¡Habla memoria!

La historia la escriben los que pierden (siempre)

Hay equipos que saben que van a perder antes de jugar. Pero insisten, se animan y tienen sus objetivos al margen de los resultados. A continuación, otra manera de entender el fútbol.

Por Redacción EG ·

20 de abril de 2015
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“El fracaso es formativo, nos vuelve sólidos, nos acerca a las convicciones y nos vuelve coherentes”, dijo Bielsa hace unos años en una charla. Criticó el éxito y se opuso a la lógica predominante: ese pensamiento que destaca figuras, superhéroes, triunfos imposibles, seres que cumplen sus objetivos o jóvenes calificados que los aspiran. Pero en el mundo del fútbol –así también como en el del deporte-, hay historias de las otras; de los que no conocen el éxito, pero igual lo siguen intentando.

 El Margatania es uno de esos. En 2011 se hizo famoso por un documental en el que se contaban sus desventuras en los resultados. Dos directores de cine posaron los ojos en el modesto club de Barcelona para filmar la campaña de un equipo de infantiles. Perdió todos los partidos durante el año y recibió 271 goles en contra. Goleadas y marcadores humillantes que nunca les preocuparon demasiado. Son nenes de 5 y 6 años que se divierten más allá de las derrotas y que su sueño máximo es meter, aunque sea, un gol. No hay maldad en la película, sino todo lo contrario. Dura 10 minutos y se puede encontrar en YouTube  bajo el nombre de “L’equip petit” (El equipo pequeño).

Imagen Las continuas derrotas de los juveniles del Margatania, un club de Barcelona, dieron lugar a un documental entrañable.
Las continuas derrotas de los juveniles del Margatania, un club de Barcelona, dieron lugar a un documental entrañable.
No es fácil de ver. El espectador debe despojarse durante ese lapso de su tradicional concepción del fútbol y pensamiento de hincha. La ternura y los diferentes testimonios de los niños ayudan para esa descontextualización de pensar que los protagonistas no son unos fracasados y que lo único que quieren es disfrutar del juego.

La mirada noble y a la que algunos podrían denominar arcaica, también existe entre los mayores. Para la selección de San Marino, por ejemplo, perder es lo habitual. Es una de las peores del mundo y en su historial apenas anota como éxitos cuatro empates por Eliminatorias Europeas (Turquía, Liechtenstein, Letonia y Estonia) y un triunfo amistoso vs. Liechtenstein.

“Pese a que tuve que recoger varias veces el balón, fue uno de los momentos más felices de mi vida”, dijo el arquero Simoncini después de perder 13-0 con Alemania en 2006. El resultado poco le afectó: a su edad de 19 había sufrido un accidente automovilístico que le provocó fractura de pelvis y el codo izquierdo. Esperó dos años para volver a jugar un partido internacional.

El manager Giorgio Leoni, reconoció: “que estemos compitiendo es de por sí un hito que merece ser festejado”. San Marino es uno de los Estados más antiguos del mundo, incrustado en medio de Italia. Tiene la mitad de habitantes que Ushuaia distribuidos en 60 km2. Todos los jugadores son amateurs y durante el día cumplen oficios como cualquier otro.

Imagen "Un día Ruth metió un gol, pero lo anularon", dice uno de los protagonistas del documental entre el orgullo y la desazón.
"Un día Ruth metió un gol, pero lo anularon", dice uno de los protagonistas del documental entre el orgullo y la desazón.
Giampaolo Mazza fue el entrenador entre 1998 y 2013. Su labor era mucho más compleja que elegir a los mejores como hacen Martino, Dunga, Pekerman y compañía. Él, además de su profesión de maestro de escuela, debía juntar once y encargarse en algunos casos de que las empresas donde los jugadores trabajaban, los liberaran con anticipación. Mazza renunció con dos récords a cuestas: por un lado, siendo uno de los entrenadores europeos que más duró en el cargo a nivel selecciones y por el otro, se despidió después de perder 75 partidos y empatar sólo uno. ¿Frustrado? No, para nada. “Lo triste es que nunca ganamos un partido oficial, pero estoy orgulloso de que nunca utilizamos un jugador nacionalizado”, reconoció como si fuera entrenador de los nenes del Margatania.

Rumbo a Estados Unidos 1994, San Marino fue protagonista del gol más rápido de los Mundiales y las Eliminatorias. A los 8,3 segundos, Davide Gualtieri aprovechó una equivocación en la última línea de Inglaterra y anotó un gol histórico. Después, San Marino perdió 7 a 1, pero por diferencia de un gol –aquel de Gualtieri-, los ingleses se quedaron afuera del Mundial que organizó una de sus ex colonias.

Imagen "Debemos ser realistas y preparar a nuestros jugadores para los momentos difíciles que en nuestro caso es cinco, seis o siete a cero", dijo Giampaolo Mazza en 2008.
"Debemos ser realistas y preparar a nuestros jugadores para los momentos difíciles que en nuestro caso es cinco, seis o siete a cero", dijo Giampaolo Mazza en 2008.
“Si vamos a pensar que tenemos que ganar porque en el fútbol se juega para ganar, entonces no tendría sentido presentarse”, reconoció Massimo Bonini, uno de los mejores sanmarinenses de la historia. Él estuvo en el 0-0 vs. Turquía y recordó que al día siguiente los jugadores se hicieron una camiseta conmemorativa del empate. Después de la salida de Mazza abrieron las puertas a jugadores nacionalizados, entre los que se destacan los argentinos Adolfo Hirsch y Danilo Rinaldi. Ambos juegan en la liga local y se dieron el lujo de enfrentar a Inglaterra en Wembley. ¿El resultado? Lógica derrota 5-0.

En Asia también hay selecciones acostumbradas a perder. Sus Eliminatorias son unas de las más largas y las que menos interés suscitan en el público occidental. No es una casualidad: todavía, Oriente no cuenta al fútbol como deporte principal en muchos países. En la cordillera del Himalaya, por ejemplo, los butaneses prefieren el arco y flecha. Pero en febrero su selección de fútbol, que perdía todo desde 2008 (entre ellos 0-7 vs. Turkmenistán y 1-8 vs. Afganistán) y es considerada una de las peores del mundo, tuvo una pequeña revancha. Ganó uno a cero a Sri Lanka de visitante y subió 46 puestos en el ranking FIFA. Al regreso, los dirigentes y el director técnico invitaron a los jugadores a comer en KFC, la cadena de comida rápida.

Imagen Tres sanmarinenses rodean a Wayne Rooney en Wembley. Fue 5 a 0 para los locales.
Tres sanmarinenses rodean a Wayne Rooney en Wembley. Fue 5 a 0 para los locales.
En el partido de vuelta, Bután volvió a ganar y se clasificó a la siguiente ronda para Rusia 2018, un sueño lejano. Los jugadores son estudiantes y aficionados. A partir de este año, la federación nacional de fútbol le paga 150 dólares por mes a un grupo selecto para incentivarlos a continuar.

En Argentina todavía quedan equipos que juegan pese a perder casi siempre. En la Primera D, Muñiz está acostumbrado a pelear por la permanencia. Cuando no lo logra, queda desafiliado de la AFA durante un año y no compite futbolísticamente. En las últimas doce temporadas, le sucedió en 2003, 2007, 2009 y 2011. Como el huevo o la gallina, esos años sin práctica generaron que a la vuelta no tuviera ritmo ni jugadores. Y hasta perdió a su emblemático entrenador.

Luis González trabaja en la Municipalidad de San Miguel y ad-honorem dirigió al Club Social y Deportivo Muñiz desde el 93 hasta el 2007. Ajeno a los resultados, rechazó ofertas de categorías superiores y se mantuvo en el Rayo Rojo. En su último partido, Muñiz ganaba 2-1 y el rival tenía un contraataque claro para empatar. González entró a la cancha, agarró la pelota y adelantándose a la tarjeta roja, se fue al vestuario. Evitó el gol, pero no fue suficiente para salir último porque los triunfos de Riestra y Paraguayo decretaron que, de todas maneras, quede desafiliado. Renunció a su cargo jactándose de haber ganado en su último partido.

Ya sea por meter un gol, por amor a la camiseta o por defender los colores de un país, diferentes equipos a lo ancho del mundo insisten en la derrota y esquivan el fracaso. Porque contrariamente a la frase hecha, no creen que la historia la escriben los que ganan, sino que la escriben ellos, los que pierden siempre.

Por Pedro Molina