¡Habla memoria!

Alfredo Carricaberry

Fue el primer jugador de San Lorenzo en ser tapa de El Gráfico. Es ídolo y uno de los más goleadores del club. Vistió la camiseta de la Selección y tiene un antecedente que inspira: sabe lo que es ganarle al Real Madrid.

Por Redacción EG ·

15 de agosto de 2014
Imagen PELOTA en mano, sonrisa segura y salida a la cancha para enfrentar a Independiente. (Archivo El Gráfico)
PELOTA en mano, sonrisa segura y salida a la cancha para enfrentar a Independiente. (Archivo El Gráfico)
Alfredo Carricaberry reúne todas las condiciones de los ídolos del fútbol amateur. Algo olvidado por la brusquedad de los calendarios, es uno de los máximos goleador de la historia de San Lorenzo. Anotó 104 goles en 297 partidos y se destacó como “winger” derecho en una delantera de cinco. Sin embargo, en aquellas épocas, el cartel de idolatría y la relación con los hinchas, implicaban otras cosas. El Vasco (apodo que recibió por el origen de su apellido) solía ir a tomar un café al Dante, a pocas cuadras de la cancha, cuando terminaba de jugar. Allí charlaba con quienes regresaban del estadio y fumaba algunos cigarrillos.

Nació en 1900 y llegó a San Lorenzo a los 19 años. Vistió la camiseta azulgrana hasta 1930, con la cual fue campeón y goleador en 1923 y 1927. Lo tuvo de compañero a Jacobo Urso, el mártir de Boedo, quien falleció por un codazo en pleno partido. Carricaberry marcó una época y llegó a la Selección. Representando a Argentina fue goleador en el Sudamericano del 27’ disputado en Perú y logró la medalla plateada en los Juegos Olímpicos de Amsterdam 1928.

El 20 de septiembre de 1930, se convirtió en el primer jugador en ser portada de El Gráfico individualmente con los colores de San Lorenzo. En la edición 584, Alfredo se ganó el espacio por su buen rendimiento en el triunfo sobre el Rojo. La bajada decía, “El domingo reeditó una de las más brillantes performances de su campaña deportiva, hace su aparición en el field de Independiente capitaneando la escuadra de San Lorenzo”.

La buena relación con la gente del barrio y el espíritu amateur tuvieron un paréntesis en 1927. En una pelea entre jugadores e hinchas, recibió un navajazo que lo dejó herido. No tardó en recuperarse. El 10 de julio del mismo año, enfrentó al Real Madrid por un partido amistoso. Y como cualquier jugador actual de San Lorenzo sueña con hacerlo en el Mundial de Clubes, anotó dos goles para el triunfo 3-2. Cabe destacar una particularidad: aquella vez Carricaberry jugó para un combinado de Buenos Aires.

En 1931, con la profesionalización del fútbol abandonó Boedo y se cruzó de vereda: jugó en Huracán. Su andar por Parque Patricios no fue exitoso y apenas anotó un gol en cuatro años. Falleció el 23 de septiembre de 1942 al sufrir un infarto cuando bajaba de un colectivo de la línea 100. El Gráfico, aquella vez lo recordó como “Uno de los wingers más notables que ha dado el fútbol argentino y quizá el más eficaz de los últimos años de la época amateur.”


Pedro Molina