamos en los equipos más grandes.
42 ¿Qué les decía Bielsa en ese vestuario? Nada, no había lugar para las palabras. No recuerdo bien por qué, pero nos tuvimos que quedar un día más en San Pablo. Bielsa nos llamó uno por uno a su habitación, nos agradecía el esfuerzo, nos abrazaba, y llorábamos juntos.
43 ¿Te quedaste con culpa por el penal errado? Obvio que sí. A mí no me interesaba que antes habíamos errado dos penales. Yo asumí una responsabilidad y no la pude plasmar. Se me vino el mundo encima. Soy un tipo que siempre me hago cargo de las cosas que debo, y muchas veces por demás. Le pedí disculpas a Bielsa y su respuesta fue que estaba loco.
44 En la semifinal Boca-River de la Supercopa 94 tuviste revancha. Me tocó patear el último penal y ganamos 5-4. Unos días antes le había dicho a mi esposa que si ganábamos me volvía corriendo desde la Bombonera al hotel Nogaró. Metí el gol, festejé como loco, me metí en la bañadera gigante del vestuario y me quedé último. Yo, cuando estoy en paz, prefiero quedarme solo, no soy de esos que cuando la cosa viene bien van a lugares adonde todos te palmean. Después de un rato le pedí la ropa al utilero y me fui corriendo. Llegué y, como hacíamos siempre, nos comimos nuestro tostado con el Beto Márcico, Giunta, y esa banda.
45 ¿Passarella te pidió que te cortes el pelo para ir a River? Sí. Y me lo corté.
46 ¿O sea que nunca estuviste de acuerdo con Redondo? Cada uno decide de acuerdo con su convicción, no juzgo a nadie. En ese momento, yo tenía aspiraciones de pasar a River y a pesar de la molestia, porque el pelo tenía que ver conmigo, no podía ser tan necio de perderme esa posibilidad. Eso no significaba que no tuviera convicciones.
47 ¿Passarella te dijo que si no te cortabas el pelo no pasabas a River? Yo tuve una reunión en su casa, y ahí no me dijo nada. Pensé que había zafado, pero a la semana me dijo que tenía que cortármelo un poco.
48 ¿Por qué jugaste tan pocos partidos en River (12)? Llegué al club, me puse bien, jugué hasta el final, fuimos campeones y después hubo una circunstancia extra futbolística con Passarella que no puedo decir. El último mes me entrenaba con la reserva y me di cuenta de que me tenía que ir. Por suerte, enseguida me llamó el Flaco Menotti para Boca y para mí fue ir al paraíso.
49 ¿Volviste a hablar con Passarella desde entonces? No, porque pasó algo que no debía haber pasado. Para que te quede claro: si hoy tengo deseos de llamar a Bielsa, lo llamo. Y si él me llama, lo atiendo con gusto. Con Passarella no haría ninguna de las dos cosas.
50 ¿Qué diferencias hay entre River y Boca? El mundo Boca es único. Todo es diferente: la camiseta, el entrenamiento, la gente, la Bombonera, no se compara con nada. La gente de River te la llena la cancha pero en la Bombonera mirás para arriba y parece que se te caen los muñequitos encima. Estuve en el Bernabéu, en el Nou Camp, en Wembley, Old Trafford, en canchas de Italia; pero nada se compara con lo que se vive en la Bombonera.
51 ¿Menotti o Bilardo? Aprendí de los dos. Bilardo es parecido a Bielsa por lo táctico y las obsesiones; con Menotti te sentás a hablar de fútbol y te quedás una vida. Con Cappa, lo mismo. Me pasó apenas llegué a España. Me quedé embobado al escucharlo.
52 ¿En el Preolímpico 92 te peleaste con Latorre? Tuvimos una discusión. Había que ganar un partido para clasificar a los Juegos de Barcelona y empatamos con un gol de Diego, y él entró a mi habitación con su bolsito, silbando, como si no pasara nada. Diego es un tipo especial: muy buena gente, pero hay determinadas cosas que no tenía en cuenta. Yo le pregunté de qué estaba contento, me calenté, discutimos, y le dije: “Si querés quedarte acá vas a tener la misma cara de culo que tengo yo; si no, andate”. Eso, nada más. Pero insisto: es buena gente.
53 ¿Merecías ir a algún Mundial? Del que más cerca estuve fue el del 94. Arranqué de titular en el ciclo Basile pero me lesioné antes de las Copa América 93 y Vázquez se quedó con el puesto.
54 ¿Qué te aportó tu paso por el Colo Colo? Es el club más popular de Chile, lejos. Y fue el único lugar donde tuve mala suerte. Firmé por tres años y a los siete meses el club quebró. Era un club y un país para quedarse a vivir. Hoy, Chile es el país europeo de Sudamérica, la gente es muy respetuosa.
55 Pero no quieren demasiado a los argentinos. Eso lo hablé mucho con Sebastián Rozental que conoce bien esa historia y con el que tenemos una amistad. Ellos, por un lado, nos admiran y les encantaría ser como nosotros, porque vamos al frente y nunca nos conformamos con nada, pero como no lo pueden llevar a cabo, eso se transforma en odio. Pero el respeto existe; si sos respetuoso, te respetan.
56 ¿Qué dejaste en Chacarita? Te lo cuento con una anécdota: cuando estaba en la pretemporada y me avisaron que me iba al Grasshopper, volví llorando todo el viaje desde Mar del Plata. En Chaca viví dos etapas maravillosas de mi carrera y le estoy eternamente agradecido. Mi hijo Tomás es veneno de Chacarita, y tengo la sensación de que un día nos reencontraremos, ya como técnico.
57 ¿Por qué llorabas si te vendían a Suiza? Porque Pastoriza había armado un grupo espectacular con varios grandes. Era tanto el afecto que había en ese plantel, que los pibes como Rivero, Rosada, el Rulo Romero y Román Díaz vivían pegados con nosotros. Dudé en ir a Suiza, pero era mi revancha personal por lo vivido en Oviedo. Y aunque no es el torneo más competitivo, tuve la fortuna de ser campeón en una liga europea.
58 ¿Por qué hablaste de revancha con Oviedo? Con el Maestro Tabárez, el segundo año, fuimos a la promoción con Las Palmas. Antes de jugar, el capitán me contó que el dueño del club había vendido las acciones pensando que nos íbamos a la “B”. Eso me mató, sentí que el propio dueño no confiaba en nosotros. Pero me lo guardé. Al final, ganamos 3-0 de local y en Las Palmas perdíamos 3-0 y terminamos 1-3 con un gol mío. Al otro día, en el bus de regreso, subió el dueño y empezó a felicitarnos. Yo me sentaba atrás de todo, y cuando me vino a dar la mano, no me la comí. “Usted no se merece mi respeto”, le dije.
59 ¿Te limpió de una? No me dijo nada, porque allá no te van de frente. Me vine de vacaciones y al regresar trajeron a otro extranjero y me dejaron sin el cupo. Fue un escándalo: nadie entendía por qué dejaban afuera al tipo que había jugado casi todos los partidos del año y metido el gol para dejar a Oviedo en Primera. Me sacaron la posibilidad de laburar y tuve que hacer un juicio, como Caranta. El tipo me pasó la factura claramente. Estuve seis meses parado y al final gané el juicio, me dieron la libertad y me pagaron el año de contrato que me quedaba.
60 ¿En la Liga española sacudiste a alguna estrellita? Tengo la fortuna de no haber lesionado a nadie en mi carrera, jamás fui de mala leche. Eso sí: en el Oviedo pasé vergüenza. Al Bernabéu fui dos veces: perdimos 6-0 y 6-1.
61 ¿Cómo es el fútbol suizo? Para ellos, el día del partido es una fiesta; si el equipo ganaba, bien; y si les iba mal, se volvían todos para su casa como si nada. Esas cosas me fastidiaban y me costó aceptarlas, pero al final entendés que no van a cambiar y lo cierto es que uno debe adaptarse a ellos y no ellos a uno.
62 ¿Por qué te fuiste de Suiza? Porque después de ser campeones se fue la gente que ponía el dinero. Me había ido muy bien y por el respeto con que me manejé, algo que en Suiza está por encima de todo, me habían hecho un contrato por dos años más, para terminar mi carrera ahí y en ese lapso aprender alemán, y después empezar a dirigir juveniles. Hubiera sido maravilloso, pero se fue la gente del Credit Suisse y no había modo de cumplir el contrato.
63 ¿Cómo te rompiste el brazo? Veníamos de ser campeones con el Grasshoppers, perdimos los dos primeros partidos del nuevo torneo y empezaron los rumores de que echaban a Marcel Koller, el entrenador que me había llevado al club. En el tercer partido ganábamos 2-1 y en la última jugada quedó uno de ellos para meter el gol. Estaba a cinco metros y me tiré con todo para que no pateara: apoyé mal el brazo y me fracturé en tres partes el húmero. Tengo una placa con 28 clavos. ¿Vos creés que si yo miraba cómo me hacían el gol, alguien hubiera dicho algo? No, pero el argentino es así y asume un compromiso especial.
64 ¿Por qué se da con tanta frecuencia en los últimos tiempos el fenómeno de las botineras? Porque hay muchas mujeres que buscan vida fácil. Es sencillo.
65 ¿De dónde inventaste la famosa chilena para atrás? A mí me gusta la estética y los jugadores que le dan el pase al compañero. Concibo el fútbol desde la posesión del balón, entonces quería mantenerlo en todo momento. En general, yo quedaba libre detrás de Poche, paneaba dónde había un compañero libre y cuando no lo encontraba, amagaba con despejar, el delantero se quedaba parado, tiraba la chilena para atrás y me movía al costado para recibirla del arquero. Me salió una vez y quedó.
66 Ibas seguido al piso, ¿no era peligroso? Si llegás, no tenés necesidad de ir al piso, pero cuando te das cuenta de que en la corrida no llegás, entonces tirándote antes y apuntando más adelante de la pelota, podés recuperarla. Era una de mis virtudes. Tenés que evaluar cuál es el riesgo.
67 ¿Alguna vez te le plantaste a un técnico? No, porque soy muy respetuoso y el entrenador está para decidir. Creo en la frontalidad y en la sinceridad, siempre y cuando no roce la falta de respeto.
68 ¿Mac Allister es tu representante? Sí, pero antes que nada es mi amigo, me ayudó muchísimo desinteresadamente en ese momento tan duro que viví al retirarme. El Colo jugaba conmigo en el Showbol y después de escucharme en las charlas se dio cuenta de que no estaba bien. Entonces me empezó a empujar: me pasaba a buscar para ir a la cancha, nos involucramos con las familias y se formó la amistad. Hoy, además, es mi manager.
69 ¿Un técnico sin manager no consigue trabajo? No sé, debe ser como de jugador: cuando arranqué tenía; después ya me llamaban a mí.
70 ¿Por qué das tan pocas notas? Porque cada uno debe guardar su lugar. Si no hay joda y se habla de fútbol, puedo sentarme a hablar en un programa, pero no es lo que más me gusta. El Colo me insiste que es parte de esto, que es bueno que me vean.
71 ¿Tu perfil bajo te juega en contra para agarrar un equipo? Hay mucha gente que se maneja mediante el periodismo y es real. No digo que esté mal, pero yo creo en otra cosa. En el mundo del fútbol nos conocemos todos. Esa es una verdad grande como una casa. Sabemos quién tiene buenas intenciones y quién mala leche. Y creo que si te quieren contratar, lo primero que hacen es hablar con los jugadores y con la dirigencia de tus ex clubes. Es la carta principal de un entrenador, sencillamente porque es la entrada. Después, viene el mano a mano en la charla. Ahí conocen cómo pensás.
72 Decime un DT mala leche. Sí, claro.
73 ¿Qué te dejó trabajar con los chicos en Boca? Fue maravilloso. Primero, porque era Boca. Y segundo, porque a pesar de que eran chicos de 17 o 18 años, yo iba con una idea de conducción que quería experimentar con ellos porque pensaba trasladarla si después dirigía en Primera, y lo pude hacer.
74 ¿Cuál es el principal vicio de los chicos? Por lo que escucho, porque soy neófito en esto, el problema son los padres y los representantes, que para tener un jugador de 8 o 10 años, ya le dan un sueldo, entonces después los chicos se la creen y al otro día te hacen planteamientos de que tienen que jugar en tal o cual lugar. Son cosas que a los chicos los confunden. Y yo pensaba: ¿llegarán esos chicos a Primera? ¿Sabés los monstruos que hubo que después no llegaron? Por suerte, en Boca no me pasó, pero es una realidad que existe. Sólo vi a los padres en la despedida: me agradecieron lo que les di a su hijos en lo futbolístico y en lo personal.
75 ¿A qué te referís con lo personal? Me pasó en la Primera de Newell’s. Vino un jugador y me dijo: “Me acabo de casar, tengo una nena, vivo en la casa de mi suegro y estoy incómodo. Necesito 20 mangos más para ir a vivir solo”. Yo podría haberle dicho que no era problema mío y que lo hablara con su representante pero no, fui y le dije a López: “Pasa esto, sos el único que me puede dar una mano con este jugador”. Y lo hizo. Todo eso te vuelve. Cuando después vos lo mirás a los ojos a ese jugador y le pedís un poco más, ese tipo no se va a negar. Por eso hablo de la importancia en la conducción del grupo y de qué manera convencés.
76 ¿Quién es el mejor DT argentino hoy? Gallego. Tiene claro cómo manejar el grupo, es abierto pero hasta ahí, un tipo que la tiene muy clara tácticamente, sabe cómo modificar un partido. Además, me ayudó mucho cuando pasé de Newell‘s a River. A mí me gustan los entrenadores agresivos.
77 ¿Qué balance hacés de tu primer semestre como DT? Por resultados, fue muy positivo: logramos 31 puntos y casi siempre estuvimos entre el primero y el cuarto puesto, pero lo más importante para mí es haber manejado un grupo como lo quiero manejar, con diálogo, respeto, compromiso y entrega absoluta. Saber que lo que uno imaginaba como conductor, se puede llevar a cabo.
78 ¿Por dónde pasa la clave para conducir? Lo podés hacer si los jugadores se predisponen. Y para eso debe haber convencimiento y lealtad en el mensaje. Viví en Newell’s a corazón abierto y recibí de los jugadores lo mismo. Es lo que me dejó más feliz.
79 ¿Por qué te vestís tan elegante y todo de negro para dirigir? Más allá de la responsabilidad y la carga anímica, para mí el partido es un momento cúlmine de la semana, es como una gala. Y me siento cómodo así. Además, de negro no se me nota la cara, hago camuflaje.
80 ¿Es verdad que todos los días les das un beso a tus jugadores? ¿Sabés qué satisfacción es llegar temprano a las prácticas, pasar por vestuario y saludar a cada uno de los jugadores con un beso, y notar que ellos no lo hacen por compromiso? Eso, para mí, no tiene precio y se logra desde la convivencia. Yo les pido a mis jugadores que vengan felices todas las mañanas. Si vas de frente y sos respetuoso no podés tener problemas.
81 Apareciste ahora como candidato en Racing, Estudiantes y Banfield, ¿alguno habló con vos? Nunca tuve media reunión con nadie.
82 ¿Por qué entonces creés que apareciste en esas listas? Imagino que es por lo que hicimos en Newell’s.
83 ¿Por qué te fuiste de Newell’s? Por principios, porque entendí que no podía seguir en el club estando López afuera. Y no tiene nada que ver con la nueva Comisión Directiva, sino con que soy muy agradecido de la gente que me ayuda.
84 ¿Vos sentías que traicionabas a López si seguías? Sentía que no estaba bien, no sé si la palabra es traición. Antes de juntarme con los nuevos directivos, López me pidió que me quedara. Le agradecí la libertad que me daba pero, a pesar de que la nueva Comisión quería que siguiera, yo sabía que no iba a poder ser el mismo. Y si no era el mismo, no le iba a poder dar a mis jugadores lo que les tenía que dar.
85 ¿La camiseta no está por encima de los nombres? Absolutamente. Newell’s está por encima de quien sea, por eso si esta Comisión en algún momento no tiene entrenador y me llamara, iría. En ese momento sentía que no podía, y no me arrepiento. Ahora, cuando arrancó el torneo, me moría de ganas de estar en el banco de Newell’s.
86 Fabbiani explotó en Newell’s con vos, ¿qué le decías? Con el Tanque tengo una relación especial. Es un pibe con un corazón inmenso al que le tenés que contar la realidad. Cuando llegó a Newell’s, me dijo: “Yo quiero jugar en River y en la Selección”. Llegó con 101 kilos y logramos que jugara con 96. Le hablamos mucho, le decíamos que no podía mentirse a él ni a la gente y para eso debía modificar ciertas actitudes. Y entendió todo.
87 ¿Está para la Selección o está inflado? Hoy no, tiene que laburar, pero es un jugador con características importantes para que en algún momento pueda ser jugador de Selección.
88 ¿Jugaste en La Paz alguna vez? Mi debut en la Libertadores del 88 fue contra el Bolívar en La Paz. Tenía 17 años, una edad en la que si te ponen una pared enfrente la pasás por encima. Sin embargo, cuando bajaba del avión, pensé que me moría. Me calmé cuando vi que mis compañeros estaban igual que yo.
89 ¿En la cancha sentís que te falta el aire? Que te falta el aire y que la cabeza se te va inflando y te explota. Tu compañero te mira, te habla al lado y por ahí no lo entendés. Es lo que me pasó a mí. Con otros, quizás es distinto.
90 La situación que más te haya sorprendido estando cerca de Diego. Fuimos con el Showbol de gira a Suecia, Noruega y Dinamarca. Imaginaba que ahí, en Escandinavia, iba a poder salir a caminar por la plaza. Imposible. El hotel explotaba con 500 personas por verlo a él. Imposible salir.
91 ¿Fuiste a ver su debut en el Monumental? Lo vi en casa, más tranquilo. Sé que Armando buscaba esto con todo su corazón y estoy feliz de que le den esta posibilidad.
92 ¿Hablaste con él después de Bolivia? Cuando las personas están involucradas en proyectos importantes, trato de no molestar. Por supuesto que le dejé un mensaje, cosas de amigo.
93 ¿Diego te llamó para ir a la Selección? No, tuvimos dos charlas muy lindas, pero yo ya había empezado en Newell’s.
94 ¿Te ilusionás con que te llame? En absoluto, yo quiero dirigir un club. Lo que me ilusiona de la Selección es verla jugar lo antes posible para revertir el 1-6. Igual, no tengo dudas de que Argentina va a clasificarse para el Mundial.
95 ¿Le creíste a Riquelme cuando renunció a la Selección? Para creerle o no a alguien tenés que conocer profundamente a esa persona. A Román no lo conozco, así que sé lo mismo que sabe la mayoría del público.
96 ¿Se equivocó Maradona en criticar a Riquelme? Armando hizo un comentario sin ninguna intención, lo conozco. Ahora, también Riquelme tiene derecho a entender que eso quería haberlo recibido de otra manera. Lo único cierto de esto es que pierden los dos.
97 ¿Por qué los pibes vienen cada vez más complicados y voltean técnicos? Por lo que recibí de los jugadores en Newell‘s, viví absolutamente lo contrario. Creo que las diferencias generacionales es un punto que el dirigente tiene en cuenta. Algunos la llevan a cabo y otros, en ciertos momentos, prefieren la experiencia de una espalda ancha, como hizo Independiente con el Tolo.
98 ¿Caruso te dejó el equipo armado en Newell’s? (Risas) Para nada. Desde mi llegada para atrás, todo era mérito de Caruso. Desde que llegué hasta que me fui, todo es mérito de mis jugadores y mío.
99 ¿Te molesta cuando Caruso se cuelga esas medallas? Cada uno es dueño de decir lo que quiere. Más allá de la sorna, uno debe ser realista: si a vos te llevó alguien a El Gráfico y esta nota conmigo la hacés vos, ese otro de El Gráfico no puede adjudicarse esta nota, ¡porque la hiciste vos, macho! ¡Y todo lo que logró Tigre cuando se fue Caruso es mérito de Diego Cagna, no jodamos! Y todo lo que logró Argentinos es mérito de Pipo. Vos me podés dejar armado un edificio y si lo primero que se me ocurre a mí es dinamitar abajo, en dos días pudro todo. Cada uno se tiene que hacer cargo de lo que le toca vivir.
100 ¿Cerramos con alguna anécdota de Bielsa? La del primer clásico que nos dirigió, en 1990, fue increíble. La del 4-3 en Arroyito. Llevábamos dos días concentrados en el Liceo Militar, porque el partido había pasado al lunes por la lluvia. La mayoría dormía y yo jugaba en un pasillo al Pac Man. “¿Cómo está? Quiero hablar de fútbol”, me dijo. “Bien, Profe, hablemos”, le contesté mientras seguía jugando. “Míreme, que le estoy hablando”. Largué todo. “¿Qué da por ganar el clásico mañana?”, me preguntó. “Todo –le respondí- tirarme de cabeza, trabar, ser solidario”. El me miró. “Más, ¿qué más?“. “No sé, más no se puede. ¿Usted qué daría, Profe?”, le pregunté yo. “Recién se lo dije a mi señora: si me tengo que cortar un dedo por ganar el clásico de mañana, me lo corto, total me quedan cuatro”. Lo miré: “Entonces, si tenemos la suerte de ganar cinco clásicos, se queda sin la mano”. Se levantó y se fue diciendo: “No entiende nada, usted no entiende nada”.

Por Diego Borinsky / Fotos: Emiliano Lasalvia y Archivo El Gráfico.