¡Habla memoria!

Juventud, divino tesoro

El fútbol argentino ha ido potenciando una tendencia que resulta evidente al repasar las edades de los entrenadores de los equipos de Primera División: cada vez más se apuesta por los jóvenes. Analizamos el fenómeno.

Por Diego Borinsky ·

08 de febrero de 2016
Imagen
La existencia de esta nota la argumentamos con datos. Con datos agrupados de distinta manera, que nos permiten analizar un fenómeno que se ha ido profundizando en estos años en el fútbol argentino y cobra fuerza inusitada al desmenuzarlos.

Por empezar, digamos que al observar el listado de los directores técnicos de los 28 equipos de Primera (al cierre de esta edición, tanto Patronato como Argentinos no habían elegido a los reemplazantes de Delfino y Gorosito, y Camoranesi se acercaba a Tigre) con sus respectivas edades, la conclusión básica salta a simple vista: 17 de ellos, es decir, más de la mitad, son Sub 45, y apenas 4 entrenadores han superado la frontera de los 50 años. Y esos 4, además, ni siquiera llegan a los 60 años: Leonardo Madelón (52), Jorge Burruchaga (53), Ariel Holan (55) y Ricardo Zielinski (56), haciendo la aclaración, además, de que el DT de Defensa y Justicia acaba de arrancar su camino en la profesión luego de trabajar en el hockey sobre césped y de ser colaborador de diferentes entrenadores y que el Ruso, de notable campaña en Belgrano de Córdoba, dirigió mayoritariamente en el ascenso. Es decir, son los más grandes, pero tampoco acumulan tantos años en la Primera División.

Otro modo de entender este mapa tan particular de los banquillos argentinos es detenernos en las edades de quienes conducen a los equipos más grandes del fútbol doméstico. Marcelo Gallardo (39) ha ganado los títulos más deseados por el hincha de River; el Vasco Arruabarrena (40) se coronó en los dos campeonatos locales de este año con Boca, mientras Pablo Guede (41) tomará las riendas de San Lorenzo en el 2016, Facundo Sava (41) lo hará en Racing en lugar de Diego Cocca (43), mientras el debutante Eduardo Domínguez (37) condujo a Huracán a la primera final internacional de su centenaria historia. Es decir: en los clubes de mayor presión y responsabilidad del fútbol argentino, la elección de la dirigencia ha recaído sobre muchachos que promedian los 40 años.

Podríamos agregar, además, que el Chacho Coudet (41), en su estreno en la profesión, se convirtió en la revelación del año, llevando a Rosario Central a la final de la Copa Argentina y a pelear hasta la anteúltima jornada el campeonato doméstico, que Guillermo Barros Schelotto (42) ha concluido una magnífica campaña en Lanús y se transformó en la primera opción para ser el DT de Racing (aunque finalmente no arregló por una diferencia económica), que Quilmes revivió con Facundo Sava (41), que Independiente mejoró muchísimo con el arribo de Mauricio Pellegrino (42), que Godoy Cruz apuesta por Sebastián Méndez (38), Tigre por Mauro Camoranesi (39), San Martín de San Juan por Pablo Lavallén (43) y Vélez ha decidido cambiar el modelo: confiar en Christian Bassedas (42) en vez de renovarle a Miguel Angel Russo (59). Del mismo modo, Newell’s se inclinó este año por Lucas Bernardi (38) y Atlético de Tucumán, por Juan Manuel Azconzábal (41) para lograr el tan ansiado ascenso a Primera. Hasta el propio Estudiantes de La Plata enterró sus prejuicios de estilo histórico y eligió al director técnico más joven del 2015 a pesar de su influencia menottista y guardiolista, porque confiaba en sus conocimientos y en su método, hablamos de Gabriel Milito (35).

Pasado en limpio: la tendencia, clarita, es confiar en los jóvenes. Del mismo modo, ya cada vez son más años los que acumulan sin dirigir César Luis Menotti (77), Carlos Bilardo (76), Daniel Passarella (62), Timoteo Griguol (79) y hasta Carlos Bianchi (66), quien se animó a despertarse de una siesta de casi una década para tomar las riendas de Boca en 2003 y uno imagina que difícilmente tenga ganas de reincidir.

Imagen Gabriel Milito, en el selectivo de Independiente. En 2015 condujo a Estudiantes con buenos resultados. Fue el más joven, con 35 años.
Gabriel Milito, en el selectivo de Independiente. En 2015 condujo a Estudiantes con buenos resultados. Fue el más joven, con 35 años.
Eduardo Domínguez (37), el más joven de los actuales después de la salida de Milito de Estudiantes motu proprio, llevó esta línea a un extremo particular: le puso punto final a su carrera como futbolista y una semana después ya estaba dándoles órdenes a sus antiguos compañeros. Ese cambio de roles que en 2005 lo encarnó el Cholo Simeone en Racing en un momento de extrema necesidad, como el que vivió Huracán hace unos meses, también lo protagonizó Matías Almeyda en River en 2011 para tomar el hierro caliente de conducir a River en la B y también Marcelo Gallardo al mismo tiempo en Nacional de Uruguay. El propio Muñeco contó sus sensaciones apenas lo nombraron entrenador y debió afrontar el desafío de tomar decisiones con sus ex compañeros: “Yo sabía que era raro para los que estaban enfrente, no para mí. O sea, no me sentí para nada extraño en esa primera charla con el plantel. Mi primera charla fue sencilla y rápida. Les dije que para algunos podía ser una situación rara, porque hasta hacía dos minutos había sido compañero de ellos y ahora estaba del otro lado, pero les expliqué que el principal motivo por el que había aceptado el cargo era por la calidad humana del plantel, porque los conocía bien. Desde el primer momento creí en el diálogo, y al tener la posibilidad de conocer a la mayoría de los jugadores desde adentro, a mí se me simplificaban las cosas. Lo que muchos entendían que sería una contra, para mí era un elemento a favor”. Ahí está la clave del traspaso, tal como seguramente le ocurrió a Eduardo Domínguez: tenía muy claros las virtudes y los defectos de sus compañeros al vivirlos desde adentro del campo. Y eso le terminó facilitando la tarea.

Ahora bien, ¿cuáles son los motivos que impulsan a la dirigencia a inclinarse por entrenadores tan jóvenes, en la mayoría de los casos siendo estos, símbolos del club, y en alguna oportunidad, incluso, cambiándoles los cortos para ponerles el saco de DT? Aquí ensayamos algunas respuestas.

1. Son jóvenes, más flexibles, trabajan con elementos innovadores, se adaptan a la tecnología y a una amplia gama de ayudantes, como psicólogos y hasta mujeres especialistas en neurociencia (Sandra Rossi en River). Se terminó el tiempo en que todo se resolvía entre el técnico y su ayudante. Tiene que ver con una generación de entrenadores no tan perseguidos, sino más abiertos. Hay muchos más problemas que antes para resolver, y eso se consigue con un trabajo interdisciplinario. Se dejan ayudar, no sufren de manía persecutoria extrema, como los técnicos de antes.

2. Consiguen una mayor cercanía con los jóvenes, que hoy son mayoría en los planteles. No es tan fácil llegarles. Para ellos, nada mejor que un DT de edad similar.

3. Son más baratos para el club, porque recién empiezan sus carreras y deben pagar el derecho de piso. En tiempos de crisis económicas, es un argumento de peso.

4. Si encima son ídolos del club, mucho mejor todavía, porque funcionan como paraguas ante probables tormentas.

5. Casi todos estos jóvenes directores técnicos han jugado en Europa hace no muchos años y traen una formación de escuela europea, moderna, adaptada a estos tiempos tan particulares.

6. Cuando a uno de estos jóvenes le va bien, se produce el efecto contagio. Al ver que funciona, los dirigentes de los diferentes clubes la van adoptando como una receta rendidora.

Juventud, divino tesoro, cantaba el querido Luca Prodan. ¿Será nomás que los entrenadores jóvenes vinieron para quedarse en el fútbol argentino o se tratará apenas de una moda de estos años de crisis? El tiempo dará su veredicto.

Clubes europeos y selecciones
¿Qué pasa en Europa con la edad de los entrenadores, mientras tanto? Por supuesto que no se puede obtener una definición tajante, porque ciertos casos aislados y especiales (como el de Simeone en el Atlético) bajan el promedio, pero, en líneas generales, los clubes del viejo continente apuestan más a la experiencia. El caso más evidente es el de la Premier League, sostenida en la continuidad que le dan a ciertos directores técnicos, como Sir Alex Ferguson hasta hace un par de años (dejó el Manchester United a los 71), o a Arséne Wenger (66), quien conduce al Arsenal hace dos décadas. Manuel Pellegrini (62) lo hace en el Manchester City y Louis van Gaal (64) en el United, para nombrar los equipos más fuertes. Italia no arriesga demasiado con inexpertos ni con veteranos: Roberto Mancini (51) en el Inter, Maurizio Sarri (56) en el Napoli, Massimiliano Allegri (48) en la Juventus, Rudi García (51) en la Roma y Sinisa Mihajlovic (46) en el Milan. España posee dos técnicos muy jóvenes en tres de los equipos grandes, Simeone en el Atlético de Madrid y Luis Enrique en el Barcelona, ambos con 45, mientras Rafa Benítez (55) conduce al Real Madrid. El que sí apunta a la juventud es el fútbol alemán (¿se estarán copiando de nosotros?): Bayern Munich eligió a Guardiola (44), Borussia Dortmund a Thomas Tuchel (42), Hertha Berlin al húngaro Pál Dárdai (39), Schalke 04 a André Breitenreiter (42), Hamburgo a Bruno Labbadia (49) y Werder Bremen, a Viktor Skripnik (46), por citar a algunos de los equipos más fuertes.

Por otro lado, siguiendo un poco el deseo expresado por Simeone (“Dirigir la Selección con un amplio camino ya recorrido”), los representativos nacionales de las potencias poseen entrenadores que superan los 50 en casi todos los casos: Uruguay tiene a Tabárez (68), Colombia a Pekerman (66), España a Vicente Del Bosque (64), Alemania a Joachim Löw (55), Chile a Sampaoli (55), Argentina a Martino (53), Brasil a Dunga (52) mientras que apenas Didier Deschamps (47) de Francia y Antonio Conte (46) de Italia perforan el piso de los 50 entre las selecciones más fuertes.

Por Diego Borinsky

Nota publicada en la edición de enero de 2016 de El Gráfico